En tanto religión monoétnica del pueblo hebreo el judaísmo, y luego "judíos" han sido objeto de críticas de todo tipo, mientras el pueblo de Israel, en su larga historia, iba enfrentando la adversidad bajo las formas más diversas, ya que incluso fue exterminado, según reza el texto de la ley francesa del 13 de julio de 1990.
Amalgamar todas las críticas y todas las adversidades que les tocan a los judíos con el vocablo antisemitismo constituye una estafa intelectual, de la que participan alegremente no sólo los zelotas del sionismo sino además buena parte de los judíos de todas las tendencias, hasta el grado de crear un clima intelectual irrespirable, ya que ahora está prohibido en la práctica evocar tal o cual aspecto del judaísmo, o esta u otra práctica judía, o alguna personalidad judía, a no ser en tono de alabanza, bajo pena de ser sospechoso de antisemitismo.
La misma construcción del término es absurda. Existe un conjunto de lenguas semíticas como el hebreo, el árabe, y diversos idiomas del Medio Oriente antiguo, como el arameo. No existen pueblos semitas que correspondan con una entidad identificable, fuera de los pueblos de origen étnico e histórico muy variado que hablan lenguas semíticas.
Pero la palabra se creó en Europa en el siglo diez y nueve para designar específicamente una actitud hostil hacia los judíos entre los cuales, salvo una ínfima minoría de rabinos, ninguno hablaba hebreo. Además, en el ambiente de la antropología, la ciencia del siglo pasado era "racista", unánimamente "racista". Lo cual no se debe interpretar a través de los fantasmas histéricos de la ideología "antiracista" actual, sino que significa simplemente que, confrontada con la extraordinaria diversidad humana, la ciencia de aquel entonces afirmaba la unidad de la especie y procuraba rendir cuenta de la ineludible diversidad, el polimorfismo como se dice hoy día, a través del concepto de "raza", del cual se intentó precisar los contornos de mil maneras, privilegiando primero la antropología física.
El ambiente cientista, materialista, determinista de la ideología científica de entonces llevaba naturalmente a buscar también en el sustrato biológico (raza) la explicación de las no menos extraordinarias diversidades culturales y de civilización. Tal ambiente "racista" dominaba pues en la época en que empezaba a manifestarse un movimiento de hostilidad de tipo nuevo en contra de los judíos.
Se creó la palabra "antisemitismo" para designar ese movimiento, en esa época. Las causas del crecimiento de la hostilidad hacia los judíos en ese momento son de naturaleza diversa, y me inclino a creer que la pretendida raza de los judíos no era la causa operante del conflicto, pero la explicación "racista" de esa hostilidad caracteriza y distingue netamente el movimiento "antisemita" que culmina con el hitlerismo, de las otras formas de crítica al judaísmo y de hostilidad hacia los judíos.
La deiferencia esencial estriba sencillamente en el hecho de que nadie es responsable de su "raza", y nadie la puede remediar. La interpretación racista de las fuentes de conflictividad o bien desemboca en una política de estatuto diferenciado, o bien en una política de apartheid, o en una política de expulsión, o en una política de exterminio, según la intensidad y la radicalidad del antagonismo. Lo cual no tiene nada que ver con el antijudaísmo cristiano, dentro del cual hay que distinguir el antijudaísmo católico, ya que por el contrario la Iglesia siempre mantuvo relaciones complejísimas con el judaísmo y ha protegido a los judíos, incluso durante la segunda guerra mundial, en medio de las persecuciones que suscitaban y padecían por todo tipo de causas y razones.
