Investigadores AMERICANOS en el Tribunal de los EE. UU. en Dachau,
Alemania, usaron los métodos siguientes para obtener confesiones:
Palizas y apaleamientos brutales. Arrancar dientes y romper mandíbulas.
Juicios simulados. Confinamiento solitario. Actuación
de impostores como sacerdotes. Raciones muy limitadas. Privación
de servicios espirituales. Promesas de absolución. Quejas
que involucran estos métodos de tercer grado fueron recibidas
por el Secretario del Ejército Kenneth Royall la Primavera
pasada [1948]. Royall nombró al fiscal Gordon Simpson de
la Corte Suprema de Texas y a mí para ir a Alemania e inspeccionar los
informes. Acompañado por el Teniente Coronel Charles Lawrence,
Hijo, fuimos a Munich, Alemania, a establecer oficinas allí,
y oimos continuos testimonios de la manera en la que las atrocidades
americanas fueron cometidas.
Pero primero, un poco de historia. La Primavera pasada la Corte
Suprema rehusó la petición de habeas corpus del
Coronel Willis N. Everett, Hijo, un abogado americano que había
servido como consejero de la defensa para los 74 alemanes acusados
en el famoso caso de Malmedy. Everett es un abogado muy capaz,
un caballero sincero y de conciencia. No es un fanático.
En su petición, Everett declaró que los alemanes
no habían recibido un juicio justo. Everett no pretendió
que todos los acusados alemanes eran inocentes, pero puesto que
ellos no habían tenido un juicio justo, no había
ninguna manera de distinguir al inocente del culpable.
La tragedia es que tantos americanos, habiendo luchado y ganado
la guerra con tanto sudor y sangre, ahora digan, "Todos los
alemanes deben ser castigados". Nosotros ganamos la guerra,
pero algunos de los nuestros quieren seguir matando. Esto me parece
perverso.
Si las chocantes acusaciones de Everett fueran verdad, habrían
echado un borrón en la conciencia americana por toda la
eternidad. El hecho que hubo atrocidades cometidas por los alemanes
durante la guerra contra los americanos, o por americanos contra
los alemanes, no disminuiría nuestra desgracia en lo más
mínimo si las tales atrocidades en período de paz
permanecieran impunes.
Nuestra cometido específico no sólo era examinar
las acusaciones del Coronel Everett, sino también examinar
los casos de las 139 penas de muerte que en ese momento permanecían
sin ejecutar: Ya se habían ejecutado 152 alemanes. Los
139 hombres condenados que todavía estaban vivos entraron
en tresgrupos. Fueron acusados de estar relacionados con los crímenes
del campo de concentración de Dachau, en la matanza de
aviadores americanos, o en las matanzas de Malmedy. Permítanme
decir que yo creo que los crímenes por los que estos alemanes
fueron juzgados realmente tuvieron lugar, y que algunos alemanes
eran culpables de ellos.
Pero nosotros no debemos permitir que odio indiscriminado a todos
los alemanes que fue generado durante y después de la guerra,
nos ciegue en la necesidad de castigar solamente a los culpables.
Después de esta investigación, y después
de hablar con todas las partes, yo no creo que el pueblo alemán
supiera lo que el Gobierno alemán estaba haciendo. Estoy
convencido que la población alemana no tenía ninguna
idea qué crímenes diabólicos el archidemonio,
[Heinrich] Himmler, estaba cometiendo en los campos de concentración.
De las atrocidades que hemos descubierto, debe de haber sido
el mismo príncipe de los diablos.
Pero en cuanto a los alemanes en general, ellos lucharon en la
guerra como leales ciudadanos con una patria que apoyar, y defender.
Algunos aviadores americanos, derribados en raids de bombardeo
sobre Alemania, resultaron muertos por paisanos alemanes. Estos
alemanes sentían que los aviadores americanos eran los
asesinos de sus esposas, madres y niños indefensos que
estaban en las ciudades bombardeadas, lo mismo que los ingleses
sentían que los aviadores alemanes eran sus asesinos. E'sa
es la guerra.
Yo sentía profundamente por estos aviadores. Tuve dos hijos
en la fuerza aérea. Jimmy realizó 35 misiones sobre
Alemania y volvió a casa a salvo, gracias a Dios! Dick
realizó 32 Misiones y fue finalmente derribado sobre Italia.
