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| Acogida AAARGH | Acogida española | Archivo Serge Thion




ISRAEL PALESTINA: la solución al problema

 

por Serge Thion


La solución al problema israelo-palestino es muy sencilla, y la vamos a examinar aquí. Ahora bien, hace falta recordar unos cuantos datos básicos pues ninguna solución puede ser hallada fuera de los parámetros que presidieron a la fabricación del problema.
Retomemos la situación en 1917, en vísperas de la Declaración Balfour : tenemos en Palestina una población árabe, musulmna y cristiana. Algunos judíos locales y algunos judíos procedentes de Rusia han venido con el dinero de los banqueros judíos de Europa occidental. Esta población árabe vive bajo el régimen otomán, que le deja la rienda suelta a los notables, con la condición de que se cobren los impuestos y se respeten algunas reglas sencillas. Hay que reconocer que el nacionalismo moderno no la moviliza, y que esta población goza de una autonomía de hecho, en la medida en que tiene sus ejecutivos, sus recursos, sus intercambios. La presencia secular de unos pocos judíos orientales nunca ha planteado el menor problema. La llegada de judíos rusos y polacos, agitados por el sueño sionista, se percibe como ago exótico.
Todo cambia cuando llegan los ingleses, al concluir la primera guerra mundial. Se instalan por la fuerza : se han repartido la región con otros buitres de la misma ralea, que, a la par de ellos, codiciaban los restos del imperio otomán.
Entre 1917 y 1948, treinta años de dominación, terror inglés, ascenso de un sistema judío de adueñamiento de las tierras, expropiación de las poblaciones palestinas, en provecho de distintas bandas de ladrones, asesinos, ingenuos y banqueros procedentes de Polonia, Besarabia, Rumania, Rusia, Lituania, o sea, judíos desesperados por hacer dinero, y adquirir tierras y privilegios variados, los cuales vampirizan el país. Asientan lo que es la dinámica de cualquier colonización : la transferencia de la riqueza local de manos de los árabes palestinos a las de judíos, bajo la mirada cómplice de los ingleses.
Si los franceses quisiesen hacer una comparación que les aclare el panorama, basta con que imaginen una situación en la que la Alemania nazi, después de imponer la fuerza de sus armas, hubiese llevado a varios millones de alemanes, polacos, rusos y baltos a instalarse en Francia, para ir comprando todas las tierras, colonizando las ciudades, abriendo escuelas, bancos, formando sindicatos enteramente reservados a los ciudadanos del Tercer Reich, mientras creaban milicias étnicas.
En 1948, una asamblea de naciones, llamada "Naciones Unidas", se atribuyó un derecho que por supuesto no le pertenecía : el de proclamar un Estado judío en Palestina. Está claro que en en el estado acutal y presente del derecho, los judíos no tenían ni tienen todavía el menor derecho a apropiarse la menor parcela de la tierra palestina, como tampoco la hubieran tenido en Madagascar, Argentina, Uganda o Birobidjan (donde se contemplaron proyectos semejantes). Todo cuanto han hecho los judios en Palestina desde 1948 es nulo desde el punto de vista del derecho : quiero decir, el derecho tal como la gente lo vive, el que tiene que ver con el corazón y el alma de los habitantes de ese país. El derecho legal, el de las instituciones internacionales es otro : se le puede manosear, torcer, virar al revés : no tiene mucha importancia. Israel nos ha enseñado que se pueden proclamar decenas de resoluciones de las Naciones Unidas, sin que pase gran cosa. Israel es un estado de hecho, impuesto por la fuerza. Aún las resoluciones inicuas de las Naciones Unidas de 1947 son caducas ya que preveían la creación de dos estados en Palestina. El derecho internacional es pues una ficción que se utiliza según las circunstancias, y esto es conocido. Pero el derecho de hombres y mujeres a vivir en la dignidad es absolutamente indeformable. No se le puede arrebatar a la gente, en todo caso, no más que la propia vida. Palestina les pertenece a los palestinos. No puede pertenecer, bajo ningún artificio, ni a moldavos, ni a polacos, ni a ukranianos, ni a marroquíes ni a yemenitas o iraníes, emigrados y organizados para robarse la tierra, los árboles, el agua, las carreteras, las viviendas de la gente que habita allí. Hubieran tenido que matarlos a todos, sueño que siempre quisieron realizar gente como Jabotinski, Begin, Samir o Ariel Sharon. Esa gente que alimentan el fantasma de la exterminación de los judíos no tienen más que un objetivo : exterminar a los árabes. Véase lo sucedido en Sabra y Chatila. Los sionistas siempre han compartido las ideas "volkisch" de los hitlerianos. Son las circunstancias las que permiten a veces, y aveces no, ponerlas en práctica. Y esta certeza es lo que asusta a los israelíes, cuando Ariel Sharon se acerca al mando : ellos saben que él es el hombre más capaz de ello.
