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LA FALSIFICACIÓN DE LA REALIDAD

La Argentina en el espacio geopolitico del terrorismo judio

1998

Noberto Ceresole

 

CAPÍTULO 7

EL MITO DEL HOLOCAUSTO Y LA CONCIENCIA OCCIDENTAL

 



El mundo actual es "judío hasta en su núcleo más íntimo". "El significado
definitivo de la emancipación de los judíos lo constituirá realmente la
emancipación de la humanidad del judaísmo". Karl Marx, La cuestión judía.

 

 "La creación del Estado de Israel aparece en la conciencia occidental como
la justa compensación de la Historia, la cura de una gran herida en la
marcha de la historia `universal'. El rechazo árabe de este acontecimiento
es percibido como un residuo de irracionalidad en el movimiento general del
progreso de la humanidad, una supervivencia de los tiempos perimidos del
nacionalismo o una expresión adicional de una genética de la violencia
propia de la religión musulmana que rechaza la coexistencia con las otras
religiones y las concepciones modernas de la laicidad... El error cometido
en el primer siglo de nuestra era por el Imperio Romano, que dispersó a los
judíos de Palestina y destruyó el templo de David, ha sido por fin reparado.
El mundo cristiano europeo... acepta reconocer al judaísmo, tanto bajo su
forma teológica como bajo su forma nacional de restauración de una soberanía
sobre la tierra de Palestina... El retorno de Israel es entonces altamente
simbólico en la conciencia occidental del progreso de la historia"(1) .

En toda esta evolución no del pensamiento sino del sentimiento occidental,
claramente manipulado desde la confluencia teológica y estratégica existente
entre los Estados Unidos de América y el Estado de Israel, la cuestión del
"Holocausto" es absolutamente vital. No vamos a "justificar" ni a
"glorificar" a uno de tantos genocidios ocurridos en la historia. Vamos a
tratar de comprender un proceso histórico humano, un genocidio no deseado
que fue el producto de una expulsión sí deseada.

Para lo cual comenzaremos por definir y separar dos conceptos distintos y
distantes, a partir del Diccionario de la Lengua Española (Real Academia
Española, decimonovena edición, 1970). Holocausto: "Sacrificio especial
entre los israelitas, en que se quemaba toda la víctima. Acto de abnegación
que se lleva a cabo por amor". Genocidio: "Exterminio o eliminación
sistemática de un grupo social por motivo de raza, de religión o de
política".

Nuestra crítica histórica estará orientada a desmontar el concepto
ideológico de "Holocausto", entendido como el más grande Mito
desestabilizador del mundo contemporáneo. El Mito del "Holocausto"
constituye el epicentro, el punto de inflexión de un cordón umbilical entre
Occidente y el Estado de Israel. Es la aceptación a priori de todos los
actos políticos del Estado de Israel, y los de las juderías poderosamente
instaladas en el propio mundo occidental, por muy demenciales que éstos
sean.

Asimismo muchas dirigencias árabes adoptaron finalmente posiciones "... que
los israelíes habían dispuesto previamente"(2). Así, esas dirigencias se
vieron caracterizadas ante el mundo, "... no como las víctimas del sionismo,
sino como sus hoy arrepentidos asesinos de ayer; como si los miles de
muertos por los bombardeos israelíes sobre los campos de refugiados,
hospitales y escuelas en el Líbano; las 800.000 personas expatriadas en 1948
(cuyos descendientes alcanzan ahora los tres millones de personas, muchos de
ellos refugiados sin nacionalidad); la conquista de sus tierras y
propiedades, la destrucción de unas 400 aldeas palestinas, la ocupación del
Líbano, para no hablar de los estragos de 26 años de ocupación militar... se
pudiera reducir a la condición de violencia y terrorismo, como si se debiera
renunciar a ello e ignorarlo. Dado que Israel siempre ha llamado a la
resistencia palestina violencia y terrorismo, incluso en el plano del
lenguaje (Israel) ha recibido (con la firma de los Acuerdos de Oslo) un
regalo moral histórico"(3).

Todos buscan lavar y hacerse perdonar de sus pecados, las más de las veces
ficticios, cometidos en el pasado. Y todo para convalidar una situación de
poder, carente de cualquier fundamento moral, existente en el presente. Es
por ello que la destrucción del Mito no puede ser sino un acto
re-fundacional abarcante de la totalidad del mundo contemporáneo.

La destrucción del Mito, trabajosamente elaborado, será el corte de ese
cordón umbilical legitimador de la irracionalidad más abyecta. La imagen del
"Holocausto" es lo que legitima, ante Occidente, y ante una parte de las
dirigencias árabes, todos los actos criminales del judaísmo político en el
Oriente Medio y otras regiones del mundo. Más aún, la construcción de esa
imagen le permitió al judaísmo diseñar y, en parte, comenzar a realizar, a
partir del Estado de Israel, un "golpe de Estado teológico y cultural"
abarcante de la casi totalidad del mundo occidental.

Fue la construcción de esa imagen moral la que le otorgó al judaísmo
contemporáneo un potencial de poder real que nunca antes había tenido en la
historia, a excepción, tal vez, de los momentos de máximo esplendor de
al-Ándalus (el poder político "terrenal" del judaísmo en el Siglo I de
nuestra era fue, comparativamente, residual, respecto del poder alcanzado
por los judíos en al-Ándalus y, aún, en la España visigoda). Fueron los
sefardíes españoles de al-Ándalus los que más cerca estuvieron de conquistar
el poder en la España musulmana.

Lo realmente sorprendente de todo este proceso es que la construcción de esa
imagen mítica fue un puro ejercicio de algunas memorias individuales. Contra
lo que mucha gente piensa, no existe ni una sola prueba documental, ni un
solo documento que pueda ser aceptado como tal por un historiador normal, de
que haya existido algo, siquiera remotamente parecido, a lo que proclama el
Mito.

El historiador alemán Ernst Nolte, profesor emérito de historia
contemporánea de la Universidad Libre de Berlín(4), reemplaza prudentemente
el concepto de "Holocausto" por el de "genocidio"(5), (en lo que estamos
totalmente de acuerdo) y relativiza esas acciones -aunque, naturalmente,
condenándolas- adjudicándolas, con toda razón, a las practicadas por un gran
conjunto de Estados(6), culturas, ideologías y épocas históricas. "Era
abierto y franco el genocidio implícito en la intención expresada por
Churchill el 8 de julio de 1940..., según él había una sola manera de vencer
a Hitler: ... un ataque de destrucción absoluta efectuado por bombarderos
muy pesados contra Alemania... De hecho los ingleses y los estadounidenses
sostuvieron una guerra de exterminio... mediante sus ataques aéreos contra
la población alemana, en los cuales fueron sacrificadas aproximadamente
700.000 personas, que en su mayoría fallecieron entre angustias mortales y
tormentos antes inconcebibles"(7).

La crítica del "Holocausto" en tanto mito no es nada nuevo. Si nos limitamos
sólo al revisionismo francés, constatamos que esa escuela produce su primer
trabajo importante ya en 1950. En efecto, en dicho año aparece el libro de
Paul Rassinier Le Mensonge d'Ulisses (La Mentira de Ulises, no hay
traducción española). Rassinier muere el 28 de julio de 1967, un mes después
de editar el último de sus trabajos: Les Responsables de la Seconde Guerre
Mondiale.

El continuador de la obra de Rassinier es Robert Faurisson.
En el anexo
documental de este Capítulo reproducimos dos trabajos de Faurisson,
tal como
aparecen en su Archivo (Ver
Archive Faurisson.). Ya desde los
estudios de Rassinier el "Holocausto" aparece como Mito, como sostén
cultural del Estado de Israel ante Occidente.

Se puede decir con toda propiedad que Faurisson genera una escuela de
pensamiento, con su "izquierda", su "derecha" y su "post". En un contexto
analítico diferente al de Nolte, Rassinier y Faurisson, Roger Garaudy expone
la naturaleza mítica del "Holocausto" amparándose, aunque sin citarlos, en
Paul Rassinier y Robert Faurisson(8).

 El Carácter "Sagrado" del Mito del "Holocausto"

 La versión final francesa de Los mitos fundadores de la política de Israel
(Samizdat, París, 1996) de Roger Garaudy, es un libro sobre el cual es
necesario un comentario previo. Es la última expresión de un largo proceso
histórico. Por lo tanto, la información que está contenida en el núcleo
principal de ese libro ya había sido elaborada no sólo por Paul Rassinier y
Robert Faurisson, sino por un conjunto muy amplio de pensadores y
ensayistas.

 Pero el libro de Garaudy fue un enorme éxito en el mundo entero (fue
traducido a un gran número de lenguas, pero no, por lo que yo sé, al
castellano). En diferentes Estados árabes: ocho o nueve traducciones en
lengua árabe, desde Marruecos hasta Qatar. El propio Faurisson hace
referencia a esta situación en Bilan de l'affaire Garaudy/Abbé Pierre,
enero-octubre de 1996.

 Roger Garaudy es un hombre con el cual compartí muchos viajes y horas de
trabajo. Él prologó un libro mío anterior, El Nacional Judaísmo
(Libertarias/Prodhufi, Madrid, 1997) y yo le dediqué mi último libro: España
y los judíos (Amanecer, Madrid, 1997). Durante nuestras discusiones, en
París, Madrid y Beirut, siempre le señalé los dos defectos centrales de su
libro: por un lado el intento por rescatar al judaísmo religioso, que va en
paralelo a la crítica del sionismo político y, por otro, la falsa oposición
entre una Alemania "mala" y una URSS "buena", lo que lo lleva a un gaullismo
trasnochado.

 En El Nacional Judaísmo yo dejo absolutamente clara la relación de
continuidad que existe -a mi entender- entre judaísmo religioso y sionismo
político. Por lo que respecta a Alemania, nunca he tenido que corregir lo
que expreso en este mismo libro. En ese sentido me considero un discípulo
crítico, heterodoxo y rebelde, de Ernst Nolte (yo había hablado con Nolte y
otras personas en Europa sobre Faurisson, pero no conocía su obra, hasta que
"descubrí" sus Archives hacia finales de enero de 1998).

Sin embargo, el libro de Roger Garaudy tuvo una gran importancia dada su
extensa difusión en los muchos idiomas a los que ha sido traducido. De
hecho, además, unificó al mundo musulmán, provocando importantes movimientos
de solidaridad dentro de todas sus corrientes religiosas. Un extraordinario
fenómeno de solidaridad casi nunca visto. Muy a pesar del autor, llevó las
tesis del revisionismo histórico, y del revisionismo francés, en particular,
a conocimiento de un público, en el mundo entero, al que no podía llegar el
mismo Robert Faurisson, alma mater de esta escuela histórica, dada la férrea
censura que, desde hace décadas, existe en Francia sobre sus investigaciones
y sobre su persona. Es el propio Faurisson quien aplaude el éxito del libro
de Garaudy (a pesar de las muchas dificultades por las que atravesaron y
atraviesan tanto la obra como el autor), que "marca un nuevo progreso, en el
mundo entero, en la investigación de la verdad histórica. Es así que, por
primera vez desde 1945, un historiador ortodoxo (se refiere a Jacques
Baynac) se ve obligado a admitir que no hay ninguna prueba sobre la
existencia de las pretendidas cámaras de gas nazis".

Dado el enorme conocimiento que sobre la verdad histórica abrió el libro de
Garaudy en el mundo, utilizaremos el ordenamiento que él hace de los
conceptos del revisionismo francés, para exponer el problema del "mito del
Holocausto", durante las siguientes páginas. El texto base no va encomillado
porque le hice correcciones importantes. Conviene reiterar que quedan en pie
las cuestiones antes señaladas: Paul Rassinier y Robert Faurisson son los
verdaderos padres de la criatura.

* En "Le mythe de l'antifascisme sioniste", se señala la falsedad de que
haya habido, antes y durante la segunda guerra, una verdadera confrontación
entre la cúpula sionista y la dirigencia del III Reich; antes lo contrario,
siempre que existió la posibilidad, la colaboración fue la nota
predominante.

* En "Le mythe de la justice de Nuremberg" se denuncian enérgicamente las
actuaciones de ese tribunal, que fue considerado por los Aliados como
elemento de una guerra ideológica final contra el nazismo, donde se elaboró
gran parte de la mitología que finalmente condujo a la falsa idea de los "6
millones".

* En "Le mythe des `six millions'" se descubre que esa cifra baja finalmente
a no más de 1,2 millones de judíos muertos durante todo el transcurso de la
II Guerra Mundial, y en todos los frentes. Es una cifra relativamente(9)
pequeña si la comparamos con los 20 millones de soviéticos, los 9 millones
de polacos y los seis millones de alemanes (sólo durante la guerra) muertos
en ese mismo período. Gran parte de las víctimas judías fueron producidas
por el tifus, ya que la única cámara de gas existente, la del campo de
Dachau, nunca llegó a funcionar.

 

El Tribunal de Nuremberg

 "Este tribunal representa la continuación de los esfuerzos de guerra de las
naciones aliadas". Robert H. Jackson, Procurador general de los Estados
Unidos, (sesión del 26 de julio de 1946).

 Se excluyó de antemano cualquier referencia a lo que fue el origen principal
de la guerra: en Nuremberg no se planteó la cuestión de saber si el Tratado
de Versalles, con todas sus consecuencias, en particular la multiplicación
de las quiebras, y sobre todo el desempleo, no había permitido el
advenimiento al poder de un Hitler por asentimiento de una mayoría del
pueblo alemán. (En 1919, el célebre economista Lord George Maynard Keynes,
dijo: "Con tal tratado, dentro de veinte años tendrán Vds. una nueva
guerra"). Por ejemplo, al imponer a la Alemania vencida de 1918 pagar, a
título de reparación, 132.000 millones de marcos oro, cuando en aquella
época la fortuna nacional de Alemania estaba valorada en 260.000 millones de
marcos oro.

Pero el origen de la segunda guerra mundial, que Ernst Nolte llama con toda
propiedad "civil europea", no es sólo consecuencia del Tratado de Versalles.
Es la conciencia de la derrota lo que abruma a toda la sociedad alemana.
Sobre ella actúa el comportamiento de la llamada República de Weimar (en sus
diferentes momentos evolutivos), que fue una inmensa catástrofe para los
trabajadores alemanes. Durante la República de Weimar el comportamiento de
los judíos alemanes agrava su posición de cara a la sociedad alemana en su
conjunto. Además están las acciones de las potencias ocupantes, en especial
el comportamiento francés sobre la región del Ruhr. En la Alemania vencida
emergen asimismo nuevos tipos de solidaridades sociales que soslayaron a
todos los partidos políticos, que fue la solidaridad de los combatientes, o
la "solidaridad de las trincheras". De alguna manera, el proceso de
estructuración del Partido Nacional Socialista Alemán (NSDAP) es
consecuencia de la solidaridad de las trincheras y no de "solidaridades de
clase". Una parte sustancial de sus cuadros fue constituido por oficiales ex
combatientes. En relación con el sentimiento de humillación que provocaba la
actitud de las potencias ocupantes conviene recordar el discurso-homenaje de
Martin Heidegger, rector de la Universidad de Freiburg, en homenaje a Albert
Schlageter, fusilado por los franceses el 26 de mayo de 1926 (Víctor Farias,
Heidegger et le nazisme, Verdier, p.101 y ss.).

La sociedad alemana estaba asediada por un Partido Comunista totalmente
dependiente de Moscú y una socialdemocracia absolutamente pro-occidental, es
decir, pro-aliada. Dentro de ese movimiento de tracción actúan los grupos
judíos más activos. En el mes de enero de 1934, el dirigente sionista
Wladimir Jabotinsky declaró al diaro judío Natsch Retsch: "Nuestros
intereses judíos exigen el aniquilamiento definitivo de Alemania, el pueblo
alemán en su totalidad representa un peligro para nosotros." El llamamiento
a un genocidio, esta vez en el verdadero sentido de la palabra, se repite en
1942 en el libro del judío americano Theodor Kaufman: "Germany must perish"
(Alemania debe perecer), cuya tesis central es la siguiente: "Los alemanes
(los que sean: antinazis, comunistas, incluso semitófilos) no merecen vivir.
En consecuencia, después de la guerra se movilizarán 20.000 médicos para
esterilizar a uno de cada 25 alemanes o alemanas por día, de manera que
dentro de tres meses no habrá un solo alemán que sea capaz de reproducirse y
que dentro de 60 años la raza alemana será totalmente eliminada." Hitler
hizo leer extractos de ese libro en todas las emisoras de radio.