Pasó 12 meses en un campamento de prisioneros de guerra
alemán y fue correctamente bien tratado. Está ahora
en un sanatorio en Arizona recuperándose del tifus que
contrajo en el campamento.
Las matanzas de Malmedy, en la cuales
un grupo de prisioneros americanos de guerra fueron abatidos después
de ser capturados durante la Batalla de las Ardenas, realmente
sucedió. Pero ¿no podemos distinguir nosotros entre
la afirmación de que estas atrocidades sucedieron, y la
de que fueran cometidas por estos 74 alemanes que habían
estado en Malmedy, o cerca, en ese momento?
Porque algunos individuos alemanes sádicos y perversos
lo hicieron, ¿estamos procediendo correctamente diciendo
que todos y cada uno de los alemanes que tenemos en nuestras manos
son culpables y debemos acabar con ellos? Personalmente yo no
creo eso. E'sa no es la forma de pensar que yo aprendí
en mi iglesia, o ustedes aprendieron en la suya.
Bajo insistencia rusa, los americanos no podrían volver
a juzgar a estos hombres. La filosofía rusa en estos asuntos
es que los investigadores determinan la culpabilidad o inocencia
del acusado, y el juez meramente determina la sentencia. Nosotros
aceptamos la fórmula rusa de ningún nuevo juicio,
pero nosotros ganamos en obtener la presunción de inocencia
antes del juicio.
La prohibición americana de evidencias basadas en declaraciones
de lo oído ha sido suspendida. Se admitieron testimonios
de segunda y tercera mano, aunque el Juez General de la Abogacía
advirtió contra el valor de la evidencia del rumor, sobre
todo cuando fue obtenido, como era el caso, dos o tres años
después del acto. El Teniente Coronel Ellis y el Teniente
de la acusación declararon que era difícil de obtener
correctas evidencias. Perl dijo al tribunal, "Teníamos
un caso difícil de tratar y tuvimos que usar métodos
persuasivos". Admitió ante el tribunal que los métodos
persuasivos incluyeron varios "expedientes, incluyendo alguna
violencia y juicios simulados". Ulteriormente dijo al tribunal
que los casos se basaban en declaraciones obtenidas por tales
métodos. Las declaraciones que se admitieron como evidencias
fueron obtenidas de hombres que habían sido mantenidos
primero en confinamiento solitario durante tres, cuatro y cinco
meses. Fueron encerrados entre cuatro paredes, sin ventanas, y
ninguna oportunidad de ejercicio. Dos comidas al día se
les empujaban a través de una hendedura en la puerta. No
les permitieron hablar con nadie. No tenían comunicación
con sus familias o cualquier clérigo o sacerdote durante
ese tiempo.
Este encierro solitario demostró ser suficiente en sí
mismo en algunos casos para persuadir a los alemanes a firmar
declaraciones preparadas. Estas declaraciones no sólo involucraron
al firmante, sino que a menudo involucraban a otros acusados.
Nuestros investigadores ponían
una capucha negra en la cabeza del acusado y entonces le golpeaban
en la cara con guantes, le daban patadas y lo golpeaban con porras
de caucho. Muchos de los acusados alemanes tenían los dientes
arrancados. Algunos tenían las mandíbulas rotas.
Todos menos dos de los alemanes, en los 139 casos que nosotros
investigamos, habían sido golpeados en los testículos
más allá de cualquier reparación. E'ste era
el PNO, Procedimiento Normal de Operaciones de los investigadores
americanos. Perl admitió el uso de juicios simulados y
los métodos persuasivos incluyendo violencia y dijo que
el tribunal era libre de decidir el peso de considerar la evidencia
así recibida. Pero todos la aceptaron.
Un acusado de 18 años, después de una serie de palizas,
estaba escribiendo una declaración que le estaba siendo
dictada. Cuando llegaron a la página 16, el muchacho fue
encerrado durante la noche. Por la mañana temprano, alemanes
en celdas cercanas le oyeron murmurar. "Yo no proferiré
otra mentira". Cuando después el carcelero entró
para conseguir que terminara su declaración falsa, encontró
ahorcado al alemán de un barrote de la celda, muerto. Sin
embargo la declaración por la que el alemán se había
ahorcado para eludir la firma fue presentada y se admitió
como evidencia en el juicio de los otros.
