EN realidad, no hay allí ni amalgama ni procedimiento polémico. Es Faurisson quien expresa la verdad revisionista cuando lanza la famosa expresión: "Hitler jamás ordenó ni admitió que se matara a nadie a causa de su raza o de su religión". De hecho, todos los "revisionistas" comparten en mayor o menor grado algunos principios extremadamente sencillos:
l. No hubo genocidio, y el instrumento que lo simboliza, la cámara de gas, jamás ha existido.
2. La "solución final" nunca fue otra cosa que la expulsión de los judíos en dirección al este de Europa, su "rechazo", como dice elegantemente Faurisson. Puesto que "la mayor parte (de los judíos de Francia) provenían del este", se deducirá de ello que jamás se trató de otra cosa que de una repatriación, un poco como cuando las autoridades francesas repatriaron a los argelinos, en octubre de 1961, hacia sus "aduares de origen".
3. La cifra de las víctimas judías del nazismo es mucho más baja de lo que se ha dicho: "No existe ningún documento digno de tal nombre que calcule la pérdida total de la población judía durante la última guerra en más de 200,000... Agreguemos, asimismo que, dentro del número total de víctimas judías, se comprenden también los casos de muerte natural", escribe con toda tranquilidad el abogado alemán Manfred Roeder, lo cual, demográficamente, significa que la tasa de mortalidad de las comunidades judías era excepcionalmente baja. Otros, generosamente, llegan hasta el millón (Rassinier, Butz) y atribuyen gran parte de esas muertes a la aviación aliada. Por su parte, Faurisson divide más o menos ese millón en dos partes: algunos, centenares de miles de muertos bajo bandera (bello testimonio de valentía), y otros tantos muertos "por hechos de guerra". En cuanto a la cifra de muertos de Auschwitz, judíos y no judíos, "se elevó a alrededor de 50,000".
4. La Alemania hitleriana no tiene la responsabilidad principal de la Segunda Guerra Mundial. Comparte dicha responsabilidad, por ejemplo, con los judíos, o incluso no tiene ninguna responsabilidad.
5. El enemigo principal del género humano durante las décadas de 1930 y 1940 no fue la Alemania nazi, sino la URSS de Stalin.
6. El genocidio es un invento de la propaganda aliada, principalmente judía, y muy en particular sionista, lo cual puede explicarse fácilmente, pongamos, mediante una propensión de los judíos a dar cifras imaginarias bajo la influencia del Talmud.
Cualquiera puede constatar, recurriendo a las fuentes, que no estoy inventando nada. Por lo demás, los señores "revisionistas" se han reunido en un congreso en Los Angeles en septiembre de 1979, lo cual les permitió ofrecer un premio de 50,000 dólares a quien suministre la prueba de una cámara de gas para matar a los judíos. Puede suponerse que ellos mismos constituirían el jurado. En lo sucesivo poseían un órgano, The Journal of Historical Review, cuyo número 1 (primavera de 1980) tengo a la vista, con algunos de los maestros de ese movimiento ideológico, en especial Arthur Butz y Robert Faurisson. Allí podrán encontrarse las actas del coloquio de Los Angeles.
He aquí, por ejemplo, algunos de los principios deducidos por el doctor Austin J. App, un germano-americano que enseñaba en numerosos colegios, católicos y laicos:
El Tercer Reich quería la emigración de los judíos: no su liquidación. Si hubiese querido liquidarlos, no habría en Israel 500,000 sobrevivientes de los campos de concentración (cifra imaginaria) cobrando las indemnizaciones alemanas por las persecuciones imaginarias. Ni un solo judío fue "gaseado" en un campo de concentración. Había, en esos campos, hornos crematorios para quemar los cadáveres de quienes morían por razones cualesquiera, y en particular como consecuencia de las incursiones genocidas de los bombarderos angloamericanos. La mayor parte de los judíos que murieron en los pogromos y los que desaparecieron sin haberse vuelto a encontrar sus huellas, fueron muertos en los territorios controlados por la URSS, no por Alemania. La mayoría de los judíos que se supone fueron muertos por los alemanes eran elementos subversivos, guerrilleros, espías y criminales, y también, a menudo, víctimas de represalias desdichadas, pero conformes al derecho internacional...
De hecho pueden resumirse así los principios del método revisionista:
l. Cualquier testimonio directo aportado por un judío es una mentira o una fabulación.
2. Cualquier testimonio o cualquier documento anterior a la liberación es una falsedad, o bien se lo ignora o se lo trata de "rumor". Butz o Rassinier, por ejemplo, ignoran por completo los documentos redactados por los miembros del Sonderkommando de Auschwitz, escondidos por éstos y encontrados después de la guerra, documentos que ofrecen una descripción precisa y concordante con todo cuanto se sabe por otras fuentes, acerca del funcionamiento de las cámaras de gas. Faurisson se contenta con burlarse de "los manuscritos -milagrosamente- hallados", y ni siquiera intenta demostrar su inautenticidad.
