Roger Garaudy
La Cruzada de los asesinos, después de la implosión
de la Unión Soviética es el fin de una época
dominada por la guerra fría entre dos superpotencias: la
nueva ruptura en el mundo se produce entre el Norte y el Sur,
entre los pueblos elegidos y los pueblos excluidos.
Esta nueva cruzada es teorizada por Estados Unidos, en El conflicto
entre civilizaciones de Samuel Huntington donde proclamó
que "la línea de frente se sitúa entre la civilización
judeocristiana y la colusión islamoconfuciana". Así
mismo, un siglo más tarde, retoma la tesis de Teodoro Herzl,
fundador del sionismo, quien en su libro El Estado judío
afirma "Nosotros seremos el centinela adelantado de la civilización
occidental contra la barbarie del Oriente." Estas concepciones
de las nuevas Cruzadas, tan perfectamente ajustadas entre los
maestros de la demostración de fuerza y su punta de lanza
: Israel, bisagra entre dos mundos, no engendran más el
equilibrio del terror sino el desequilibrio del terror. Los focos
más sangrientos y los más amenazantes, para el futuro
de la paz y de la unidad del mundo, son Irak (y su lenta agonía
sostenida por el embargo) y Palestina (donde una ocupación
devoradora puede, en cada momento, ser el detonante de una deflagración
mundial).
Esta nueva Cruzada libra sus combates en todos los frentes:
A - Económico, con los embargos destinados a la vez a destruir
las posibilidades de desarrollo en el Tercer Mundo (Irak ha advertido
el peligro mortal del mismo) y la eliminación de los competidores
potenciales (Europa y Japón) creando terrenos vedados,
tal como lo hace la ley Helms Burton y la ley de Amato, así
como el ahogo económico de Palestina.
B - Político y militar, después del desembarco en
Cuba, que tuvo como objetivo eliminar a Fidel Castro, los bombardeos
en Trípoli para asesinar a Kadafi, la destrucción
de Irak, o, finalmente, la invasión trepadora de Palestina
por las colonias israelíes.
C - Nacional y cultural, con el aprisionamiento a través
el pensamiento único y los medios de comunicación,
imperio de hecho de los dos cruzados: el uno, acaparando el monopolio
económico de las ondas y del cine; rl otro, abasteciendo,
en cada país, las técnicas de manipulación
de los espíritus para imponer, por la eliminación
de las culturas nacionales, la religión universal, que
no se atreven a nombrar: El monoteísmo del mercado.
La maniobra más hábil de los nuevos cruzados es
el camuflaje de sus objetivos:
Los embargos, que no afectan ni a los regímenes ni a los
dirigentes, pero destruyen psíquica y moralmente a pueblos
enteros, justificándose con la defensa de los derechos
del hombre, de esos hombres a los que aniquilan por centenares
de miles, y el derecho que es el derecho de la fuerza.
La violencia militar es bautizada: "lucha contra el terrorismo"
designándose como (lo ha hecho otras veces Hitler) terrorismo
la resistencia a la opresión y a la ocupación. Se
disfraza jurídicamente representando a la comunidad internacional,
interviniendo en nombre del Consejo de Seguridad, el cual se convierte
en cámara de registro de las decisiones más arbitrarias.
En definitiva, como anteriormente lo ha hecho el colonialismo
tradicional, la destrucción de culturas nacionales en provecho
de una cosmopolita cultura de la violencia se presenta como el
aporte de la civilización y de la modernidad a aquéllos
que rechazan la decadencia de sus películas de terror,
de sus drogas, de sus artes que tienden a la evasión y
no a la toma de conciencia del sentido de la vida.
Este número, dedicado a la cruzada de los asesinos no sólo
pretende denunciar estas mortales estratagemas, sino hacer un
llamado a aquellos que quieren que la vida tenga un sentido y
el porvenir un aspecto humano (un llamado a la reflexión,
a las sugerencias constructivas, como así también
al apoyo material necesario a la publicación de sus ideas
y de las nuestras).
I - Diez siglos de cruzadas
"¡Así lo quiere Dios!", así comenzó
la primera cruzada cuando, a pedido de San Bernardo, los cristianos
de Europa partían a la conquista de la "Tierra Santa"
masacrando, en su camino, a los judíos de Europa Oriental,
los cristianos de Bizancio, después, quemando en Jerusalén
a los judíos en sus sinagogas y regando con sangre musulmana
las calles de la ciudad.
A partir de la expedición de Cristóbal Colón,
la invasión de América se realizó para saquear
el oro de los americanos, también se hizo en nombre de
una evangelización: la Ordenanza Real del 20 de marzo de
1512 invoca, para justificar la conquista, la expoliación
de las tierras y las vejaciones de 70 millones de indios, "la
gracia y donación que nos hace nuestro Santo Padre Alejandro
VI, de todas las islas y tierras firmes."
La captura, esclavitud y deportación de negros de África
hacia América (de 10 a 20 millones de deportados, y 10
muertos por cada cautivo, lo que representó de 100 a 200
millones de negros asesinados) se hizo también en nombre
de Dios; la Iglesia en Portugal, hasta la mitad del Siglo XIX,
daba la bendición a los cargamentos de esclavos embarcados
hacia América en una misa llamada: "el bautismo de
la libertad".
El colonialismo del Siglo XIX combina indisolublemente las 3 M:
Militares, Mercaderes y Misioneros. Estos últimos, aún
con fe y espíritu de sacrificio, han contribuido (a menudo
por ignorancia) a acrecentar los crímenes coloniales: "un
buen misionero me economiza un batallón", decía
el mariscal Lyautey.
Ese espíritu de cruzada, aún con otro camuflaje
ideológico, no ha cesado hasta el Siglo XX. En el momento
en que el ejército de ocupación inglesa y francesa
invaden el Oriente Medio, el general francés Gouraud proclama
en 1918: "Saladín, aquí estamos, hemos vuelto."
El general inglés Allenby, frente a la tumba de Saladín,
declara: "Las cruzadas han terminado hoy" pero desgraciadamente
aún no terminaron y sobreviven al servicio de las potencias
europeas.
El 4 de diciembre de 1936, cuando causa estragos el sitio de Madrid,
el primado de España al servicio de Franco publica: "esta
guerra es la guerra que mantiene el espíritu cristiano.
debemos reconocer en ella el espíritu de una verdadera
cruzada."
El 24 de diciembre de 1936, el episcopado alemán declaraba
unánime en su conferencia de Fulda: "El jefe y canciller
del Reich, Adolfo Hitler, se dio cuenta a tiempo del avance del
bolchevismo. Los obispos alemanes consideran su deber sostener
al jefe del Reich en esta gran lucha."
El 15 de noviembre de 1940, el cardenal arzobispo de Lyon, primado
de Galia, felicita al mariscal Pétain: "Este jefe,
Dios lo ha enviado a nuestra patria. Pétain es Francia
y Francia es Pétain."
El 24 de julio de 1941, los cardenales y arzobispos unánimemente
(con la sola excepción del cardenal Salièges) publicaron:
"Nosotros alentamos a nuestros fieles a apoyar. y a colaborar
sin temor."
Por suerte, al contrario, un gran número de católicos
y de sacerdotes participaron en la resistencia.
Al día siguiente de la victoria contra Hitler, los dirigentes
americanos tomaronel relevo.
El presidente Truman saluda "la responsabilidad del Todo
Poderoso". Un verdadero Mein Kampf del imperialismo norteamericano
es publicado por Burnham, traducido rápidamente al francés
bajo el título "Por una dominación mundial",
con un prefacio de León Blum. No fue una innovación
en la estrategia del Partido Socialista ya que, desde 1930, en
el Boletín de información del grupo parlamentario
socialista, Marcel Déat (que se convertirá en una
figura de primer plano en Vichy durante la ocupación) escribió:
"La Pax americana, será un renacimiento de la pax
romana, bajo en el reino del oro y no de la espada."
Desde entonces los trusts norteamericanos, cuyas industrias no
han sufrido ninguna destrucción y que, por el contrario,
se han multiplicado en el transcurso de la guerra, en provecho
suyo, se encuentran, según lo observa un hombre del Estado
inglés "en la situación de un niño que
ha ganado todas las canicas y está obligado a prestarlas
para continuar el juego", Pío XII habla de "su
caridad plena de munificencia., ejemplo de la mejor tradición
cristiana".
¡Se trata del Plan Marshall!
En Norteamérica el cardinal Spellman habla, según
su expresión, en nombre de aquéllos que "creen
en la América [por Norteamérica] y en Dios".
Será este mismo cardenal quien diría a los que fueron
a masacrar en Vietnam: "Ustedes son los soldados de Cristo".
Desde Constantino, la fe no tiene nada que ver con esta instrumentalización
de la religión, con esta colusión de la Iglesia
con el poder (constantinismo).
A menos que se trate de la única religión que pretende,
hoy en día, dirigir la vida personal, como así también
las relaciones internacionales; el monoteísmo del mercado
no reconoce más que un solo Dios: el dólar.
Cada dólar testifica esta misión de Cruzada atribuida
a Estados Unidos. Cada billete verde lleva esta inscripción
sorprendente para una moneda: "In God We Trust" ("Nosotros
[¿es el dólar el que habla?] tenemos fe en Dios.")
Por lo tanto, la cruzada de los asesinos cobra todo su sentido
bajo un lema nuevo: la defensa de la democracia y de los derechos
del hombre. Sus ilustraciones más gloriosas se sitúan
desde el asesinato con napalm de un millón de vietnamitas;
pasando por centenares de miles de iraquíes, primero con
misiles, después con el embargo, que ha matado aún
más civiles y niños por el hambre y por la falta
de medicamentos. Y la lista es larga, hasta hoy en día,
con la complicidad de lo que da en llamarse, por antífrasis,
las naciones civilizadas, es decir, poniendo en práctica
de ahora en más la religión del amo: el monoteísmo
del mercado. Tomando el nombre de embargo, de Cuba a Corea del
Norte. Con blancos precisos: los países productores de
petróleo (Libia, Irak, Irán), ya que este petróleo
es el factor preponderante de la cruzada del modelo occidental.
