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LA CONQUISTA DEL IMPERIO AMERICANO
El poder judío en Occidente y en Oriente 

Norberto Ceresole

 

TERCERA PARTE 2/2

EL ESTADO HOMOGENEO UNIVERSAL

El drama permanente de África, los genocidios constantes y las más
terribles acciones contra los "derechos humanos", son los
resultados presentes no sólo de un pasado colonial, sino sobre
todo de la multipolaridad decisional instalada en el Occidente
blanco (aquí la definición racial blanco-negro cobra su auténtico
significado, su criminal significado malthusiano).

Todo ello significa que el proceso de repolarización tradicional
-en la escala blanca-europea- ha devenido en proceso de
despolarización en la escala global actual: y el estado final de
la despolarización es la apolaridad. Hoy asistimos a una etapa de
la historia mundial en que el "orden" internacional se encuentra
en estado de apolaridad por la acción de factores infinitamente
más complejos que los que afectaron a la política occidental entre
los siglos XVIII y XX. Ningún centro decisional controla hoy todos
los segmentos que conforman la estructura de las relaciones
internacionales; ésta ha sido desbordada por los acontecimientos,
por el factor racial-demográfico, en primer lugar. EUA debe
compartir poder con el resto de los actores en distintos segmentos
del sistema (ciencia, tecnología, finanzas, comercio, capacidad
militar, etc.).

El factor racial, y la carga cultural que de él se desprende,
produce un descontrol que se generaliza a partir del nacimiento de
conflictos que se manifiestan como "rupturas del mapa". Al haber
desaparecido el viejo sistema, y al no haber sido reemplazado por
uno nuevo, hoy no existe estructura como fundamento de un orden
definido. Hay licuación del poder, es decir, apolaridad, ya que
toda estructura es siempre la confirmación de un poder (orden)
internacional relativamente estable.

Ninguno de los antiguos polarizadores del sistema -ni, por
supuestp- los nuevos- tiene capacidad para imponer un orden, ni a
escala global, ni dentro de cada uno de los segmentos de poder que
integran la dinámica política internacional. Y, debido a que los
cambios se producen a un ritmo muy acelerado, tampoco existe
consenso acerca de cuáles deben ser las reglas aceptables para la
estabilidad de un nuevo sistema internacional.

En todo caso hoy estamos afectados por un "antisistema", que es
algo muy próximo a un des/orden. Dentro de él, un conjunto cada
vez más numeroso de "polarizadores menores" o actores secundarios
(las antiguas razas inferiores de la ciencia occidental) pugnan
por establecer reglas en cada uno de los segmentos de poder,
básicamente, en los estratégico/militares, en los
científico/técnicos y en los económico/financieros. Esa pugna aún
no se ha resuelto, por lo que no hay orden global (autoridad
ordenante) que impere sobre la totalidad de los segmentos de
poder. La apolaridad es la anulación respectiva de poderes entre
un número relativamente alto de polarizadores secundarios. No es
multipolaridad porque la apolaridad no permite la realización de
alianzas estables y largo plazo entre actores.

Hay una multiplicación cualitativa y cuantitativa de
actores/polarizadores. No sólo más, sino también nuevos actores
con capacidad de influencia. Ellos van desde la banca acreedora
(occidente blanco) hasta la emergencia de nuevos Estados (razas
marginales hasta la segunda guerra civil europea). Ahora, las
relaciones mundiales no son sólo inter/estatales, sino
inter/nacionales e, inter/organizacionales, inter/culturales pero,
sobre todo, inter/étnicas.

La modificación de la estructura global -el pasaje de un orden a
un des/orden- se realiza a través del control, por parte de
actores secundarios, de los distintos segmentos de poder que la
conforman. Los actores pugnan por el control de las áreas más
importantes que integran la actividad mundial global. En muchas
áreas o segmentos no hay un actor predominante porque se está
iniciando un conflicto de licuación de vastas proporciones.

Actualmente la actividad mundial se caracteriza por tener una
"autoridad ordenante" cada vez más débil a medida que los
conflictos que se avizoran se hacen cada vez más reales, esto es,
a medida que el factor racial cobra más incidencia. Ello conlleva
una creciente desconcentración del poder; éste se hace difuso. La
difusión (licuación) del poder es el resultado de una "represión
recíproca entre adversarios cada vez más numerosos e iguales".
Cada vez es menor la "autorepresión de potenciales disturbadores".
Esto último comenzará a evidenciarse, por ejemplo, con la
recomposición y potenciación que en estos momentos se realiza en
el mundo árabe musulmán y en otros muchos puntos del planeta.

Hasta ahora hemos hecho referencia al concepto "mundo o espacio
árabe-musulmán" pretendiendo indicar no tanto una "unidad
geopolítica" cuanto una zona del planeta con cierta uniformidad
étnica y cultural. Usamos ese concepto intentando abarcar tanto al
mundo árabe como a Irán, relativamente unificado por el Islam.

Sin embargo es preciso reconocer las fragmentaciones existentes.

 
La estructura global y los segmentos de poder. Alemania, el
Oriente Medio y el Asia Central

En abril-mayo de 1997 se produjo una crisis y una muy rápida
solución de esa crisis entre Alemania (y, por arrastre, la UE) e
Irán. Esa crisis y la forma y velocidad con que la misma se
resolvió pone en evidencia los mecanismos del funcionamiento real
del actual sistema internacional, en especial el relativo
desinterés de Irán por Europa, que es asimétrico respecto del
interés de Europa (Alemania) por el Asia Central.

Ese relativo despegue de Irán respecto de Europa, aunque en parte
es una ficción de la política exterior de Teherán, se debe,
naturalmente, al enorme peso geopolítico que adquirió el espacio
persa a partir de su reinserción en el Asia Central (incluyendo a
China, India y Rusia). Ello no viene sino a demostrar que un orden
internacional con poder difuso ofrece a los actores no hegemónicos
un grado de permisibilidad que en gran parte está delimitado por
la propia capacidad del actor no polar (no polarizante) para
realizar conductas independientes o autonómicas. Estas conductas
autonómicas se potencian al distribuirse, por ejemplo, tecnologías
militares estratégicas a partir de la desintegración de la ex
URSS.

Estas conductas se miden tanto en términos de potencial propio,
como en términos de capacidad de alianzas. Hay una relación entre
el grado de permisividad que debe tolerar la "potencia hegemónica"
y el grado de capacidad del actor secundario dentro de su propia
"esfera de influencia". Cuanto mayor sea la "difusión" del poder
mundial, mayor será el potencial del "grado de capacidad" del
actor secundario, quien a su vez demandará sucesivas ampliaciones
del grado de permisividad de la "potencia hegemónica", que para
ella será directamente proporcional a la pérdida de poder propio.
Asimismo, cuanto mayor sea el grado y el alcance del conflicto,
menor será la capacidad de control de la "potencia hegemónica".

Cuando el sistema bipolar anterior había alcanzado el punto máximo
de consolidación ("guerra fría"), dentro de ambos bloques el grado
de permisividad y el grado de capacidad eran, prácticamente, igual
a cero. En un sistema tendencialmente apolar, o de distribución
difusa del poder, tiende a ocurrir lo contrario, ya que en ese
tipo de sistema el "orden" se basa en un equilibrio o balance de
poder con cada vez mayor número de actores con capacidad
equivalente de poder. Las alianzas centro-periferia son
temporarias y se formalizan permanentemente nuevas alianzas
periferia-periferia, cuando los equilibrios anteriores se rompen.
La difusión del poder anula la permanencia de las primeras.

Desde hace un tiempo se viene percibiendo esta situación que
podríamos definir como de eliminación del principio de las
alianzas permanentes la potencia hegemónica y su Hinterland. Ello
impulsa a la individualización de los actores en todos los
segmentos del sistema, aún en el estratégico/militar. Actores
menores buscan alianzas ad-hoc con otros actores menores dentro de
una ampliación constante de los grados de permisividad y de
capacidad.

La apolaridad es el límite de la difusión del poder, y por su
naturaleza impide o dificulta la formación de bloques de seguridad
colectivos, en beneficio de un equilibrio y de un balance nunca
estratificado. El "orden" que se avecina, entonces, parece ofrecer
lo contrario a alianzas permanentes y seguridades colectivas.

Si aplicamos estos principios al ámbito del "mundo occidental" en
su conjunto comprenderemos la trascendencia de los cambios y la
magnitud de las modificaciones estratégicas que originará la
transición. A partir de ellos ya es posible imaginar una
repolarización de Europa en un escenario con conflictos militares
crecientes. Sobre ese espacio comenzarían a actuar actores y
factores completamente distintos a los existentes durante la etapa
bipolar. Fue precisamente la bipolaridad lo que desvió
provisoriamente el curso de la historia en el mundo colonial,
transformando las revoluciones raciales emergentes en meras
"revoluciones nacionales".