 
Las órdenes de exterminación

A pesar de los esfuerzos de los teóricos del "Holocausto", no se encontró
jamás ninguna huella de ninguna orden de exterminación ni ningún documento
que demuestre la puesta en práctica de una tal orden, en el supuesto de que
ella haya existido. La prominente intelectual judío-francesa Olga
Wormser-Migot escribió en 1968: "Lo mismo que no existe una clara orden
escrita de exterminación por gas en Auschwitz, no existe ninguna orden de
cese en noviembre de 1944." "Ni en el proceso de Nuremberg, ni en el
transcurso de los procesos de zona, ni en el proceso de Höss en Cracovia, de
Eichmann en Israel, ni en el proceso de los jefes de campo, ni desde
noviembre de 1966 a agosto de 1975, en el proceso de Francfort, se ha
reproducido la famosa orden firmada por Himmler (22 de noviembre de 1944)
sobre el final de la exterminación de los judíos por gas, la orden de poner
fin a la `Solución final'". Le système concentrationnaire nazi. PUF 1968, p.
544 y p.13 (citado por
Dictionnaire Biographique des Personnes, en
<http://aaargh-international.org/ fran).

El Dr. Kubovy del Centro de Documentación de Tel-Aviv reconoció en 1960: "no
existe ningún documento firmado por Hitler, Himmler o Heydrich que hable de
exterminar a los judíos... la palabra `exterminación' no aparece en la carta
de Goering a Heydrich en relación con la solución final de la cuestión
judía." Fuente: Lucy Dawidowics, The War against the Jews. (1975) p. 121.

El Comité Internacional de Auschwitz preveía en noviembre de 1990 reemplazar
la placa conmemorativa en Auschwitz que indicaba "4 millones de muertos" por
otra indicando "más de un millón de muertos". El Dr. Maurice Goldstein,
Presidente de este Comité, se opuso. Fuente: Le Soir, Bruselas, 19-20 de
octubre de 1991, p. 16. De hecho, el Dr. Goldstein no ponía en duda la
necesidad de cambiar las viejas placas, sino que quiso que la nueva placa no
indicara ninguna cifra, sabiendo que dentro de poco tiempo sería
probablemente necesario hacer una nueva revisión a la baja de la cifra
actualmente enfocada. La placa a la entrada al campo de Birkenau, colindante
con el de Auschwitz, llevaba por tanto esta inscripción hasta 1994: "Aquí,
de 1940 a 1945, cuatro millones de hombres, de mujeres y de niños han sido
torturados y asesinados por los genocidas hitlerianos". Los judíos habían
perdido el monopolio del sufrimiento. El mito del "Holocausto" está
edificado sobre la base de que los judíos deben tener el "monopolio del
sufrimiento". Ellos están construyendo el "Tercer Templo" a base de ese
mito.

Gracias a la intervención del Comité Internacional del Museo de Estado que
preside el historiador Wladislaw Bartoszewski y que se compone de 25
miembros de diversas nacionalidades, el texto fue nuevamente modificado en
un sentido menos alejado de la verdad, aunque el concepto "mayoría" sigue
siendo excesivo: "Que este lugar, donde los nazis han asesinado un millón y
medio de hombres, mujeres y niños, en su mayoría judíos de diversos países
europeos, sea para siempre para la humanidad un grito de desesperanza y una
advertencia." Fuente: Luc Rosenzweig, en Le Monde del 27 de enero 1995.

Los campos de concentración no fueron inventados por alemanes. En los
tiempos modernos, los primeros campos fueron creados por los ingleses en
Sudáfrica, para encerrar en ellos a los beligerantes afrikaaners de origen
holandés. Pero la diferenciación neta entre "campo de concentración" y
"cárcel" -en el sentido de la "reeducación por el trabajo"- la establecen
los bolcheviques en Rusia, a partir de 1917. Más de diez millones de
"soviéticos" -ciudadanos de muchas nacionalidades- mueren en esos campos
-los célebres Gulags- antes de que Hitler tomara el poder en Alemania -por
mayoría electoral- en febrero de 1933.

El 24 de junio de 1940, después de la victoria sobre Francia, Heydrich evoca
en una carta a Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores, "una solución
final territorial" ("eine territoriale Endlösung"). Fuente: Gerald Fleming.
Hitler und die Endlösung, Wiesbaden-Munich, 1982, p.56. La "solución final"
(Endlösung) consistía en crear, fuera de Europa, una "reserva" judía -un
gran ghetto- y Ribbentrop sugiere entonces el "Proyecto Madagascar". No
olvidemos que, hasta ese momento, el ghetto no era una imposición "gentil"
impuesta a la judíos, sino una autoelección judía tomada en nombre de la
"pureza de la raza" ("Ghetto" es el nombre de la región veneciana donde los
judíos sefardíes expulsados de España en 1492 construyen sus viviendas). En
julio de 1940, el responsable de los asuntos judíos, Franz Rademacher,
resume así esta directriz: "¡Todos los judíos fuera de Europa!". Fuente:
Joseph Billig, La solución final de la cuestión judía, París, 1977, p.58.

 

La carta de Goering a Heydrich del 31 de julio de 1941.

 Heydrich pregunta a Goering: "En 1939 Vd. me había dado la orden de tomar
las medidas correspondientes a la cuestión judía. ¿Debo ahora ampliar la
tarea que Vd. me confió a los nuevos territorios de los que nos hemos
apoderado en Rusia...?" Ahí, una vez más, no hay nada sobre el asesinato de
los judíos. Se trata solamente de su traslado geográfico, simplemente
teniendo en cuenta las nuevas condiciones. La única "solución final"
consistía entonces en vaciar Europa de sus judíos, alejándolos cada vez más
hasta que la guerra (suponiendo que Alemania la ganase) permitiera
trasladarlos a un ghetto fuera de Europa (para lo que el proyecto de
Madagascar fue la primera sugerencia).

Durante un tiempo los mitólogos alimentaron la idea de la existencia de un
"lenguaje codificado" entre los altos dirigentes del Tercer Reich. Un
lenguaje que disfrazara la "solución final". Actualmente ya no se apela a
esa idea: la hipótesis de un lenguaje codificado y secreto es insostenible
porque, para otras acciones militares terribles, como la invasión de Rusia,
los documentos existentes son claros. Existen documentos precisos sobre la
eutanasia, la orden de matar a los comandos británicos, de linchar a los
aviadores americanos, de exterminar a la población masculina de Stalingrado
en caso de ocuparlo. Para todos esos hechos existen innumerables documentos.
Mientras que en el caso de los judíos no hay nada, ni los originales, ni las
copias, ni, por añadidura, las directrices o las órdenes necesarias
referentes a la ejecución de tan amplias y complejas directrices.

 
La carta de Goering del 31 de julio de 1941.

 En esta carta, Goering completa sus directrices a Heydrich: "Como
complemento de la tarea que le ha sido confiada por el decreto del
24-1-1939, es decir, conseguir para la cuestión judía mediante la emigración
y la evacuación la solución más ventajosa posible dadas las circunstancias,
yo le encargo por la presente proceder a todos los preparativos
necesarios... con el fin de llegar a una solución de conjunto
("Gesamtlösung") de la cuestión judía en la zona de influencia alemana en
Europa... Yo le encargo someter rápidamente un proyecto de conjunto
("Gesamtentwurf") en relación con las medidas de organización y las
disposiciones concretas y materiales para realizar la solución final de la
cuestión judía a la que aspiramos. ("Endlösung der Judenfrage"). Fuente:
Raul Hilberg, La destruction des juifs d'Europe, 2ª edición, p. 401.

La expresión original es en realidad "die Gesamtlösung der Judenfrage"
(solución de conjunto de la cuestión judía). Pero Goering, quien la empleó
por primera vez en el 1er párrafo de una carta de fecha 31-7-1941, en la que
daba a Heydrich la orden de prepararla, empleó en el último párrafo la
expresión "die Endlösung der Judenfrage" (solución final de la cuestión
judía), y ésta fue la expresión que prevaleció, pero en el mismo sentido y
no en el de la liquidación del problema por la aniquilación de aquellos que
eran el objeto (de este asunto). Sorprendido en flagrante delito de una
traducción tendenciosa por el propio Goering en Nuremberg, el 20 de marzo de
1946, el juez Jackson fue obligado a admitirlo. Pero este incidente fue
totalmente silenciado y omitido en las publicaciones de la prensa.

Como consecuencia de la evolución de la guerra, en enero de 1942 se produce
un cambio sustancial en la política de la "solución final de la cuestión
judía". Reinhard Heydrich, jefe de la Gestapo, informa, en esa fecha, a los
dirigentes de Berlín, que el Führer había decidido la evacuación de todos
los judíos hacia territorios del Este, reemplazando así la deportación a
ultramar como estaba previsto anteriormente. La logística imposibilitaba el
cumplimiento de la "solución Madagascar".

 

El texto de Wannsee (20 de enero de 1942)

El segundo ejemplo de ese cambio arbitrario del sentido de las palabras para
justificar la tesis de los mitómanos es el de la conferencia del "Gran
Wannsee" que se celebró en Berlín el 20 de enero de 1942. Según los
documentos que exponen los mitómanos, al comienzo de la Conferencia,
Heydrich, (finalmente veremos que este personaje no estaba en realidad
presente en una "conferencia" sobre la que no existen pruebas fehacientes de
que se haya realizado) recuerda que acaba de ser nombrado "para el puesto de
responsable encargado de la preparación de la solución final de la cuestión
judía en Europa" ("Endlösung der europäischen Judenfrage"). Heydrich será a
partir de ahora responsable del conjunto de las medidas necesarias para la
solución final de la cuestión judía sin tener en cuenta los límites
geográficos. Heydrich: "Con la autorización previa del Führer, la emigración
puede ser sustituida por otra posibilidad de solución: la evacuación de los
judíos hacia el Este".

El Protocolo de Wannsee es el acta de una conferencia que supuestamente se
celebró el 20 de enero de 1942 y a la que asistieron los Secretarios de
Estado administrativamente interesados en la solución de la cuestión judía y
los jefes de los servicios encargados de su realización. Se trata aquí de un
texto donde no se habla de cámaras de gas ni de exterminación, sino
solamente de traslado de judíos al Este de Europa.

Este acta presenta además todas las características de un documento
apócrifo, en cuanto se refiere a la fotocopia que fue publicada en el libro
de Robert H.N.W. Kempner, Eichmann und Komplizen, p. 132 y sucesivas (Europa
Verlag, 1961): sin sello, sin fecha, sin firma, caracteres de máquina de
escribir normales sobre papel de formato reducido, etc... En las versiones
francesas disponibles se ha traducido, por ejemplo, "die Zurückdrängung der
Juden aus dem Lebensraum des deutschen Volkes" por "eliminación de los
judíos del espacio vital del pueblo alemán", dando en el comentario a la
palabra "eliminación" el sentido de "exterminación", cuando la traducción
correcta de "Zurückdrängung" es "retroceso" ( o expulsión, o
arrinconamiento). Se procedió de la misma manera (en las traducciones) al
inglés y al ruso.

Sin embargo, para expresar su decisión de hacer retroceder a los judíos
fuera de lo que llamaban su espacio vital, los alemanes emplearon también
otras expresiones en el mismo sentido, como "Ausschaltung" (exclusión,
eliminación) o "Ausrottung" (extirpación, desarraigo). Esta última palabra
fue traducida por "exterminio", lo que en alemán sería "Vernichtung".
Ejemplo: en su discurso de Posen ante los Obergruppenführer (generales de
división de las Waffen SS), el 4 de octubre de 1943, Himmler dijo: "Ich
meine jetzt die Judenevakuierung, die Ausrottung des jüdischen Volkes... Das
jüdische Volk wird ausgerottet". Concretando su pensamiento en esa frase,
emplea la palabra "Ausschaltung". Traducida al español, la antedicha cita
dice: "Pienso ahora en la evacuación de los judíos, en la extirpación del
pueblo judío, etc..." Pero en el "dossier Eichmann" Billig tradujo:
"Entiendo por evacuación de los judíos el exterminio del pueblo judío" (p.
55) y "evacuación de los judíos, es decir exterminio" (p. 47).

Para justificar el carácter sagrado del "Holocausto" era necesario que
hubiese existido una exterminación total y una organización industrial
inédita de ejecuciones, y luego la cremación. Exterminación total. Para ello
era necesario enfocar una solución final del problema judío: la
exterminación. Ahora bien, no se ha podido aportar nunca ningún texto
atestiguando que la "solución final" del problema judío fuese la
exterminación.

El antisemitismo de Hitler está vinculado, desde sus primeros discursos, a
la lucha contra el bolchevismo (Hitler emplea constantemente la expresión
"judeo-bolchevismo"); los primeros campos de concentración que él hizo
construir estaban destinados a los comunistas alemanes y miles de ellos
perecieron allí, incluido su jefe Thaelman. En cuanto a los judíos, Hitler
hizo acusaciones aparentemente contradictorias: en primer lugar, eran los
actores más activos de la revolución bolchevique (Trotski, Zinoviev,
Kamenev, etc.); al mismo tiempo, los capitalistas más explotadores del
pueblo alemán. En rigor de verdad, ambos estamentos de judíos existían. Por
lo tanto fue necesario, después de haber liquidado el movimiento comunista
alemán que actuó siempre como apéndice de la URSS- y haber preparado la
expansión de Alemania hacia el este con la total cooperación de la URSS,
aplastar a la Unión Soviética, lo que fue desde el principio hasta el final
de su carrera, la preocupación central de Adolf Hitler. En otra parte de
este libro hacemos referencia a esta cuestión. La lógica de la guerra contra
la URSS obligó a Alemania a crear los "Einsatztruppen", es decir, unidades
especialmente encargadas de luchar contra los guerrilleros soviéticos y de
acabar con sus comisarios políticos, incluso prisioneros, muchos de ellos
judíos.

En cuanto a la masa de los judíos alemanes, luego europeos, cuando Hitler
llegó a dominar el continente, una de las ideas de los nazis fue vaciar
Alemania - luego Europa- de ellos ("judenrein")(10). Hitler procedió por
etapas:

*La primera fue organizar su emigración. Y hemos visto que los dirigentes
sionistas de la "Haavara" colaboraron con eficacia en esa empresa,
prometiendo a cambio impedir el boycott de la Alemania de Hitler y no
participar en el movimiento antifascista.

*La segunda etapa fue la expulsión pura y simple siguiendo el proyecto de
enviarlos a todos a un ghetto mundial. Después de la capitulación de
Francia: la Isla de Madagascar, que debía quedar bajo control alemán después
de que los antiguos residentes franceses hubiesen sido indemnizados por
Francia (Vichy). Este proyecto fue abandonado, no tanto por las reticencias
francesas cuanto por la importancia del tonelaje de los barcos necesarios
para esta operación que Alemania no podía consagrar a esa tarea en tiempos
de guerra.

*La ocupación alemana del este de Europa, particularmente de Polonia, hizo
posible llevar a cabo la "solución final": vaciar Europa de sus judíos
deportándolos masivamente a campos fuera de Alemania. Es allí donde los
judíos europeos padecieron los peores sufrimientos. No sólo aquellos que
padece cualquier población civil en tiempos de guerra, como bombardeos
aéreos, hambre, privaciones de todo tipo, marchas forzadas que fueron
mortales para los más débiles. Padecieron además los trabajos forzados en
condiciones infrahumanas, para contribuir al esfuerzo de guerra de los
alemanes (Auschwitz-Birkenau era, por ejemplo, el centro más activo de las
industrias químicas de I.G. Farben).

 Finalmente, las epidemias, sobre todo el tifus, hicieron espantosos estragos
entre una población encerrada en campos de concentración, una población
subalimentada y reducida a la extenuación. Entonces, ¿es necesario recurrir
a otros métodos para explicar la mortalidad que azotó a las víctimas de
tales tratamientos, y luego exagerar desmesuradamente las cifras con el
riesgo de tener que revisarlas más tarde a la baja?, y por ejemplo estar
obligados a:

*Cambiar la inscripción de Birkenau-Auschwitz teniendo que reducir la cifra
de muertos de 4 millones a 1.

*Cambiar la inscripción de la "cámara de gas" de Dachau para precisar que
nunca había funcionado.

*O la del "Velódromo de Invierno" de París, indicando que el número de
judíos allí acorralados era de 8.160 y no de 30.000 como indicaba la placa
original que se retiró. Fuente: Le Monde, 18 de julio de 1990, p.7

No se trata de establecer una contabilidad macabra.