La nueva cruzada comienza desde la caída de Hitler. Hacía
tiempo que estaba considerado como el "mejor escudo contra
el bolchevismo", para los occidentales que no habían
medido, después de la Primera Guerra Mundial, el poder
de atracción de la Revolución Socialista de Octubre
de 1917.
Antes que la invasión militar, Occidente encontró
el embargo como única réplica. Para reparar lo que
Churchill llamó "la cruzada de los 14 Estados"
(que evoca la primera cruzada de los 14 Estados: contra la Revolución
Francesa, bajo la máscara irrisoria del regreso de emigrados
de Coblentz, 14 ejércitos de la Europa monárquica
bajo las órdenes del Duque de Brunswik). Por lo tanto,
se repite el mismo escenario: antes de destruir la Revolución
por la fuerza, primero se aplica un embargo para aislarla totalmente.
Clémenceau declaró que había que practicar,
con respecto a los rojos de Rusia "una política de
alambre de púas". Churchill definió la segunda
etapa "establecer un cordón sanitario y arremeter
contra Moscú" (¡Los precursores del muro de
Berlín, estaban, en ese momento, situados al oeste!)
Bajo el mismo camuflaje de contrarevolucionarios, la Santa Alianza
armó el pasado para ahogar el presente: Gran Bretaña
abasteció con 25.000 fusiles, 200 cañones, 30 carros
de combate, a Denikine, más una centena de oficiales instructores.
Una nueva ola de 130.000 soldados de la Entente afluyeron a Odesa
y a Sebastopol. En noviembre de 1918 el gobierno norteamericano
abasteció con 200.000 fusiles, ametralladoras y cañones
a Koltchak en Siberia y la protección de su retaguardia
con 200.000 soldados de la Entente.
Es necesario acordarse de los orígenes, en 1792 y en 1918,
de esta cruzada de asesinos para comprender esta más reciente
cruzada contra el Islam. Después de la caída de
la Unión Soviética, el Islam tomó el relevo
en el papel de Imperio del Mal, para justificar las nuevas agresiones
y los nuevos embargos, las nuevas cruzadas, esta vez en nombre
de una religión que no se anima a decir su nombre: el monoteísmo
del mercado.
Según el libro de Schmitt, The concept of the political
(p. 79): "Una guerra tendiente a proteger y difundir el poderío
económico debe, con el uso de todos los medios de propaganda,
ser presentada como la última guerra de la humanidad para
crear un nuevo orden mundial."
Patrick J. Buchanan, en el New Hampshire in Sunday News del 25
de noviembre de 1990, escribió: "Para algunos norteamericanos
que buscan un nuevo enemigo para medir su poderío, después
de la muerte del comunismo, el Islam es el adversario preferido.
Pero declarar que el Islam es el enemigo de Estados Unidos, es
declarar una nueva 'guerra fría', la cual no es seguro
que termine de la misma exitosa manera que la primera." (Citado
por John L. Espósito en su libro La amenaza islámica:
¿mito o realidad? New York, Oxford University Press, 1995,
p.5)
Los actores no son recientes, pertenecen a una nueva generación
de ladrones y a las potencias actuales: Inglaterra y Francia hasta
1918, la Alemania de Hitler de 1933 a 1945, y Estados Unidos desde
1945.
Pero los objetivos de saqueo y de dominación del mundo
son los mismos, y la complicidad también: Hitler, por ejemplo,
aparece como el "mejor escudo contra el bolchevismo",
Francia e Inglaterra concluyen, desde 1933, el "Pacto de
los cuatro": Alemania, Italia, Gran Bretaña y Francia.
En 1935, es el "Pacto anglo-alemán". En septiembre
de 1935, Chamberlain para Inglaterra y Daladier para Francia,
permiten a Hitler entrar en el sudoeste de Checoslovaquia. Hasta
1938, Francia abastece con mineral de hierro y de bauxita a Alemania,
lo que permite a éste volverse el primer productor mundial
de aluminio. El 24 de julio de 1939 el primer ministro inglés
Chamberlain anuncia a la Cámara de los Comunes, que el
20 de julio de 1939 estaba previsto conceder a la Alemania de
Hitler un préstamo de 1 millón de libras esterlinas.
En Munich, aquellos esperaban desviar hacia el este los apetitos
de Hitler, denunciando con furor el pacto de no agresión
germano-soviético, a fines de 1941, pero se dan cuenta
de que si Hitler logra vencer a la Unión Soviética
nadie más podrá oponerse a la dominación
total de Europa, por lo tanto, se resignan a una alianza provisoria
con la Unión Soviética sin perder de vista los objetivos.
El senador norteamericano Truman (que luego será el presidente
Truman) escribe, en plena guerra: "Si vemos que Alemania
toma ventaja, habrá que ayudar a Rusia. En caso contrario,
habrá que ayudar a Alemania, de manera tal que se maten
entre ellos." Es el principio constante de la política
norteamericana, que envía siempre a su ejército
en auxilio de la victoria, es el caso en 1917 después de
Verdun y en 1944 después de Estalingrado. Al final de las
guerras han hecho de Estados Unidos la potencia financiera más
importante del mundo frente a una Europa dos veces exangüe,
en 1918 y en 1945.
A partir de 1945, después de la Conferencia de Bretton
Woods, que impone al mundo entero la paridad del dólar
con el oro, comienza la dominación del dólar.
La ruptura del mundo entre Norte y Sur, y entre los del Norte
y los del Sur, es decir, entre los que tienen y los que no tienen,
revela una forma inédita de cruzada, despiadada, que hace
uso de técnicas, también inéditas, de destrucción
masiva.
Hitler -aplicando los mismos métodos de genocidio perpetrados,
durante cinco siglos, por Occidente, a los pueblos de color (amerindianos,
africanos o asiáticos)- ha logrado, después de 11
años de poder absoluto en Europa, destruir un millón
de eslavos y judíos en Auschwitz, y sin duda el doble,
ya sea en otros campos de concentración, ya sea por el
hambre, los trabajos forzados, la extenuación y el tifus.
Esta guerra ha costado al mundo más de 50 millones de muertos.
Las nuevas técnicas, particularmente las armas atómicas,
permitirán el más espectacular progreso en los métodos
de exterminación masiva. Fue necesario más de un
decenio para la escalofriante masacre de la Segunda Guerra Mundial,
pero no hace falta más que algunos segundos para asesinar
35.000 civiles en Hiroshima y, dos días después,
un número aún mayor en Nagasaki.
Es el comienzo de la era de la nueva cruzada de los asesinos:
cincuenta años después de la Segunda Guerra Mundial
por la sola acción de la fractura económica del
mundo, 35 millones de seres humanos mueren cada año de
hambre y malnutrición, entre ellos, según la Unicef,
13 millones y medio son niños, es decir, el equivalente
de un Hiroshima cada dos días.
Ochocientos millones de seres humanos sufren de subalimentación
crónica y 2 mil millones (un tercio de la humanidad) sufren
de anemia. Tales son las terroríficas cifras que nos proporciona
el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) en
septiembre de 1998.
El sistema capitalista y colonial de dominación llegó
hasta sus últimas consecuencias: desde hace cinco siglos,
un desarrollo prodigioso de las técnicas y de la riqueza
ha conducido a una polarización sin precedentes en provecho
de una minoría minúscula, y en detrimento de las
multitudes, donde el crecimiento de la miseria mortífera
no deja de agravarse.
El mismo informe del PNUD, de septiembre de 1998, nos demuestra
que en 1960 el 20 % de la población mundial que vivía
en los países más ricos tenían un ingreso
30 veces superior al del 20 % de los países más
pobres; en 1995 dichos ingresos son 82 veces superiores.
Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, en su editorial
de noviembre de 1998, nos comunica que "las tres personas
más ricas del mundo poseen una fortuna superior a la suma
del producto bruto interno (PBI) de los 48 países más
pobres" y que "para dar a toda la población del
globo el acceso a las necesidades básicas (comida, agua
potable, educación, salud) será suficiente deducir,
de las 225 fortunas más grandes, menos del 4 % de sus riquezas."
Y luego, para ilustrar estas estadísticas del PNUD, agrega
que "para satisfacer las necesidades universales de nutrición
y sanidad, no costará más que 13 millones de dólares,
es decir, apenas lo que los habitantes de Estados Unidos y Europa
gastan por año en consumo de perfumes."
Este alucinante balance de cinco siglos de progreso es el resultado
de la ley de desarrollo del sistema capitalista (creación
de inmensas riquezas y empobrecimiento de la inmensa mayoría
de hombres, como corolario de esta acumulación) es el de
la solución divisionista imprescindible para perpetuar
una repartición tan espantosamente desigual.
Por lo tanto, este primer número de A CONTRA NOCHE intenta
ayudar a tomar conciencia de los mecanismos por los cuales el
sistema conduce a tales aberraciones homicidas para la humanidad
entera, haciendo uso de una estrategia del hambre que se desprende
necesariamente del monoteísmo del mercado. Estos mecanismos
están institucionalizadod por organizaciones internacionales
que son el brazo secular de Estados Unidos: el Fondo Monetario
Internacional (FMI), el Banco Mundial, la Organización
Mundial de Comercio, y por las decisiones unilaterales de Estados
Unidos (la Ley Helms Burton y la Ley de Amato) que exigen ser
aplicada en todos los países. Resultado de ello: los embargos
que asesinan a centenares de miles de seres humanos, la ocupación
militar de zonas enteras del globo, las intervenciones aéreas
perpetradas contra las poblaciones civiles con armas de destrucción
masiva, la dominación económica y la explotación
de los pueblos.
*
En lo sucesivo, la cruzada de los asesinos, de la cual hemos evocado
brevemente sus orígenes y su despliegue invade el presente
y preludia la destrucción del globo, sólo falta
describirla en su evolución histórica y en su localización
geográfica.