Es altamente probable la emergencia de una crisis en el diseño de
la Europa de posguerra, que finaliza en Maastricht, y no en la
Europa de las Naciones. Tal fractura podría producirse a lo largo
de la frontera que divide la Europa continental de la Europa
marítima. Dentro de la Europa continental existen innumerables
fracturas menores que perdurarán hasta que surja un nacionalismo
hegemónico. De la Europa continental surgirá un polo euroasiático
(PEAS) y de la Europa marítima un polo euroatlántico (PEAT).

La larga cadena de sucesos que vienen atenazando a la política
interior y exterior francesa tienen su origen en su progresiva
asfixia geopolítica. Desde hace muchos años, y a diferencia de lo
que sucede con Alemania, Francia no encuentra la posición adecuada
a su potencialidad. Excluída de África, sin posibilidades de
mayores penetraciones ni en Asia ni en Iberoamérica, dentro de un
diseño europeo contrario a sus tradiciones de gran potencia
marítima y/o continental, según las circunstancias, está
aparentemente condenada a ser un "Estado más" dentro de
Maastricht. Contra esto surje la rebelión del Frente Nacional, que
es lo más alejado que existe de una expresión política meramente
coyuntural.

Francia se aleja de la nueva dinámica europea que se produce
dentro del siguiente concepto estratégico enunciado por Colin
Gray, en base a los presupuestos de la geopolítica clásica: "El
mundo, reducido a sus elementos esenciales relativos al poder,
está formado por una superpotencia de la región central que está
en una lucha continua y permanente con la superpotencia marítima e
insular, en relación al control efectivo de las regiones
periféricas y de los mares marginales de la 'isla mundial'" (La
geopolítica en la era nuclear).

Lo novedoso de estos tiempos es que el polo euroatlántico no
necesariamente será la prolongación de los Estados Unidos en
Europa, como lo es hoy la Europa de Maastricht ("El pilar europeo
de la OTAN"). La clave de este problema está localizada en la
relaciones futuras que se establezcan entre Francia y Alemania.
Una Francia re-nacionalizada (victoria electoral del Frente
Nacional) puede o no coincidir con una renacionalización de
Alemania. Si Alemania continúa siendo el principal aliado europeo
de los Estados Unidos, la línea de conflicto será "la frontera del
Rihn". Si Alemania también se re-nacionaliza, no habría, en ese
caso, un polo euroatlántico en contraposición a un polo
euroasiático. En ese caso habría un "nacionalismo" hegemónico
"bipolar", con capacidad de acción hacia el Atlántico y hacia el
Pacífico (Mediterráneo e Índico). Tal sería el resultado probable
de una nueva alianza franco-alemana, con ambos Estados
re-nacionalizados, es decir, fuera de los proyectos
OTAN/Maastricht.

Como lo veremos en el capítulo correspondiente, la
re-nacionalización de Alemania pasará inexorablemente por la
recuperación de su identidad. Ello exige una operación previa, que
es un "ajuste de cuentas" con una falsa historia impuesta por los
vencedores de la segunda guerra civil europea (II GM). En ese
sentido el trabajo sistemático de intelectuales como Ernst Nolte
no sólo es de una extraordinaria importancia para el futuro de
Alemania y de Europa: asimismo mantiene una estrecha relación con
las alternativas que emergen en Oriente Medio, Asia Central, Rusia
y otras zonas de crisis en esta época de tránsito hacia la
apolaridad.

No existe hoy en el mundo ni una sóla cuestión que pueda ser
analizada de forma aislada respecto del funcionamiento global de
la estructura. Muy por el contrario, muchos factores de crisis,
aparentemente regionales o locales, unifican y relacionan
escenarios aparentemente distantes unos de otros. Es imposible
aislar , en ese sentido, la evolución de las políticas interiores
de Francia y de Alemania -por ejemplo- de la crisis cada vez más
aguda que vive el Oriente Medio. La evolución de la "cuestión
judía" a lo largo de la historia contemporánea de Alemania es algo
que hoy no puede escindirse del comportamiento político del Estado
de Israel, a partir de su fundación en la inmediata segunda
posguerra civil europea. Quiérase o no, el mundo árabe-musulmán
depende en grado sumo -y viceversa- de la forma a través de la
cual Alemania reasuma esa cuestión en un futuro inmediato, en su
proceso de re-nacionalización en búsqueda de su verdadera
identidad.

Esa relación es asimismo directa para el caso francés. Mucha gente
hoy en día confunde la presencia de 4 millones de musulmanes en
territorio francés metropolitano, con las relaciones futuras entre
una Francia re-nacionalizada y el mundo árabe-musulmán.

En ambos casos -Francia y Alemania-, y también en otros muchos
(Estados Unidos, España, América del Sur, Rusia y Turquía, por
ejemplo) la "cuestión judía" se ha transformado en uno de los
nexos inexorables que relacionan antiguas situaciones históricas
que han emergido violentamente a partir de la ruptura del mundo
bipolar. Esas relaciones que hacen a la naturaleza del mundo
actual no están simplemente dadas, es necesario descubrirlas y
explicarlas. Ese es el camino que conduce, precisamente, a la
adquisión de un nuevo conocimiento referente a un mundo nuevo.

 
La "ruptura del mapa"

Este concepto tiene una lectura estratégica y
económico/institucional. Significa que sólo excepcionalmente
(emergencia de una nueva alianza franco-alemana) pueden coexistir
dos o más "centros de poder" dentro de un mismo espacio. Durante
un cierto tiempo podrían compartir un mismo espacio económico (la
antigua CEE, por ejemplo). Pero los ritmos de integración serán
radicalmente distintos en el plano estratégico.

No es casual que Europa Occidental tenga espacio económico común
al mismo tiempo que demuestra sus carencias en los planos de una
política exterior y de una política de defensa común. No tiene ni
tendrá política exterior común ni integración defensiva común. Y
ello por una razón básica: porque Europa Occidental no conforma,
en sí, una región estratégica. Fue el resultado de una
construcción negociada de un mapa que reflejó una relación de
fuerzas que ya no existe (la Europa de posguerra).

Ambas líneas de movimiento, la del PEAS (Polo Euroasiático) y la
del PEAT (Polo Euroatlántico) estuvieron determinadas, en el
pasado, por la capacidad de conectar los cuatro núcleos de poder
continentales y los cuatro marítimos, respectivamente.

Los cuatro núcleos de poder marítimos son: a) el Mediterráneo; b)
el occidente europeo hasta el Rhin; c) el Atlántico Norte (centro
de gravedad del sistema); y, d) el archipiélago japonés.

Los cuatro núcleos de poder continentales son: a) El espacio del
Eufrates, desde el Turkestán a Paquistán. Ese espacio ha sido el
escenario sucesivo del Imperio Persa, del Imperio Sasánida, del
Califato de Bagdag y del Imperio Otomano; b) Mongolia y Norte de
China, donde se ha desarrollado el imperio Han, el imperio de
Genghis-Jémidas y el imperio de los To-Tsing; c) la región central
rusa (imperio de los zares); y, d) la Europa Central
(Mitteleuropa), con base en la potencialidad germánica. El
proyecto geopolítico alemán, propuesto por el general Haushofer,
era un diseño geográfico destinado a conectar políticamente esos
cuatro grandes polos de poder continental. Esa área de poder era
ampliable al archipiélago japonés, transgresor por excelencia, a
través de China.

Estamos presenciando una nueva etapa de la política mundial, en la
cual los dos componentes básicos del poder global (Mundo
Marítimo/Mundo Continental) iniciarán una competencia planetaria
totalmente desprovista de ropajes ideológicos. Por lo demás el
Mundo Marítimo podría quedarse sin su componente europeo, en caso
de producirse una convergencia de nuevo tipo entre Berlín y París.

En caso de que se reproduzca un conflicto franco-alemán, el polo
continental y el polo marítimo volverían a actuar a la tracción
sobre Europa Occidental, generando dos tipos de movimientos
geopolíticos completamente distintos, ambos con sus respectivas
proyecciones económicas y culturales. La prevista ampliación de la
OTAN hacia el este, destinada a proteger los negocios de una
Alemania "atlantizada", es un movimiento que conducirá
inexorablemente a producir una línea de fractura en la "frontera
del Rihn".