El asesinato de un solo individuo, sea judío o no lo sea, ya constituye un
crimen "contra la humanidad". Pero si el número de víctimas no tiene, a este
respecto, ninguna importancia, por qué aferrarse, después de medio siglo, a
la cifra fatídica de seis millones, mientras que no se considera intocable
el número de víctimas no judías de Katyn, de Dresde o de Hiroshima y
Nagasaki, para los cuales nunca ha existido un número de oro, contrariamente
a la cifra de los seis millones que ha sido sacralizada, aunque esa cifra,
la de una sola categoría de víctimas, haya tenido que ser revisada
constantemente a la baja. Sólo en el campo de Auschwitz-Birkenau:

*9 millones, decía en 1955 la película de Alain Resnais "Noche y niebla".

*8 millones, según los Documentos del Servicio de la Historia de la Guerra.
Campos de Concentración. Oficina francesa de edición, 1945, p.7.

*4 millones, según el informe soviético al que el Tribunal de Nuremberg
otorgó valor de prueba auténtica en virtud del artículo 21 de sus estatutos
que estipulaban: "Los documentos e informes oficiales de las comisiones de
investigación de los gobiernos aliados tienen valor de pruebas auténticas".
Ese mismo artículo 21 proclamaba: "Este tribunal no exigirá que una prueba
de hechos públicos y notorios sea aportada de nuevo. La considera como
adquirida."

*2 millones, según el historiador León Poliakov, en su Breviario del odio,
Calmann Lévi, 1974, p. 498.

*1 millón doscientos cincuenta mil, según el historiador Raul Hilberg, en La
destrucción de los judíos de Europa. Edición en inglés, Holmes and Mayer,
1985, p.895 (Ver Anexo Documental).

(Robert Faurisson aporta la cifra de 150.000 muertos por tifus en
Auschwitz).

 Ahora bien, al término de largas investigaciones históricas hechas por
científicos de diversas procedencias bajo la presión de las críticas
revisionistas, el Director del Instituto de historia contemporánea del
Consejo Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia, François
Bédarida, resume sus trabajos en un artículo publicado en Le Monde titulado:
"La evaluación de las víctimas de Auschwitz": "En la memoria colectiva se ha
instalado la cifra de cuatro millones -y eso incluso, a fe de un informe
soviético, figuraba hasta ahora en Auschwitz en el monumento erigido en
memoria de las víctimas del nazismo- mientras que en Jerusalén el museo de
Yad Vashem indicaba un total muy por encima de la realidad. Sin embargo,
desde el final de la guerra, la memoria científica se ha puesto a trabajar.
De esas investigaciones laboriosas y minuciosas resultaba que la cifra de
cuatro millones, que no se basaba en ningún fundamento serio, no podía
sostenerse".

 

El tribunal, a fin de cuentas, se apoyaba en la afirmación de Eichmann,
sosteniendo que la política de exterminación había causado la muerte de seis
millones de judíos, cuatro millones de ellos en los campos. Si nos remitimos
ahora a los trabajos más recientes y a las estadísticas más fiables -ese es
el caso de la obra de Raul Hilberg, "La destrucción de los judíos de
Europa", edición francesa, Fayard 1988, llegamos a aproximadamente un millón
de muertos en Auschwitz. Un total corroborado por el conjunto de los
especialistas, los que actualmente se han puesto de acuerdo en un número de
víctimas que oscila entre 950.000 como mínimo y 1,2 millones como máximo."
Fuente: Le Monde, 23 de julio de 1990.

No obstante, después de haber reducido oficialmente el número de víctimas en
Auschwitz-Birkenau de 4 millones a 1 millón, se sigue repitiendo la cifra
global: 6 millones de judíos exterminados, según una extraña aritmética de:
6 - 3 = 6. The American Jewish Year Book, Nº 5702, edición del 22 de
septiembre de 1941 al 11 de septiembre de 1942, vol. 43, publicado en
Filadelfia por The Jewish Publication Society of America, indica en su
página 666 que después de la máxima expansión alemana hasta Rusia, y
contando los judíos que se habían quedado en Alemania, en 1941 quedaban en
la Europa bajo control de Berlín tres millones ciento diez mil setecientos
veintidós judíos (3.110.722) Tomando como base esa cifra, ¿cómo se podían
exterminar a seis millones?

Esta serie de evaluaciones se refiere sólo al campo de Auschwitz. Una
demostración del mismo género podría hacerse para otros campos.

 Por ejemplo, ¿cuántos muertos hubo en Majdanek?:

 

*1 millón quinientos mil, según Lucy Dawidowicz en The War against the Jews,
Penguin Books, 1987, p.191.

*Trescientos mil, según Lea Rosch y Eberhard Jaeckel en Der Tod ist ein
Meister im Dritten Reich, Hoffmann und Campe, 1991, p. 217.

*Cincuenta mil, según Raul Hilberg (op. cit.)

Buchenwald. El escritor español Jorge Semprún, que recibió el premio
Jerusalén en 1997, fue uno de los prisioneros del campo de Buchenwald,
cercano a Weimar. En una de sus novelas autobiográficas, Aquel domingo
(Planeta, Barcelona, 1980) Semprún relata un hecho curioso. Hacia finales de
la guerra, cuando ya había comenzado el desplazamiento de las tropas
alemanas hacia el oeste, llega a Buchenwald un contingente de judíos
polacos. Semprún dialoga con uno de esos hombres:

 "Le pregunté de dónde venían. Me dijo que llevaban viajando meses, con
breves paradas en toda suerte de lugares. Hacía tiempo que habían marchado
de Polonia. Estaban en un campo pequeño, cercano de Czestochowa; un día
oyeron el estampido de los cañones, el ruido de la guerra se acercaba. Y,
una mañana, al amanecer, los alemanes se marcharon. Estaban solos, ya no
había alemanes que los vigilaran. Ni centinelas en las torres de
observación. Era extraño, una trampa seguramente. Entonces se reunieron,
dirigidos por los veteranos abandonaron el campo del que se habían marchado
los alemanes, caminaron hasta la ciudad más próxima, en filas apretadas, en
orden, nadie abandonó la columna. En la ciudad había una estación de
ferrocarril, convoyes alemanes que escapaban hacia el oeste. Se presentaron
a los alemanes, dijeron: aquí estamos, nos han olvidado. Hubo que discutir,
los alemanes no querían saber nada de ellos. Pero, al final, los alemanes
los metieron en un tren. Partieron a su vez hacia el oeste.

-Pero, ¿por qué? -pregunto yo desconcertado.

Me mira como si yo fuera lelo (estúpido). Me explica.

-¿Los alemanes se marchaban, no? -me dice.

-¿Y qué?

Menea la cabeza. La verdad es que no comprendo nada. Me explica,
pacientemente:

-Si los alemanes se marchaban es que llegaban los rusos, ¿no?

La cosa me parece irrefutable. Muevo la cabeza en señal de asentimiento.

-Sí -le digo-, ¿y qué?

Se inclina hacia mí, irritado, en un brusco rapto de cólera. Casi grita.

-Los rusos- me grita-, ¿es que no sabe usted que los rusos detestan a los
judíos?" (Aquel domingo, pgs. 249-250).

 Este libro de Semprún constituye un ejemplo extraordinario sobre cómo
funcionó todo este proceso de evolución del Holocausto. Semprún escribió
este libro hacia finales de los años 70, en plena fiebre anticomunista; por
lo tanto, no se menciona en ninguna línea de sus casi 400 páginas la
existencia de "cámaras de gas" en Buchenwald. Otra cuestión muy importante
que emerge del libro de Semprún es el tema del "doble comando" dentro de los
campos. Desde una época muy temprana, las autoridades alemanas comprenden
que no podían controlar a una población concentracionaria tan importante.
Por lo tanto delegan en la estructura gobernada por el partido comunista
alemán gran parte de su gestión administrativa.

 Curiosamente, el gran estafador y mitificador Elie Wiesel relata en sus
memorias algo similar: tanto él como su padre prefieren continuar bajo la
protección de sus "verdugos" alemanes, entre Auschwitz y Buchenwlad, antes
que caer en manos del ejército soviético de "liberación" (La Nuit, 1956,
citado por Robert Faurisson en la segunda parte de Un grand faux temoin, en
Archive Faurisson, op.cit.).

 
El arma del crimen

Las mismas variantes turbadoras que existen sobre el número de víctimas
surjen, pero aún más intensamente, cuando se habla sobre los medios de dar
muerte a los judíos (jurídicamente: "el arma del crimen").

*El New York Times del 3 de junio de 1942 habla de un "edificio de
ejecución" donde se fusilaban 1.000 judíos por día.

*El 7 de febrero de 1943, el mismo periódico habla de "estaciones de
envenenamiento de sangre" en la Polonia ocupada.

*En diciembre de 1945, en su libro Der letzte Jude aus Polen, Europa-Verlag,
Zurich, New York, p. 290 y ss., Stefan Szende hace entrar a los judíos en
una inmensa piscina a la que se pasa una corriente de alta tensión para
ejecutarlos. El autor concluye: "El problema de ejecución de millones de
hombres quedaba resuelto".

*El Documento de Nuremberg P.S. 3311, del 14 de diciembre de 1945, indica en
un acta que las víctimas eran escaldadas en "cámaras de vapor ardiente".

*Dos meses y medio más tarde (en febrero de 1946), el mismo tribunal
reemplaza las cámaras de vapor de agua hirviente por cámaras de gas. En
1946, Simón Wiesenthal añade una variante a las cámaras de ejecución: éstas
contenían zanjas para recoger la grasa de los judíos asesinados con el fin
de elaborar jabón con ella. Cada pastilla de jabón llevaba la inscripción de
RJF ("pura grasa judía")(11). En 1958, en su libro La Noche, no hace ninguna
alusión a las cámaras de gas, pero en la traducción alemana (ediciones
Ullstein), la palabra "crematorio" no se traduce por Krematorium, sino por
"cámara de gas" (Robert Faurisson, Un grand faux temoin, segunda parte,
op.cit.).

 Hubo otras versiones: aquella de la muerte por cal viva repartida en los
vagones, versión del polaco Jan Karski que es autor del libro Story of a
secret State, The Riverside Press, Cambridge.

Pero las dos versiones más mediatizadas por la televisión, el cine, la
prensa y los libros de textos escolares son la ejecución por Zyklon B y la
matanza en camiones mediante una manipulación de gases de escape de sus
motores Diesel.

Pero en definitiva no se encargó ningún informe pericial, ni por el Tribunal
de Nuremberg, ni por ningún otro tribunal que tenía que juzgar en lo
sucesivo a los criminales de guerra, para determinar definitivamente cuál
había sido el arma del crimen.

Es en este punto donde aparece el ejemplo deplorable del campo de Dachau. La
película que "probaba" las atrocidades nazis proyectada en Nuremberg en el
curso del proceso mostró una sola "cámara de gas". Esa era la de Dachau.
Posteriormente se organizaron visitas para turistas y colegiales a Dachau.
Actualmente, una pancarta discreta indica que allí nadie pudo haber sido
muerto por gas, ya que la "cámara de gas" no fue nunca acabada.

A los visitantes o peregrinos se les dice que las matanzas por gas tuvieron
lugar en el este, fuera del territorio alemán de antes de la guerra. Un
comunicado del ya citado Martín Broszat, de obediencia judía, miembro del
Instituto de Historia Contemporánea de Munich, publicado el 19 de agosto de
1960 (Broszat fue nombrado Director de ese Instituto en 1972) en Die Zeit
reconocía en efecto: "Ni judíos ni otros detenidos encontraron la muerte por
gas, ni en Dachau, ni en Bergen-Belsen, ni en Buchenwald". Contradiciendo
así una vez más las "decisiones" de Nuremberg que se fundaron en la
existencia de "ejecuciones por gas" en los campos. Esta revelación tenía aún
mayor importancia, ya que una serie de "testimonios" de "testigos oculares"
habían afirmado la existencia de cámaras de gas en los campos y porque la
puesta en escena "reconstituyendo" la "cámara de gas" de Dachau era el
documento que más impresionaba a los visitantes.

Ante el Tribunal de Nuremberg, Sir Harley Shawcross menciona, el 26 de julio
de 1946, "cámaras de gas no sólo en Auschwitz y Treblinka, sino también en
Dachau..." (TMI, tomo 19, p. 4563.). "El aniquilamiento masivo de judíos por
gas comenzó en 1941-1942... sobre todo en el territorio polaco ocupado (pero
en ningún lugar del antiguo Reich): en Auschwitz-Birkenau, en Sobibor, en
Treblinka, Chelmno y Belzec."

El carácter singular de la masacre de los judíos fue cuestionado por primera
vez en 1980 por un célebre periodista israelí, Boaz Evron: "... Como si esto
fuese una cosa que se sobreentiende, cada invitado notable es llevado de
visita obligatoria a Yad Vashem (museo israelí que conmemora el "Holocausto"
construido a base de fotos, como todos sus museos) ... para que comprenda
bien los sentimientos y la culpabilidad que se esperan de él Pensando que
el mundo nos odia y nos persigue, nos creemos exentos de la necesidad de ser
contables de nuestros actos a ese respecto". El aislamiento paranoico en
relación con el mundo y con sus leyes podía llevar a determinados judíos a
tratar a los no judíos como sub-hombres, rivalizando así con el racismo de
los nazis. Evron pone en guardia contra la tendencia de confundir la
hostilidad de los árabes con el antisemitismo nazi. "No se puede separar a
la clase dirigente de un país de su propaganda política, ya que ésta
representa parte de su realidad", escribía. "Así, los gobernantes actúan en
un mundo poblado de mitos y de monstruos que ellos mismos han creado".
Fuente: Boaz Evron: "El genocidio: un peligro para la nación" - Eton 77, Nº
21, mayo-junio de 1980, p. 12 y ss.

Por tanto hubo "testigos oculares" de "ejecuciones por gas" en los campos
tanto del Oeste como del Este (es lo que se llama la "memoria" sobre la que
se funda el mito del "Holocausto"). Para que se mantenga y se consolide en
la mente de millones de personas cuya buena fe es indiscutible, fue generada
ex profeso la confusión entre "hornos crematorios" y "cámaras de gas".
Naturalmente existían en los campos pequeños hornos crematorios para
intentar frenar la expansión de las epidemias de tifus. El horno crematorio
no es un argumento suficiente: existen hornos crematorios en todas las
grandes ciudades, en París, en Londres, en todas las capitales importantes y
sus incineraciones no significan, desde luego, la voluntad de exterminar a
las poblaciones. Jorge Semprún, en el libro ya citado, menciona
permanentemente al crematorio de Buchenwald, pero en ningún momento, a lo
largo de sus casi 400 páginas, se refiere a las "cámaras de gas" ni a
ninguna otra arma del crimen. Por el contrario, se sobreentiende que ese
crematorio estaba para incinerar cuerpos de personas que habían muerto por
enfermedades como el tifus u otras de rápida propagación en grandes
poblaciones subalimentadas.

 Por tanto hubo que añadir a los hornos crematorios las "cámaras de gas" para
establecer el dogma de la exterminación por el fuego. Siguiendo las huellas
de los quemaderos de la Inquisición.

 Pero el argumento no se sostiene. Desgraciadamente para los mitómanos, a más
de cincuenta años de finalizado el conflicto, no aparece por ningún lado el
primer requisito, elemental para demostrar la existencia del mito: presentar
la orden estableciendo la aniquilación de los judíos. En los archivos, tan
minuciosamente llevados por las autoridades alemanas, que fueron
requisitados en su totalidad por los Aliados después de la derrota de
Hitler, no se encontraron ni los presupuestos referentes a esta empresa, ni
las directrices concernientes a la construcción y el funcionamiento de esas
cámaras, en una palabra, nada de lo que hubiese permitido emitir un dictamen
sobre el "arma del crimen" como en cualquier investigación judicial de
rigor. Nada de todo eso fue presentado.

Hay que señalar que después de haber reconocido oficialmente que no habían
existido homicidios por gas en el territorio del antiguo Reich, a pesar de
los testimonios de innumerables "testigos oculares", el mismo criterio de
subjetividad de los testimonios aún no ha sido aceptado en lo referente a
los campos del Este, concretamente de Polonia. Incluso cuando estos
"testimonios" están tachados por las más legítimas sospechas.