De modo que, desde 1917, y más aún desde 1948, la dominación de los judíos se hace por la fuerza (1). Seamos exactos, no por la amenaza sino por el uso de la fuerza : arrestos masivos, golpes y torturas en las comisarías, encarcelamientos por motivos ligeros, asesinatos, tienen lugar por miles, y millones, desde 1948. Todas las organizaciones humanitarias tienen expedientes cargados sobre estos horrores cotidianos. A los policías y soldados judíos les inculcan un racismo poderoso que les lleva a un sadismo especialmente vicioso, admitido y celebrado por los oficiales. Racismo y tortura son institucionales en ese país tan amado por nuestros socialistas.
Toda la prensa se conmueve al ver que la actual guerra israelí desemboca en la muerte de un niño, en directo, por televisión. Pero el asesinato de mujeres y niños es una vieja especialidad de los "combatientes judíos" que se han ilustrado en ese terreno desde Deir Yasin en 1948. Sin duda merecen el primer lugar en el Guinness Book of Records en ese rubro. Los viejos métodos del NKVD y de la Gestapo se han perfeccionado bastante. Y Palestina no es nada parecido a la España franquista : después de una guerra atroz y una violenta represión, el régimen descansaba sobre su propia dictadura. La policía no llenaba las calles, como si el orden se originara por sí mismo. En Palestina, la guerra de 1948 no trajo el orden, sino que expulsó a más de la mitad de la población. El resto vivió como perros sometidos al capricho de los militares judíos, a los cuales les importaba mucho demostrar que los judíos de los ghettos habían sido unos cobardes, mientros ellos sí eran los machos de verdad.
La guerra, con sus altibajos, dura desde 1948. Israel creyó que podía hacer diversión en varias oportunidades atacando a los países árabes aledaños, que se encontraban abocados a la misma. Para edificar un ejército poderoso, Israel tuvo que desarrollar una red de aspiración de recursos a escala internacional. Es la llamada "industria del Holocausto" (2).
Todas esas guerras las ganó Israel : 1948, 1956, 1967, 1973 e incluso 1982. Pero cada victoria demostraba acto seguido su vacuidad; ¿Construir un enorme dispositivo termonuclear? Bueno, ¿y después qué?
El único objetivo militar que pueden perseguir los Israelíes es lo que llaman demagógicamente la "paz", shalom, es decir la aceptación de su presencia por los pueblos árabes de la región, y especialmente por el pueblo palestino. Ninguna de estas guerras ha permitido a los israelíes acercarse a la meta. Han conseguido arreglos con los vecinos a los que habían agredido y de los cuales habían arrebatado territorios. El hecho de devolver los mismos después de diez, veinte o treinta años de ocupación no hace a Israel más "aceptable".
Ante la inanidad de las guerras, la inutilidad de las bombas atómicas, la ineficacia de los cohetes y submarinos, el coste de las ocupaciones militares de los territorios sustraídos a los vecinos, los israelíes han encontrado la suprema astucia : convertir a las organizaciones palestinas en auxiliares de la policía israelí. Esto es el resultado de los acuerdos de Camp-David, Oslo, Washington etc, por los cuales los judíos contratan a Yaser Arafat como jefe de la policía auxiliar judía, que tiene a cargo la protección de los judíos a cambio de concesiones (autonomía, territorios) que siempre se quedan en la promesa, y la negativa en cuanto a realizaciones concretas, vueltas a prometer en el próximo "acuerdo de paz", vueltas a rechazar, a reprometer etc. Los judíos nunca cumplen su palabra, jamás. ¿Por qué? Porque quieren que Arafat siga corriendo tras la ilusión de que algún día se premiarán sus esfuerzos. Y como los Estados Unidos, que son los grandes maricones de este cuento, nunca le piden a Israel que cumpla lo que les corresponde de los acuerdos firmados, pues se vuelve a empezar casi de cero cada vez.
¿Qué piensan los palestinos de esta farsa? : les importa tres berenjenas. En el terreno, ven que no solamente las cosas no mejoran, sino que empeoran notablemente. El grado de opresión es mucho más elevado ahora de lo que era hace diez o veinte años. El país está dividido en centenares de micro-unidades entre las cuales es sumamente difícil circular, la opresión israelí se ha reforzado, y se apoya además en el hecho de la neutralización de una parte de las organizaciones palestinas que se han convertido a los negocios y a la concusión que engendra el flujo financiero, procedente de Europa en gran medida, a modo de "apoyo al proceso de paz". Cuando tuvo lugar el primer incidente fue lo de Sharon pero pudo ser cualquier otro- se vio a la masa palestina abalanzarse sobre las implantaciones judías con el grito de "mueran los judíos". Y ¿que queríais que hubiesen gritado? : "?Viva Clinton y las papitas fritas?" ¿Quién es el opresor, el asesino, el ladrón, el que día a día los despoja, prohibe, controla, golpea, hambrea, viola y tortura? Es el judío, en uniforme, o sin él. Todos está armados y todos están listos para participar en pogromes como se practicaron en Francia cuando las "ratonadas", cacerías de argelinos.