La "crisis del Golfo" de los años 90/91 pertenece a un escenario
estratégico que ya no existe. Puede ser vista como una acción
militar anglonorteamericana para evitar el intento de Bagdag de
darle al espacio del Éufrates el valor de un polo continental, con
un fuerte contenido militar. Los polos marítimos, excepto el del
archipiélago de Japón, reaccionaron contra ese intento, mientras
los polos continentales se abstuvieron.

El PEAS (Polo Euroasiático) está en condiciones potenciales de
movilizarse hacia el Éufrates, que hoy está geopolíticamente vacío
pero donde siempre hubo un poder terrestre muy significativo. El
derrumbe del sistema soviético y la aún no articulada
Mitteleuropa, hizo que el intento de Irak por llenar militarmente
ese polo continental fuese tratado por el Mundo Marítimo como un
acto de perturbación. Bagdag o bien se había atrasado, o bien se
había adelantado a su época.

Es curioso que algunos a`pologistas del Apocalipsis de San Juan
visionen la caída de la Europa moderna y liberal cuando se seque
el Éufrates: "Europa apóstata amenazada por una barbarie no peor
que ella misma". El Espacio del Éufrates es una región
políticamente fragmentada desde la descomposición del Imperio
Otomano en 1918. Fue otra de las obras maestras de la Inteligencia
del poder naval británico, lograr la continuidad de esa
fragmentación creando Estados artificiales e ilegítimos.

Dos sistemas de intereses antagónicos se abren ante el mapa de
Europa diseñado a fines de la II GM y culminado en el Tratado de
Maastricht. Por un lado, la recreación de los dos polos que
tradicionalmente traccionaron y dividieron la geografía europea.
Por otro, un nuevo acuerdo franco-alemán. La línea divisoria entre
ambos está en la evolución de las respectivas políticas interiores
de ambos Estados.

En el PEAT (Polo Euroatlántico) predominará la defensa del norte
contra el sur. Ello es ya perfectamente visible en la actual
estrategia de la OTAN. La desaparición del enemigo principal
(este, mundo eslavo, orden comunista) conducirá necesariamente a
la fragmentación de esa alianza militar, de mediar un cambio en la
política interior alemana, en concordancia con la francesa. En
caso contrario, la OTAN actuará no ya contra el orden comunista,
sino contra el desorden poscomunista, percibido por la actual
dirigencia de Bonn como inviabilizador de la expansión hacia el
este.

Casi nada, en casi ningún lado, parece estar bajo control. Para no
reiterar la cadena de sucesos dramáticos que sacuden a África,
señalemos que ni Europa Occidental ni los Estados Unidos (de
hecho, la evolución económica norteamericana está cada vez más
tensionada por la bifurcación entre su economía real y su economía
formal) escapan a este proceso de descontrol global, que es de
naturaleza estratégica.

El creciente proteccionismo, la formación de bloques y el impulso
de conflictos económicos dentro del mundo de los llamados Estados
poshistóricos, representó un macroproceso que se fue enlazando
progresivamente con el creciente deterioro económico y social del
espacio poscomunista y, sobre todo, con la situación en Oriente
Medio.

Una Rusia crecientemente humillada finalmente no buscó un nuevo
diálogo (un "retorno a Rapallo") con una Alemania geopolíticamente
satisfecha luego de haber extendido su protectorado sobre
Eslovenia, Croacia e importantes zonas de Bosnia (pero sobre todo
satisfecha por haber logrado la expansión de la OTAN hacia su zona
de influencia "natural": el mundo eslavo). Por primera vez en la
historia, teóricamente, la flota alemana podría tener acceso al
Mediterráneo a través de la costa Dálmata. Este fue uno de los
grandes sueños del almirante Von Tirpitz. Y no representa
precisamente el colmo de la felicidad ni para Londres ni para
París.

UN NUEVO CONOCIMIENTO DE UN MUNDO NUEVO

Una situación internacional de emergencia


La Inteligencia, entendida como conocimiento, debiera ser una
expresión altamente sofisticada de una Cultura Nacional. No puede
existir Inteligencia propiamente dicha, es decir, producción de
conocimiento y de autoconocimiento, en condiciones de
subordinación, de dependencia o de desgarro. Una cultura que no
produce pensamiento, que no dispone de "filósofos" ubicados en el
nuevo mundo, reconocidos y con influencia política real, no puede
producir Inteligencia y, por lo tanto, no puede generar
conocimiento (autoconocimiento).

La adquisición y producción de conocimiento, y su posterior
transformación en Inteligencia, debe afrontar tres grandes
desafíos que se presentan simultáneamente:

*Adscribir la Inteligencia dentro de una matriz de producción de
poder.

*Aprehender los cambios y mutaciones trascendentales que se
producen en el objeto a estudiar, ya sea éste "interior" o
"exterior".

*Desechar viejas "tecnologías ideológicas" y adoptar las nuevas
formas de conocimiento que irrumpen en el mundo cultural
planetario: generar inteligencia estratégica exterior,
conocimiento que es necesario adquirir para sobrevivir dentro de
la nueva mecánica de funcionamiento del mundo.

La crisis en el mundo desgarrado/periférico se mantiene en directa
relación con los principales acontecimientos que están
transformando la naturaleza de las relaciones internacionales.

Estamos viviendo una etapa que podríamos denominar de "emergencia
internacional". Esto quiere decir que las políticas de apertura
económica instrumentadas en la mayoría de los países -tomemos como
ejemplo- de América Latina, están encontrando su propio techo. La
"apertura" de la periferia es una política sin futuro porque la
crisis del "centro" derivó hacia confrontaciones crecientes entre
nacionalismos económicos y bloques de poder. Esas confrontaciones
eliminan cualquier posibilidad de éxito de una economía "abierta"
y dependiente en función de flujos económicos que ya no pueden
existir.

Una política global basada en la apertura -que no sólo fué
económica sino fundamentalmente cultural- y el alineamiento
automático, está llegando a su fin porque no existien los
beneficios que originariamente se prometieron. Porque las víctimas
de esa política son mucho más numerosas que sus beneficiarios.
Pero básicamente porque el techo de esa política de apertura
desemboca en una crisis intercapitalista y en una situación de
cambio, con decline, dentro de los propios EUA.

La supervivencia de los estados desgarrados/periféricos en el
nuevo escenario internacional exige superar rápidamente todos los
elementos de crisis que históricamente los convirtieron en
naciones subalternas y decadentes. Ello exige la presencia de un
nuevo agente histórico, un nuevo grupo social con capacidad para
modificar la estructura del poder. La emergencia de esa nueva
fuerza política y militar es un hecho que dependerá, básicamente,
de la evolución de la situación internacional. Al ser ella "de
emergencia", los problemas prioritarios que plantea son problemas
ligados a la defensa.

Llamamos "emergencia internacional" a una situación de conflicto
con capacidad para alterar la totalidad del cuadro global y
fracturar líneas preexistentes de "cooperación internacional". En
una "situación de emergencia" es imposible cualquier forma de
"realismo periférico", entendiendo por tal la búsqueda de una
relación de "buen trato" por parte de un Estado
dependiente/periférico.

Los estados dependientes/periféricos, especialmente los que
carecen de interés estratégico prioritario para el "centro", deben
redefinir rápidamente sus canales de inserción internacional.

Para muchos países de la periferia, un caso típico de "emergencia
internacional" fue la II GM. El bloqueo económico a que fueros
sometidos numerosas zonas del mundo por parte del grupo de
potencias occidentales lideradas por EUA impulsó importantes
tendencias autonómicas que finalmente no lograron continuidad
histórica por falencias de la estructura socioeconómica entonces
vigente.

Actualmente estamos enfrentando los inicios de una nueva
"emergencia internacional". Debemos tomar conciencia de que,
mínimamente, será necesario retornar a un modelo con mayor
capacidad autonómica de desarrollo. El actual alineamiento
automático resultará catastrófico para lograr un mínimo de
viabilidad nacional en situaciones de "emergencia internacional".

Un modelo autonómico de desarrollo adaptado a las circunstancias
contemporáneas y en situación de "emergencia internacional" debe
partir de un nuevo concepto estratégico. De un nuevo pensamiento
que trate la cuestión del poder como una confluencia de espacios y
voluntades, de hombres concretos y tecnologías específicas. Esto
es una "geopolítica de la autonomía" entendida como "nueva
tecnología dinámica"

Ese nuevo pensamiento debe abarcar el dominio de los conflictos y
de los cambios, la revolución y la evolución. No hay geografía sin
drama. Ello quiere decir que no puede haber pensamiento
geopolítico sin sentimiento heroico de la vida. Estamos hablando
de una lucha por la supervivencia que en momentos de emergencia
internacional será a vida o muerte.