La puesta en escena del Museo de Dachau permite engañar no sólo a miles de
niños que se llevaban allí para enseñarles el Dogma del Holocausto, sino
también a los adultos, como p.e. el Padre Morelli, un dominico, que escribió
Tierra de angustia (Ed. Bloud et Gay, 1947, p.15): "He puesto mis ojos
llenos de espanto sobre la siniestra ventanilla por la cual los verdugos
nazis podían ver de igual manera cómo se retorcían las pobres víctimas del
gas". Y no hablemos de los antiguos deportados de Buchenwald o Dachau que se
dejaron sugestionar por la leyenda tan cuidadosamente alimentada. Un gran
historiador francés, Michel de Boüard, decano honorífico de la Facultad de
Caen, miembro del Instituto y antiguo deportado de Mauthausen, declaraba en
1986: "En la monografía sobre Mauthausen que he dado, hablo en dos ocasiones
de cámaras de gas. Llegado el tiempo de la reflexión, me he preguntado:
¿dónde he adquirido la convicción de que había una cámara de gas en
Mauthausen? No ha sido durante mi estancia en el campo, ya que ni yo ni
nadie sospechábamos que podía existir una cámara de gas; es por lo tanto un
`lastre' que he recibido después de la guerra, cuando esto se admitía.
Después he señalado que en mi texto -mientras que apoyo la mayoría de mis
afirmaciones con referencias- no hay ninguna relativa a una cámara de
gas...". Fuente: Ouest-France, 2 y 3 de agosto de 1986, p.6.

Ya antes escribía Jean Gabriel Cohn-Bendit: "Luchemos para que se destruyan
esas cámaras de gas que se muestran a los turistas en los campos donde, como
se sabe ahora, no existía ninguna, no vaya a ser que no se nos crea de que
estamos seguros". Fuente: Libération del 5 de marzo de 1979, p.4

En la película que fue proyectada en Nuremberg ante el tribunal y todos los
acusados, la única cámara de gas que aparece es la de Dachau. El 26 de
agosto de 1960, el Sr. Broszat volvía a escribir en Die Zeit (p. 14) en
nombre del Instituto de Historia Contemporánea de Munich, de obediencia
sionista: "La cámara de gas de Dachau no fue jamás acabada y no ha
funcionado nunca".

Después del verano de 1973, una pancarta frente a las duchas explica que:
"esta cámara de gas, camuflada como sala de duchas, no fue nunca puesta en
servicio". Añadiendo que los prisioneros condenados a la ejecución por gas
fueron trasladados al Este. Pero la "cámara de gas" de Dachau es la única
que fue presentada en fotografía a los acusados de Nuremberg como uno de los
lugares de exterminación masiva, y los acusados se lo creyeron, a excepción
de Goering y Streicher.

 
Conversaciones con Ernst Nolte

 Los siguientes son conceptos de Ernst Nolte, Puntos de discusión.
Controversias actuales y futuras alrededor del nacionalsocialismo(12).

"La crítica de números excesivamente altos no es sólo una característica de
la literatura de los revisionistas radicales, pues ya Gerald Reitlinger
había evaluado el número total de las víctimas de la solución final en 4,5
millones refutando así el número de los 6 millones, que Martin Broszat
llamaba "simbólico". Una corrección prácticamente oficial de las
indicaciones numéricas se ha realizado recientemente, cuando el número de
"cuatro millones" en la lápida conmemorativa del campo de Auschwitz se
redujo a un millón. El conocido experto israelí Yehuda Bauer admitió, en
principio, esta reducción, no obstante, resulta misterioso por qué
estableció en sus publicaciones anteriores el número de las víctimas de
Auschwitz entre un millón y tres millones y medio, manteniendo el número
total de víctimas en 5,8 millones" (p. 312).

 "Después de la guerra, a la vista de tantas víctimas, es comprensible que
para las víctimas potenciales aun mucho más numerosas y las no víctimas sólo
podía existir una opinión: que el nacionalsocialismo haya cometido los
crímenes más horrendos de la historia del mundo, es más, que el "mal
absoluto" había llegado a existir. Frente a crímenes singulares, es decir
crímenes únicos, incomparables incluso frente al "mal absoluto", la ciencia
se tiene que callar. Su principio más elemental está en tela de juicio: que
todos los fenómenos humanos guardan una relación con otros fenómenos, que
deben comprenderse a partir de estas relaciones, que todas las reacciones
espontáneas y emocionales - por muy poderosas que sean- deben distanciarse
del pensamiento científico objetivo y que en ningún caso deben adoptarse
"simplemente" (p.15).

 Estuve reunido con Ernst Nolte un total de unas ocho horas en Brunsmark, un
pequeño pueblo alemán de Schleswig-Holstein, los días 20 y 24 de junio de
1997. Para mí fue una experiencia particularmente interesante porque no sólo
viajé a Alemania para ese encuentro con el célebre historiador. Volví a ese
país que tanta influencia tuvo sobre mis propias percepciones culturales,
con grandes expectativas centradas en el futuro político europeo. La última
vez había estado sólo en Ost-Deutchland, en Berlín Oriental y otras ciudades
de la ex República Democrática, en 1989, pocos meses antes de la caída del
muro. Curiosamente, mis anfitriones me habían llevada a Buchenwald, que ya
se había convertido en un grotesco "museo de la memoria". Y, por supuesto,
no vi ningún "arma del crimen", ni siquiera convertida en chatarra de la
memoria. Créase o no, había en el Buchenwald que yo visité una extensa
galería fotográfica -la "memoria" siempre queda reducida a una fotografía-
que incluía a criminales de guerra, hasta llegar al mismísimo general
Pinochet. No había en ella, por supuesto, ningún "soviético".

 Las muchas preguntas y respuestas que nos hicimos y que nos dimos
respectivamente, Nolte y yo, en esas ocho horas de conversaciones, sirvieron
para definir dos posiciones distintas y sobre todo, dos situaciones
diferentes. Nolte es un profesor universitario alemán, es decir, un
intelectual orgánicamente dependiente de una institucionalidad de posguerra,
que ha llevado al límite un pensamiento sin romper en ningún momento con esa
institucionalidad. No hay en Nolte ni una molécula de "subversión cultural".

 En cuanto a las definiciones, afirma que lo sucedido en la Alemania
nacionalsocialista en torno a la "cuestión judía" no fue ciertamente un
"Holocausto", pero sí un "genocidio específico". Ni la mitofilia ni el
revisionismo "negacionista" son posiciones aceptables para Nolte. Una porque
transforma en absoluta una situación que en definitiva es "histórica", es
decir, "humana". La otra porque "niega" hechos que, según él, efectivamente
ocurrieron, aunque no en la escala que sostienen los constructores del Mito.
Pero sobre todo es inaceptable -reconoce- que sobre esa construcción se
elaboren políticas en el presente. Sin embargo, el "terrorismo" árabe tiene
su parte de culpa, según Nolte, ya que provoca "reacciones" desmedidas por
parte de los judíos. En definitiva, se debería confiar y apoyar el
crecimiento político de los judíos "racionalistas".

Traté de explicarle mi posición. La organización actual del judaísmo,
jerárquica y vertical, no acepta "críticas". Reacciona contra el crítico de
manera total, totalizadora. Por lo demás, no es posible hablar de la
sociedad israelí como si fuese un bloque. Su crisis interior es cada vez más
aguda y, en este momento, es necesario replantearse la cuestión de las
"guerras civiles judías". La reciente experiencia de la OLP de buscar el
reconocimiento judío-norteamericano por encima de todo, está conduciendo al
pueblo palestino a la derrota más dramática de su historia.

 Sobre la tesis de mis últimos dos libros, preguntó:

 -¿Tiene usted pruebas para afirmar que los atentados de Buenos Aires fueron
efectivamente autoatentados, y no una acción del terrorismo árabe?.

 Le respondí:

-No soy yo quien debe aportar las pruebas, sino la acusación judicial. Mi
trabajo es hacer un análisis político de la coyuntura argentina, y
relacionarlo con el proceso de crisis que en esos momentos se vivía dentro
del Estado de Israel, que en definitiva condujo al asesinato de Rabin y al
triunfo electoral de Netanyahu. Mi trabajo es asegurar que existe una
completa continuidad racional entre todo un conjunto muy amplio de
situaciones complejas que ocurren casi simultáneamente en puntos muy
distantes del planeta. Y de asegurar además que esa continuidad racional sea
realmente explicativa, en el sentido lógico del término, en el sentido de
una lógica histórica. De hecho, quienes tenían que aportar pruebas aún no
las han aportado. Han transcurrido cinco y tres años, respectivamente, de
ambos atentados. Al día de hoy no existe ningún acusado de estar implicado
directamente en los sucesos. Existen sólo pruebas circunstanciales
insostenibles contra algunos detenidos. Pero lo que sí existe es un estudio
de ingeniería, realizado por la Academia Nacional de Ingeniería y solicitado
por la Corte Suprema de Justicia de mi país, que afirma sin vacilaciones que
la explosión de 1992 ocurrió dentro del edificio de la Embajada de Israel. Y
como usted comprenderá ningún "terrorista árabe" tiene la capacidad mágica
de introducir un volumen tan grande de explosivos en ninguna Embajada de
Israel en ninguna parte del mundo. Además existen sospechas razonables,
basadas en estudios técnicos impecables, de que la segunda explosión también
ocurrió dentro del edificio de la AMIA. Y, por supuesto, se sabe que no son
los primeros casos de terrorismo intrajudío desde 1947.

El profesor Nolte quedó atónito ante mi afirmación de que no sólo no hay
acusaciones concretas sino que tampoco hay detenidos directamente
relacionados con los atentados, en un caso donde se juega la credibilidad de
los más importantes servicios de inteligencia occidentales, además de la del
propio Mossad, que son los principales "acusadores".

Pero su sorpresa no terminó allí. En un principio él estaba convencido de
que lo mío era un típico "antisemitismo de izquierda". Cuando en la segunda
reunión había terminado de leer los originales de mi libro tuvo algunas
dificultades de interpretación. Una gran parte de mi elaboración conceptual
no encajaba dentro de sus esquemas. Desarrollé mi visión del peronismo
original y del relevante papel que había jugado Eva Perón. Y señalé
conexiones ideológicas importantes entre el peronismo y la Weltanschauung de
algunas corrientes islámicas contemporáneas, especialmente la similar idea
de "revolución social", no tanto orientada a la desestructuración cuanto a
la reestructuración de lo existente.

Nolte por su parte insistió en la necesidad de comprender la historia
alemana de este siglo como un proceso "lógico" y no como el resultado de la
ingerencia de factores "demoníacos". En ese punto estuvimos plenamente de
acuerdo. También en el segundo encuentro ya había leído todas las citas de
sus obras que se mantienen en la versión final del presente libro. Aprobó la
meticulosidad con que fueron hechas, aunque me pidió que informara al lector
que esas citas no expresaban la totalidad de su pensamiento sino sólo una
parte -aunque significativa- del mismo.

Afirmó que mi trabajo respondía a los cánones científicos y académicos
universalmente aceptados en lo que respecta a la calidad de las citas y a su
articulación con el propio pensamiento, al que calificó de "necesario",
aunque diferente al suyo. Señaló el hecho de que ambas formas de trabajar
son "necesarias", aunque subrayó que él no buscaba la confrontación sino el
"diálogo".

-¿Con quién?, pregunté.

-Con los intelectuales más representativos del "racionalismo judío",
insistió.

En otro contexto, Nolte comete los mismos errores de interpretación que
Edward Saíd: pensar que con el judaísmo puede existir un diálogo entre
iguales. Un diálogo similar al que existió entre Nolte y yo durante aquellas
intensas ocho horas.

Fue a partir de ese momento cuando comprendí el significado de Nolte dentro
de la cultura alemana de posguerra y, especialmente, el valor de su trabajo
dentro de una sociedad hiper-opresiva, en la cual el pensamiento libre sobre
"ciertos temas" está no sólo prohibido sino además duramente penalizado.
Quedé abrumado cuando habló de su soledad, de que su "mundo intelectual"
estaba en Italia y no en Alemania.

Después de meditar durante días la experiencia de mis encuentros con Ernst
Nolte comprendí su posición dentro de la cultura institucional alemana.

Antes escuché a mis amigos, que me hablaron de los estudios de sus hijos, a
los que siguen machacando -en cada escuela alemana, en cada Gymnasium, en
cada Universidad- con la imagen de los "seis millones" (exactamente dentro
de los cánones elaborados por las películas de Hollywood), y a ellos mismos,
aceptando la culpa alemana como una situación de hecho por ahora
inmodificable.

Luego pude ver la construcción del nuevo Berlín, una "Brasilia" que surge
como continuación del plan urbano diseñado en tiempos de Federico el Grande
y sus sucesores, integrando una arquitectura ultramoderna de "capitalismo
avanzado" en el antiguo diseño de la ciudad. Ese nuevo Berlín será sin duda,
a partir del año 2000, la inmensa capital de Europa, pero estará habitada
por hombres y mujeres que desconocen su propia historia. Será un gran centro
urbano sin alma. Pero determinará una clara orientación hacia el Este. Será,
en definitiva, una contradicción para la que hoy no existen soluciones.

Dentro de los límites de la opresión cultural alemana, dentro del molde de
la horrorosa cultura alemana de posguerra, Ernst Nolte desarrolló una obra
extraordinariamente positiva. Fue y es atacado porque muchos no le
perdonarán el grave "delito" de haberse introducido, aunque sea en parte, en
un territorio prohibido. Escribió un libro capital, La guerra civil europea,
que constituye un texto cuya lectura es absolutamente imprescindible para la
comprensión del mundo contemporáneo, y no sólo del mundo occidental
contemporáneo. La guerra civil europea marca un antes y un después en la
historiografía europea. La arquitectura de la obra es magnífica, porque está
impulsada por una idea renovadora: el estudio relacional entre dos procesos
históricos complejos, el soviético y el nacionalsocialista, durante un
período afectado por un cataclismo histórico. No por una simple lucha
política y militar. Lo que estuvo en juego fue el intento prometeico de
construir un "nuevo hombre". Hoy el escenario está cubierto de sombras, nada
más que de incertidumbres. A partir de Nolte, ya no será posible acercarnos
a la historia de este siglo como si en ella se hubiese dirimido un duelo
entre el bien y el mal. Su trabajo nos demuestra, sobre todo, que la
historia de este siglo aún no ha sido escrita. Y ello justo en un momento en
que nuevos actores se aproximan al escenario.

Sin embargo, tanto Nolte como Alemania siguen viviendo, incomprensiblemente,
bajo el signo de la "fatalidad" histórica. Aceptan la acción destructora del
Mito como un cataclismo natural que erosiona día a día la salud moral de la
sociedad y, por lo tanto, su capacidad espiritual para enfrentarse con el
futuro. Para una mayoría de la población y para un número insólitamente alto
de sus intelectuales, siguen siendo válida la sentencia escrita en la
fachada principal de la "Iglesia del Recuerdo" de Berlín, conservada
semidestruida desde los bombardeos británicos producidos en la noche del 23
de noviembre de 1943.

"En memoria de Guillermo I, Rey de Prusia y Emperador alemán, se construyó,
bajo el reinado del Emperador Guillermo, la primera
'Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche' con donaciones procedentes de todo el
pueblo alemán. Durante la Guerra Mundial -en la noche del 23 de noviembre de
1943- fue destruida en un bombardeo aéreo. La torre de la iglesia será un
recordatorio del juicio de Dios que en los años de guerra cayó sobre nuestro
pueblo."(13)

Una acción genocida practicada contra el pueblo alemán por agentes
históricos muy concretos, y a partir de la utilización de estrategias y de
tecnologías militares también muy concretas, es recordada como una pura
culpa alemana, como la venganza del "destino" contra Alemania, como el
"juicio de Dios".

Esta situación opresiva que vive hoy la Alemania "castigada" por un Dios
yahvítico, expresa puntualmente la hegemonía teológica que desde la
finalización de la segunda guerra civil europea ha logrado sobre todo
Occidente la Biblia Judía o Antiguo Testamento.

Es ese Libro que ha inaugurado el concepto de culpa colectiva. La culpa
colectiva está relacionada estrechamente con la idea bíblica del pecado
original, es decir, con la idea de que existen pecados que se transmiten por
la vía de la herencia, generación tras generación. Esos pecados, además,
adquieren su verdadero significado en la vida colectiva -y no tanto en la
individual. El pecado original hace de un grupo de hombres, culpables sin
culpa propia. "La culpa, concebida de esta manera, que es la ortodoxa, es
como la deuda de sangre dentro de un sistema de linajes. La paga cualquier
persona del linaje... La ley de la sangre es una ley que tiene vigencia
entre los judíos. La noción de pureza e impureza, vinculada a creencias
religiosas, también. En el Deuteronomio se lee que no entrarán en la casa de
Dios ni los bastardos, ni los ammonitas y moabitas, incluso en la décima
generación. En el mismo libro se ordena al israelita a que no dé sus hijos a
los hijos de otra gente, que no tome las hijas de aquellos como esposas.
Mezclar la raza santa con otras es manchar su sangre, según el Libro de
Esdras"(14).