Evocaremos simplemente, sin preocupación cronológica,
el espantoso perjuicio humano a escala planetaria que produce.
Recordemos que, aún antes de generalizarse el uso del embargo,
la imposición económica y los ataques militares,
hay que hacer uso de los métodos tradicionales, los mismos
que preconizaba Truman para mantener, con ayuda alternada, la
guerra entre la Alemania nazi y la Unión Soviética,
con el fin de lograr que se destruyeran mutuamente.
Una vez que se logró el doble objetivo, primero la caída
de Hitler y luego la implosión de la Unión Soviética,
el Islam fue designado como el nuevo imperio del mal que es necesario
destruir para justificar una nueva carrera armamentista, bajo
este esquema de destrucción mutua y de nuevas aplicaciones.
Por ejemplo, durante años el Irak de Saddam Hussein fue
particularmente protegido por Estados Unidos y sus vasallos, con
la afluencia del financiamiento y armamento necesario para intentar
combatir la nueva república islámica de Irán.
Pero esta estrategia ha sido un fracaso porque Irak no ha podido
vencerla, a pesar de los deseos y la ayuda de Estados Unidos.
Entonces se convirtió en un país inútil pero
poderoso y de ahora en adelante se trataba de aniquilar todo lo
que se le había dado y destruir todas las perspectivas
de desarrollo nacidas de su esfuerzo creador, dotado de tan eficaces
medios. Fue, por lo tanto, una guerra de aniquilamiento realizada
según los sueños de los diri!
gentes
norteamericanos: sin arriesgar ninguna tropa terrestre que, sin
motivación, no sería capaz de resistir a un pueblo
alzado por su independencia, como ya había sido demostrado
con el desastre de Vietnam donde se descubrió la impotencia,
la desmoralización y descomposición moral de la
desvencijada soldadesca norteamericana.
II Los objetivos de
la última mitad de siglo
A De Irak a Irán (y Sudán)
Los norteamericanos, con o sin la máscara del Consejo de
Seguridad, manifestaron la diversidad y arbitrariedad de pretextos
y objetivos de los embargos impuestos a todos los países
que están en la mira, como es el caso extremo de Irak,
pero también de Irán, de Libia, de Sudán
o de Cuba, por citar sólo los más evidentes.
En Irán, por ejemplo, hoy en día es el blanco principal
del totalitarismo mercantil y agresivo de Estados Unidos, los
motivos son de lo más variado: unas veces, es la base de
todas las intervenciones, como lo hemos mostrado a propósito
de la ley de Amato, se trata de impedir que un país alcance
un desarrollo técnico, que le permita una real autonomía
política y volverse totalmente independiente del mercado
norteamericano, de sus satélites y de sus vasallos. Otras
veces, con las sanciones económicas, se intenta eliminar
dentro de los países contemplados la competencia de los
países europeos o de Japón. Este es evidentemente
el objetivo de las leyes Helms-Burton y de Amato, tan parecidas
a aquellas del colonialismo tradicional: por ejemplo, la ley inglesa
impuesta en India o las leyes francesas en Senegal o en Argelia
(operación, en éste último caso, hipócritamente
camuflada, ya que se denominó departamento francés
de Argelia, lo que era de hecho una colonia.)
Finalmente el objetivo último es la subversión política
de los países sometidos al embargo, la caída del
poder establecido, tratando al mismo tiempo de paralizar la acción
del gobierno y matar de hambre a la población; y si esto
no fuese suficiente, sostener a los opositores desde un punto
de vista financiero y eventualmente militar, como lo ha hecho
el presidente Kennedy tratando, de armar y financiar la mafia
de exiliados cubanos de Miami para recuperar Cuba, en la operación
de la Bahía de Cochinos, un desembarco que terminó
en un fiasco total.
Nuevamente hoy Estados Unidos estimula, con ayuda económica
y militar, a los opositores al régimen iraní. Pero,
aquí también, las dificultades de los dirigentes
norteamericanos y de la C.I.A. son grandes, a causa de la dispersión
de los grupos rivales de opositores cuyo único proyecto
es el de adueñarse del poder (destruyendo las sectas [sic]
competidoras para disfrutar de su hipotético botín).
Irán fue acusado de fabricar armas de destrucción
masiva, nucleares, químicas o bacteriológicas, aún
cuando esto fue formalmente impugnado por los expertos de la Agencia
Internacional Atómica, a quienes se les negó todo
tipo de inspección o de control (tal como es el comportamiento
del Estado de Israel, rechazando todo control de sus instalaciones
nucleares, y llegó al extremo de encarcelar al erudito
israelí Vanuatu, por haber revelado la existencia de las
mismas.)
Irán fue enseguida designado como el centro de actividades
del terrorismo internacional (de nuevo aquí, sin la menor
prueba), por iniciativa, en Charm el Cheikh, de los dirigentes
israelíes.
Estados Unidos, en estrecha colaboración con los servicios
secretos israelíes e imitando a los nazis, llamó
terrorismo a la resistencia de cualquier opositor en la conquista
del espacio vital (hoy en día, bautizado el Gran Israel)
y a su ocupación que se extiende, según el proyecto
de Hitler, a toda Europa. El sionismo israelí, bajo la
impulsión de lo que Derogy-Weitzman llamó el fascismo
rabínico, tiende a convertirse en tierra conquistada a
lo que denominan, por una lectura integrista de la Biblia, la
tierra prometida, del Nilo al Éufrates, y que ha comenzado
con la ocupación de las fronteras de todos sus vecinos
y la colonización paulatina de Palestina.
La última prueba de la mentira, fue el bombardeo y la destrucción
de un laboratorio farmacéutico en Sudán. En realidad,
se trataba de castigar los atentados terroristas de Kenia y Tanzania.
Los policías políticos de Estados Unidos pretendían,
desde hace años, tener la prueba de que Sudán encubría
campos de entrenamiento y de instrucción para los terroristas
del mundo entero. En efecto, tienen los medios de detectarlos
y de situarlos con precisión, ya que sus satélites
espías pueden fotografiar los objetos del tamaño
de una pelota de tenis.
Entonces, ¿por qué, si poseía una prueba
tan importante, no bombardearon dichos campos, para destruir lo
que ellos llaman los nidos del terrorismo, y en cambio han destruido
en Kharthom, para agravar las dificultades sanitarias y farmacéuticas
de Sudán, ya golpeado por una terrible hambruna ampliamente
mediatizada una fábrica de medicamentos, y rechazan sistemáticamente
que un equipo de expertos internacionales vengan a verificar si
efectivamente era posible que ahí se disimulara fabricación
química para uso militar, cuando su mismo director de origen
inglés lo desmintió formalmente.
En realidad Irán representa, para el proyecto de hegemonía
mundial de Estados Unidos y del estado sionista (es decir nacionalista
y colonialista) de Israel, un obstáculo más importante
y primordial. No sólo por el poder económico y su
armamento, sino por su prestigio espiritual: por la alternativa
vivificante de una fe en el sentido de la vida, frente a ese "monoteísmo
de mercado" que priva a la humanidad de todo porvenir (El
fin de la historia, tal como escribió un ideólogo
del Pentágono: Fukuyama) y a la vida de todo significado,
reduciendo al hombre a un papel de consumidor ciego (o de aspirante
al consumo) y al de productor esclavizado (cuando no está
desempleado, excluido o colonizado).
En el Irán contemporáneo, fuese cual fuese el error
en la realización de un proyecto tan grandioso, y que no
fue imaginado por Occidente desde hace cinco siglos, se presentó
primero frente al Islam esclerótico y aberrante de los
ricos, un Islam de pobres, como fue la enseñanza de Jesús
en oposición al Imperio Romano y a los grandes sacerdotes
saduceos que, en el Cercano Oriente, colaboraban con él.
El poder de atracción de este despertar fue tan grande
para los musulmanes del mundo entero, que hasta se volvió
caduca la oposición entre los chitas y los sunnitas.
Además la Revolución iraní demostró
que todavía era posible resistir a la más grande
potencia militar del mundo, privada de alma por su monoteísmo
del mercado.
Ante el grito de todo un pueblo: "Dios es más grande",
las armas cayeron de las manos supuestamente inmortales de la
guardia pretoriana del Shah, hasta ese momento perros guardianes
de los campos petroleros, tan preciados para el poder y para el
crecimiento de los amos norteamericanos. Esto fue un ejemplo contagioso
para el Tercer Mundo: la prueba de que era posible vivir de otra
manera sin agotar los recursos naturales, sin matar de hambre
a dos tercios de los hombres, y darle otro sentido a la existencia,
en vez de arrodillarse frente a falsos dioses y ganancias.
Fue necesario encontrar después del fracaso de la esperanza
(en el mundo entero de los condenados de la tierra) de la Revolución
Socialista de Octubre de 1917, asediada por sus enemigos y traicionada
por sus dirigentes otro enemigo universal, para mantener el falso
mito de los derechos del hombre, tan cotidianamente ultrajados
esclavizar la mitad de la humanidad y llevarlos a la condición
de sub-hombres, y el mito de la democracia, también irrisoriamente
desmentido por la dictadura del dólar, que margina de toda
participación en la vida política amillones de excluidos,
para quienes no existe la posibilidad de alimentarse ni de alojarse
dignamente.
En las democracias occidentales, democracias oligárquicas
y censatarias de hecho, donde toda la realidad del poder está
entre las manos de bancos y multinacionales, la mitad de los ciudadanos
se abstienen de votar porque cada día pueden constatar
la vanidad del juego político dominado por la rivalidad
de los partidos, todos movilizados por el mismo apetito de poder,
privilegios y sumisión común a los amos estadounidenses;
así sucedió con la trampa que representa la Unión
Europea, desde Maastricht hasta Amsterdam. La distancia es corta
entre las dos ciudades y las dos confabulan, pero el abismo es
cada vez más grande entre las ganancias de la mafia, de
los especuladores internacionales y la miseria de multitudes,
privadas a la vez de toda soberanía nacional y de toda
posibilidad de vivir de una manera propiamente humana.
