Se trata de un torpe intento que, si se mira de cerca, confirma que yo tenía razón al incriminar a Otto Frank como había hecho. Por lo demás, no se responde a mis argumentos fisicos y materiales; para empezar, se da un resumen caricaturesco de estos argumentos; y luego ¡no se reproduce ningún piano de los lugares! Ei peritaje caligráfico de Wiesbaden no es ni claramente presentado ni claramente refutado. ¡Los tres peritajes sobre los que se fundaba Otto Frank para declarar que el diario era auténtico son, esta vez, declarados sin valor! ¡Al igual que ei libro de Schnabel! En fin, volviendo a la escritura, se han, después de la publicación de los Diarios, descubierto especímenes de escritura de Ana Frank que no tienen relación con los especímenes de escritura reproducidos en los Diarios. Last, but not least, los editores de los Diarios, presintiendo que yo iba a interesarme en la vida de Otto Frank antes de 1945 y después de 1945, han preferido salir al paso y crear contrafuegos; es así que han sido conducidos a hacer extraordinarias revelaciones sobre las malversaciones financieras, por no decir los puros y simples timos financieros de Otto Frank y de su hermano (los dos poseían un banco); después de la guerra, Otto Frank tuvo igualmente problemas con la justicia por la colaboración económica de su empresa comercial con el enemigo. De una manera general, la imagen de Otto Frank que se extrae de la lectura de ciertos capitulos iniciales de este grueso libro es más bien la de un hombre de escasa honradez en ei piano de las finanzas y de la edición.
Los Diarios no presentan ningún modelo de escritura de Isa Cauvern, la cual, antes de su suicidio en 1947, habia colaborado, con su marido y Otto Frank, en la confección del Diario de Ana Frank. El papel jugado por Miep Gies es muy confuso y el de Annelise Schütz es pasado casi en silencio. El Libro de cuentos no es ni presentado ni estudiado; yo he visto el manuscrito en 1977 en Basilea; es asombroso por su escritura de adulto, su presentación, su indice: el conjunto parece la obra de un viejo contable y no de una muchacha. En los Diarios, que se considera reagrupan todas las cartas, he notado la ausencia en las versiones neerlandesa, francesa e inglesa, de la famosa carta del felpudo y las ventanas cerradas, que está presente en la edición alemana (22 de febrero de 1944). Es probable que una comparación atenta de las cuatro versiones haga aparecer otras anomalias.
Robert Faurisson
18 de marzo de 1995
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Apéndice 4, p. 175-176, El Holocausto a debate, Respuesta
a César Vidal, de Enrique Aynat, Valencia, 1995.