Sobre la culpa así concebida, Daniel Jonah Goldhagen, un judío
norteamericano de origen alemán, en un libro que llegó a ser un best-seller
en la propia Alemania durante 1997(15), llega a decir que los alemanes son
una "raza antropológicamente distinta", proclives al crimen a nivel masivo.

"El Holocausto representa una ruptura radical con toda la historia humana
anterior, con toda forma anterior de práctica política humana. Constituye un
conjunto de acciones y una orientación de la imaginación completamente
extrañas, tanto de los fundamentos de la civilización occidental moderna, la
del Iluminismo, cuanto a las reglas éticas y sociales, cristianas o laicas,
que gobernaron hasta ahora a las sociedades occidentales. De allí que se
pueda pensar que el estudio de la sociedad que ha producido ese evento no
imaginado, e inimaginable, exige el cuestionamiento de la hipótesis de una
semejanza entre esa sociedad y la nuestra. Se debe reexaminar la creencia
según la cual esa sociedad participa de las orientaciones económicas
racionales, que son la base de concepciones tanto cultas como populares
sobre la naturaleza de nuestras sociedades. Ese nuevo examen revela que si,
efectivamente, una parte de la sociedad alemana en cuestión es un reflejo
exacto de la nuestra, existen, sin embargo, en su seno zonas importantes de
diferencia absoluta... En toda la historia alemana, la cuestión del
antisemitismo de los alemanes es ciertamente lo que le otorga una gran
necesidad a una tal reevaluación antropológica" (p.38).

 
La construcción y la destrucción del Mito

Mitófilos y "revisionistas". Memoria versus Historia


 Existe ya en Alemania, en Inglaterra, en Francia y en los Estados Unidos,
una extensa bibliografía sobre el "Holocausto" y su contexto. Lo que llama
poderosamente la atención del observador, es que lo que en verdad no existe,
al menos hasta el día de hoy, es ninguna respuesta racional de los mitófilos
-judíos o no judíos- ni a los revisionistas anglo-alemanes ni a los
"negacionistas" franceses, como ellos mismos los llaman.

Ello demuestra fehacientemente que la construcción del mito, el laborioso
trabajo de los mitófilos, desde su padre fundador Elie Wiesel, no tiene
ninguna estructura sólida, documental (documentada, en los términos
racionales que exige la ciencia histórica), sino que se realizó
exclusivamente a base de Memorias de judíos célebres y, lógicamente,
supervivientes o amigos de supervivientes.

El célebre historiador judío-francés Pierre Vidal-Naquet(16) percibe el
problema de la contradicción que se plantea entre la "memoria individual" y
la historia documental. Admite que la memoria "puede cortarle el paso a la
historia" (documental o documentada). El problema es que la memoria actúa en
un ámbito puramente individual. Es la subjetividad de la historia. Y plantea
una pregunta para la cual no tiene respuesta: "¿Cómo se pasa de esta intensa
subjetividad a la historia? Existe una historia que se construye contra la
memoria. Quien haya emprendido la redacción de sus recuerdos sabe que corre
el riesgo constante de caer en el error, que los meses y los años se
confunden. Dado que se puede verificar, el documento escrito y fechado se
impone al recuerdo subjetivo".

En cambio, el razonamiento de los revisionistas alemanes y norteamericanos,
y el de los "negacionistas" franceses (según son calificados por el
establishment judío-francés), tiene un desarrollo documental claro y
explícito, en total correspondencia con la ciencia histórica.

Los mitófilos judíos y no judíos han tenido que admitir que las cifras de
muertos originalmente instaladas en la conciencia occidental por el poder
formidable de los mass media no se corresponde, ni remotamente, con la
realidad. Es que la idea de los "seis millones" venía siendo elaborada por
el sionismo de Londres (Consejo Mundial) mucho antes de comenzar la "segunda
guerra civil europea". Era el "número cabalístico" que ese sionismo
necesitaba para impulsar la construcción de un Estado judío en una tierra
usurpada, en Palestina (mejor dicho, Canaán), con el único argumento "legal"
de la "palabra de Dios" expuesta en un libro claramente falsificado por los
escribas hebreos: El Antiguo Testamento. Era el dato básico que finalmente
conmovería al Occidente anglo.

Holocausto, recordemos, fue una palabra exclusivamente inventada por, pero
sobre todo para judíos(17) en la etapa pre-yahvítica, la etapa de los
sacrificios a los dioses finalmente expulsados del Templo, para que los
"hechos" que pretende representar el concepto estén eternamente ubicados en
el reino de la mitología. Ya hemos visto que Nolte utiliza el latín
"numinosum" (numen) que designa, según el Diccionario de la Lengua Española
editado por la Real Academia), un nivel "donde habitan los dioses adorados
por los gentiles"; es decir, un "lugar" mucho más allá del alcance de la
crítica humana y, en todo caso, apriorísticamente favorable a los
"gentiles", ya que allí habitan sus dioses.

Cuando esa "crítica humana" ("revisionista" o "negacionista") escapa al
control admitido por la torturada conciencia occidental, se la reprime, es
decir, se le aplican controles administrativos. De hecho hoy no existe -ni
podrá existir jamás- una "crítica de la crítica", porque la mitofilia es una
pura "memoria", carente en absoluto de estructrura documental sólida. En
Alemania, ya lo hemos visto, la dictadura cultural del judaísmo es total, y
actúa bajo la forma de la autocensura previa y, también, bajo la forma de la
represión institucional. En Francia (Ley Gayssot-Fabius, del 13 de julio de
1990), y en otros países judaizados, como la Argentina, por ejemplo, existen
leyes humanas legisladas por humanos "representantes del pueblo", que son
las encargadas de canalizar esa represión, cuando la misma se desarrolla por
cauces no violentos, es decir, cuando en el "proceso" al "disidente" no
intervienen bandas armadas judías organizadas por el Mossad y destinadas a
reprimir físicamente al "provocador".

La discusión cuantitativa sobre el Holocausto tiene sentido en los tiempos
que corren. Tiene una enorme significación saber el número exacto de muertos
judíos y las causas exactas de su muerte. Ya que ello nos llevará hacia lo
que hoy verdaderamente importa, que es evaluar el enorme daño que ha
provocado el Mito del Holocausto, y no la supuesta realidad que ese mito
pretende expresar.

Pierre Vidal-Naquet, en la obra ya citada, p.276, concuerda en la
inexistencia de "cámaras de gas"; admite a regañadientes que los estudios
realizados por químicos de diversos países y distintos orígenes ideológicos
-especialmente por los científicos a-ideológicos- son de suma importancia, y
que todos ellos son de hecho "negacionistas". No hay restos de gas en las
ruinas de los campos. Ningún experto en gases está hoy en condiciones de
afirmar que las famosas cámaras hayan realmente existido. P. Vidal-Naquet,
al aceptar el dato científico, dice que esos estudios son algo así como la
arqueología de la historia reciente. "Sería un grave error poner mala cara
ante una conquista científica como el hecho que a las cifras de un
testimonio tan importante se les debe aplicar un coeficiente de división por
cuatro (seis millones dividido por cuatro). Al renunciar a las cifras falsas
no se atenúa el crimen de los nazis. El problema del número exacto de las
víctimas no es esencial".

Nosotros pensamos que sí es esencial que un historiador judío tan importante
como Pierre Vidal-Naqué admita el hecho de que hay que dividir por cuatro.
Entre 6 millones de muertos y 1,5 millones sí hay una diferencia esencial.
La primera cifra corresponde a un proyecto que nunca existió y que luego se
transformó en Mito, la segunda a bajas relativamente normales dentro de una
guerra terrible, en la cual los judíos fueron oficialmente parte
beligerante.

Al Mito de los "seis millones" se lo ha sacralizado "hasta el punto de
convertirlo en objeto de ritos, celebraciones y toda una orquestación
religiosa. El historiador sabe reconocer lo sagrado como objeto de estudio;
no puede participar de él, bajo pena de caer en la impostura. El
razonamiento encerrado en sí mismo es signo de mito, no de historia" (Pierre
Vidal-Naquet, op.cit., p.266).

Occidente sigue tratando al mundo árabe, por ejemplo, como si hubiese sido
socio del Tercer Reich, cuando en rigor de verdad en aquellos años no
existía un mundo árabe políticamente organizado; es decir, un mundo árabe
propiamente dicho, tal como se lo percibe en la actualidad. Occidente sigue
pensando que el monoteísmo del Islam, que hoy abarca a más de mil millones
de fieles en todo el mundo, es una vulgar super-banda de forajidos -como
dice Samuel Huntington- cuyo único objeto es destruir a los "pobres judíos"
y a la totalidad del "mundo occidental", nada menos.

Vista desde un ángulo occidental, la historia contemporánea (desde la última
posguerra civil europea) del mundo árabe comienza en la Alemania de los años
30. Este es un desafío aceptable para nosotros, y es por ello que hemos
insistido en el análisis del Mito del Holocausto, es decir en la
implantación en Oriente Medio del Estado judío, que es un hecho totalmente
ajeno a la evolución "natural" de la historia árabe, propiamente dicha.

Toda esa perversión de la conciencia occidental, que luego se canaliza a
través de políticas aberrantes, es decir, equivocadas, tiene un único y
mismo origen: el Mito del Holocausto. Eso es lo que hoy realmente importa:
destruir ese maldito Mito que ya ha provocado, sobre un pueblo inocente y
totalmente ajeno a los hechos originales desarrollados durante la segunda
guerra civil europea (suponiendo siempre que ellos hayan realmente
existido), más daño, sangre y sufrimiento de los que hipotéticamente provocó
el antijudaísmo del nacionalsocialismo, aun en las hipótesis más favorables
a los mitófilos.



El mito del "Holocausto" y la potencia militar del Estado judío.

La continuidad de una acción diplomática europea en sus "gestiones de paz"
(Moratinos, 1997)(*), como si el mundo árabe y el Estado Judío tuviesen el
mismo nivel de responsabilidad en este larguísimo conflicto(18), y aun
después del re-inicio práctico de la rejudaización de Jerusalén (abril de
1997), y de la apropiación de hecho de más de la mitad de Cisjordania por
parte del Estado Judío(19), constituye una evidencia decisiva del enorme
empuje inercial logrado por la acción psico-teológica combinada entre los
Estados Unidos e Israel, actuando sobre la (mala) conciencia europea(20).
Así, "... el retorno de Israel a la Tierra Santa aparece como el evento
central de una aventura humana de dimensiones universales" (Corm, op.cit. en
nota 1). Europa percibe -y es obligada a percibir- que en el Retorno de
Israel está en juego no sólo la supervivencia psíquica y moral del pueblo
judío, sino también la de la humanidad.

El progreso de la potencia y de la seguridad israelí a partir de 1967 fue un
proceso paralelo al desarrollo de la construcción del mito del Holocausto en
el mundo occidental. "La victoria de 1967, que permite la conquista de la
parte árabe de Jerusalén y la Cisjordania, aparece como un signo de
asentimiento divino. La crítica al Estado de Israel y a su política en
resguardo de sus vecinos árabes, en la medida en que ese Estado se erige en
una gran potencia regional, deviene de más en más difícil" (Corm, p. 234).
La construcción del mito necesitó del fortalecimiento militar del Estado de
Israel a partir de 1967. Hubo, con prolongada anterioridad, un tiempo de
preparación. Cristalizó después de más de veinte años desde la finalización
de la segunda guerra civil europea.

El significado que pretende otorgarle el judaísmo a Auschwitz y a Treblinka
se estructura en los Estados Unidos de América y no en Europa. El resultado
de esta operación de guerra psicológica se llamó, en los comienzos ya de la
década de los 70, Holocausto. Hasta los comienzos de los años 60, el
Holocausto no tenía ninguna significación incluso para la propia sociedad
israelí. Sólo en 1959 el parlamento israelí define "... las reglas de
observación del Día del Holocausto, reglas destinadas por la Knesset a
reavivar la memoria ante la indiferencia general del público. Hasta ese
momento no había en las calles de Israel ningún signo visible de
conmemoración. Ese día funcionaba como cualquier otro día, las radios no
difundían ningún programa especial. Los escritores hebreos en los años 50
ignoraron simplemente el Holocausto. Los programas escolares no hicieron
mención de él hasta los años 60"(21).

Ese era el panorama interno de Israel hasta los años 60. Pero una cosa muy
distinta era la utilización del "Holocausto" hacia afuera. "El símbolo del
Holocausto representa la deuda del mundo con Israel... (ya que) hasta los
mejores amigos del pueblo judío se limitaron en proporcionar a los judíos
europeos una ayuda poco significativa para su salvación... en consecuencia
todo el mundo libre... debe ayudar a Israel en el plano diplomático, militar
y económico"(22). El ya citado escritor israelí Boaz Evron señala: "La
'conciencia del Holocausto', declinante en la década de 1950, fue reavivada
por el juicio a Eichmann. Aunque, ciertamente, se hubiera reavivado, de
todos modos, hay una diferencia entre la reavivación espontánea -causada por
el deseo de comprender el pasado y, desde éste, el presente-, y la 'campaña
de reanimación' de la propaganda oficial con sus consignas vacías y una
distorsionada visión del mundo, cuyo verdadero objetivo no es enfrentar el
pasado sino manipular el presente. El Holocausto fue utilizado como una
poderosa herramienta por los líderes israelíes y conductores judíos del
exterior para organizar y poner un control policial a la comunidad judía en
la diáspora, primero y por encima de todo en los Estados Unidos. Esto se
hizo explotando y cultivando el sentimiento de culpa de los judíos
norteamericanos por no haber hecho más para impedir el Holocausto..."

Y continúa Boaz Evron, en el trabajo que estamos citando(23) editado en mayo
de 1980: "Ese sentimiento de culpa es manejado de diversas maneras. Israel
es presentada a los judíos norteamericanos como expuesta a permanentes
peligros de aniquilación por parte de los Estados árabes que la rodean, pese
al hecho de que Israel es mucho más fuerte que ellos y no enfrenta ningún
peligro militar de su parte. De este modo se da a estos judíos la
posibilidad de mitigar su culpa al permitirles apoyar política y
económicamente a Israel 'para impedir un segundo Holocausto'... La
transferencia de fondos judíos (y no judíos) norteamericanos desde los
Estados Unidos a Israel se hace sin que los donantes tengan nada que decir,
ni siquiera el derecho a criticar, sobre la manera en que dichos fondos son
gastados... La memoria del Holocausto constituye uno de los principales
medios para que el régimen israelí establecido controle a la judería de la
diáspora, utilizándola como un instrumento de la política exterior israelí,
y también como un medio de presión moral sobre el mundo no judío...
Identificar a los nazis con los árabes, en general, y con los palestinos, en
particular, juntamente con la continua memorización del peligro del
Holocausto, causa una reacción histérica en el israelí medio".

Gran parte del Holocausto se fundamenta en las memorias personales de Elie
Wiesel (Ver: Un grand faux temoin: Elie Wiesel, Robert Faurisson, 1988 y
1992, en Archive Faurisson, op. cit.), a quien en 1979 el entonces
presidente norteamericano Jimmy Carter, primer jefe de Estado de ese país en
visitar Israel, nombra presidente de una comisión para la edificación de un
monumento en memoria de los supervivientes del Holocausto. Pocos años antes
de esa fecha comienza a desarrollarse en los Estados Unidos(24), el
principal aliado israelí, una campaña febril. Se emiten programas
televisivos, films, publicaciones, etc. Por una ley del Congreso
norteamericano se crea el Consejo de la memoria del Holocausto, con
capacidad para crear un museo y dirigir programas de investigación y de
educación. En su versión original el Holocausto es, claramente, el resultado
de la política exterior norteamerica sobre el Oriente Medio, que luego se
universaliza en la escala exacta que tiene la presencia del judaísmo en la
casi totalidad del "mundo occidental".

Raul Hilberg, en sus trabajos: La destruction des Juifs d'Europe y La
politique de la mémoire, señala, sin embargo, que la imagen del Holocausto
construida por el judaísmo a la medida exacta de las necesidades
estratégicas de Washington, recién arraiga en la sociedad norteamericana a
partir de la guerra de Vietnam. Sólo a partir de allí, según Hilberg, surge
una nueva generación americana en "... busca de certidumbres morales". Fue
así que el Holocausto devino "... en el mal absoluto a través del cual se
podía medir y juzgar todas las otras transgresiones en el comportamiento de
las naciones"(25). Se convirtió en una formidable herramienta estratégica
para establecer un orden mundial unipolar, ya que ella predice la capacidad
que de inmediato se autoadjudica la potencia hegemónica para administrar la
justicia en el mundo(26).