Este nuevo pensamiento debe incluir un diseño económico y una
concepción demográfica que se encuentran en las antípodas de las
concepciones hoy existentes. La economía y la demografía deberán
ser asumidas como técnicas subordinadas a una concepción del poder
que emerge de una mutación profunda del sistema internacional.

La crisis internacional emergente exige el mantenimiento de un
modelo de Estado/nación fundado en la autonomía. Ese modelo podría
garantizar la existencia de países que hoy constituyen
"comunidades periféricas" en relación al núcleo del conflicto.
Ello exigirá una fuerte participación política de las nuevas
estructuras militares asegurarando el principio de supervivencia
dentro del escenario de futuro global más probable.

Las distorsiones concretas que afectan al sistema político generan
actitudes específicas del Estado en el campo internacional, y
colapsan los instintos básicos de la defensa. El sistema político
y la decadencia cultural que nos agobia están objetivados, y
consolida a Estados y Naciones dentro de un status dependiente
dentro del sistema jerárquico internacional. El Estado dependiente
presupone y acepta la desigualdad. No mantiene diálogo entre
iguales, porque no es reconocido.

En definitiva, hay una nueva situación estratégica hoy en el
mundo. Su nacimiento y consolidación debe ser considerado como el
fenómeno emergente más importante de la pos-guerra fría. Es por
ello que, en un sentido muy estricto, este trabajo es una nueva
propuesta para elaborar nuevas metodologías de Inteligencia
Estratégica (o conocimiento del mundo) aplicadas no sólo a los
nuevos conflictos que provoca la apolaridad. La propuesta está
basada en la plena vigencia de dos factores básicos:

1. La intensidad y la velocidad de los cambios ocurridos en la
esfera de las relaciones internacionales.

2. La posibilidad objetiva de desarrollar "proyectos nacionales
alternativos" que definan sistemas de intereses "autonomizantes" y
una reubicación internacional en las antípodas del hoy llamado
"alineamiento automático" (tomando como exclusiva referencia a la
"superpotencia" (norte)americana, y tratando al sistema
internacional como si éste se comportara de manera unipolar.

La nueva Inteligencia Estratégica no nace de un acto de
voluntarismo político. Sería, simplemente, la respuesta adecuada
para la compresión de las hoy imperantes condiciones globales de
apolaridad (disolución de la capacidad de decisión de los centros
de poder).

 
Intensidad y velocidad de los cambios

La combinación de la intensidad con la velocidad de los cambios
ocurridos en el sistema internacional -pocas veces visto en la
historia de la humanidad- condujo a la conformación de un sistema
con poderes globales diluídos (difuminados): es decir, condujo a
la instalación de un sistema apolar. La creciente disolución de
los poderes hegemónicos conduce a gran número de sociedades,
instaladas en diferentes puntos del Planeta, a visualizar la
posibilidad (alternativa) de pensarse a sí mismas
independientemente de cualquier forma de alineamiento. El
denominador común que une a esas sociedades es su historia:
siempre anidaron en su seno atisbos de gran nación; capacidad de
"poder ser".

El anticomunismo fue la ideología compulsiva tanto en Occidente
como en la periferia de occidente durante la etapa de la
bipolaridad (conflicto Este/Oeste). Un conjunto muy amplio de
intereses nacionales quedaron sepultados bajo esa ideología
durante esa etapa. No pudimos pensar ni pensarnos. No pudimos
adquirir conocimiento ni autoconocimiento.

La crisis del comunismo soviético fue asimismo causa y
consecuencia del nacimiento y de la consolidación del
nacional-judaísmo. La "cuestión judía" influyó decisivamente desde
un primer momento en el proceso de la "Revolución de Octubre".
Siguió presente en la toma del poder por parte del Partido
Bolchevique -cuyos dirigentes, en su gran mayoría, eran judíos-;
luego en la "rusificación" del Estado Soviético (Stalin), en la
invasión alemana a la URSS y en la llamada desestalinización. La
desestalinización puede ser lícitamente considerada como la
principal estrategia judía de la época de la guerra fría (mundo
bipolar). Fue un proyecto de largo aliento que alcanza la victoria
con el mismo fin de la bipolaridad; es decir con la implosión de
la URSS. El Estado judío alcanza enormes beneficios con la "caída
de Moscú", que se manifiestan en dos planos principalmente: en la
finalización de la apoyatura soviética a los movimientos
revolucionarios árabes laicos, y en la calidad y cantidad de la
inmigración de judíos rusos a Israel.

Luego vino la imagen de un "Nuevo Orden Mundial" que no pudo
resistir mucho tiempo el pasaje de un tiempo histórico cada vez
más veloz. La efímera ideología de la unipolaridad produjo formas
aberrantes de "alineamiento automático". Y, en Oriente Medio, la
existencia de una ideología de Estado basada en el fundamentalismo
judío.

Durante ambos períodos imperó la aceptación del "principio
dependencia", aún vigente, a través del cual a la Periferia de
Occidente y a otras vastas regiones del mundo se las alimenta
desde el exterior; esto es, se les selecciona desde afuera el tipo
de información que ellas deberían obtener del mundo y de su propia
sociedad. La concepción del "alineamiento automático" fue la
predominante en una época en la que se dijo que el sistema
internacional funcionaba de manera "unipolar". Se suponía que tal
modalidad de "alineamiento automático", adoptada por un país
"menor", debería aportar beneficios positivos, por ósmosis, en
todos los niveles de la vida interior de ese país, y asu vez
incrementar su nivel decisional "hacia afuera".

Se sostuvo y se sostiene que cualquier actitud "disidente" con el
vértice jerárquico del sistema traería perjuicios incalculables.
La "socialización" (distribución) de esa actitud de la cúpula
dirigente del país "menor" hacia el interior de su propia sociedad
deprimió y reprimió la búsqueda de alternativas culturales
diferentes a la que exigía el "alineamiento automático".

La intensidad y la velocidad de los cambios ocurridos en la esfera
de lo internacional muestran ya en forma incontrastable que el
funcionamiento del sistema global es esencialmente distinto al que
se dijo que era.

El balance de toda una etapa histórica señala que el "alineamiento
automático" no sólo no produjo beneficios, sino que generó
perjuicios sustanciales en los aspectos estratégicos que
determinan la vida de cualquier sociedad sana. Al producir un
modelo de crecimiento con decisiones externas preestablecidas,
consolida condiciones inaceptables para la dignidad histórica del
hombre nacionalmente instalado, para una determinada
autopercepción de la sociedad, psíquica y físicamente sana,
históricamente acumulada. El "alineamiento automático" debilita,
enferma, reduce, indefiende y descerebra.

 
El pensamiento ideológico ya no crea conocimiento

La constatación de ese hecho en el interior de numerosas
sociedades nacionales periféricas (luego haremos una referencia
específica al caso español) fue un fenómeno paralelo al nuevo tipo
de conocimiento que provenía del estudio de las nuevas condiciones
que incidían sobre el sistema internacional.

El pensamiento ideológico se convierte así en la negación más
drástica de lo que es la generación de conocimiento. Es por eso
que a una falsa visión del mundo (comunismo/anticomunismo,
izquierda/derecha, Este/Oeste, etc.) se le sobrepuso un mundo con
problemas reales: identidad versus globalización, conocimiento
religioso versus conocimiento ideológico, casaciones de ciencia
con religiosidad. En el mundo occidental y en las regiones del
llamado mundo antiguo una contradicción sobresale por encima de
todas las demás: judíos versus no judíos. Es una contradicción que
no puede igualarse a ninguna otra en Occidente, ya que expresa con
una extraordinaria capacidad de síntesis todos los elementos que
en la dialéctica hegeliana se resumían como relación amo-esclavo.

El nacional-judaísmo contemporáneo es la culminación de esa
dialéctica. Expresa un mundo "naturalmente" dominante asentado
sobre un vasto espacio dominado. Es la teología que reemplaza a la
ideología hegeliana del "amo" en dos niveles simultáneamente: en
el nivel racial y en el nivel económico. Es la raza "elegida", la
"clase" fundadora y el Geist del capitalismo (en verdad es su
mismo "espíritu"). La gran fuerza de ciertas corrientes del Islam
consiste en están deviniendo en oposición radical a la Teología de
la Dominación, de la cual el nacional-judaísmo se ha constituído
en su verdadera columna vertebral.