Por motivos evidentes, la propaganda sionista saca una ventaja mayor de un amalgama de todas las formas de antijudaísmo con el antisemitismo racista. En primer lugar esto le permite desarrollar una visión de la historia judía totalmente paranoica, donde los judíos son las perpetuas víctimas inocentes de un ostracismo universal que desemboca inevitablemente en la persecución y el exterminio. La constitución de un Estado judío, necesariamente hiperpoderoso por no decir todopoderoso, se convierte en la única solución para salvar a los judíos del genocidio que les amenaza. Luego, en un segundo momento, habrá que organizar a escala mundial la caza y el exterminio de los criminales contra la Humanidad que no comprenden que el alpha y ómega de la política mundial debe consistir antes que nada en proteger a los judíos de... ¡su propio fantasma!
Ahí está la mentira ideológica perfecta : la mentira ¡que crea por sí misma las condiciones de su propia verificación! (es el esquema de los delirios paranoicos).
Además le permite a la propaganda sionista estigmatizar a todos sus adversarios como pretendidos "racistas", movilizar bajo su dirección a todas las víctimas o supuestas víctimas del "racismo"; y eso permite sobre todo culpabilizar, desorientar y desestabilizar a los que son víctimas de esta acusación.
A partir de los años treinta, con la fundación por Bernard Lecache de la L.I.C.A (que se volverá luego LICRA), el antiracismo se convirtió en el negocio de todos los activismos judíos, y del más importante entre estos : el sionismo. También se hallan activistas judíos detrás de la creación del MRAP, de SOS Racisme y detrás de los montajes teatrales sistemáticos acerca del "de los franceses" en todos los medias. Incluso existía a fines de los años setenta una sección del Betar especialmente destinada a inflar el merengue. En toda esa agitación "antiracista", ni árabes ni antillanos tuvieron jamás otro papel que el de extras, o en algunos casos el de necios útiles, o de goyim del shabbat, porque tal "antiracismo" no tiene nada que ver con una lucha real contra prejuicios raciales o discriminación real, sino que sirve esencialmente para perseguir a los adversarios, acusados de "racismo", es decir no de prácticas o conductas discriminatorias, sino de crimen del pensamiento por no conformismo ideológico.
Pero no es necesario desarrollar este punto porque es el ambiente ideológico en el que ha sido criada toda la nueva generación, desde hace unos treinta años : los judíos han sido víctimas del "racismo" y están en la vanguardia de la lucha contra el "racismo".
Ahora bien, si uno se fija con cuidado, descubre que el sionismo político, nacido a finales del siglo diez y nueve, como sus antepasados religiosos mesiánicos, abiertamente reclamaban una política de separación y de apartheid. El judaísmo, tal como se revela en la Torah, es fundamental y radicalmente racista, y ¡hace de la exterminación de los enemigos de Israel un deber sagrado! La fiesta religiosa más popular entre los judíos, la fiesta de Purim celebra y conmemora la masacre (mítica) sistemática de los enemigos de Israel, acusados (¡ya desde entonces!) de haber querido exterminar a los judíos. Comparado con el racismo incandescente que se expresa en la Torah, el belicismo, el terrorismo sistemático reivindicados en forma sistemática allí, y cuyo único criterio moral es el triunfo y la gloria de Israel, el Mein Kampf de Hitler parece muy moderado...
Esto es, por supuesto, lo que no se debe decir, pero que es fácil comprobar por una lectura atenta de la Biblia y de Mi combate.
Además, en el origen del sionismo, en el yiddishland germánico ruso polaco ucraniano de Europa central, el movimiento sionista naciente se define a sí mismo como un movimiento "Volkish". Esta palabra alemana significa "pueblo" o "popular" pero con la connotación cultural alemana de esta palabra, que es diferente de la connotación francesa. La palabra pueblo (Volk) se toma en su accepción étnica y naturalista. En el Mein Kampf, Hitler también define su movimiento como "Volkish". Pero la traducción francesa (financiada antes de la guerra por la LICRA en las ediciones Sorlot, que pasaron a ser las Nouvelles Editions Latines, la edición francesa disponible hoy en día) traduce Volkish por "racista". Mientras que cuando se traducen los textos de los precurores sionistas, la plabra "Volkish" se traduce simplemente por "popular" o "pueblo", evitándose cuidadosamente el uso de la plabra "racista".