Fue también, y sobre todo, el instrumento utilizado por los EUA para
establecer y consolidar su hegemonía estratégica sobre Europa. Elie Wiesel
fue galardonado con el premio Nobel de la paz en 1986. Parafraseando al gran
García Márquez(27), el recordado autor de Cien años de soledad, podríamos
decir que si hubiese existido un premio Nobel de la guerra psicológica,
también lo hubiese ganado el señor Wiesel. En su discurso en la Casa Blanca,
aceptando presidir la Comisión creada por Jimmy Carter, es el propio Elie
Wiesel quien se encarga de ubicar al Holocausto recién construido en un
punto inalcanzable en el horizonte de la humanidad. No sólo en el mal
absoluto, en el sufrimiento de los sufrimientos, en lo único; sino también
en lo absolutamente irrebatible, en el "numinosum", en un nivel ubicado
mucho más allá de la crítica humana(28).

La vinculación entre los Estados Unidos e Israel, sustentada en el mito del
Holocausto, llega a extremos patológicos en el campo militar (reforzamiento
del potencial judío en Oriente Medio). La ayuda militar norteamericana al
Estado judío es de unos 5.000 millones de dólares anuales, cifra que le
permite a Israel mantener un nivel permanente de superioridad militar en la
escala regional. Pero el hecho verdaderamente aberrante es que los EUA
permitieron, el 11 de mayo de 1995, que Israel no firmara el Tratado de No
proliferación Nuclear (TNP). De tal manera que ese país, con la complicidad
explícita de Washington, es la única potencia nuclear "autorizada" en la
región, ya que todos los países árabes son signatarios del TNP(29).

 
La hermenéutica posmoderna o la judaización del cristianismo

 El proceso de canonización del Holocausto culminó recién 20 años después de
finalizada la segunda guerra civil europea. Pero ya en 1947 se descubren,
milagrosa pero sobre todo oportunamente, los llamados "Manuscritos del Mar
Muerto", en las cuevas de Qumrán, en un territorio que sería finalmente
absorbido por el Estado judío (Desierto del Néguev) a partir de la
Resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, "recomendando
un plan de partición de Palestina" (22 de noviembre de 1947). El
descubrimiento no podía ser más oportuno, ya que coincidió con la fundación
del Estado de Israel, y por ello no se puede dejar de pensar que ha sido un
verdadero milagro yahavítico, ya que a partir de esos documentos se impulsa,
con renovado vigor, la idea por la cual el judaísmo constituye el marco
obligado de referencia del cristianismo primitivo. "Los descubrimientos del
Mar Muerto y los estudios de los últimos años han contribuido a redescubrir
la matriz en la que se gestó el cristianismo: el mesianismo apocalíptico
judío y, más en general, el conjunto de las tradiciones del judaísmo"(30).

Los análisis existentes sobre el texto bíblico y los comparativos entre los
textos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento son de una complejidad
tal que es imposible reproducirlos en este lugar. Sin embargo, en todos esos
procesos analíticos hay un punto en el cual se plantea una divergencia
capital entre visiones diferentes, y resulta evidente, aun para los no
especialistas, que esa divergencia en las interpretaciones tiene también una
correspondencia directa con las proyecciones estratégicas de las distintas
coyunturas políticas.

La "historia" de Israel que relata el Antiguo Testamento es, en un sentido
estricto, una historieta. No es una historia sino una mitología, como
siempre fue entendido por el catolicismo tradicional. El mismo método
mitificador fue utilizado en este siglo para canonizar al "Holocausto". Es
por ello que la crítica al judaísmo debe incluir al Antiguo Testamento. Debe
partir de la Torah. Es decir, debe partir de una definición de judaísmo que
se atenga a la realidad: es un hecho totalizador y totalitario: teológico,
racial, económico, histórico y estratégico. Y ello, afortunadamente, es muy
bien percibido por las corrientes católicas y cristiano-orientales
resistentes al posmodernismo.

Las "palabras de Jesús" constituyen una ruptura total con la tradición
judía. El misterio de Jesús no debe ser considerado como una tentativa de
reformar el judaísmo desde una supuesta secta judía (la de los cristianos):
Jesús aporta un elemento absolutamente diferente que no puede ser
reconciliado con el judaísmo. Jesús revela un Dios que es esencialmente
distinto al que nos muestra el Antiguo Testamento. El hijo de Dios y la
Virgen María han sido y volverán a ser la frontera infranqueable entre
judaísmo y cristianismo.

Es a partir de la finalización de la segunda guerra civil europea que
comienzan a ser rechazadas las interpretaciones bíblicas de la escuela
alemana, según las cuales las raíces del cristianismo son helénicas y no
judías. Interpretación que estuvo en correspondencia más o menos estrecha
con la mayoría de los teólogos de las Iglesias cristianas orientales,
quienes han reconocido en los textos griegos del Nuevo Testamento el
sustrato arameo de la lengua hablada por Jesús y sus discípulos, incluidas
las palabras arameas exactas pronunciadas por Jesús en su agonía.

En definitiva, como en otros tantos campos de la ciencia y de la vida
política misma, la marcha del mundo a partir de la última posguerra
aconsejaba la creación de un nuevo monoteísmo ("monoteísmo de mercado", lo
llama Roger Garaudy) a partir del acercamiento, absorción y reestructuración
del cristianismo por el judaísmo. Tarea que es una imposibilidad teológica,
pero que, sin embargo, ha avanzado mucho en el plano político e
institucional.

No es la primera manipulación teológico-estratégica que el judaísmo realiza
sobre el cristianismo. Muchos intelectuales del mundo árabe y musulmán
destacan que las llamadas "cruzadas de la cristiandad" fueron operaciones
militares ejecutadas por los cristianos pero planificadas y financiadas por
los judíos europeos, que buscaban ubicarse detrás de los ejércitos
cristianos para retornar a la Tierra Santa.

Primero el mundo de la posguerra y, luego, con mucha más fuerza aún, el
mundo de la posguerra fría, necesitaron y necesitan una cosmovisión que
unifique los elementos dispersos, es decir, una ideología que allane el
camino para la implantación de una nueva dominación del mundo. Los
seguidores de Yahvé llegan al monoteísmo a partir de una larga lucha contra
el "mundo disperso" y "desorganizado" de la cosmología cananea. Lo que
sorprende del Génesis es su voluntad de organizar el "caos" cosmológico
cananeo.

El mundo cultural cananeo, y en especial la literatura religiosa de Ugarit,
está dominado por grandes fuerzas cósmicas que están en lucha constante
entre sí: el Mar (Yammu) contra Ba-alu (la Tierra), la fecundidad contra la
infertilidad, etc. La religión cananea no era "monoteísta" en el sentido de
que tampoco es monoteísta, sociológicamente hablando, la práctica cotidiana
de un católico occidental, para quien cada santo o virgen tiene un ámbito de
influencia sobre determinados aspectos concretos de la vida.

El judaísmo es violentamente monoteísta en la exacta medida que es
monogenista y monolingüista: un solo dios, un solo pueblo, una sola lengua.
El origen de esta vocación de unidad es sin duda la situación subordinada
que ocupan las tribus hebreas incultas y nómadas que llegan al complejo
mundo cultural cananeo o palestino, cuyo origen histórico está datado con
las primeras manifestaciones del homo sapiens sobre la tierra sirio-cananea;
(hace unos 200.000 años el hombre de Neandertal reemplazó al Homo erectus;
hace unos 40.000 años -Paleolítico superior- el Homo sapiens -nosotros-
reemplazó al hombre de Neandertal). En ese espacio sirio-cananeo se puede
hablar de civilización propiamente dicha desde hace 16.000 años. Lo que
significa ocho veces el tiempo transcurrido entre el nacimiento de
Jesucristo y nuestros días(31).

Las tribus hebreas nómadas que habían llegado a Canaán o Palestina, recién
en el siglo VI-V aC. comienzan a elaborar las primeras tradiciones orales
que mucho más tarde desembocarían en el Antiguo Testamento. Sin embargo,
éste está fechado como si los acontecimientos fundacionales de la historia
de Israel ocurrieran en el siglo XIII-XII aC, es decir, hace unos 3.500
años. Los primeros documentos escritos judíos, que luego conformarían el AT,
son traducidos al griego (única versión que ha llegado hasta nuestros días)
recién a partir de los siglos III-II aC., en coincidencia con la expansión
demográfica de los restos del Imperio persa sobre el Mediterráneo
oriental(32), en la etapa alejandrina. Entre el Milenio XVI y el Siglo III
aC. se forja una gran cultura y una gran cosmovisión, la cananea o
palestina, que, para calificarla en términos posmodernos, era esencialmente
"plural" y diversa. El monoteísmo judío se elabora para destruir esa
larguísima tradición cultural existente.

Los autores del Génesis son los que sostienen, contra la cultura que los
había albergado en épocas anteriores, y por motivos obviamente políticos
(hegemonías territoriales o, mejor, etnoterritoriales) la idea totalitaria
de: un solo dios, un solo pueblo, una sola lengua. Y son esos escribas
hebreos del Génesis quienes dicen que la diversidad es el producto del
pecado. "En el mundo cananeo no existe el deseo de reducción de los dioses a
la unidad... ni por supuesto a la unidad de la pareja humana, ni la
reducción a la unidad de la lengua, como ocurre en la Biblia"(33).

El reduccionismo bíblico esconde una voluntad profunda de dominación. La
tendencia a la explicación por la unidad de origen es un primer intento de
dominación de elementos dispersos. La dispersión del mundo de la posguerra
fría (dioses, razas y lenguas distintas) hace de él un mundo incontrolable.
Su dominación o control exige la unidad de concepción, una idea religiosa
basada en el Genos, que evite la poligénesis etnocultural y el policentrismo
político. Es por ello que hoy también la diversidad (religiosa, racial y
lingüística) es el pecado. En ambos tiempos hay de por medio un relato
sacerdotal, que centra todo en el orden litúrgico, entendido como reflejo
del orden cósmico(34).

Hoy el cristianismo institucional se somete. "Si la racionalidad crítica de
la Ilustración desarrolló y perfeccionó los métodos de la interpretación
literal, filológica e histórica, en la pretensión de alcanzar una exégesis
objetiva y libre de perjuicios, es preciso que la hermenéutica poscrítica y
posmoderna recupere la sensibilidad hacia el símbolo y la alegoría... como
causa de aproximación a la verdad... de los textos bíblicos..."(35).

Dos procesos canonizados van en paralelo: el del Holocausto y el de la
hegemonía teológica del judaísmo. Ambos tienen el mismo objetivo: asegurar
la dominación de los dominadores en este "nuevo orden mundial"(36).

Surje así el hoy llamado, en Occidente, "pensamiento único", que en esencia
es una refundación del pensamiento científico, en el sentido de lograr una
"indiferenciación del mundo". Las ciencias llamadas "humanas", que hasta
este momento habían funcionado a base del estudio de las diversidades o
identidades, se transforma en el pensamiento de la unidad, de lo
indiferenciado, de lo único (un dios, un pueblo, una lengua -la del
imperio)(37).

Cuando la llamada comunidad internacional "recomienda" un "plan de
partición" de Palestina (Resolución 181 del 29 de noviembre de 1947), apenas
había finalizado la segunda guerra civil europea, cuyas causas y desarrollo
objetivo aún no han sido analizados en profundidad por el pensamiento
histórico occidental. Lo que hoy se nos muestra como historiografía
contemporánea europea es, en el mejor de los casos, una visión gravemente
deformada de los hechos históricos, propiamente dichos. Aquí también la
historiografía debe ser renovada al ritmo de los acontecimientos y
percepciones actuales.

Bajo esta perspectiva deformada, la comunidad internacional, en 1947,
recomienda la "partición" del territorio histórico y geográfico de
Palestina, el antiguo Canaán pre-bíblico. La Resolución 181 es un extenso
documento que debería ser releído con atención en los tiempos que corren.
Aun así, sobre la base de esa "recomendación", pocos meses después, el 14 de
mayo de 1948, se produce la "declaración de la independencia del Estado de
Israel", el primer hecho consumado de esta fatídica historia. En esa fecha
se inicia el proceso de expansión geopolítica jamás realizado por Estado
alguno en los tiempos modernos, proceso expansivo desarrollado a base de un
presupuesto teológico que llevó a ese mismo Estado a incumplir innumerables
veces con resoluciones condenatorias de la misma "comunidad internacional"
que lo hizo nacer, al menos en teoría.

La Resolución 181 fue uno de los resultados de la segunda guerra civil
europea, visto desde la óptica del bando vencedor de esa guerra. Recordemos
lo obvio: en esa guerra no existe ningún tipo de participación del mundo
árabe-musulmán, excepto como teatro de operaciones de ejércitos europeos y
de las fuerzas de los EUA. Sin embargo, se penaliza a ese mundo con la
instalación del Estado de Israel en uno de sus espacios geohistóricos
vitales: el cananeo-palestino.

Posiblemente -mirando la cuestión con un exceso de buena voluntad- en la
mente de los representantes occidentales y de los del "socialismo real"
(votan afirmativamente: Bélgica, Bielorrusia, Canadá, Dinamarca, EUA,
Francia, Luxemburgo, Holanda, Ucrania y URSS) en la Asamblea General de las
Naciones Unidas de esos tiempos, existía la intención de cerrar un período
de guerra, que había sido extremadamente cruel, en especial para algunos de
ellos. Sin embargo, lo que objetivamente hicieron, fue iniciar el tiempo de
una nueva guerra, esta vez no sólo europea-occidental, sino literalmente,
mundial.

La misma existencia del Estado de Israel es hoy el detonante de esa guerra,
y su espacio abarcante será el de las juderías en todo el mundo que
responden a los impulsos, muchas veces contradictorios, emergentes de ese
Estado.

No existe otra manera para frenar esa guerra que desarticular a ese Estado,
que es la fuente de poder de bandas terroristas que actualmente asolan
innumerables países. Inicialmente tal proceso de desarticulación debería ser
intentado a partir de los mismos mecanismos por los cuales se creó ese
factor de perturbación mundial.
________________________________________

1.- Georges Corm, Le Proche-Orient Éclaté - II. Mirages de la paix et
blocages identitaires 1990-1996, La Découverte, París, marzo de 1997, pgs.
227 y 228. Al texto

2.- Edward Saíd, Gaza y Jericó, Pax Americana, Txalaparta, Navarra (España)
1995. Al texto

3.- Saíd, op. cit. Al texto

4.- Sobre el cual, también, naturalmente, se ha tejido ya una "leyenda
negra" personal (Jacob Heilbrunn, "Germany's new right", en Foreign Affairs,
vol. 75, num. 6, noviembre-diciembre de 1996, pag. 80). Al igual que otros
muchos escritores alemanes descendientes de la Escuela de Frankfurt "...
Heilbrunn señala como principal fuente de los nuevos males (alemanes) al
historiador berlinés Ernst Nolte, a quien califica de 'espíritu rector' de
la nueva derecha (alemana)". Ver: Jochen Thies, "La nueva derecha alemana,
un espejismo", en Política Exterior, vol. XI, número 56, Madrid, marzo-abril
de 1997, pag. 57. Ernst Nolte, Lehrstück oder Tragödie?. Hay una traducción
española bajo el título "Después del comunismo", Ed. Ariel, Barcelona, 1995.
Der Europäische Bürgerkrieg 1917-1945. Nationalsozialismus und
Bolschewismus. Hay traducción española: "La guerra civil europea 1917-1945.
Nacionalsocialismo y Bolchevismo", FCE, México, 1994. Streitpunkte. Heutige
und künftige Krontroversen um den Nazionalsozialismus, Propyläen, Frankfurt
Main, 1994 (no hay traducción española). A lo largo de todo este trabajo
utilizaremos el concepto de "segunda guerra civil europea" en reemplazo del
corriente "segunda guerra mundial", porque el escenario bélico del Pacífico
oriental es totalmente independiente del escenario europeo-norafricano. No
sólo no hubo nunca operaciones conjuntas germano-japonesas, sino que la
declaración de guerra de Japón a los EUA sorprende a Berlín. El llamado Eje
no fue más que un diseño ideológico post factum sobre el papel. Al texto