¿Qué hacen los israelíes ante esos jóvenes que acuden con tirapiedras? Podrían dejar sus asuntos pendientes, arremangarse, y caerles a trompadas, al cuerpo a cuerpo. Pues no, son cobardes, tiene material sofisticado, fusiles con mirilla para snipper, helicópteros lanza-roqueta : de modo que disparan, y matan, y tienen puntería, y apuntan para matar, pues no saben hacer otra cosa. Todos los dirigentes del estado son matadores experimentados, antiguos miembros de los servicios de inteligencia y del ejército. Barak estaba en los comandos : en los años setenta, formaba parte de los grupos infiltrados en Beirut por mar para ir a asesinar a los dirigentes palestinos en la cama. Y lo hizo. Esa es su biografía oficial y le enorgullece. Es el reino de los sanguinarios.
No pueden darse a aceptar porque su presencia es inaceptable : ¿a quién, en nuestro planeta, se le podría pedir que aceptase que unos invasores procedentes de países lejanos se apoderen de la tierra que es de uno, de la casa de uno, destrocen la vida social y cultural de uno, confisquen el poder político, les saquen impuestos como a culíes chinos, les nieguen la educación? ¿Quién aceptaría esa esclavitud?
Por eso es que los palestinos se entienden en torno a un objetivo único, y están dispuestos a anunciarlo ante las cámaras que han acudido repentinamente : quieren que los israelíes se vayan. No solamente que se vayan del rincón donde cada familia tenía su casa; que se vayan los judíos de su aldea, de su pueblo, de sus ciudades, de cada región, de todo el país. Como Juana de Arco quería echar a los ingleses de Francia, eso mismo es lo que desean, con fuerza, con religión, con una determinación que bien puede llegar hasta la muerte. Igual que aquella Juanita, que nos parece fue muy sabia y patriótica.
Hay que reconocer que esta es la única solución. La enorme suma de transgresiones de los derechos humanos, de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad, perpetrados todos los días desde hace más de cincuenta años por el aparato represivo israelí es tan enorme que no cabe ya lugar para la discusión Si el vecino llega a acomodarse en tu casa y te cae a martillazos para quitarte la comida, ¿qué clase de "paz" vas a hacer con él, si lo que él quiere es seguir desollándote y romperte la jeta a martillazos?
Si esto te sucediera, desearías que se fuera. Exactamente lo que desean los palestinos hoy. Y para apoyar la expresión urgente de este deseo, ponen su vida en la balanza, allí mismo donde apunta la mirilla del soldado judío que no duda un instante para matarlos a todos, empezando por niños y mujeres. Las mujeres piden palos, los niños recogen piedras, los hombres usan las manos para destripar a los ocupantes que vienen a provocarlos. Hay que comprender estas cosas, comprender que son la expresión de un derecho legítimo, reconocido por todas las Cartas Magnas de derechos humanos, el derecho de rebelarse contra la injusticia y la opresión. Y si no tienen otras armas más que los brazos, pelearán a brazo partido. Ya lo saben los judíos de Israel. Por ahora, aún les queda la libertad de marcharse.
La solución es pues la siguiente : la salida ordenada de todos los judíos hacia sus tierras de origen, u otras, si encuentran tierras acogedoras junto con el desmantelamiento de Iisrael como instrumento de expoliación y terror. Que los judíos vivan en el Medio Oriente, eso nunca había molestado a nadie, hasta 1948. Los derechos que hubieran podido adquirir procurando que las poblaciones locales les aceptaran no son tales : siempre han preferido acudir al uso de la fuerza, que no crea el derecho. Siempre habrá más palestinos. Más pechos desnudos ante los fusiles, siempre más. En Israel mismo, se asquean los propios judíos de esas matanzas fáciles. Muchos jóvenes se rajan al extranjero para no formar parte de los masacradores. Eso no quita que las comunidades judías, afuera, consideran altísimo deber asociarse a los crímenes de masa, a las carnicerás de niños, a la barbarie sistemática de sus correligionarios. El gran rabino Sitruk siembra el odio y el miedo (3). Todos están aterrados pensando en los efectos de bumerang de la violencia con que tienen aplastados a los árabes, aquí y allá. Todos esos enkipados son cómplices y deberán un día pasar a ser juzgados ante los futuros tribunales internacionales. No hay "actos antisemitas" : hay actos contra cómplices de los criminales contra la humanidad. Esta cólera popular es perfectamente comprensible. No se dirige a los judíos en general ni a aquellos, cada día más numerosos, que se desolidarizan del neo-nazismo sionista. Es una guerra lo que está cuajando, y nace de la incapacidad total de los israelíes para hacer lo que dicen que harán : así la autonomía de los territorios ocupados ha sido prometida veinte veces desde el encuentro Begin-Carter-Sadat.