El judaísmo en general y el sionismo especialmente lograron disimular al público las concepciones profundamente racistas que los animan en el fondo, en un esfuerzo de denegación notable, y encabezando la ideología antiracista. "soy yo el racista, proclama el judaísmo, ¡es Hitler el que me obliga a serlo!" A partir de ahí el antiracismo desemboca en un impasse, y esta retórica ha servido para justificar todo tipo de prácticas profundamente racistas y agresivas de las cuales la situación en Palestina actualmente es el resultante y el revelador.
No queda más remedio que constatar que desde 1945 esta retórica ha funcionado perfectamente. El judaísmo adquirió una verdadera jusrisdicción moral, e incluso una jurisdicción legal, de la que el juicio a Maurice Papon es la última manifestación. El genocidio-holocauso-shoah es el único acontecimiento de toda la historia de la humanidad en ser dogmáticamente afirmado por la ley francesa. Y las ligas conmemorativas tienen el poder sin precedente de acusar retroactivamente. Antes se aprendía historia sagrada en el catecismo e historia en la escuela. Ahora es en la escuela laica donde se enseña la historia sagrada de los hebreos, y la exterminación de los judíos en Auschwitz sustituyó como acontecimiento fundador de la era nueva (postmoderna, según dicen) la muerte de Cristo en la cruz.
La derecha en general ha sido la primera y principal víctima de esta instrumentalización de la acusación de "antisemitismo" sin ton ni son. Se comprende a partir de ahí la reacción del hombre de derechas que contesta "no somos antisemitas, sí lo es la izquierda", lo cual históricamente no es falso, pero esa reacción, comprensible, tiene el inconveniente de constituir el antisemitismo como referente, como la vara por la cual se debe medir a cada cual, sin abrir el debate sobre la significación de la palabra.
El "antisemitismo" sería ese mal que procede de una pulsión irracional, injustificada, o patológica. Pero en realidad la palabra misma es una palabra-valija, cuyo contenido es explosivo, por el motivo que dije. Es una palabra que realiza el amalgama de todas las oposiciones, críticas, persecuciones, injusticias o atrocidades que los judíos han tenido que enfrentar.
Sin embargo el judaísmo, la religión judía, proclama que Dios prometió, en una especie de contrato sinalagmático, al pueblo de Israel, a cambio del sometimiento y del cumplimiento de los Mitsvot, que terminaría por ejercer su dominación mundial (cuando finalice la historia). Se supone que la historia, que presencia el derrumbe sucesivo de todas las naciones y todos los imperios, en su dialéctica, asegura y realiza el triunfo final de Israel, los tiempos mesiánicos ...
El proyecto mesiánico del cual el pueblo judío es portador, dicen los rabinos, es un proyecto explícitamente mundano, histórico y político. La nación judía es la nación sacerdotal y pedagógica, destinada a dar cumplimiento a la humanidad mediante su propia dominación religiosa..., o sea por la dominación de una religión ¡que no distingue entre lo religioso y lo político!
Por supuesto existen otras interpretaciones judaicas de la Biblia y de la misión histórica teocrática del pueblo judío, pero este resumen extremo y brutal corresponde estrictamente a la interpretación sionista, mayoritaria hoy en día.
De esto se desprende que basta con tener un proyecto religioso o político o social distinto del proyecto judaico para que a uno le tachen de "antisemita". Y al que no le pasado todavía ya le tocará.
JHWH es un dios celoso que no tolera más que a sí mismo y que firmó un contrato con Israel, nación gracias a la cual existe y es adorado, y que le servirá para someter la tierra entera. JHWH necesita pues a Israel como Israel necesita a JHWH. Esta alianza está inscrita en la carne y la sangre del pueblo judío de manera irremediable (B'rith Milah = circuncisión, y B'nai B'rith = hijo de la alianza). Todo el que no es judío o no acepta la jurisdicción de Israel es sospechoso. Así enseña, por lo menos, la Sorbona...