5.- Genocidio: Destrucción metódica de un grupo étnico por exterminación de
sus individuos. Holocausto: Sacrificio usado contra los judíos, en el cual
la víctima es consumida por el fuego (Diccionario Larousse). La diferencia
de los conceptos hace que el martirio de los judíos sea irreductiblemente
distinto al de cualquier otro grupo humano: por su característica
sacrifical, supuestamente, está integrado a un proyecto divino, que finaliza
con la creación del Estado de Israel que sería la respuesta de Dios al
Holocausto. Un genocidio -o, más bien, un hipergenocidio- sobre el cual
nunca se habla en Occidente, es el cometido por los Estados Unidos contra el
pueblo de Irak. En primer lugar, durante la desigual acción militar, los
armamentos americanos -y occidentales, en general- produjeron -según fuentes
oficiales norteamericanas- más de 100.000 muertos entre las tropas iraquíes.
Luego, y sólo durante los primeros siete meses de 1991, 50.000 niños
iraquíes murieron por diarreas, mala alimentación y deshidratación por
rotura en los sistemas de agua potable, según el New England Journal of
Medicine, editado en 1992. En 1995 un estudio de la FAO indica que el
aberrante embargo impuesto a Irak por Occidente, que aún se mantiene, había
causado la muerte, haste ese momento, de un total de 560.000 niños, desde el
fin de la Guerra del Golfo. Un grupo francés, integrado por Lucie y Raymond
Aubrac, Jean-Claude Carrière, Jean-Pierre Chevènement, Régis Debray, Gisèle
Halimi y Sami Nair, definió esta situación como "genocidio frío en Irak".
Para no escapar al objeto de esta investigación no hablaremos aquí sobre los
grandes genocidios históricos, como el de los esclavos negros africanos o el
de los indígenas americanos, ni tampoco sobre los genocidios que actualmente
se multiplican en numerosas regiones de África carentes de interés económico
para Occidente. Naturalmente existe una relación directa entre las matanzas
de negros e indígenas y las actividades comerciales de los judíos y los
criptojudíos de la época, tal como ya hemos expuesto. Al texto

6.- Recordemos que una vez Napoleón dijo: "Cuando yo incendio una aldea,
todo el mundo lo condena, pero cuando Inglaterra destruye un país, nadie
habla de ello". Al texto

7.- Un hecho prácticamente desconocido en Occidente es que, entre 1947 y
1949, los israelíes victoriosos en su "guerra de la independencia" fuerzan
el exilio de unos 800.000 palestinos. Fue esta primera acción trágica de
depuración racial cometida por el Estado de Israel la que determina el
engranaje de los siguientes cincuenta años de guerras y de conflictos
regionales (ver: Tom Segev, Le Septième Million, Liana Levi, París, 1995).
Esta "limpieza étnica" fue un hecho histórico comparable con los 5.000.000
de alemanes "desplazados" hacia el Oeste, una vez finalizada la II guerra
civil europea. Un nuevo acto de depuración racial, o limpieza étnica -si se
prefiere-, es lo que reemplazará al "plan de paz" de Madrid-Oslo, por
decisión unilateral del sacrosanto (mesiánico) Estado de Israel. Israel
conservará en sus manos más de la mitad del territorio de la Cisjordania,
incluyendo el importante recurso hídrico del Valle del Jordán. Se creará
asimismo un "corredor" entre Jerusalén y Gush Etzión, entendidas como áreas
estratégicas para la seguridad del Estado de Israel. También se impedirá la
existencia de fronteras comunes entre una Palestina reducida casi a la nada
geográfica, y Jordania, para evitar el paso de refugiados palestinos y el
reforzamiento de su exhausta demografía. Y, por supuesto, la Gran Jerusalén
será el Heartland de la capital del pueblo judío. Y todo ello lo aceptará el
Occidente cristiano. Las represalias de Israel contra el Líbano fueron y son
de una envergadura espectacular, y se realizan contra una población y un
Estado que carece de los medios de defensa adecuados. "El total de víctimas
de las represalias (israelíes) en el Líbano (entre 1969 y 1982) estuvo entre
los 70.000 y los 80.000 muertos, sin hablar de las destrucciones, de los
sufrimientos, de la ocupación del 10 ó 12 % del territorio nacional"
(Georges Corm, L'existence du Liban dérange les israéliens, en Revue
d'études palestiniens, Nº 8, verano de 1996). Al texto

8.- Véase: Ernst Nolte, "Die Endlösung der Judenfrage in der Sicht des
radikalen Revisionismus", en Streitpunkte... op. cit, cap. 15, p. 304 y ss.
Al texto

9.- Dada la enorme responsabilidad que tuvo la dirigencia judío-sionista
(Consejo Mundial) de Londres con su "declaración de guerra" al III Reich. La
declaración fue firmada por Chaim Weizmann, presidente de la Agencia Judía
para Palestina, y está fechada el 1 de septiembre de 1939. Fue publicada por
"The Times" de Londres, el 5 de septiembre. Al texto

10.- En una fecha tan temprana como el 16 de septiembre de 1919, Aldolf
Hitler leyó un informe sobre los judíos ante el comité de un pequeño partido
bávaro de sólo 55 miembros llamado Partido Obrero Alemán (DAP). En ese
informe, que transcribe su biógrafo Werner Maser (Hitler: leyenda, mito,
realidad) plantea la necesidad de la "expulsión inmediata de los judíos". En
ningún momento de su vida Hitler planteó otra cosa que no fuese expulsión.
Algo muy diferente a exterminación. Y algo muy diferente también a
persecución, que es una "enfermedad infantil" del "antisemitismo afectivo".
Pienso que la clave política del discurso está en la siguiente frase: Lo
importante es que entre nosotros está viviendo una raza extraña que no es
alemana... que, sin embargo, posee los mismos derechos políticos que
nosotros. El texto reproducido por Werner Maser es el siguiente: "Gran parte
de nuestro pueblo refleja claramente la antipatía que siente hacia el
peligro que supone la existencia de los judíos en nuestro suelo; ahora bien,
las causas de esa antipatía no hay que buscarlas en la comprensión de los
desastrosos efectos que la actividad consciente o inconsciente de los judíos
en conjunto causa a nuestra nación, sino en que ella suele ser una
consecuencia del contacto personal, de la impresión que el judío nos causa
como individuo... Esto hace que parezca que el antisemitismo no es nada más
que un fenómeno afectivo y, sin embargo, no hay nada más erróneo. Los
sentimientos no deben y no tienen que influir para nada en el antisemitismo
como movimiento político, sino los hechos... En primer lugar, los judíos son
una raza y no una comunidad religiosa. El judío no se llama a sí mismo
alemán, polaco o americano judío, sino judío alemán, polaco o americano. De
los demás pueblos, sólo han tomado el idioma... Ni siquiera la fe mosaica es
un elemento decisivo para determinar la valía del judío... Gracias a su
educación milenaria, practicada casi siempre en círculos muy estrechos, el
judío ha sabido conservar su raza y su idiosincracia con más fuerza que
muchos de los pueblos bajo cuyo dominio ha vivido. Lo importante es que
entre nosotros está viviendo una raza extraña que no es alemana y que
tampoco está dispuesta a sacrificar sus peculiaridades, sus sentimientos,
sus ideas o sus aspiraciones, pero que, sin embargo, posee los mismos
derechos políticos que nosotros. Los sentimientos del judío se manifiestan
no sólo en lo material sino también en lo espiritual. La danza alrededor del
becerro de oro se convierte en una lucha despiadada por aquellos bienes que
en nuestra opinión no son los más elevados ni los más deseables. El valor
del individuo ya no lo determina su carácter ni la importancia de sus
prestaciones para la comunidad, sino única y exclusivamente la magnitud de
su fortuna... El nivel de la nación ya no se mide por la suma de sus fuerzas
morales y espirituales, sino por la dimensión de sus bienes materiales. Esta
manera de pensar trae como consecuencia un afán inconmesurable de dinero y
de poder que la refuerza todavía más y que hace perder toda clase de
escrúpulos a los judíos a la hora de elegir los medios idóneos para la
consecución de sus objetivos. En el Estado autocrático imploran la
protección de la 'majestad', del gobernante, para luego utilizarla a modo de
sanguijuela con sus pueblos (agreguemos que esta es la figura prototípica
del usurero judío en la España visigoda y cristiana, nota del autor). En el
Estado democrático solicitan la protección de la masa, y se inclinan ante la
'majestad del pueblo', aunque en realidad sólo reconocen la majestad del
dinero. Con su adulación bizantina, el judío destruye el carácter de los
gobernantes convirtiendo en vicio el orgullo nacional y la fuerza de un
pueblo, para lo cual no duda en utilizar la hipocresía y la desvergüenza. En
esta lucha emplea aquella opinión pública que resulta fácil influir...
mediante la prensa. Su poder es el poder del dinero, que en sus manos
aumenta y se multiplica de un modo asombroso en forma de intereses... Todo
aquello que impulsa a los hombres a superarse a sí mismos, sea religión,
socialismo o democracia, el judío lo utiliza como un medio para obtener
dinero y satisfacer su afán de poder. Su actividad actúa en el pueblo como
una tuberculosis. De todo ello resulta lo siguiente: el antisemitismo
puramente afectivo encontrará su máxima expresión en las persecuciones. El
antisemitismo racional, sin embargo, deberá intentar combatir y suprimir los
privilegios y prerrogativas que los judíos poseen como extranjeros de una
manera legal y organizada. La meta final tiene que ser la expulsión total de
los judíos". Al texto

11.- El "caso" de los jabones alemanes fabricados con la grasa de los
prisioneros asesinados en las "cámaras de gas" es una de las infamias más
aberrantes de las tantas elaboradas por la imaginería judía. El señor
Wiesenthal gana el máximo premio en el concurso de "tergiversación de la
realidad", que fue una de las tareas predilectas del judaísmo a lo largo de
toda su historia. Y es asimismo el reflejo del odio profundo de los judíos
al pueblo alemán, capaz -según ellos- de las más insólitas aberraciones. Los
hechos reales son los siguientes. Apenas iniciada la guerra, Alemania
comenzó a carecer de materias primas tanto industriales como de consumo
humano. Esas materias comenzaron a ser severamente racionadas. Los jabones
de consumo eran producidos por un organismo administrativo central que se
llamaba Reichs Industriefett (RIF), es decir, Industrias del Reich para las
materias grasas (Fett=grasa). Las siglas RIF estaban impresas en cada una de
las valiosas pastillas de jabón que durante los años de la guerra utilizó
todo el pueblo alemán. El señor Wiesenthal transforma "apenas" una letra,
convierte una "I" en una "J"; sólo eso, una nimiedad. Entonces la original
RIF se convierte en RJF y lo "traduce" al mundo entero: Reines Judenfett
(Pura Grasa Judía). Consecuencia: la morbosidad de los alemanes es
monstruosa. Es un pueblo a quien la "humanidad" debe condenar a perpetuidad.

(Véase también: Robert Faurisson: Le savon juif, en
http://www.abbc.com/aaargh/fran/archFaur/RF8703xx3.html. Al texto

12.- Ernst Nolte, Streitpunkte. Heutige und künftige Kontroversen um den
Nazionalsozialismus, Propyläen, Frankfurt Main, 1994 (no hay traducción
española). Al texto

13.- La vieja 'Gedächtniskirche' fue inaugurada en 1895. En 1961, se
construyó la nueva 'Gedächtniskirche' bajo la dirección de Egon Eiermann. Al
texto

14.-  Julio Caro Baroja, Los Judíos en la España Moderna y Contemporánea,
Istmo, Madrid, 1987, Vol 1. p.177. Al texto

15.-  Cuyo título en español es "Los verdugos voluntarios de Hitler".
Utilizamos la versión francesa: Les bourreaux volontaires de Hitler, Seuil,
París, 1997. Al texto

16.-  Pierre Vidal-Naquet, Los judíos, la memoria y el presente, FCE, Buenos
Aires, 1996. Al texto

17.-  El tema de la "muerte por el fuego" es altamente significativo. Se
origina en los llamados "quemaderos" de la Inquisición y es, indudablemente,
el elemento simbólico que une a los Tribunales del Santo Oficio con el
"Holocausto", en la fantasía de la conciencia occidental. Al texto

* Esta situación se ha modificado, sólo parcialmente, hacia comienzos de
1998. Al texto

18.-  Que es lo que implícitamente sostuvo el Papa Católico Romano en Beirut
el 11 de mayo de 1997, quien equiparó la ocupación israelí del sur del
Líbano con la presencia de fuerzas sirias en ese país, absolutamente vitales
para la defensa del mundo árabe en general. El tono empleado por el Papa
polaco contrasta notoriamente con el del Secretario general de Hezbollah,
Hasán Nasrala. Ver: Norberto Ceresole, Geopolítica del Conflicto en el
Mediterráneo Oriental y el Asia Central. Esta obra será publicada
próximamente. Al texto

19.-  Según mapas ya elaborados por el Estado Mayor del ejército judío, el
"Estado de Palestina" futuro sólo estaría asentado en varios bantustanes
dentro del 40% de lo que hoy es el espacio cisjordano. Al texto

20.- La decisión del gobierno israelí es no sólo de continuar con la
instalación de nuevos asentamientos, en la Jerusalén ocupada y en el West
Bank (Cisjordania), sino que además ha puesto a punto un proyecto para
"crear una nueva situación demográfica" en todas las regiones ocupadas. La
pregunta es: ¿Cuánto tiempo necesitará la "conciencia europea" para
recuperarse del shock del mito del Holocausto y volver a pensar la realidad,
que indica a cada paso las verdaderas dimensiones del proyecto judío
nacionalista en Medio Oriente y otras regiones del mundo? La Europa
cristiano-occidental debería asimismo prestar más atención a las opiniones
de las Iglesias cristiano-orientales, que recientemente se han reunido en
Damasco, pocos días antes de la llegada del Papa romano a Líbano. El Papa
Shnuda III, cabeza de la Iglesia de Alejandría y Patriarca de la Iglesia
copto-ortodoxa de Egipto, sostuvo que la paz en Oriente Medio y las
relaciones con el pueblo judío resultan inaceptables con una Jerusalén
ocupada. "Una normalización en estas condiciones es una contradicción... Los
judíos diferencian la `patria' de la `residencia'. No puede haber
normalización sin un Estado palestino, lo que es imposible bajo ocupación
israelí. El problema del Líbano, que recibe agresiones permanentes por parte
de Israel, no es una reconciliación interior ya lograda. El problema del
Líbano es su frontera con Israel. Es aceptable que exista una seguridad
israelí, pero asimismo debe haber una seguridad para el Estado palestino,
para Líbano, para Siria y para todos los Estados de la región. Israel no
tiene derecho a permanecer en el Golán por razones de seguridad, ya que ello
afecta a la seguridad de Siria. Los reclamos territoriales israelíes son
inaceptables". (Declaraciones del Papa Shnuda III a la televisión siria, el
9 de mayo de 1997, reproducidas por "Syria Times", 10 de mayo, p, 1).
Sabemos que en última instancia existe un enfrentamiento teológico entre las
Iglesias cristiano-orientales y Roma, que es abarcante de una discusión aún
no definida sobre el origen -judío o arameo- de Cristo. Ese enfrentamiento
está en el núcleo de la actual crisis política y estratégica entre la
Iglesia cristiana original oriental, y su posterior desarrollo occidental
romano-imperial. Al texto

21.- Charles S. Liebman y Eliezer Don-Yehiya, La religion civile en Israël,
en Religion et Politique en Israël, Cerf, París, 1990, p.79. Al texto

22.- Op. Cit. p. 82. Al texto

23.- Boaz Evron, El Holocausto: un peligro para la nación, ETON 77 -revista
mensual en lengua hebrea-, mayo-junio de 1980. Nosotros utilizamos la
versión española editada por Estudios Árabes, año 1, Nº3, Buenos Aires,
julio-septiembre de 1982. Al texto

24.- Véase: Historia de una invasión. Cómo nació y se mantiene el Estado de
Israel. En Roger Garaudy, Palestina, tierra de los mensajes divinos,
Fundamentos, Madrid 1987, pgs. 315 y ss. Al texto

25.- Raul Hilberg, La politique de la mémoire, Gallimard, París 1996, p.
117,118. Al texto

26.- Entre otras formas, produciendo un hipergenocidio sobre el pueblo
iraquí, como advertencia "simbólica" a todo intento de rebeldía árabe. Al
texto

27.- "Lo más increíble de todo es que Menahem Beguin sea Premio Nobel de la
Paz... (lo que) le ha permitido la ejecución metódica de un proyecto
estratégico que aún no ha culminado, pero que hace pocos días propició la
masacre bárbara de más de un millar de refugiados en un campamento de
Beirut. Si existiera el Premio Nobel de la Muerte, este año lo tendría
asegurado sin rivales el mismo Menahem Beguin, y su asesino profesional el
general Ariel Sharon". Gabriel García Márquez, en el "Expreso", de
Guayaquil, el 3 de octubre de 1982. Al texto