A veces un prisionero que rehusaba firmar era llevado a un cuarto
pobremente iluminado, donde un grupo de investigadores civiles,
vistiendo uniformes del Ejercito de los EE. UU. estaban sentados
alrededor de una mesa negra con un crucifijo en el centro y dos
velas ardiendo, una en cada lado. "Usted tendrá su
juicio americano ahora," fue dicho al acusado.
El falso tribunal pronunció una falsa sentencia de muerte.
Entonces al acusado le fue dicho, "Usted será ahorcado
en unos días, en cuanto el general apruebe esta sentencia:
pero entretanto firme esta confesión y podremos conseguir
su absolución". Algunos todavía no firmarían.
Nos quedamos asombrados de que el crucifijo fuese utilizado tan
burlonamente.
En otro caso, un sacerdote católico ficticio (realmente
un investigador) entró en la celda de uno de los acusados,
oyó su confesión, le dio la absolución, y
entonces le dijo en tono amistoso: "Firme lo que los investigadores
le piden. Eso le dará su libertad. Aunque sea falso, yo
puedo darle ahora darle de antemano la absolución por las
mentiras que diga."
Nuestro informe final acerca de estos procesos ha sido enviado
al Secretario del Ejército Royall. A pesar de las muchas
instancias, como las que he descrito, no encontramos ninguna conspiración
general para obtener evidencias inadecuadamente. Con la excepción
de 29 casos, no vimos ninguna razón por las que las ejecuciones
no deban llevarse a cabo. Para las otras 110, había suficiente
evidencia competente de otras fuentes para garantizar la pena
de muerte, con exclusión de la evidencia obtenida por el
tercer grado.
Los 29 hombres cuyas sentencias recomendamos sean conmutadas ciertamente
no han tenido un juicio justo según normas americanas.
Veintisiete de ellos han visto sus sentencias reducidas a
cadena perpetua, uno de ellos a 10 años, y otro a dos y
años y medio, según nuestras recomendaciones. Nosotros
también recomendamos un programa permanente de clemencia
para la Reconsideración de las sentencias de otros prisioneros
condenados en casos de crímenes de guerra.
El Secretario Royall ha salvado nuestra conciencia nacional. ¿Podríamos
sostener como americanos alguna vez nuestras cabezas si no hubiera
aparecido? Ha salvado nuestro prestigio nacional y nuestra reputación
internacional.
Sin embargo, a pesar de la acción del Secretario Royall
en este asunto, hay poco espacio real para la complacencia
por parte de los americanos. Más bien nuestro informe revela,
por implicación, que nosotros todavía tenemos una
situación seria en Alemania que aclarar. Es más,
cinco de los hombres para quien nosotros recomendamos la conmutación
han sido ahorcados desde que entregamos nuestro informe. 100 de
los 139 que pedimos investigar están ahora muertos.
Los investigadores americanos que cometieron
estas atrocidades en el nombre de la Justicia americana y bajo
la bandera americana vagan libremente. En este punto hay dos objetivos
que deben ser conseguidos:
1. Aquellos prisioneros cuyas sentencias de muerte no se han conmutado
y quiénes no han sido todavía ahorcados deben ser
salvados pendientes de una total revisión judicial.
2. Los investigadores americanos que abusaron de los poderes de
la victoria y prostituyeron la justicia a la venganza, deben exponerse
en un juicio público, preferentemente en los EE. UU., y
perseguidos. A menos que estos crímenes cometidos por americanos
sean expuestos por nosotros en casa, el prestigio de América
y la justicia americana sufrirá un daño permanente
e irreparable. Podemos reparar parcialmente nuestra propia mala
conducta si lo investigamos rápidamente y públicamente
lo condenamos y repudiamos. Si esperamos que nuestros enemigos
agiten nuestra culpa en el extranjero, solo podremos agachar nuestras
cabezas en admisión avergonzada.
EDWARD L. VAN RODEN, un juez de
Pennsylvania sirvió en la Primera y Segunda Guerra
Mundial y en esta última como Jefe de la División
de Justicia Militar para el Teatro europeo donde prestó
servicio en Normandía, Bélgica, el Rhineland y en
las Ardenas. En 1946 fue reasignado al servicio activo y sirvió
en varias importantes Cortes marciales en Alemania. En 1948 el
Secretario del Ejército Royall le nombró para una
comisión extraordinaria encargada de investigar el Programa
de Crímenes de Guerra de Dachau.
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Traduccion de un texto
de FOCAL POINT (el website del historiador David Irving, www.fpp.co.uk)