Esta nueva revolución de Irán fue a pesar de sus
defectos y sus faltas el desafío mayor contra la manipulación
de los medios de información y contra el tráfico
de las mafias en un mundo donde todo valor es valor mercantil.
A esta resistencia universal de los excluidos, a veces ciega,
torpe, arcaica, más explosiva que concertada y creadora
de un proyecto inmediato, había que darle un nombre, el
nombre de un poder diabólico y presente por todos lados,
como lo era antes el espectro del comunismo, esta vez el fue islamismo.
En consecuencia se ensañaron contra Irak: se utilizaron
armas cobardes en una guerra cero muertos, del lado norteamericano,
y una lluvia de misiles (mucho más que en Hiroshima), una
guerra de apretar botones y de bombardeos aéreos ciegos
al 91% que puedían aniquilar a miles de civiles y destruir
al azar millares de centros de producción.
Para completar este nuevo tipo de guerra colonial, a la cual colaboraron
con mayor o menor entusiasmo pero con el mismo servilismo, los
satélites de Estados Unidos, se decidió un embargo
de acuerdo a la voluntad norteamericana, convirtiendo a las Naciones
Unidas en una instancia ratificadora de sus decisiones. El mundo
del poder, del cual se temía que fuera reemplazado por
los integristas aún más virulentos, se mantiene
mientras que cientos de civiles y sobre todo de niños mueren
cada año de hambre y por falta de medicamentos.
La causa de dicho ensañamiento fue la irrupción
del ejército iraquí, en Koweït territorio le
había sido quitado (con la mitad del petróleo iraquí)
, en 1961bajo la amenaza militar inglesa, en reacción a
la decisión del dirigente de Irak, el General Kassem. Éste
había decidido nacionalizar el suelo que estaba en poder
de la Irak petroleum, propiedad de los colonialistas occidentales.
La reacción norteamericana, treinta años más
tarde, sólo fue la repetición de esta operación
colonial. La justificación del genocidio contra Irak tenía
como pretexto la "defensa de los derechos del hombre y de
la democracia" lo que le permitió restablecer en el
poder a una marioneta de los occidentales: el emir de Koweït,
uno de los más corruptos del mundo, tal como Estados Unidos
impuso en los gobiernos de América, los dictadores más
sanguinarios: Pinochet, los coroneles argentinos y brasileños,
y sus escuadrones de la muerte.
La invasión de Koweït (trampa en la que cayó
Saddam Hussein) fue sólo un pretexto, pues la invasión
israelí de Jerusalén (unánimemente condenada
por la comunidad internacional) no suscitó la más
mínima coalición. Es cierto que Jerusalén
es solamente una ciudad santa, pero Koweït es una ciudad
mil veces más santa porque ¡está rodeada de
pozos petroleros!
Ocho años después de la Guerra del Golfo, el embargo
norteamericano continúa asesinando al pueblo iraquí.
El 15 de junio de 1998, en una visita a Bagdad, el Cardenal Etchegaray,
Presidente del Consejo Pontificio de la Justicia y de la Paz,
declaró: "Los efectos perversos e incontrolables del
embargo están destruyendo el alma del pueblo iraquí,
que ve dilapidarse desesperadamente su patrimonio cultural y moral,
y su tejido social descomponerse."
Ya en 1995, el profesor Chemillier Gendreau se indignaba de que
"se organice en silencio la caída al infierno de un
pueblo bajo la máscara del derecho." (Le Monde Diplomatique,
de junio de 1995).
El Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas, Martí
Ahtissari, acompañado de una delegación de la Unicef,
de la OMS y de la FAO, describió en 1991 una situación
muy grave, resultado no sólo del embargo, sino también
de la destrucción causada por la guerra: "el conflicto
ha tenido efectos cuasi apocalípticos sobre la situación
económica", señaló el Secretario General
Adjunto de la Naciones Unidas. Desde marzo de 1991, concluyó
recomendando el levantamiento parcial del embargo. De nuevo en
1991, un equipo de la Universidad de Derecho y de la Salud Pública
de Harvard (EEUU), después de haber visitado Irak, señaló
que el número de niños muertos a causa de la guerra
y del embargo ascendía a 50.000. Cinco años más
tarde, según la Unicef, el número de muertos llegó
a 560.000. Según la OMS, Irak tuvo un retroceso, en el
plano sanitario, de 50 años. La inflación fue excepcional:
el precio de la harina era en Bagdad, en agosto de 1995, 11.667
veces más caro que en julio de 1990 y 4.000 a 5.000 veces
más caro que los precios de otros productos de base. La
penuria alimenticia fue muy acentuada. Los más desfavorecidos
fueron evidentemente aquellos que sufrían más a
causa de un embargo que constituyó un genocidio a frío.
(Ver el informe de la investigación de la F.A.O. TCP/IRQ/4552-Roma
1995).
En Le Monde del 25 de agosto de 1998, el doctor León Schwartzenberg,
después de una visita a Irak, donde se consagró
a una investigación esencialmente médica; relató
su testimonio de esta forma: "Los efectos por causa del embargo,
han producido en Irak dos millones de muertos (sin contar los
muertos en relación al conflicto militar), de los cuales
45 % fueron niños. El número de muertos, según
las estadísticas de la OMS, era de 24 personas por mil
en 1990; oficialmente hoy en día es de 92 por mil."
Da el ejemplo típico del salvajismo de los amos de la cruzada
de los asesinos: "En 1997, doscientas ambulancias Peugeot
fueron encargadas. Un miembro norteamericano de la `comisión
de control' opuso su veto bajo pretexto que podría ser
utilizado con fines militares. La representación francesa
no protestó."
Las diferentes resoluciones, que se sucedieron para mantener y
agravar el embargo contra Irak, pusieron de manifiesto que las
exigencias aumentaron con el tiempo y que el Estado iraquí
cumplió con las anteriores.
Los informes de la comisión de control del desarme fueron
esencialmente políticos: la única preocupación
de los expertos (que no tuvieron entre ellos ningún médico
y que fueron claramente teleguiados por Estados Unidos) fue encontrar
siempre nuevos motivos para justificar su presencia, con el fin
de mantener a Irak bajo tutela, en detrimento de su soberanía,
y justificar la continuación del embargo, que fue un arma
mortal contra el pueblo iraquí.
El objetivo del embargo cambió constantemente: al principio
se trató de imponer a Irak la evacuación de Koweit
(Resolución 461 del 6 de agosto de 1990 y Resolución
478 autorizando la intervención militar). Una vez que se
alcanzó este objetivo, el Consejo de Seguridad, bajo la
presión norteamericana, avaló la continuación
del embargo.
La Resolución 687 tenía un nuevo objetivo: prohibir
en Irak toda investigación que pudiese degenerar hacia
la fabricación de armamentos nucleares, bacteriológicos
o químicos. A fines de octubre de 1995, más de 1.000
expertos participaron en las inspecciones.
Las definiciones de este tipo de investigaciones fueron tan amplias
y confusas que superaron ampliamente el terreno militar: tuvieron
como objetivo quebrar toda posibilidad de desarrollo científico
y técnico.
El acuerdo "petróleo contra alimentos" (Resolución
986, del 22 de abril de 1995) fue el alibí humanitario
para los objetivos norteamericanos. Irak podía, en principio,
exportar 130 millones de dólares en petróleo cada
tres meses, con el fin de obtener las divisas necesarias para
las necesidades alimenticias y medicinales más urgentes.
De hecho, de esta suma debían deducirse los fondos destinados
al mantenimiento de las Comisiones de Indemnización y de
Control, ya sea a título de reparación por las pérdidas
sufridas por Koweit, en el transcurso de la guerra, ya sea para
otorgar a sus ocupantes los medios para que pudiesen ayudar a
las poblaciones kurdas del norte, que estaban bajo su control.
La deslealtad sucesiva de las razones argüidas para mantener
el embargo reveló su verdadero objetivo: provocar la caída
del régimen y de sus dirigentes para que una marioneta
más dócil permitiera instaurar una democracia, es
decir, según la concepción norteamericana, una zona
de libre mercado para invertir y exportar de acuerdo a la conveniencia
de sus objetivos de dominación económica mundial,
que implica una sumisión de los gobernantes, tal como fue
el caso de los dictadores o presidentes corruptos y dóciles
impuestos en todas las naciones de América Latina.
Después del estrangulamiento de Irak, cuyo pueblo fue sufrió
las consecuencias de un castigo y la impotencia de un ejército
para destruir el islamismo iraní, se designó como
principal enemigo precisamente a Irán, acusado, sin la
más mínima prueba, de ser el centro del terrorismo
mundial.
Esta noción de terrorismo que se transforma en el leitmotiv
de la Cruzada de los asesinos, merece ser definida. Cuando Hitler
entregó a Petain la autonomía del sur de Francia
impuso una condición mucho más importante: la seguridad
de sus propias tropas, seguridad garantizada por la represión
de las fuerzas del orden de la parte autónoma de Francia.
Desde ese momento, toda resistencia a la ocupación se denominó
terrorismo y el General Von Keitel estableció la siguiente
regla: por cada militar alemán muerto por un resistente,
cien comunistas serán fusilados. El ejemplo más
célebre de la aplicación de esta regla fue la ejecución
de Chateaubriand, después que cayó muerto un comandante
alemán del ejército de ocupación en París,
por un héroe de la resistencia: el futuro Coronel Fabien.
El procedimiento es hoy en día servilmente imitado, y los
dirigentes norteamericanos recibieron el refuerzo tanto psicológico
como militar de los dirigentes israelíes.
El objetivo era exactamente el mismo; la fractura del mundo entre
elegidos y excluidos.