Es el proceso llamado "de paz" lo que hace la vida aún más insoportable que antes a los palestinos, jóvenes y mayores. Los países árabes están completamente domesticados, por lo cual ya no pueden servir de derivativo a los israelíes, quienes suelen hacer la guerra para ganar tiempo (una buena guerra les proporciona de cinco a diez años de respiro). La intifada que está recomenzando es la primera guerra israelo-palestina. Esta vez, los palestinos tienen algunos fusiles, y los aprovechan. Cuanto más tiempo pase, los israelíes, que tienen miedo a pelear en las calles, irán utilizando medios pesados, blindados y helicópteros de combate. La respuesta israelí será un endurecimiento de la política llamada de "separación" (lo cual se traduce habitualmente por la palabra apartheid). Pero ¿qué será de la vida de los israelíes que se sentirán blanco de cien fusiles, de mil navajas, de diez mil puños cada vez que saquen a pasear al perro?

Octubre 24 del 2000


1 Israel, estado sin constitución, sin fronteras, fundado sobre una noción imprecisa de religión, reconoce como ciudadanos potenciales a todos los judíos del mundo. A los palestinos que se quedaron en su tierra después de 1948, musulmanes, cristianos y druzos, se les ha concedido recién una ciudadanía incompleta y posiblemente reversible. De estas extraordinarias anomalías jurídicas resulta que la única manera correcta de nombrar a los ciudadanos israelíes es el término "judío". Esto es lo que quieren las autoridades de ese seudo-estado. Es también el instrumento conceptual que permite gravar con pesadas tasas a la diáspora cuya credulidad no tiene límites.


2 Véase el libro del mismo título de Norman Finkelstein, disponible en francés in PDF.


3 El Gran Rabino Sitruk regó la voz de que un niño judío había sido apuñalado en París, sabiendo que era falso. Después fue a pedirle audiencia al presidente Chirac, quien se negó a recibirlo.



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