Es muy difícil encontrar oposiciones radicales a la Teología de la
Dominación fuera del Islam. El progresismo occidental, agónica
etapa terminal del Iluminismo, es hoy una ideología patética en la
cual el lugar del Hombre, orgulloso centro y eje del viejo
universo racionalista, ha sido ocupado por un ciudadano-consumidor
crecientemente cretinizado, por el hombre virtual, objeto y fin de
sí mismo.

La ideología ya no crea conocimiento porque vivimos plenamente no
un mundo no-ideológico, sino un mundo transideológico. La
epistemología es hoy una cuestión que está más cerca de la
teología que de la filosofía.

La epistemología no sólo trata de la forma e intensidad en que el
"sujeto" conoce al "objeto". Trata sobre las transformaciones que
experimenta el sujeto en el propio proceso del conocimiento de un
objeto siempre cambiante y nunca totalmente aprehensible. El
sujeto se transforma (a sí mismo) durante el mismo proceso del
conocimiento. El sujeto filosóficamente bipolar no puede ni debe
ser el mismo sujeto que trata de comprender la disolución del
poder o la apolaridad. Una nueva forma de conocimiento debe
reemplazar a la anterior ideología.

El sujeto filosóficamente impotente que defiende la teoría del
alineamiento automático no puede ser el mismo sujeto que proponga
una nueva forma de conocimiento que reemplace la patología antes
señalada.

La elección del objeto de estudio se modifica sustancialmente al
modificarse los ejes a través de los cuales nos ubicamos frente al
mundo. Dentro de las dos modalidades de dependencia mencionadas,
el productor de información o Inteligencia, se conformaba con
percibir objetos aislados.

Las nuevas confrontaciones, los nuevos conflictos crean la
posibilidad de generar pensamientos abarcantes, integrados e
integradores. Estos conflictos no reemplazan a los anteriores sino
que los abarcan. Los viejos conflictos se expresan de manera
diferente. Surgen conceptos con capacidad para seleccionar,
organizar y clasificar objetos en función de nuestras nuevas
(propias) necesidades. Que no son en absoluto coincidentes con las
necesidades de los otros sistemas de Inteligencia, que muchos hoy,
pretenden tomar como modélicos.

 
La naturaleza del sistema internacional apolar

A partir de la "caída de Moscú", comenzamos a percibir y a
analizar una gran cantidad de hechos que se producían en distintas
partes del planeta y en diferentes niveles de la actividad humana
(económicos, políticos, militares, etc.), y tratamos de relacionar
esos hechos por medio de la frecuencia de un determinado ciclo
histórico. Así comenzamos a descubrir la nueva naturaleza del
sistema global. En primer lugar vimos que en absoluto era
unipolar: la llamada potencia hegemónica no disponía de la
voluntad necesaria para enfrentar y definir los innumerables
conflictos existentes. Y la derrota del comunismo soviético se
transformó de inmediato en el "agujero negro" del Estado Homogéneo
Universal.

Pero asimismo esa derrota produjo fenómenos esencialmente nuevos.
Tanto los movimientos revolucionarios como los
contrarrevolucionarios que durante la etapa bipolar habían
adoptado una ideología laica y racionalista no es que en estos
momentos hayan dejado de enfrentarse; lo siguen haciendo pero bajo
coberturas "culturales" distintas. Durante la anterior etapa
bipolar, en muchas partes del mundo occidental el "anticomunismo"
estuvo corporizado por un catolicismo institucional que, en estos
momentos, sostiene que el judaísmo es el hermano mayor de ambos
monoteísmos. La tercera rama de los monoteísmos abrahámicos, el
Islam, en diferentes grados, tiempos y lugares, también jugó un
importante rol anticomunista y antisoviético. El sionismo -de
origen europeo, laico y racionalista- fue asimismo una fuerza
anticomunista de primera magnitud.

Esa coincidencia en la ubicación del "enemigo" ¿originó, luego, un
Mundo Homogéneo?

No se necesitó mucho tiempo para constatar que el funcionamiento
de ese sistema internacional pretendidamente unipolar no respondía
a los estímulos de ninguna forma de polarización de las hasta
ahora conocidas.

Luego de acumular una masa importante de información empírica
proveniente de puntos críticos muy distantes unos de otros, y de
niveles de actividad internacional muy distintos unos de otros,
pudimos llegar a la conclusión de que los antiguos centros
decisionales del sistema internacional estaban afectados por una
disolución del poder. Ya no había "poderes hegemónicos" en el
sentido tradicional de la palabra. Estábamos en presencia de un
sistema apolar.

Si la naturaleza del sistema se había modificado de raíz, la
primera conclusión básica que había que extraer era que, para
cualquier Estado menor (periférico/excluído), existía la
inconveniencia absoluta de continuar fundamentanto la totalidad de
las políticas sectoriales interiores en el caduco presupuesto del
"alineamiento automático". El "alineamiento automático" es la
piedra fundacional de todo proyecto establecido. Afecta a la
totalidad de las políticas sectoriales, inclusive en sus más
mínimas palpitaciones.

La segunda conclusión lógica tiene, en sí, un peso descomunal:
había que desarrollar un proyecto alternativo como única
posibilidad de sobrevivir en el mundo nuevo apolar. Nos
encontramos en la situación de una especie zoológica a punto de
desaparecer porque se ha producido una modificación (mutación)
radical en el medio ecológico.

 
Nueva metodología para elaborar Inteligencia Estratégica o
conocimiento del mundo


En función de lo dicho anteriormente surge en forma natural la
necesidad de modificar los parámetros para la elaboración de
inteligencia estratégica.

La primera exigencia se localiza en la propia modificación
objetiva que se produjo en el sistema. La segunda exigencia surge
del impacto que esa modificación produce en la percepción que se
tiene de uno mismo ubicado en un medio diferente. En última
instancia se trata de liberar el "inconciente", ese viejo instinto
básico de supervivencia.

Estar ubicado de manera distinta en un medio diferente produce la
necesidad de alimentar un sistema informativo con los elementos
que contribuyan a adaptar la nueva ubicación que queremos lograr
en un espacio en perpetua modificación. Ello exige producir una
alteración esencial en la jerarquización de los problemas que
comienzan a ser importantes, para así asegurar la permanencia de
los espacios nacionales y su supervivencia diferenciada.

De día en día se hace más claro que la única -o la más importante-
posibilidad de supervivencia en la nueva situación internacional
afectada por una creciente disolución del poder (apolaridad) sólo
se puede generar a partir de una nueva "posición", que en el mundo
unipolar se llamaba transgresión.

Una nueva Inteligencia será entendida como base de un nuevo
conocimiento de un objeto nuevo. Según percibimos al mundo nos
percibimos a nosotros mismos. El mundo es lo que es, pero es
también lo que nosotros pensamos que somos. Y según nos percibamos
a nosotros mismos realizaremos, conciente o inconcientemente, una
y no otra selección de información. Luego construiremos una y no
otra organización de Inteligencia. A partir de allí terminaremos
produciendo un específico tipo de conocimiento. Finalmente
terminaremos distribuyéndolo socialmente (socializándolo) de
manera que produzca efectos positivos en la expansión de la matriz
de producción de poder (y no despilfarrándolo como conocimiento de
y para grupos privados a cambio de la obtención de beneficios
económicos y/o políticos).

La selección de la información está siempre relacionada, es
dependiente de causa a efecto, con una determinada concepción del
mundo (Weltanschauung) y con una determinada autoubicación
respecto de él. El tipo de información sobre la que construiremos
nuestro conocimiento del mundo depende de la forma en cómo vemos
al mundo y, consiguientemente, de la forma en cómo nos vemos a
nosotros mismos.

La geopolítica clásica utiliza el concepto valor de situación para
definir una posición vista tanto desde su exterior como desde su
interior. El valor de situación no es un mero dato geográfico, es
también la forma en cómo nos perciben y la forma en cómo nos
percibimos. Es un concepto que tiene equivalencias directas en
casi todas las ciencias del hombre, y en especial en la
psicología.

Lo que importa es que el conocimiento del mundo que nos debería
aportar un sistema bien estructurado de Inteligencia estratégica,
hoy, debería seleccionar las informaciones de tal manera que el
tipo de conocimiento que se obtenga de ellas contribuya
positivamente al desarrollo de una matriz de producción de poder.

Pensar en la relación nosotros/mundo (yo/otro) en términos de
poder significa plantear la necesidad insoslayable de desarrollar
una política nacional y un modelo de país alternativos.

 
Las nuevas formas del conocimiento

Están relacionadas con una gran "revolución cultural" mundial que
está a punto de parir inumerables nuevas criaturas. Todas ellas
serán el producto de la aceptación, en contra del viejo
racionalismo europeo, de que son necesarias nuevas formas de
conocimiento. Las viejas matrices de la ciencia ilustrada
distorsionan en vez de explicar este mundo en que vivimos.