3. Cualquier documento, en general, que nos ilustre de primera mano acerca de los métodos de los nazis, es una falsedad o un documento manipulado. Así, Faurisson sitúa, con una palabra, entre las obras "falsificadas, apócrifas o sospechosas", a la heroica "crónica" que acompañaba los archivos del gueto de Varsovia, conservados por Emmanuel Ringelblum y un equipo, a uno de cuyos miembros conozco personalmente. Una voz reconocida, la crónica fue efectivamente amputada, sobre todo en su edición polaca, publicada en Varsovia en 1952 y esencialmente despojada de algunos pasajes poco agradables al orgullo nacional polaco. Esas amputaciones no modifican en nada la calidad del documento en cuanto a la Política nazi.
4. Cualquier documento nazi que aporte un testimonio directo se toma con su valor nominal si está escrito en lenguaje codificado, pero se le ignora (o se lo subinterpreta) si está redactado en lenguaje directo, como algunos discursos de Himmler, por ejemplo el que data del 16 de diciembre de 1943:
Cuando me veía obligado a impartir, en una aldea, la orden de marchar contra los guerrilleros y los comisarios judíos -lo digo ante este auditorio, y mis palabras están destinadas exclusivamente a él- impartía sistemáticamente la orden de matar asimismo a las mujeres y a los hijos de esos guerrilleros y de esos comisarios.
O también el que figura en el Diario de Goebbels, con fecha 13 de mayo de 1943: "Los pueblos modernos no tienen, pues, otra solución que exterminar a los judíos". En compensación, cualquier manifestación de racismo bélico en el bando aliado (que no faltaron, como bien puede imaginarse) se toma en su sentido más fuerte.
5. Cualquier testimonio nazi posterior al fin de la guerra, haya sido aportado en un proceso del Este o del Oeste, en Varsovia o en Colonia, en Jerusalén o en Nuremberg, en 1945 o 1963, se considera obtenido bajo tortura o por intimidación. Volveré sobre este importante punto, pero señalo de inmediato que es un tanto sorprendente, en estas condiciones, que ningún dirigente de la SS haya negado la existencia de las cámaras de gas. Más exactamente, P. Rassinier "cree saber" que el último comandante de Auschwitz, Richard Baer, "declaró que jamás hubo una cámara de gas en Auschwitz bajo su comando", pero Baer murió en prisión, providencialmente, por supuesto, en junio de 1963.
6. Se ha movilizado todo un arsenal seudotécnico para demostrar la imposibilidad material del gaseado masivo. Acerca del valor de los argumentos "químicos" de Faurisson podrá leerse la nota de un químico. En cuanto a sus consideraciones acerca de las cámaras de gas que sirven para la ejecución de los condenados a muerte en algunos estados norteamericanos y respecto a las preocupaciones que rodean su empleo, no prueban en absoluto que los gaseados en masa sean irrealizables: vuelven a comparar cosas incomparables, tan alejadas la una de la otra como la voracidad de un hambriento y una cena en Maxim's. La operación de gasear, como la de alimentarse, pueden realizarse en condiciones inmensamente diferentes.
7. Antiguamente se probaba la existencia de Dios mediante aquello de que su existencia está contenida en el propio concepto de Dios. Esta es la famosa "prueba ontológica". Puede decirse que para los "revisionistas" las cámaras de gas no existen porque la inexistencia es uno de sus atributos. Esta es la prueba no ontológica. Por ejemplo, la palabra Vergasung significa "gaseado" cuando aparece en la forma negativa en una carta del historiador Martin Broszata a Die Zeit (19 de agosto de 1960): Keine Vergasuny in Dachau (no hubo gaseado en Dachau), pero Vergasungskeller significa "cámara de carburación" en un documento de enero de 1943, citado por Georges Wellers.
8. Por último, se ignora o falsifica todo cuanto pueda tornar razonable o creíble esta espantosa historia, marcar su evolución o proporcionar términos de comparación política. Ni una sola línea en Faurisson y Thion recuerda las proezas de los Einsatzgruppen (la famosa zanja de Babi Yar, por ejemplo). Ni una sola línea de Thion y Faurisson recuerda que los enajenados alemanes fueron exterminados entre 1939 y 1941, y que algunos responsables de esta operación ejercitaron de inmediato su talento sobre los judíos, como por ejemplo F. Stangl en Treblinka:
¿Es este episodio un invento de la internacional de los enfermos mentales? En cuanto a Butz, se contenta con afirmar que la eutanasia de los enfermos mentales y el seudo exterminio de los judíos no tienen nada en común. Solamente hay algunas líneas acerca de la presencia de gitanos en Auschwitz. Ni siquiera intenta destruir lo que se ha sabido por otra parte con respecto a su exterminio. En cuanto a Faurisson, se limita a afirmar que los gitanos fueron internados, no "por razones raciales, sino por razones de nomadismo y de `delincuencia potencial'", lo cual es sencillamente falso; señala que en Auschwitz nacieron numerosos niños gitanos, sin decir qué se hizo de ellos (fueron exterminados), y sostiene que en Francia fueron los miembros de la resistencia quienes, llegado el caso, hicieron desaparecer a los gitanos.
Excelsior: Tiempo y Mundo¸ 23 de abril 2000.