Con una diferencia de apenas unas horas, dos negadores del Holocausto (o «shoah») -- David Irving y Gaston-Armand Amaudruz -- han sido condenados por tribunales europeos. Se confirmaba así el repudio de las sociedades demócraticas hacia los que han negado la realidad del genocidio. Se ha tratado de una larga historia.
Apenas concluida la II Guerra Mundial, comenzaron a aparecer una serie de obras que pretendían que el Holocausto de los judíos a manos de los nazis no había tenido lugar. En algún caso -- por ejemplo, Paul Rassinier en La Mentira de Ulises -- se reconocía aún la existencia de las cámaras de gas, pero muy pronto se negó este hecho como una manera de socavar la existencia histórica del genocidio.
Aunque todos los autores insistían en que eran investigadores neutrales, en realidad, sus conexiones con la internacional neonazi y, en algun caso, con los servicios de países árabes, eran completamente innegables. W. D. McCalden, Robert Faurisson, Thies Christophersen o Ernest Zündel fueron algunos de los nombres puestos en evidencia por los historiadores profesionales e incluso por los tribunales de justicia que condenaron en Estados Unidos al Instituto del Revisionismo histórico o en España a Leon Degrelle por negar el Holocausto y la existencia de las cámaras de gas. En ambos casos, fueron dos supervivientes -- Mel Mermelstein y Violeta Friedman -- los que iniciaron las acciones judiciales pertinentes.
Quizá el revisionista más celebre de estas décadas fuera David Irving. Escribió varias obras en las que señalaba que la orden nazi de matar a los enfermos mentales estaba justificada por razones bélicas, justificaba la agresión nazi contra naciones neutrales o responsabilizaba a los judíos de las acciones emprendidas por Hitler contra ellos. Al mismo tiempo, según Irving, Hitler sólo había ordenado la deportación de los judíos, nunca supo que se hubieran producido matanzas y, por supuesto, jamás había dado orden de exterminarlos. A España vino invitado por el CEDADE, sobre cuyo jefe, Pedro Varela, pesa también una condena por negar el Holocausto. No era extraño en alguien que se había definido como mild fascist (fascista moderado) y que no había dudado en describir su visita a la guarida montañesa del Führer como «una experiencia de contenidos espirituales». La Cámara de los Comunes lo definió hace varios años como «propagandista nazi y defensor de Hitler desde hace mucho tiempo».
El caso de Amaudruz ha resultado igualmente significativo. El lunes, un tribunal suizo le condenaba a un año de prisión por haber negado el exterminio de seis millones de judíos y la existencia de las cámaras de gas. Se trataba de dos sentencias casi paralelas, pero lo importante no es que los tribunales hayan condenado repetidas veces a los autodenominados revisionistas. Lo auténticamente relevante es que su condena fue dictada hace décadas por la realidad histórica, por el testimonio de las víctimas y por la conciencia de cualquier persona decente.
César Vidal es historiador y autor de El Holocausto
y La revisión del Holocausto.
El Mundo, 12 de abril de 2000
<http://www.el-mundo.es/2000/04/12/cultura/12N0127.html>