Vamos hacia un nuevo espacio de conocimiento. Hacia una
compatibilización de universos hasta ahora incompatibles por el
efecto distorsionador de la colonización positivista. La forma
científica de conocer y explicar al mundo ya no puede estar
segmentada de las otras formas del conocimiento, en especial, de
la religiosa, de la artística y de la aún mal definida "psicología
del inconciente". La estética, las tradiciones, la ética y la fe
son ya formas específicas "positivas" de conocimiento.

La fragmentación del "pensamiento científico" de las otras formas
del conocimiento fue una exigencia de una determinada evolución
histórica, a través de la cual el mundo del iluminismo europeo
coloniza multidimensionalmente -en lo cultural, en lo económico,
en lo político, en lo epistemológico, etc.- al "resto del mundo",
incluídos vastos sectores de su propio mundo
proletario-industrial.

La mera secesión geopolítica de la periferia respecto del centro
sería una solución transitoria si no estuviese acompañada por la
creación de una nueva forma de conocimiento superadora de la
matriz racionalista/iluminista originaria del mundo europeo.

Las nuevas formas del conocimiento surgen de la fractura de tres
grandes "espacios tradicionales de conocimiento": El espacio
marxista, el espacio weberiano y el espacio freudiano.

Hay una misma actitud en Marx y en Freud. Ambos pretenden reprimir
el pasado. El primero lo visualiza bajo la forma de "feudalismo",
o de "producción asiática", el segundo lo señala como
"inconciente". Marx impulsó y defendió la primera gran
globalización económica que realiza el mundo capitalista. Freud
sostuvo hasta sus últimos días la primacía de lo "conciente"
(bueno) sobre lo "inconciente" (malo), relegando lo inconciente a
una especie de prehistoria de lo individual, a la que es necesario
"racionalizar", es decir, reprimir. La Razón había ocupado el
lugar de los "viejos dioses".

Ya ha sido señalado por numerosos autores -algunos como hecho
positivo y otros como negativo: la cultura occidental se
racionaliza en el sentido judaico que tiene el concepto
"racional". La cultura que en Occidente se llama occidental es, en
esencia, una cultura de raíz judía o judeo-cristiana con
preeminencia judía, como ha sido explícitamente aceptado por el
catolicismo institucional y, de hecho, desde hace ya mucho tiempo,
por la mayoría de las Iglesias que tienen su origen en Lutero y en
Calvino.

La historia del populismo ruso del siglo XIX se desarrolla por
encima de determinadas formas productivas subalternizadas por Marx
con el epíteto de "asiáticas": ellas son reivindicadas y hubiesen
podido constituir las bases naturales de un socialismo "no
científico", sin necesidad de destruir los tejidos sociales y
culturales preexistentes. Es necesario decirlo claramente: la
introducción del marxismo/leninismo fue una desgracia excepcional
en la desgraciada historia de Rusia. En términos reales significó
el fin de una revolución original, de base campesina, comunitaria,
según lo proponían desde Herzen hasta la Narodnadya Volia.

Dentro del mundo occidental se desarrolaron otras formas de
destrucción, basadas en la percepción de Freud por la cual el
inconciente es el objeto central a reprimir. El inconciente
freudiano es el feudalismo marxista, es algo que no tiene futuro,
es un sector del cerebro o de la sociedad organizado a partir de
células muertas. Es, como dice el filósofo judío-marxista-alemán
Ernst Bloch, un sueño nocturno (El Principio Esperanza).

El inconciente freudiano pertenece al pasado. La tarea del
psicoanálisis consiste en traerlo hasta el presente. El
inconciente, para Freud, no es una forma de conocimiento que va
despertando con contenidos nuevos, sino una conciencia anterior
con contenidos también anteriores. El feudalismo para Marx es una
forma aberrante de producción, una enfermedad sólo superable con
la victoria del capitalismo.

El psicoanálisis fija en el inconciente la fuente de todas las
enfermedades del espíritu, porque el inconciente queda ligado al
pasado. Se esfuerza por hacer conciente lo inconciente, es decir,
por impulsar el pasado hacia el presente. De allí nace la
industria del psicoanálisis bajo cualquiera de las escuelas que
desde hace mucho tiempo se disputan el mercado occidental de
almas. De lo que se trata es de ajustar al individuo a este
presente.

Marx negó enfáticamente la posibilidad de que Rusia pudiese
realizar un tránsito de sus ancestrales formas productivas
comunitarias hacia un socialismo moderno, sin antes pasar por la
etapa capitalista. El capitalismo ruso se realizó bajo la forma de
capitalismo de Estado y la colectivización agraria destruyó
integralmente un espesor cultural positivo acumulado durante más
de mil años. El marxismo/leninismo fue una de las caras del
iluminismo cientificista.

Freud visualiza al inconciente no como una imagen que pre/dice el
futuro, sino como una irracionalidad, como el origen de la
enfermedad, que debe ser superada y reducida para adaptar al
individuo al presente. Ello señala la raíz esencialmente
conservadora de la teoría psicoanalítica: es un cientificismo que
trabaja con el pasado y no con el futuro, con los sueños nocturnos
y no con lo sueños diurnos.

El nuevo espacio del conocimiento en tanto revolución cultural ya
anunciada, necesita recuperar la figura del inconciente no como lo
olvidado que debe recordarse, sino como lo todavía-no-conciente.
Ese gran heterodoxo del pensamiento filosófico que fue Ernst Bloch
lo intuyó certeramente hacia finales de la década del 30: "No hay
todavía una psicología del inconciente del otro lado, del lado del
entrever hacia adelante. Este inconciente ha quedado ignorado, a
pesar de que representa el espacio en sentido propio de la
disposición hacia lo nuevo y de la producción de lo nuevo".

El psicoanálisis "oficial" terminó siendo una de las principales
herramientas culturales en el proceso de autoperpetuación en el
poder de las clases dominantes en Occidente. Y el
marxismo/leninismo terminó generando en Rusia un estrato gerencial
mafioso con aspiraciones a burguesía; y en Occidente una subclase
proveedora de servicios de la burguesía dominante

La pretención de concientizar el inconciente, en tanto
superstición positivista, fue lo que imposibilitó que el
psicoanálisis se transformara en la ciencia básica del "hombre
nuevo". La negación del inconciente como realidad positiva fue un
lastre iluminista y racionalista. Bloch propone de que el
inconciente se entienda como una de las maneras que adopta el
conocimiento, especialmente cuando éste se produce bajo la forma
de la Fe o del arte. "En esta dirección está dispuesto el sueño
hacia adelante, con ello se halla saturado el todavía-no-conciente
como forma de conciencia de lo que se aproxima; el sujeto no
olfatea aquí el aire viciado de un sótano, sino el aire fresco del
amanecer" (Ernst Bloch, El Principio Esperanza).

Inteligencia nacional versus comunidad informativa occidental

Se ha dicho que la Inteligencia es la forma más alta y perfecta
que puede adquirir la política y el pensamiento político, y de
hecho ha sido así en las etapas de esplendor de las grandes
civilizaciones. Naturalmente no es este el caso de las sociedadas
excluídas. Por ello debemos puntualizar algunas definiciones
básicas y modestas.

Definiremos "Inteligencia" como la capacidad que tienen los
Estados u otros actores sociales sociales (étnico-sociales) para
comprender al mundo que los contiene y comprenderse a sí mismos en
la constante interacción que exige la vida internacional
contemporánea. No es una tarea que necesariamente exija alinearse
con el mundo. Por el contrario, puede presuponer enfrentarse con
él. La mayoría de las veces relacionarse con él, significa no
esclavizarse ni siquiera plegarse a él.

De allí se desprende como algo lógico que no puede existir "la"
Inteligencia sino "las" Inteligencias. La capacidad de
conocimiento, entendida como prólogo a la capacidad de actuar
(conocer el hecho no para adaptarse miserablemente a él sino para
enfrentarlo y trans/formarlo), no puede ser independiente ni del
tiempo ni del espacio. En especial no puede ser independiente de
la cultura específica (antropológica) que expresa.

Los principales Estados, aquellos que tienen algún grado de
hegemonía, modifican permanentemente la metodología empleada en la
captación de informaciones, al mismo ritmo en que se modifica la
naturaleza del objeto a ser comprendido. Para nuestro aquí y
ahora, las modificaciones en la naturaleza de las relaciones
internacionales son, o deberían ser, el gran regulador
metodológico de la organización de la actividad informativa, esto
es, de la metodología utilizada por los servicios centrales de
inteligencia para captar información auténtica y de primera mano.