El proyecto del sionismo, que fijó su fundador Theodoro
Herzl: "nosotros seremos el baluarte de la civilización
occidental frente a la barbarie asiática", responde
perfectamente a los objetivos de la estrategia norteamericana:
la ruptura del mundo tal como lo definió un teórico
del Pentágono, Samuel Huntington. En su libro El choque
de civilizaciones definió la línea de los futuros
conflictos: "la civilización judeocristiana contra
la colusión islamoconfuseana", es decir Irán
y China, y de manera más general contra el tercer mundo,
ya sea asiático, africano o latinoamericano.
Un antiguo ministro del General de Gaulle demostró (en
el Figaro del 5 de noviembre de 1990) que la operación
contra Irak fue inspiración del lobby israelí, de
la misma forma que en Charm el Sheik (en marzo de 1996) el jefe
de Estado israelí fue quien designó Irak como el
centro del terrorismo mundial. El mismo método que los
nazis: identificar la resistencia contra la ocupación con
el terrorismo fue aplicado a la letra por los dirigentes políticos
y militares israelíes: un soldado del ejército de
ocupación israelí fue asesinado por un resistente
dentro de la zona ilegalmente ocupada en Líbano, de inmediato
aplicaron la misma represalia que la del hitlerista Van Keitel:
el bombardeo y la masacre de 100 civiles en Canaa. Netanyahou
invocó invariablemente a la seguridad de Israel, exigiendo
que los palestinos repriman ellos mismos a la resistencia contra
la ocupación llamada, como en la época de Hitler,
terroristas, con el fin de que los colonos ladrones de tierras
palestinas sean protegidos por los colonizados.
Operaciones análogas de embargo y represalias militares
se producen a través de todo el mundo, en estrecha colaboración
entre los dirigentes norteamericanos y los israelíes. Para
citar algunos ejemplos: en Atlanta, durante los Juegos Olímpicos,
un avión norteamericano cayó al mar, y enseguida
se lo anunció como un atentado iraní, aunque el
error, humano o técnico, fue enteramente norteamericano,
tal como se demostró en las posteriores investigaciones.
A la inversa, en Amsterdam, un avión israelí cayó
sobre la ciudad. Después de varios años de silencio,
nos enteramos que, procedente de América del Norte, el
avión transportaba contenedores destinados a la fabricación
gas Sarín en Israel, para una guerra química, aunque
el Estado de Israel acababa de firmar un acuerdo internacional
prohibiendo estas armas.
Cuando en Lockerbie un avión explotó en pleno vuelo,
Libia (otra fuente de petróleo) fue inmediatamente acusada
y conminada a entregar los responsables del atentado. Frente a
su negativa, Estados Unidos (que bajo otro pretexto había
bombardeado Trípoli para tratar de asesinar al jefe de
Estado) decretó el embargo contra este país, a pesar
de que la Corte Internacional de La Haya (ver Anexo en este número)
se negó a respaldar las pretensiones norteamericanas.
Frente a tales extorsiones, en el reino de la jungla donde domina
la ley del más fuerte, se el enojo popular desencadenó
una serie de protestas, sobre todo en el Tercer Mundo, contra
la cruzada de los asesinos donde los peores terroristas, terroristas
de Estado, son los dirigentes norteamericanos e israelíes
(que desde ahora no son más que uno: los Ministerios norteamericano
de Defensa y de Asuntos Extranjeros, los tres principales dirigentes
de la CIA y ocho de los once miembros del Consejo de Seguridad
norteamericano, que estaban en las manos de los seguidores de
Netanyahou).
Cuando se produjeron los ataques contra la embajada norteamericana,
en Nairobi y en Dar es Salam, Clinton bombardeó de inmediato
Sudán que ya estaba afectada por una atroz hambruna y privada
de medicamentos y destruyó la mayor fábrica farmacéutica
del país. Posteriormente rechazó toda investigación
que pudiese demostrar que esa fábrica no producía
ningún arma química.
La cobardía y el servilismo de los dirigentes occidentales,
especialmente de Inglaterra y de Francia, fue tal que no formularon
ninguna protesta contra ese crimen decidido unilateral y arbitrariamente
por Estados Unidos.
Nuevamente, en diciembre de 1998 bajo el informe de un agente
australiano, un criminal llamado Richard Butler, de la Casa Blanca
Cinton (de la misma forma que su predecesor cazador de indios
y propietario de esclavos negros y no conociendo otra cosa que
la ley del más fuerte) se comportó como un ganster
fuera de la ley: se burló de las Naciones Unidas, de su
Secretario General Kofi Annan, y del Consejo de Seguridad, llevando
a cabo nuevas incursiones de terror contra Irak y su pueblo, con
la intención declarada de destruir a su dirigente e imponer
uno de sus gauleiters.
Y todo ello a pesar de los informes de la Agencia Internacional
de Energía Atómica, donde Butler desmintió
las afirmaciones recibidas de Irak sobre "el nivel necesario
de cooperación".
El secretario norteamericano para la defensa, Willian Cohen, uno
de los cómplices de Netanyahou, quien actualmente posee
la clave del poder en Estados Unidos, propuso continuar la masacre,
aún durante las fiestas religiosas.
La cobardía y el servilismo de los criados atlánticos,
ante las agresiones norteamericanas, son flagrantes: la prostitución
política del inglés Tony Blair que participó
directamente en las masacres, los aliados miembros del Consejo
de Seguridad y que disponen del derecho de veto, se contentaron,
como Chirac o Jospin, de protestas verbales, excusándose
por los crímenes y atribuyendo la culpa a Saddam Hussein
y no a las provocaciones de Butler o a las premeditaciones de
Clinton; mientras que Eltsine golpeó la mesa con el puño
sin ejercer presiones concretas.
Por lo tanto, se comprende la ira del pueblo árabe que
manifestó unánimemente su solidaridad con el pueblo
iraquí, donde los niños morían a causa de
los misiles asesinos, mientras que la mayor parte de sus dirigentes
siguieron alojando las bases de ataque de aquellos que acometen
nuevos "crimenes contra la humanidad" y continuan abasteciendo
con petróleo, en lugar de negar a los agresores todo aprovisionamiento
de carburante o de cualquier otra mercancía, sin las cuales
estaría paralizada la ocupación marítima
del Golfo.
Por lo tanto, la prueba de que Irak está desarmado es que
el agresor puede practicar impunemente la guerra de cobardes contra
este país, con su lema: "La guerra cero muertos"
para encarnizarse contra un pueblo que ya no tiene ningún
medio para defenderse.
También bombardearon a la población afgana, que
ya era víctima de los talibanes estos fueron los amos en
Kaboul gracias al financiamiento y a la entrega de armas por parte
de Estados Unidos y sus cómplices. En otros tiempos una
agresión de este tipo se llamaría: crimen de guerra
y crimen contra la humanidad.
Tanto en Afganistán como en Palestina, Líbano, Golan,
Irak, Sudán y Libia se conjugaron las violencias económicas
y militares de la cruzada de los asesinos: los Clinton y los Netanyahou,
como ayer los Reagan, los Bush y los Ariel Sharon, son los verdaderos
terroristas y los más homicidas.
El conjunto de estas operaciones forman parte de una estrategia
única de dominación mundial, que instaura un tipo
de colonialismo totalmente nuevo: la antigua rivalidad entre europeosdió
lugar a un colonialismo unificado, desde Washington a Tel Aviv,
apuntandono sólo el Tercer Mundo sino el planeta entero.
Europa, después de Maestricht, se ha vuelto una verdadera
colonia norteamericana: el Tratado de Maestricht dice explícitamente
en sus anexos: "Europa no puede ser más que el pilar
europeo de la Alianza Atlántica".
Los embargos tienen de ahora en más una nueva significación.
En principio, por su generalización: antes de 1987 no hubo
más que dos sanciones de este orden, por otra parte anodinas,
contra Rodesia en 1966 y contra Sudáfrica en 1977. De 1990
a 1995, en cinco años, hubo cuatro veces más que
en los 45 años anteriores.
Desde 1987 Reagan (por Decreto 12.613) impuso un embargo a las
exportaciones destinadas a Irán de catorce productos "a
uso eventualmente militar".
El objetivo de tales agresiones fue lograr el asesinato o la exclusión
del poder de los dirigentes políticos que se niegan a inclinarse
ante las exigencias norteamericanas. Los bombardeos, primero de
Trípoli y después de Bagdad, tuvieron por objetivo
asesinar a Khadafi y a Sadam Husseïn, como anteriormente
a Fidel Castro. Habiendo hasta este momento fracasado en el intento,
Clinton anunció públicamente la decición
de financiar a los opositores al régimen iraquí.
Nunca antes se había practicado tan flagrante violación
a la soberanía de los pueblos, y jamás había
sido aceptada con tanta pasividad por los vasallos de Norteamérica,
que saben que les tocará el turno en cualquier momento
si presentanel menor obstáculo a la estrategia de dominación
israelo-norteamericana.
Dichos actos estimulan la arrogancia sanguinaria de los dirigentes
norteamericanos, permitiendo nuevas fechorías: como la
Ley Helms-Burton y la Ley Amato-Kennedy, que exigen a sus lacayos
la aplicación, en sus propios países, de leyes votadas
solamente por el Parlamento norteamericano.
Desde entonces, en 1993, se prohibió la ayuda a Rusia,
si ésta no reducía sus exportaciones de armas a
Irán.
El 15 de marzo de 1995, Clinton prohibió todo tipo de comercio
y de inversiones en Irán (incluyendo a las compañías
petroleras norteamericanas y sus filiales extranjeras).
En marzo de 1994, el Senador de Amato se tomó la libertad
de escribir a las compañías petroleras Elf y Total
para ordenarles la cancelación de todos sus proyectos petroleros
en Irán. Ejercieron la misma presión con el B.H.P.
de Australia, la J.G.C. de Japón, el gobierno alemán
y las Naciones Unidas.
Y eso a pesar de que la comunidad internacional sólo le
dió poder a las Naciones Unidas para adoptar medidas coercitivas.
La Asamblea General denunció sucesivas veces la discriminaciones
económicas tendientes a alcanzar objetivos políticos
(por ejemplo: la Resolución 210, de noviembre de 1991,
que condena las presiones económicas que "tienen como
objetivo obligar a realizar cambios económicos, políticos,
comerciales o sociales de otros países".)