28.- Véase: las memorias de Elie Wiesel: ... Et la mer n'est pas rempli,
Seuil, París, 1996. Al texto

29.- Edwin S. Cochran, Deliberate Ambiguity: an analysis of Israel's nuclear
strategy, The journal of strategic studies, Vol. 19, Nº 3, Londres,
setiembre de 1996, pgs. 321-342. El autor, oficial del ejército de los
Estados Unidos de Norteamérica, sostiene que Israel (el hiperjudaísmo
mesiánico gobernante) dispone actualmente del equivalente a unas 300 grandes
cargas nucleares estratégicas, distribuidas en diferentes sistemas de armas
tácticas: proyectiles lanzables desde aeronaves, sistemas de misiles
tierra-tierra y munición de artillería. Al texto

30.- Julio Trebolle Barrera, La Biblia Judía y la Biblia Cristiana,
Introducción al Estudio de la Biblia, Trotta, Madrid, 1993, p. 45. Véase
también: César Vidal Manzanares, El judeo-cristianismo palestino en el siglo
I. De Pentecostés a Jamnia, Trotta, Madrid, 1995. "Las relaciones entre
ambas religiones no pueden ser descritas precisamente como históricamente
plácidas, pero, aun así, no puede negarse que Jesús fue un judío, que lo
fueron sus apóstoles y primeros seguidores durante décadas, que tanto el uno
como los otros utilizaron categorías de pensamiento eminentemente judías y
que dirigieron, inicialmente, su predicación al pueblo de Israel. El origen
de la ruptura y el desarrollo de la misma no se produjo... a partir de unas
coordenadas gentiles sino, por el contrario, en un marco judío..." (p. 23). 
Al texto

31.- La Siria prehistórica. Las huellas más antiguas dejadas por el hombre
en Siria, "homo erectus", se han encontrado en la costa mediterránea, en el
valle de Oronte. Estos hallazgos tienen una antigüedad de aproximadamente un
millón de años, un período que corresponde al principio del Paleolítico
Inferior. Todavía no se sabe con certeza si otras regiones de Siria hayan
sido habitadas en una fecha tan temprana. No obstante, parece ser cierto que
el hombre llegó al interior del país, a las zonas desérticas del Eufrates,
hace 600.000 años. Podemos observar que con el tiempo los emplazamientos y
los vestigios se multiplican y se diversifican y que la presencia del hombre
se desarrolla, como lo muestran las artesanías líticas que en aquella época
son extraordinariamente ricas y variadas. De esa época datan las primeras
huellas de cabañas construidas al aire libre y los primeros hogares
(hornos). Hace 250.000 años, Siria ha conocido nuevas poblaciones y
civilizaciones que han coexistido en los mismos espacios. En el Paleolítico
Medio, hace aproximadamente 200.000 años, el hombre de Neandertal sustituyó
al homo erectus. Los vestigios son mucho más ricos y variados. Se encuentran
en emplazamientos al aire libre, pero también en grutas y refugios bajo las
rocas, como p.e. en la región de Palmira y en los alrededores de Damasco y
en la gruta de Deideriyeh, en el valle de Afrin. En esta última, se ha
encontrado el esqueleto de un niño neandertaliense de 2 años de edad. Es el
esqueleto más completo que se ha hallado hasta la fecha. Corresponde a los
restos humanos más antiguos encontrados en Siria. Hace 40.000 años, al
principio del Paleolítico Superior, el Homo Sapiens, el antepasado directo
del hombre moderno, sustituye al hombre de Neandertal. En esta época, y no
se sabe todavía por qué, la presencia humana llega a ser más escasa y más
pobre. Sólo a partir de la última fase del Paleolítico Superior, con la
llegada de los Kebarienses, hace 16.000 años, Siria se convierte de nuevo en
el centro de una importante y rica presencia del hombre. Hace
aproximadamente 12.000 años, los Natufienses sustituyen a los Kebarienses.
Al principio del 9º milenio aC., en la época del Neolítico Pre-Cerámico,
Siria fue el centro de un cambio revolucionario. Aparecen los primeros
pueblos sedentarios. Se cultiva por primera vez el trigo y la cebada y se
domestican las cabras, las ovejas y las vacas. Construcción de las
viviendas: de diseño redondo o rectangular. Renovaciones en todos los
ámbitos: técnicos y económicos, pero sobre todo en el ámbito de la ideología
y la religión. En diversos emplazamientos, desde el Eufrates hasta Damasco,
se han encontrado huellas sobre los cultos rendidos a la Diosa Madre y al
Toro y a los antepasados. Durante todo el 8º y 7º milenio, las comunidades
neolíticas seguían transformándose económica y socialmente. Los pueblos se
construían más grandes, a veces fortificados como Halula y Jaada a orillas
del Eufrates. El proceso neolítico se completa en Sira en el 7º milenio con
el invento de la cerámica. Durante el 6º milenio, una nueva cultura original
se expande sobre gran parte de Próximo Oriente (cultura Halaf). Durante el
5º milenio, la cultura Obeid sustituye a los Halaf, y todavía no hay ningún
dato ni arqueológico ni mucho menos histórico sobre la presencia de tribus
hebreas en el espacio geográfico sirio-cananeo (Fuente: Syrian-European
Archaeology Exhibition, Damasco, 1996). Al texto

32.- Para el especialista inglés E.O. James, profesor de Historia de las
Religiones de la Universidad de Londres, la influencia del zoroastrismo
persa sobre la conformación del judaísmo en Canaán fue decisiva. "Surgió
entonces en la literatura judía un nuevo género, el llamado apocalíptico,
cargado de huellas inequívocas de las principales doctrinas del zoroastrismo
sobre el cielo y el infierno, el juicio después de la muerte y el fin del
mundo, la jerarquía angélica, un dualismo del bien y el mal bajo dos
ejércitos opuestos con sus respectivos caudillos, Miguel y Satanás, y un
reino mesiánico en el que prevalecería el bien" (E.O. James, Historia de las
religiones, Alianza, Madrid, 1975, p. 137). Es en el Libro de Esdras, del
Antiguo Testamento, donde con más claridad se ve la enorme influencia que
tuvo la cultura persa-zaratustrana sobre el proceso de construcción del
"Segundo Templo". Al texto

33.- Jesús-Luis Cunchillos, Visto desde Ugarit, El desciframiento de la
escritura cuneiforme y otros relatos, Ediciones Clásicas, Madrid, 1994, pgs.
182, 183, 184. Al texto

34.- El vespertino francés Le Monde (2/3 de noviembre de 1997, p. 3) publicó
un artículo sobre el reciente simposio celebrado en el Vaticano, bajo el
título: "Juan Pablo II avanza un paso más hacia el arrepentimiento con
respecto a los judíos. (El Papa) empieza a reconocer la especificidad de la
shoah" (Holocausto). Por la trascendencia del discurso papal, se transcribe
a continuación un resumen exhaustivo. "El día en que los polacos comprendan
que la 'reina de Polonia' (María) era judía, habrá menos antisemitismo y un
progreso en la teología cristiana". Esta "ocurrencia fuera de lugar" fue
recogida en los pasillos del simposio sobre "Las raíces cristianas del
antijudaísmo", por Le Monde. Ello "ilustra mejor que cualquier discurso la
dificultad del examen de conciencia con que la Iglesia católica está
comprometida", comenta Le Monde. Antes de elaborar el documento sobre la
shoah (Holocausto) que el Papa había prometido a los judíos hace 10 años (y
que debe entregar antes de que acabe este milenio), tiene que intentar
convencer a su propio equipo de que el judaísmo y el cristianismo son parte
de la misma historia y que el reconocimiento del pueblo judío como "pueblo
elegido" por Dios forma parte de la identidad de cada cristiano. En su
discurso del 31 de octubre (de 1997), el Papa Juan Pablo II invitó a sus
fieles (obispos, teólogos e historiadores) a esa "revolución mental". El
simposio se celebró estrictamente a puerta cerrada, con la exclusión de
cualquier representante judío, lo que, como comenta Le Monde, puede hacer
pensar en un retorno a los peores métodos de la Iglesia preconciliar. "Pero
el Papa había deseado que este examen de conciencia se hiciese primero `en
familia' para recordar lo que los errores de interpretación del Nuevo
Testamento han podido acarrear como estereotipos contra los judíos
(calificados como 'pueblo deicida' hasta el Concilio Vaticano II en los años
60), debilitando así cualquier resistencia ulterior a la persecución de los
judíos, hasta la shoah (Holocausto)". Esta "revisión" de la historia
cristiana no es compartida unánimemente, y si en el simposio de Roma se ha
conseguido un consenso, esto se debe -como dijo uno de los participantes- "a
que no se había invitado a ningún teólogo conservador o árabe." Un teólogo
conservador vería en este examen de conciencia un ataque insostenible a la
tradición de la Iglesia, y un teólogo árabe una nueva concesión del Vaticano
a Israel. Jamás el tono del Papa condenando el antisemitismo y todas las
"teorías racistas" había sido tan firme, ni había confesado tan claramente
la responsabilidad de la enseñanza y de la tradición cristiana. El Papa ha
dado también un paso más hacia el reconocimiento de la especificidad de la
shoah, distinta de otros genocidios porque "se trata de un odio que arremete
contra el plan de salvación de Dios en la historia de los hombres". Sin
embargo, el Papa supo poner ciertas barreras infranqueables -p.e. la
apertura de los archivos de Pio XII solicitada recientemente de nuevo por el
Centro Simón Wiesenthal- saliendo en defensa de la memoria de su predecesor.
Según Juan Pablo II, Pio XII defendió "la ley de la solidaridad humana y de
la caridad hacia todos los hombres independientemente del pueblo a que
pertenecían". Igualmente recordó que también la Iglesia "había sido apuntada
directamente" por los ataques nazi que acabaron en el genocidio. Estas
puestas a punto serán acogidas de manera diferente en la comunidad judía.
Pero se buscará en vano la causa del proceso que se ha hecho ayer al Papa
polaco por querer "anexionar cristianamente" la shoah. En los veinte años de
su pontificado, el discurso de Juan Pablo II sobre el judaísmo se ha
consolidado y centrado en lo esencial: el antisemitismo "deforma", dice, "el
rostro de la Iglesia. El cristianismo y el judaísmo forman parte de la misma
historia de salvación. 'El amor' del judío no es sólo una exigencia de
justicia y de caridad, sino que es ordenado por el designio mismo de Dios
sobre la humanidad". Recordando el "lazo vital (del cristianismo) con el
Antiguo Testamento, sin el cual el Nuevo Testamento es vaciado de su
sentido", el Papa añade: "Aquellos que consideraban el hecho de que Jesús
era judío y que su mundo era el mundo judío como simples hechos culturales y
contingentes que podrían ser sustituidos por otra tradición religiosa (...),
no sólo desconocen el sentido de la historia de la salvación, sino, más
radicalmente, arremeten contra la verdad misma de la Encarnación". "La
Iglesia", concluye Juan Pablo II, "condena con firmeza todas las formas de
genocidio, así como las teorías racistas que las han inspirado y que han
pretendido justificarlas. El racismo es una negación de la identidad más
profunda del ser humano creado a la imagen y semejanza de Dios. A la maldad
moral de cualquier genocidio se añade, con la shoah, la maldad de un odio
que arremete contra el plan de salvación de Dios. La Iglesia se sabe también
directamente apuntada por este odio".

También el periódico libanés L'Orient-Le Jour, en su edición del 1 de
noviembre de 1997 (p. 14), se ocupa del mismo tema: "Juan Pablo II condena
'los sentimientos de hostilidad' de los cristianos hacia los judíos, que han
impedido una resistencia contra las persecuciones antisemitas nazi". "Estos
sentimientos", dijo el Papa, "han contribuido a adormecer muchas
conciencias". "De modo que, cuando se desencadenó en Europa la ola de
persecuciones inspiradas por un antisemitismo pagano (...), la resistencia
espiritual de muchos no ha sido la que la humanidad tenía derecho a esperar
de los discípulos de Cristo", añadió.

Durante siglos, la idea de que el pueblo judío era culpable de la muerte de
Cristo ha circulado no sólo en la cultura cristiana, sino incluso en los
textos litúrgicos, lo que fue borrado en la época de Juan XXIII, en el
Concilio Vaticano II en los años '60. Sin embargo, el Pontífice ha subrayado
en su discurso, pronunciado en francés, que hubo "cristianos que hicieron
todo para salvar a los perseguidos hasta poner en peligro su propia vida".
El Papa evocó "la elección divina" del pueblo judío, "convocado y conducido
por Yahvé, creador del cielo y de la tierra". "Su existencia" (la del pueblo
judío), continuó, "no es por lo tanto un puro hecho natural o cultural
(...). Es un hecho sobrenatural". Insistió, además, en el deber de los
cristianos de albergar "sentimientos fraternales" hacia los hijos de Israel.
La reunión debe aportar al Papa "un material de calidad científica
indiscutible que pueda servir al examen de conciencia de los cristianos que
él ha invitado con ocasión del gran Jubileo del año 2000", indicó el teólogo
del Papa, el dominico francés Georges Cottier. Una vez más, el Centro Simón
Wiesenthal, de Viena, especializado en la caza de antiguos nazis, aprovechó
la ocasión del simposio para reclamar la apertura de los archivos del
Vaticano sobre el pontificado de Pio XII. Pero el Padre Remy Hoechman,
secretario de la comisión del Vaticano para las relaciones con los judíos,
respondió que este tema no figuraba en el orden del día del simposio. Al
texto

35.-  Julio Trebolle Barrera, op. cit, p. 608, 609. La insistencia en el
símbolo y en la alegoría se debe a que: "La cultura israelita anterior al
exilio, si se compara con los restos del Oriente Próximo antiguo, se
caracteriza por la pobreza de datos. No sólo las grandes culturas de Egipto
y Mesopotamia, sino también el resto de la franja siropalestina han
proporcionado a la investigación arqueológica unos restos mucho más
significativos que Israel. Sin embargo, en Israel ha habido una
investigación más intensa que en cualquier otra región de Oriente Próximo y
puede que del mundo. Si la historia política y cultural de Israel tuviera
que ser reconstruida sobre la base de estos hallazgos arqueológicos,
tendríamos sobre ella una visión muy escueta y pobre... Los fenómenos
políticos, culturales y de población son de escasa envergadura, comparados
con las áreas vecinas, sobre todo en la Edad de Hierro... Tratándose del
período de los 'orígenes' de Israel, la divergencia entre el relato bíblico
y la realidad histórica es prácticamente total, por la falta de fuentes
creíbles, las distancias en el tiempo (entre la redacción del Antiguo
Testamento y los hechos a los que se refiere) y las fuertes interferencias
de las intensiones 'fundadoras'. A fin de cuentas nuestra documentación
arqueológica y contextual referente a este período es más fiable que la que
los autores del siglo VI (aC, los escribas hebreos del AT) tenían a su
alcance: antiguas historias de cariz legendario, genealogías transmitidas de
memoria y etiologías". Mario Liverani, El Antiguo Oriente: historia,
sociedad y economía, Crítica, Barcelona, 1995. Al texto

36.- El progresivo proceso de control institucional del judaísmo sobre el
cristianismo lo relata David Rosen en su trabajo La familia de Abraham:
pasado, presente y futuro. David Rosen, rabino, coenlace ante el Vaticano de
la Liga Contra la Difamación y director de la sede en Israel de Relaciones
Interreligiosas. Participa en el Comité de Enlace Judeo-Católico
(interreligioso), así como en la Comisión Bilateral Permanente entre el
Estado de Israel y la Santa Sede que negoció el acuerdo bilateral. Es
profesor de Estudios Judíos en el Centro de Jerusalén para Estudios de
Oriente Próximo y ex rabino principal de Irlanda. Política Exterior, Vol.
XI, Madrid, Julio/Agosto 1997, Núm. 58. Al texto

37.- La antropología, en estos tiempos de posmodernidad, al igual que muchas
otras ciencias llamadas "humanas", ha sufrido un proceso de re-fundación
ideológica acorde con la búsqueda de un mundo in-diferenciado. El canon, ya
lo hemos visto, señala a toda diferenciación como un pecado; o más bien ella
está originada por el pecado (Génesis, La Torre de Babel). Al texto
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Ver En anexo documental de este Capítulo un articolo de Faurisson.



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EDICIONES TERCERA POSICION - Ediciones Libertarias-Prodhufi S.A., Bravo Murillo 37, 28015 Madrid, España. 1998
ISBN 84-7954-421-X



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