Cada país hace Inteligencia según como se percibe a sí mismo en
relación con los demás. La actividad de Inteligencia es un
instrumento preciso y complejo que mide el concepto que cada país
tiene de sí mismo. Es su miseria o es su grandeza.

La Inteligencia es el reflejo de la capacidad cultural que dispone
una comunidad. Es, o debería ser, la expresión más refinada de su
"filosofía nacional". Naturalmente la inteligencia debería ser una
actividad reservada a sujetos inteligentes. Debería ser el
producto de cerebros independientes, creativos y audaces en áreas
relevantes, tanto dentro como fuera del gobierno. Ello suele ser
así en los países con vocación hegemónica, o en aquellos que se
encuentran en un ciclo de esplendor histórico (crecimiento
político). Suele suceder lo contrario con los países con vocación
de pequeñez y de servilismo.

En relación a estos últimos se observa un fenómeno permamente, ya
que todos ellos se encuentran en definitiva en regiones
periféricas, aunque su ubicación geográfica parezca indicar lo
contrario. Es precisamente en la vital actividad de inteligencia
donde con más claridad se manifiesta no la ubicación central de
esos Estados- tanto desde el punto de vista histórico-cultural
como geográfico- sino la profunda vocación atlantista de una
cantidad peligrosamente numerosa de sus grupos dirigentes.

Su actividad de inteligencia en áreas vitales para su seguridad
nacional -como por ejemplo el Oriente Medio- está absolutamente
alineada -y alienada- a una visión occidentalista extrema, al
punto que los servicios de inteligencia norteamericanos y, en esta
área específica, los israelíes, seleccionan previamente el tipo de
información que esos Estados adquieren sobre Medio Oriente.

La mecánica a través de la cual funciona ese control supranacional
y anticonstitucional sobre la inteligencia es muy simple. Los
grupos israelíes y norteamericanos manipulan a los estamentos
intermedios del servicio, es decir a los expertos en Oriente
Medio, en este caso -con sobornos u otros medios-, e impiden que
existan otros accesos de flujo informativo que contradigan la
estrategia norteamericano-israelí sobre la región. Esos
estamentos, y a través de ellos la completa actividad de una
inteligencia que debiera ser nacional, se niegan a recibir
información directa y fideligna de los actores del proceso
regional que ya fueron previamente "excomulgados" por Jerusalén y
Washington. A partir de allí la Nación desaparece de la escena, se
convierte en un apéndice de tercer nivel dentro del bloque al cual
pretende adscribirse.

La Inteligencia es causa y efecto de un pensamiento nacional. La
Inteligencia es la consecuencia del conocimiento (en ningún caso
su causa), y la calidad de ambos definirá con toda precisión quién
es cada país y quién es quién dentro de cada país.

La Inteligencia no puede ser concebida sino como uno de los
principales factores integrantes de una "matriz de producción de
poder". La Inteligencia tiene por función máxima generar poder a
través de una preparación adecuada del conocimiento exacto que se
necesita en el aquí y ahora nacionales.

La Inteligencia así ubicada en una "matriz de producción de poder"
sólo puede ser concebida como un todo orgánico: no puede haber
compartimientos estancos (sólo diferenciaciones funcionales) entre
inteligencia interior e inteligencia exterior, ni entre
ineligencia táctica e inteligencia estratégica, ni entre
inteligencia civil o inteligencia militar.

La Inteligencia debe ser el sistema superior de conocimiento que
se estructure a nivel de Estado. La Inteligencia es el máximo
grado de complejidad que puede alcanzar la institucionalización de
un pensamiento científico interdisciplinario con vocación
nacional, es decir, orientado a la diferenciación, es decir, a la
supervivencia. Debe ser un pensamiento complejo no sólo para
entender a un mundo complejo. Debe ser un pensamiento concebido
para diferenciar y complejizar al espacio nacional respecto de
otros.

El Estado/nación (o la tribu, o el imperio o el área cultural
diferenciada, o cualquiera sea el parámetro que nos defina) es un
"sistema" cuya supervivencia depende de las evoluciones de un
"entorno" (resto del mundo). Las constantes modificaciones que
sufre el "entorno" exigen diferentes respuestas por parte del
"sistema". Cuando el "sistema" no está en condiciones de responder
a los cambios que se operan en su entorno, en ese momento el
sistema (la comunidad nacional o el Estado/nación, o la tribu)
desaparece, se "gasifica, se licúa en el entorno. A partir de allí
crecen en su interior los factores centrifugantes de su "unidad
nacional". En este caso, se afianza la "barbarie" que representa
el retorno de los "Estados visigodos".

En definitiva, lo que diferencia a un Estado central de otro
periférico es la calidad de la información que elabora su servicio
central de inteligencia. Los primeros abren todos los canales "de
entrada" (input) posibles, en especial aquellos que contradicen
las estrategias dominantes. Ello es vital para lograr
diferenciación internacional, esto es, supervivencia nacional. Los
Estados periféricos, en cambio cierran los canales de entrada, al
ritmo exacto de las estrategias dominantes. Esa actitud es el
prólogo inequívoco de una desintegración nacional inminente y
evidente.

 
La Inteligencia entendida como "capacidad de anticipación" dentro
de la "Teoría de los Procesos Irreversibles"


Los físicos ubican a la Termodinámica como modelo de "proceso
irreversible". Casi ninguna "ciencia social" ha adoptado
sistemáticamente ese modelo, lo que resulta teóricamente
incomprensible, ya que las ciencias sociales deberían trabajar con
objetos que por definición son "procesos irreversibles". La
naturaleza de los procesos sociales es su irreversibilidad.
Absolutamente todo proceso social es irreversible.

Al igual que en termodinámica, el tiempo es la variable capital.
Así, la segunda ley de la termodinámica -entropía- es
integralmente aplicable a cualquier sistema social. Todo sistema
social pierde energía con el tiempo. Todo sistema social o
termodinámico tiene pérdidas de energía: es entrópico por
naturaleza. El mantenimiento de las constantes vitales del
sistema, en esas condiciones, exige una constante alimentación,
que en nuestro modelo será dada a través de la Anticipación o
Inteligencia.

La Anticipación es una de las características principales que
utiliza el "sistema" para diferenciarse del entorno. El objeto de
la Anticipación es alimentar a la Diferenciación como única
alternativa de supervivencia. En el límite de la no/diferenciación
está la muerte. Un organismo o un sistema existe sólo si se
diferencia.

Definiremos como "sistema social" a la organización específica que
adopta un grupo de hombres que intercambia masa, energía e
información con el resto del mundo. Fuera de las ciencias físicas,
la masa es la capacidad global para producir poder, la energía es
la forma en cómo ese poder se re/produce (fuentes de generación de
ese poder), y la información es el modo en que el sistema conoce
al entorno (conociéndose a sí mismo y des/informando al entorno)

La alimentación del sistema, su defensa permanente contra el frío
entrópico (decadencia) , tiene por objeto primordial mantener y/o
incrementar el grado de diferenciación del sistema (Estado o
tribu), respecto del entorno (resto del mundo). Sin esa
diferenciación, sistema y entorno sería un todo continuo. No
existiría el Estado /nación, ni siquiera bajo la forma genérica de
"pueblo" o "cultura". Sencillamente no existiríamos. Cuanto mayor
sea la diferenciación, mayor será la capacidad del sistema para
extraer poder del entorno.

Toda diferenciación implica un conflicto. La existencia de
conflicto entre sistema y entorno nos habla de la vitalidad del
sistema. El sistema, para sobrevivir, debe determinar la
naturaleza del conflicto con su entorno, debe decidir sobre el
tipo de conflicto que desea mantener con el entorno. Si desaparece
el conflicto, desaparece la vida. El entorno percibe al sistema
sólo si éste logra diferenciarse. Obviamente, el entorno tenderá a
reprimir la diferenciación del sistema.

Pero sucede que en el entorno está instalada la incertidumbre (la
apolaridad), como ha quedado demostrado en Europa a partir de las
últimas elecciones parlamentarias francesas y desde el conflicto
irreversible planteado entre el gobierno federal y el Bundesbank
alemán. Esto quiere decir que gran parte de su capacidad del
entorno para reprimir al sistema está anulada. La impotencia
creciente del entorno respecto de la capacidad de diferenciación
del sistema le hace posible al sistema retroalimentarse a través
de la Anticipación, esto es, de la Inteligencia. La Inteligencia
se convierte -o debería convertirse- en el principal alimentador
de un sistema por naturaleza entrópico. Cuanto más incierto es un
entorno, más complejo debe ser un sistema, la complejidad es la
defensa del sistema ante un entorno incierto pero también
agresivo. La incertidumbre (agresión) debe conducir al incremento
de su capacidad de anticipación. La capacidad de anticipación es
directamente proporcional a la producción de poder, y la
producción de poder depende de la calidad de la Inteligencia.