La Comisión de las Naciones Unidas para el Comercio y el
Desarrollo (UNCTAD) denunció tales maniobras "que
no ayudan a crear el clima de paz necesario para el desarrollo".
L'UNCTAD precisa que "Los países desarrollados deben
abstenerse de aplicar medidas de restricciones comerciales, bloqueos,
embargos u otras sanciones económicas. Estas son incompatibles
con la carta de las Naciones Unidas que se opone a toda práctica
dirigida en contra de los países en vía de desarrollo,
cuando esta afecte su desarrollo económico, político
y social." (Resolución 152 IV, del 2 de julio de 1983.)
Con respecto a las acusaciones dirigidas contra Irán sobre
el tema del terrorismo, este país condenó, en la
51· Sesión de la Asamblea General, "toda forma
de terrorismo" y exigió que se termine con "toda
forma de ayuda que consiste en dar refugio a los terroristas"
(Reuter del 25 de mayo de 1995)
Hans Blix, Director de la Agencia Internacional de Energía
Atómica testificó: "numerosos centros atómicos
son regularmente visitados en Irán sin ningún problema"
(21 de diciembre de 1995 y 19 de enero de 1996). Luego precisó:
"la Agencia no ha recibido ningún documento de Estados
Unidos aportando la más mínima prueba de que Irán
haya faltado a sus compromisos" (Die Presse, 29 de marzo
de 1995). Sin embargo, Israel rechazó todo control sin
que Estados Unidos haga ninguna objeción.
Desde ya, a raíz de las sanciones tomadas por Estados Unidos
contra Nicaragua, la Corte Internacional de Justicia en La Haya,
denunció el hecho de que Estados Unidos no haya intervenido
ni en Salvador, ni en Honduras, ni en Costa Rica.
Es evidente que sea cual sea la pasividad de sus cómplices
que se callan frente a tales exacciones Estados Unidos está,
desde hace 10 años, fuera de la ley de la comunidad internacional
y son los jefes; en todos los puntos del globo, de la cruzada
de los asesinos.
Algunas tímidas voces se levantaron, de parte de los países
occidentales, cuando sus propios intereses económicos fueron
amenazados. Por ejemplo, cuando la Unión Europea protestó
contra la legislación extraterritorial de Estados Unidos
(el 7 y 8 de diciembre de 1995), a propósito de las leyes
Helms-Burton y de Amato, que no sólo afectaban a países
como Cuba, Irak, Irán, Sudán y otros en el Tercer
Mundo, sino que también tienden a eliminar sus competidores
occidentales, tal como Canadá, la Unión Europea
y Japón. Es por eso que la Asamblea General, en su Resolución
A51, L23, solicitó la abrogación de estas leyes
internacionalmente perversas.
Las sanciones contra Irán revelaron el sentido profundo
y criminal de los embargos.
1·) No solamente se trataba de medidas económicas,
ya que es el mismo presidente quien se encargó de la decisión,
sino también de decisiones estratégicas que dependen
constitucionalmente de él.
2·) La cifra fijada: se prohibió a las compañías
petroleras invertir en Irán más de 40 millones de
dólares, porque a raíz de esto comenzaría
la transferencia tecnologías que permitiría a Irán
adquirir una total independencia de explotación. Esto fue
exactamente lo que los dirigentes norteamericanos quisieron evitar:
un desarrollo completamente autónomo que crearía
un obstáculos a su política de dominación
mundial. Este ensañamiento en la destrucción de
Irak reveló la misma preocupación estratégica.
Es por eso que la compañía petrolera Conoco tenía
prohibido invertir libremente en Irán, a pesar de que a
Estados Unidos le reportaría inmensas ganancias financieras;
los objetivos estratégicos predominan sobre los intereses
económicos.
El embargo contra Cuba revela, aún hoy, las mismas consideraciones
políticas: bajo el pretexto de defender la democracia y
los derechos del hombre, el artículo II del acta concerniente
los asuntos de Cuba, contiene una serie de condiciones tendientes
a establecer en ese país un régimen semejante al
de Estados Unidos y garantizar así una total dependencia;
una vez más, por esta Acta (llamada por antifrase: libertad
act) Estados Unidos viola todos los principios de la Carta de
Naciones Unidas y todas las decisiones de la Asamblea General,
con la intervención abierta dentro de la política
interior de un Estado miembro: exige particularmente un derrocamiento
político, que excluya del poder a Fidel Castro y su hermano.
Aquí nuevamente el presidente de Estados Unidos es el encargado
de establecer el reglamento, ya que se trata de una decisión
estratégica y no de un asunto económico, que sería
de la competencia del Congreso.
El protegido incondicional y el piloto de hecho de la política
norteamericana nunca se sometió a las decisiones de las
Naciones Unidas gracias al veto norteamericano. El estado de Israel,
como el de Estados Unidos, está fuera de la ley internacional.
Por otra parte, los dos países está estrechamente
ligados en el cumplimento de estos crímenes internacional:
El American-Israel Public Affairs Commitee, es decir, el célebre
y poderoso lobby israelí, el mismo que contribuyó
enérgicamente para que Estados Unidos destruyera a Irak
( Le Figaro del 5 de noviembre de 1990) y que, en Charm el Sheik,
designó a Irán como el nuevo blanco, atribuyéndole
el papel de dirigente del terrorismo internacional, el mismo papel
que le asignaron a Libia y Cuba. Desde 1993 la AIPAC apoyó
al senador republicano de Nueva York, Alfonso de Amato, y cuando
en 1995 los republicanos obtuvieron la mayoría en el Congreso,
lanzaron su ofensiva a pesar de que la oposición demostró
que dichas medidas violaban los acuerdos internacionales sobre
el comercio.
La AIPAC jugó un papel clave para imponer la ley con la
ayuda del senador de Amato, que después se convirtió
en presidente del poderoso Comité de Bancos. Todas estas
o maquinaciones estaban perfectamente esclarecidas por el periódico
Oxford Analytica (Daily Brief, del 21 de abril de 1997) y visto
bajo otro ángulo en el libro Executive orders de Tom Clancy
(Nueva York, Ed. Putman 1996).
En definitiva, al menos dos Estados están deliberadamente
fuera de la ley internacional, para imponer en conjunto sus objetivos
hegemónicos sobre el mundo.
Por el hecho de haber violado toda legalidad y haber instaurando
la ley de la selva y el dominio de los más fuertes, sería
una paradoja que los otros países se mantuviesen en la
legalidad (como por ejemplo, es el caso de la Organización
Mundial de Comercio, a la que manipulan en provecho propio, exigiendo
a todos los otros la libertad de intercambio, y haciendo valer
sus imposiciones con embargos arbitrarios cuando sus propios interés
está en juego).
B Libia
El embargo contra Libia proporcionó un ejemplo típico
de la arbitrariedad, de la violación de toda legalidad
internacional y de la discriminación ejercida sobre el
más débil en favor del más fuerte.
El objetivo principal de los bombardeos fue el de asesinar a Muammar
Khadafi; pero en su lugar murieron cientos de miles de personas,
en uno de ellos, su propia hija adoptiva (un bebé).
Abril de 1986. Después de una intensa manipulación
periodística de la opinión pública se acusó
a Libia de ser un intermediario de la URSS y de ser la responsable
del atentado a una discoteca en Alemania, donde frecuentaban soldados
norteamericanos. Como represalia, 66 aviones norteamericanos atacaron
Trípoli y Benghazi, produciendo 230 muertos y heridos en
la población civil.
Abril de 1996. Sin esperar el juicio sometido por Libia ante la
Corte Internacional de Justicia, y sin la aplicación del
procedimiento previsto por la Convención de Montreal de
1971, aplicable en caso de atentado contra aviones, Estados Unidos
por la vía del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
impuso renovar el embargo con el pretexto de sancionar el atentado
de Lockerbie de 1988 contra un avión americano.
En los dos casos, las medidas fueron tomadas por Estados Unidos
en represalia de que Libia fue el país petrolero que cerró
las bases militares norteamericanas sobre su territorio, como
así también por el alza excepcional del barril a
causa de la crisis petrolera de 1973 y 1974, porque es aliada
de las causas revolucionarias que rechazan un orden internacional
que es fuente de miseria para la mayoría y de violación
masiva de los más elementales derechos del Hombre.
En ambos casos, por falta de pruebas, las sanciones tomadas contra
Libia fueron infundadass. El atentado de 1986, como el de 1988,
condujo a otras pistas sin relación con Libia pero no se
siguieron las investigaciones por razones de estrategia internacional.
El verdadero objetivo fue destruir el régimen de Trípoli
y su política contestataria.
Desde hace 10 años el pueblo libio, en sus capas más
desfavorecidas, sufre las sanciones colectivas.
Después de los bombardeos sobre la población civil
(seguido de la destrucción en pleno vuelo de un avión
civil de la compañía Aero-Libia), el embargo produjo
una degradación de las condiciones sanitarias y aceleró
la penuria en numerosos sectores.
La situación sanitaria en Libia se degradó considerablemente.
A fines de 1994, 8.525 pacientes censados no pudieron ser transportados
al extranjero para ser operados quirúrgicamente (por ejemplo,
en los casos de transplantes renales) como así también
los necesitados de tratamientos especiales que no pudieron ser
tratados en el territorio nacional, poniendo en peligro la vida
de la mayoría de ellos. Doscientos treinta enfermos murieron
durante el traslado, que se había vuelto lento y difícil
a causa del embargo.
Numerosos hospitales cerraron por falta de piezas de recambio
y de materiales medicinales. El cierre de importación de
medicamentos (como por ejemplo los antialérgicos) produjo
la muerte de doscientos niños.
La represión sufrida por el pueblo libio ilustra la discriminación
y la desigualdad de trato en la sociedad internacional. Lo que
Estados Unidos le reprocha a Libia es en efecto practicado por
todos los países del mundo que tienen los medios para hacerlo,
y en primer lugar Estados Unidos (acciones violentas de la CIA,
de MOSSAD, etc.)