Y Cristo lo tiró todo por la borda al declarar "reino no es de este mundo", mientras que San Pablo terminó de arruinar el fundamento racista monoétnico del proyecto teocrático rabínico decretando que no era necesario ser circunciso para entrar en el reino de dios, que está abierto por igual a los gentiles.
Las pocas consideraciones que preceden bastan para mostrar que la acusación de "antisemitismo" no tiene ningún sentido, porque en la práctica un "antisemita" no es más que una persona que no le cae bien a los judíos, por tal o cual motivo, y contra la cual se disponen a movilizar la caballería pesada del "antiracismo" cabalgada por la shoah. Luego existen tantas formas de antisemitismo como maneras de ser que no quepan inmediatamente en el proyecto que estipula la alianza.
La acusación de "antisemitismo" funciona como un mecanismo de denegación de la palabra ajena : "lo dices porque eres antisemita" : a partir de allí, "esto" nadie lo va a escuchar, a tomar en cuenta, a discutir.
Y "Vielle Taupe", ¿dónde se sitúa?
"Vieille Taupe" no es antisemita para nada.
Reivindica un antijudaísmo radical que siempre ha proclamado urbi et orbi tomando como autoridad el texto fundador de Karl Marx La cuestión judía, que termina con la frase siguiente : "emancipación social del judío, es la emancipación de la sociedad fuera del judaísmo".
La Vieille Taupe milita en favor de la emancipación social del judío. En conformidad con este principio hemos publicado además de La cuestión judía de Marx, El antisemitismo, su historia y sus causas, por Bernard Lazare, Historia judía religión judía, y El peso de tres milenios, por Israel Shahak, más Judaísmo y alteridad, de Alberto d'Anzul. Por lo menos tres de los cuatro autores responsables de los textos programáticos de La Vieille Taupe sobre este tema son judíos : Karl Marx, Bernard Lazare, Israel Shahak. O sea que no tenemos nada que ver con la tradición antisemita. Lo cual nos da mayor libertad para señalar que a muchos autores llamados antisemitas se les ha calumniado exageradamente, y que se les deben disculpas a algunos de ellos, cuyos puntos de vista no compartimos, pero que han sido tratados como verdaderos monstruos "anisemitas" cuando no hacían más que enunciar verdades incuestionables, sobre el contenido del Talmud por ejemplo.
La Vieille Taupe denuncia la metafísica de la tierra (de Israel) y de la sangre (los hijos de la alianza) a los que se reduce el judaísmo, y del que el socialismo-nacional es ideológicamente una débil imitación (por antagónica). Pero reconoce plenamente la legitimidad del vínculo con la tierra y la familia, y lucha contra la extirpación de todo lo que no controla el judaísmo, que es el resultado final de la lógica totalitaria del proyecto judaico.
La Vieille Taupe hace de la restauración de la libertad de expresión en Europa el objetivo mayor e inmediato de todos sus esfuerzos. Hace del respeto a la libre expresión del otro, incluyendo la de sus propios enemigos, el único requisito para sus afiliados. La Vieille Taupe se encuentra pues en oposición con la tradición antisemita, y combate el antisemitismo, pero con argumentos honrados, es decir verídicos ; unos argumentos que siempre estará dispuesta a enmendar si resultaran erróneos.
En contra del judaísmo religioso y la tradición antisemita, La Vieille Taupe considera que los judíos son gente como los demás, mientras que el judaísmo no es una religión como las demás (Véase al respecto el artículo de Haaretz del 31 de diciembre de 1995, por Israel Shahak : "religión judía es inhumana", reproducido página 223 en el libro Historia judía religión judía).
Lo único es que lamentablemente, la mayoría de los judíos todavía no se han enterado.