La incertidumbre instalada en el interior del entorno significa
que los parámetros de adaptación del sistema al entorno cambian
constantemente. Para adaptarse a esos cambios, es decir para
sobrevivir, el sistema debe autoreorganizarse en forma permanente.
La mayoría de las veces, la supervivencia sólo se alcanza al
lograr una "rebelión" contra el entorno.

Toda rebelión del sistema contra un entorno incierto permite la
supervivencia del sistema. Toda rebelión es una "catástrofe" en
términos de ingeniería y de evolución genética, esto es, una
bifurcación. Es la ruptura de la linealidad, es el imperio de lo
no lineal. Se deben producir tantas catástrofes (bifurcaciones)
cuantas necesidades de adaptación surjan para asegurar la
permanencia del sistema.

Las catástrofes permiten que el intercambio de masa, energía e
información entre el sistema y su entorno se realice en beneficio
de la diferenciación del sistema. Para ello debe existir una
específica capacidad de anticipación que actúe como alimentación
para estar en capacidad de oponer al sistema a la entropía del
entorno.

 
"Entorno" y "sistema" entendido como sistema comunicacional

Elegir pertenecer a un sistema significa definir la "frontera" que
nos separa de su entorno. Se trata de una superficie permeable al
paso de informaciones en las dos direcciones: del sistema al
entorno y del entorno al sistema.

La información que va del sistema al entorno es uno de los canales
centrales de la "pérdida de energía del sistema". Se trata de un
canal con muchas bandas: la información sale del sistema a través
de la politica exterior, la inteligencia, la contrainteligencia, a
través de empresas y servicios de inteligencia previamente
subsidiarizados, al servicio de otros Estados o grupos de Estados,
etc. La salida de información, así verificada, desenergiza al
sistema, le quita poder.

La información que va del entorno al sistema también es de
naturaleza múltiple. Se origina en distintos otros "sistemas"
(Estados), organizaciones económicas internacionales, empresas
multinacionales, distintos grupos de presión, etc. El tipo de
información que entra al sistema desde el entorno tiene por objeto
desdibujar las fronteras sistema/entorno y limitar al máximo las
posibilidades del sistema para desarrollar su complejidad, es
decir, su diferenciación.

En la periferia el intercambio comunicacional entre la parte y el
todo, entre el Estado/tribu/nación y el Resto del Mundo, es
doblemente entrópico. El sistema pierde energía cuando envía sus
mensajes y cuando recibe los mensajes.

Ello es así por el sistema es un "sistema dependiente". Lo que
significa que no ha logrado la suficiente diversidad de
comportamiento respecto del entorno. Los mensajes que envía al
entorno no logran penetrar la presión del "ruido" que produce el
entorno. Su energía decreciente no logra producir mensajes con la
suficiente redundancia. De tal manera, los sensores del entorno no
son capaces de registrar los mensajes del sistema. Así, para el
entorno, ese sistema no existe. No existe porque no es
sensorializado, y no es sensorializado porque el mensaje emitido
es débil.

La no sensorialización del sistema por parte del entorno significa
con absoluta claridad que el sistema se debe reorganizar a sí
mismo con el objeto de producir mensajes (información) lo
suficientemente nítidas como para atravesar el ruido de un entorno
sumido en la incertidumbre. La otra opción, inexorable, es la
extinción del sistema, su absorción por el ruido y otras
incertidumbres del entorno.

El tipo y la forma de Inteligencia -y de su contrapartida, la
Contrainteligencia- que estamos tratando de definir como necesaria
para la subsistencia tiene por función: a) unificar el mensaje del
sistema y darle la redundancia (volumen) suficiente para atravesar
el ruido que produce la incertidumbre del entorno y, b) producir
una distorsión en los mensajes emitidos por el entorno
(Contrainteligencia) de manera de protejer el proceso de
diferenciación interior, que es el único escudo existente contra
el incremento de la entropía del sistema que provoca su situación
dependiente.

Uno de los mecanismos contemporáneos que más influyen en la
desenergización de los sistemas (dependientes) está constituído
por las acciones de los grandes centros educativos, como el
Massachusetts Institute of Tecnology y la Harvard University. En
esas instituciones, y en otras similares, los alumnos provenientes
de universidades ubicadas en países periféricos son sometidos a
procesos neoconductistas basados en investigaciones sobre procesos
cerebrales que finalmente conducen a dotar de capacidad de
gerenciamiento sobre procesos sociales llamados de "reingeniería".
La reingeniería busca nuevos modelos de organización social, dando
por supuesto de que en los individuos se ha producido una ruptura
con las "tradiciones". Los individuos están desarraigados y por lo
tanto ya no piensan, pueder ser conducidos, son intercambiables.

Esos individuos así reconstituídos luego serán los encargados de
gestionar al Estado subalterno.

La forma de producir inteligencia es, o debe ser, distinta y hasta
contradictoria respecto de países que ocupan diferentes posiciones
jerárquicas en el (des)orden internacional.

La forma de producir Inteligencia debe reflejar con extrema
exactitud la naturaleza de la Idea que anima a un país. Esta puede
estar estructurada en función de aceptar una posición subalterna y
miserable en el mundo. O bien puede expresar una voluntad nacional
con un contenido muy diferente. En ese caso la Inteligencia debe
estar orientada a producir conocimiento destinado a modificar esa
actual posición subalterna.

_____________________

Notas

1.     "Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes
en cada época; o dicho en otros términos, la clase que ejerce el
poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su
poder espiritual dominante". Marx, La Ideología alemana,
Feuerbach, contraposición entre la concepción materialista e
idealista.  (^)

2.    El dominio y la sumisión son los dos polos inexorables del
movimiento de la historia. No hay liberación para todos. Sólo para
los oprimidos, que se "liberan" oprimiento a su opresor. Esa
definición se autoexcluye, así, de pertenecer al cuerpo dogmático
de los que sostienen un "fin de la historia". El final de la
historia fue inicialmente planteado por el pensamiento religioso
del "mundo antiguo". Fue el rasgo distintivo del judaísmo, que
percibe el fin de la historia como el retorno del Mesías producido
por la acción del pueblo elegido en la tierra prometida. Los
cristianos y los musulmanes acentúan la Parusía como cierre de los
movimientos históricos. En el mundo occidental dos son los grandes
sistemas de pensamiento que pivotan sobre el cierre de la
historia: el marxismo y el neoliberalismo, a partir de la sociedad
sin clases, uno, y del ciudadano satisfecho, otro. Sólo la
polarización dominio/esclavitud deja abierta la historia,
especialmente en las tres dimensiones dramáticas que siempre tuvo
la vida humana: infinitud, injusticia y revolución. (^)

3.  Desde sus mismos orígenes los judíos se percibieron a sí
mismos como raza diferenciada, es decir, como pueblo elegido.
Siempre acentuando tanto los rasgos físicos de diferenciación (la
genealogía) cuanto los rasgos culturales, es decir, religiosos. El
pueblo judío está conectado entre sí y se sustenta a lo largo de
la historia por la presencia del "un Libro" que fue adoptado por
varias etnias y razas, familiarmente unidas entre sí. Sin embargo
hoy hay una etnia-raza dominante -la esquenazi- dentro del
judaísmo, que se manifestó como tal a partir de la terrenalización
del judaísmo, es decir, a partir de la construcción (política) del
Estado de Israel. Esa relación entre dominación y sumisión -tan
temida por tantos judíos religiosos no sionistas- dentro del mundo
judío contemporáneo, es la base de los conflictos que actualmente
sacuden a la sociedad y al Estado de Israel. La enorme fuerza que
a lo largo de la historia propició la supervivencia del
pueblo-raza judío -y la decadencia de otros, como los "arios"-
está llegando a su fin: la teología se empantanó en la historia.
(^)

4.   Reyes Mate, Memoria de Occidente, actualidad de pensadores
judíos olvidados, Anthropos, Barcelona, 1997, pag. 167. (^)

5.   Ernst Nolte, Nietzsche y el nietzscheanismo, Alianza, Madrid,
1995, p. 116. (^)
 


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La conquista del imperio americano, Ediciones Al-Andalus, C/Capitán Haya 47, 28020 Madrid, España. Fax 91-570 31 81. ISBN 84-605-8315-5, Noviembre de 1998.



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