El terrorismo de Estado causó decenas de millares de víctimas
en Cambodia y en otros países, sin acarrear sanciones equivalentes.
La dominación económica del mundo por los países
del G7 es el origen de la muerte de decenas de millares de niños,
de mujeres, de ancianos en el Tercer Mundo, sin provocar ningún
tipo de reacción oficial.
Numerosos atentados o secuestro de aviones, antes del caso Lockerbie
en 1988 (270 víctimas), afectaron la navegación
aérea civil. Durante los años cincuenta, numerosos
aviones de compañías aéreas del Este fueron
secuestrados por pasajeros que buscaban refugio en el Oeste. En
el último período, podemos recordar que en 1973,
en el aeropuerto de Roma, un avión de Pan Am fue atacado,
resultado: 32 muertos y 18 heridos; en 1975 fue dinamitado en
pleno vuelo un avión de la compañía Aero
Vietnam, donde murieron todos los pasajeros; en 1982, un ataque
armenio al aeropuerto de Ankara: 9 muerto y 82 herido; en 1985
mueren 585 personas en un atentado contra un avión de la
compañía Aero India; en 1988 se produce la destrucción
de un Aerobús civil iraní por una nave de guerra
norteamericano: resultado 290 muertos; y la lista continúa.
Esta simple enumeración demuestra que el terrorismo internacional
no es la especialidad de ciertos estados, sino que es un arma
utilizada al servicio de causas bien diferentes, según
las circunstancias y el momento. Estados Unidos impuso el concepto
de Estado terrorista, y cada año el Congreso Norteamericano
hace un listado, basado en criterios inciertos, con el objetivo
de movilizar a sus aliados y a la opinión pública
internacional contra sus enemigos; sin embargo, se niega a admitir
la noción de terrorismo de Estado.
Estados Unidos logró convencer a una buena parte de la
opinión internacional de que evidentemente fue Libia uno
de los centros principales de la impulsión del terrorismo
internacional.
Este encarnizamiento contra Libia tuvo numerosas causas: comenzó
al día siguiente de la revolución de 1969 con la
expulsión de bases norteamericanas del territorio libio;
se desarrolló con la actuación de Libia en el seno
de los países productores de petróleo en 1973 y
1974, imponiendo un fuerte aumento en el precio del barril, que
provocó en Occidente lo que dio en llamarse "primer
shock petrolero"; se acrecentó con las declaraciones
radicales por parte de Trípoli condenando la hegemonía
norteamericana, ayudando a diferentes movimientos de liberación
nacional y, sobre todo, por la fuerza contestataria interna en
las grandes potencias. Libia utiliza contra los más Grandes,
pero sobre todo contra Estados Unidos las mismas armas que manejan
los Grandes contra los estados débiles. Por ejemplo: el
movimiento musulmán norteamericano, un arma constantemente
utilizada por estos mismos Grandes para desestabilizar los regímenes
de estados débiles; sin embargo, ninguna prueba confirma
la tesis occidental de que el estado de libia haya intervenido
en el caso de Lockerbie.
Los bombardeos norteamericanos en Trípoli y en Benghazi
tuvieron lugar dos años antes del caso Lockerbie. Cuando
este atentado sucedió, se insistió en el procedimiento
por la vía multilateral; es decir, a través del
embargo, medida tomada por el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas, con el objeto de liquidar el régimen libio.
El terrorismo contra las aeronaves estaba previsto y sancionado
por varias Convenciones (Tokio 1963, La Haya 1970, Montreal 1971).
El atentado de Lockerbie entró en las disposiciones de
la Convención de Montreal, ratificada por 128 Estados,
incluidos Libia, Estados Unidos y Gran Bretaña. Este instrumento
jurídico, perfectamente adaptado para el caso, fue dejado
de lado en una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad
bajo la presión de Estados Unidos, que interfirió
también en la Corte Internacional de Justicia, a la que
acudió Libia e ¡inhabilitada por el Consejo de Seguridad!
Contrariamente a todos los principios generales del conjunto de
sistemas jurídicos, se aplicó una instancia política
para inhabilitar una jurisdicción, sin que hubiera ningún
tipo de amenaza contra la paz internacional, hecho que, por otro
lado, no justificaba la intervención del Consejo de Seguridad,
cuya razón de ser es el mantenimiento de la paz.
Ocho años después (1986) del bombardeo realizado
por los aviones norteamericanos a las ciudades de Trípoli
y Benghazi, y cuatro años después (1988) del atentado
de Lockerbie, la Resolución 731 del Consejo de Seguridad
(21/01/1992) solicitó a Libia una "respuesta a sus
pedidos" de extradición de los presuntos culpables.
El procedimiento del Consejo de Seguridad es ilegal. La Resolución
731, propuesta por Estados Unidos, fue votada en presencia de
este país y de Gran Bretaña, que fueron parte del
diferendo; acto que contradice la Carta (Capítulo VI).
La Resolución 746, destinada a corregir la precedente,
es también contestable, porque mientras tanto, la Corte
Internacional de Justicia fue solicitada por Libia para exigir
medidas conservatorias con el fin de que fuesen respetados sus
derechos en aplicación de la Convención de Montreal
de 1971, en relación a los atentados contra aeronaves.
El Consejo de Seguridad, en virtud del capítulo VII (y
no VI) de la Carta, consideró a Libia como "peligrosa
para la paz". Por lo tanto, las sanciones económicas
fueron aplicadas de inmediato, antes de la realización
de un juicio, sin presentar las pruebas que justifiquen la acusación
norteamericana e inhabilitando a la Corte en materia de medidas
conservatorias.
Desde 1992, y a pesar de las proposiciones de conciliación
por parte de Libia el embargo se prolongó sin la búsqueda
de una solución paralela y sin transmitir el expediente
con las pruebas necesarias a la parte libia.
Una sanción efectiva fue ejecutada sobre la base de simples
suposiciones y sin tomar en consideración los principios
de proporcionalidad de la sanción a una eventual infracción.
El juicio de la Corte Internacional de Justicia del 27 de febrero
de 1998, en relación "a cuestiones de interpretación
y de aplicación de la Convención de Montreal de
1971 resultando del accidente aéreo de Lockerbie."
(Libia / Estados Unidos, Gran Bretaña), estimó que
la Corte conforme a la tesis libia y a pesar de la posición
tomada por el Consejo de Seguridad era competente y estaba capacitada
para interpretar la eventual aplicación de dicha Convención
para arreglar el litigio.
Por lo tanto, la tesis de Libia es reconocida como legal y la
posición anglosajona rechazada.
En consecuencia, el pueblo libio es víctima de medidas
que violan alevosamente el derecho internacional.
Los bombardeos de 1986 constituyeron una agresión abierta,
condenada por la Carta de las Naciones Unidas y por la Resolución
de 1973 que definió la agresión militar. Esta agresión
cometida por la más grande potencia mundial contra un pequeño
Estado del Tercer Mundo jamás fue sancionada.
El embargo decretado desde 1992 viola la Convención de
Monteal y las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas;
cuestiona los derechos fundamentales, tal como el derecho a la
salud, el derecho al desarrollo, el derecho al libre cambio, consagrado
por los más importantes instrumentos jurídicos internacionales.
El consejo de seguridad de la ONU adoptó, (el jueves 27
de agosto) por unanimidad, una resolución suspendiendo
es decir sin levantar las sanciones contra Libia a condición
de que los dos libios sospechosos del atentado (270 muertos) de
diciembre de 1988, contra un avión norteamericano sobre
la ciudad de Lockerbie, en Escocia compareciesen ante la justicia
holandesa. Libia estaba sujeta, desde 1992, bajo las armas, a
un embargo aéreo y a sanciones diplomáticas y financieras
para obligarla a aplicar la extradición de los dos sospechosos
hacia Estados Unidos o hacia Gran Bretaña. Poco antes,
el coronel Mouammar Khadafi había declarado a CNN que su
país "no ponía ninguna condición"
en el proceso a los dos sospechosos en Holanda, en la medida en
que fue Libia la primera en sugerir una solución, pero
solicitó "garantías" que aseguren el carácter
equitativo del proceso. (A.F.P. 29 de agosto de 1988)
C Cuba
El embargo contra Cuba es uno de los más antiguos de todos,
es el más revelador de la voluntad de hegemonía
norteamericana.
El incendio del " Maine " en el puerto
de La Habana, en 15 de febrero de 1898, (y a pesar de que las
encuestas ulteriores concluyeron que la explosión fue puramente
accidental) fue el pretexto de una guerra que permitió
a los norteamericanos quitarle a España la colonia de Cuba,
que pasó a ser colonia norteamericana, bajo la dirección
de gobernadores norteamericanos.
La Constitución de 1901 a pesar de confirmar la creación
de un Estado cubano independiente incluyó la enmienda Platt,
exigida por Estados Unidos, concedió a Washington "el
derecho de intervenir en Cuba para garantizar la vida y la propiedad
de los norteamericanos."
Esto justificará las numerosas intervenciones de la fusilería
marina y colocará a los presidentes cubanos bajo el control
norteamericano.
El 10 de noviembre de 1952, un golpe militar llevó al poder
al jefe del ejército, Batista, favorito de los norteamericanos,
que a partir de ese momento pudieron con total libertad hacer
de Cuba el cuartel general de los gángsters: lotería,
droga y prostitución, con torturas y asesinatos para los
opositores.
En 1958 los norteamericanos controlaban el 90 % de las minas y
de las grandes haciendas y el 40 % de la industria azucarera.
El 2 de enero de 1959, el dictador Bastista, bajo las ordenes
de los norteamericanos, huyó a Santo Domingo expulsado
por los guerrilleros de Fidel Castro y del Che Guevara, que venían
de su bastión de Sierra Maestra, y apoyados por la huelga
general de los obreros de La Habana.
Esta primera fase de liberación no fue de ninguna manera
socialista; sólo fue un movimiento nacional contra la tutela
norteamericana, lo que permitió llevar a cabo la reforma
agraria del 17 de mayo de 1959, expulsar a los grandes propietarios
de haciendas (en su mayoría norteamericanos) y expropiar
las compañías petroleras norteamericanas: la Texaco
y la Standard Oil.
La primera serie de represalias fue el boicot contra la producción
azucarera cubana (primer recurso de la isla), en donde la sola
amenaza era suficiente, en aquel momento, para separar del poder
a los dirigentes cubanos que manifestasen la más mínima
veleidad de independencia.
Luego, Estados Unidos que protegió todas las dictaduras
militares de América Latina (especialmente las de Argentina,
Brasil, Chile y América Central) exigió la exclusión
de Cuba de la Organización de los Estados Americanos (O.E.A.).
Decidió el embargo de todas las exportaciones a Cuba que,
hasta ese momento exportaba el 70 % de su producción a
Estados Unidos y contrataba con ellos el 75 % de sus importaciones.
Y, el 3 de enero de 1961, rompió toda relación diplomática
con Cuba.
El presidente Kennedy reveló el verdadero objetivo de este
embargo y de todas las otras represalias: "Estados Unidos
debe ayudar al derrocamiento de un régimen insoportable."
En efecto, insoportable porque había osado hace frente
a las pretensiones colonialistas de Estados Unidos, que lo considera
como el "único país no democrático del
hemisferio occidental." Recordemos aquí la definición
norteamericana de democracia: se llama país libre y democrático
a todo país dócil para abrir libremente su mercado
a Estados Unidos, para sus privatizaciones, para sus inversiones
y para todas las importaciones norteamericanas (incluyendo la
ternera criada con hormonas) y la prohibición o la reducción
de la ayuda social (al precio del incremento del desempleo).
Cuba se salvó del ahogo económico gracias a la Unión
Soviética que, el 5 de febrero de 1960, se comprometió
en la compra de 5 millones de toneladas de azúcar durante
cinco años. El 11 de mayo de 1960, firmó con Cuba
un acuerdo de exportación de petróleo, que el refinado
en la isla. Finalmente, el 9 de julio se comprometió a
proteger a Cuba en caso de ataques exteriores.
Desde el 22 de marzo de 1961 la CIA, con el acuerdo de Kennedy
quien había decidido pasar del embargo a la intervención
militar, comenzó a patrocinar en Miami la formación
de un Consejo Anticastrista con los exilados cubanos.
El 15 de abril de 1961 se produjo la primera incursión
de intimidación sobre la isla, llevada a cabo por la aviación
norteamericana; dos días después, el 17 de abril,
unidades navales norteamericanas transportan a 2.000 anticastristas
armados y entrenados por el ejército norteamericano, se
trata del desembarco de "Bahía de Cochinos",
flota que fue destruida y expulsada por las milicias populares.
El l· de mayo de 1962, Fidel Castro proclamó que
Cuba es una República Democrática Socialista.
Ya en 1961, había proclamado el año de la alfabetización.
Y en poco tiempo acabó con el analfabetismo que, hasta
ese momento, afectaba a la población en un 30 %. El informe
general de la Unesco en 1965, veía en ese logro un "obra
maestra de organización".
Pero Estados Unidos se ensañó contra Cuba, por cuya
incontestable irradiación en los países colonizados
de hecho por América del Norte, y sometidos a dictaduras
sangrientas para favorecer dicha colonización y a un endeudamiento
que acrecentaba la miseria, se corría el riesgo de contagio,
que Estados Unidos consideraba como una amenaza a su seguridad.
El punto culminante y más significativo de esta política
norteamericana contra la soberanía de los pueblos fue que,
después de 38 años de embargo contra Cuba, se votó
la ley Helms Burton.
Ya en 1992, bajo la presidencia de Bush, una ley con el nombre
del representante demócrata Torricelli proponía
una serie de medidas para forzar a otros Estados a unirse al embargo.
Pero el 12 de marzo de 1996 el presidente Clinton, en la misma
vía que sus predecesores, perfeccionó aún
con más cinismo esta política de dominación
totalitaria firmando la ley Helms-Burton que, no solamente reforzó
las sanciones económicas contra el gobierno de Fidel Castro,
sino que también pretendió tener alcance fuera de
Estados Unidos, forzando así a todos los países
a obedecer una ley norteamericana.
Esta ley puso al descubierto al mismo tiempo la política
de dominación mundial de Estados Unidos y el fracaso total
de la política de embargo que no ha podido, después
de 36 años, alcanzar su objetivo: derrocar el régimen
cubano y a Fidel Castro.
Por mucho tiempo este embargo buscó una justificación
para mantenerse durante la guerra fría. (Recordemos el
caso de los cohetes soviéticos importados por Cuba.)
Pero como lo señaló un reciente editorial de Le
Monde: "las sanciones llevadas a cabo por causa de la guerra
fría debían desaparecer con ella, el Pentágono
mismo reconoció que Cuba no representa ninguna amenaza
militar para Estados Unidos."
La resistencia a la arrogancia norteamericana comenzó a
sentirse cuando con la ley Helms-Burton pretendió dar un
golpe a los intereses de las compañías extranjeras,
que tenían importantes relaciones económicas con
Cuba; no sólo España, por su relación histórica;
sino también Canadá, primer socio comercial de Cuba;
y varios países de Europa, especialmente Italia. Todos
protestaron en nombre de sus intereses económicos.
Evidentemente, más allá de estos intereses, se violaba
el derecho internacional.
Las modalidades de este embargo unilateral sobrepasaron los límites
soportables, aún para los aliados de Estados Unidos. El
parlamento Europeo, en su Resolución A 3.0243 / de 1993,
condenó la ley Torricelli por motivos de incompatibilidad
con los principios de la Declaración Transatlántica,
CEE-EU, en tanto que "flagrante violación del derecho
internacional de libre comercio y el libre tránsito."
La Asamblea General de las Naciones Unidas, de 1992, 93 y 94,
remarcó sin ambigüedad la necesidad de "libertad
de comercio y de navegación internacional" y en 1994
ciento un Estados miembros votaron para condenar el bloqueo impuesto
a Cuba, cuando sólo dos Estados (evidentemente uno de ellos
era Estados Unidos) se pronunciaron a favor de esta medida.
En 1995, en Colombia, se reunieron 130 Estados del Movimiento
de los No-Alineados, los cuales representaban más del 50
% de la población mundial. Adoptaron un documento final
en donde uno de los pasajes más enérgicos concernía
a Cuba. Los 130 jefes de Estado "solicitaron al gobierno
de Estados Unidos levantar las medias económicas, comerciales
y financieras unilaterales y contrarias a la Carta de las Naciones
Unidas" aplicadas contra Cuba.
En fin, más allá del fracaso de la política
de embargos impuesta por Estados Unidos a todos los países
que resisten a la política de hegemonía mundial
y más allá de la evidencia de la violación
del derecho internacional, como así también de los
intereses de los Estados, es evidente (tal como lo reveló
de manera desgarrante el caso de Irak) que los embargos, sea en
el país que sea, de Irak a Cuba, sancionan a la población
y no al régimen ni a los dirigentes.
En lo concierne a Cuba, hasta el Papa en su visita reconoció
la gravedad del caso y solicitó, por simple razones humanitarias,
el levantamiento de ese monstruoso embargo.
De la misma manera se pronunciaron en contra del embargo la Organización
de los Estados Americanos (OEA) en 1992, la Organización
de los Estados Africanos (OUA), la Liga Arabe, la Unión
de Magreb Arabe y la Conferencia Islámica Mundial; pero
sus posiciones como la de la mayoría de los países
no occidentales no fueron tomadas en cuenta por las grandes potencias
(G7) ni por el Consejo de Seguridad.
En particular, el derecho a la salud comenzó a sufrir las
primeras consecuencias. En Cuba, el sistema de salud pública
era uno de los más perfeccionados del Tercer Mundo. La
degradación se incrementó desde 1959, y es sabido
que el 80 % de medicamentos utilizados en la isla provenían
de Estados Unidos y hoy en día han desaparecido prácticamente
del mercado farmacéutico. Habiendo constatado estas dificultades
sanitarias, el Parlamento europeo (en su Resolución A 3-0243/93)
solicitó a la Comisión, como también a los
Estados miembros de la Unión Europea, favorecer una ayuda
sanitaria a la población cubana, como principalmente en
el campo oftalmológico, ya que fuertes epidemias no podían
ser tratadas.
III El comienzo de la
lucha contra la hegemonía de los cruzados
Es significativo y alentador que las pretensiones norteamericanas
levanten a través del mundo protestas, resistencias y rechazos.
Las leyes Hems-Burtom y de Amato fueron la ocasión para
poder expresarse con menos timidez que en el pasado.
Las discusiones entre la Unión Europea y Estados Unidos
a propósito de esas leyes que causaban un fuerte daño
a la economía europea fueron el comienzo de tal crisis
de relaciones transatlánticas por lo que el presidente
Clinton suspendió por tercera vez, el 3 de enero de 1997,
la ratificación del Título III de la ley Helms-Burton,
referente a las sanciones contra los Estados que mantuviesen relaciones
económicas con Cuba.
La reticencia más fuerte venía de Canadá:
en 1995, Cuba realizaba el 31 % de sus exportaciones y el 15 %
de importaciones con este país, con la Unión Europea
el 57 % de exportaciones y el 81% de importaciones. En cuanto
a las inversiones en Cuba, estas ascendían a 941 millones
de dólares con Canadá y 2 mil millones con México.
Los dos países protestaron haciendo referencia a los acuerdos
de ALENA, firmados por Estados Unidos, Canadá y México,
por medio de los cuales se creaba entre ellos una zona de libre
cambio.
Tanto los países de Europa como los de América Latina
denunciaron esa ley que violaba los acuerdos de la Organización
Mundial de Comercio (OMC), que había reemplazado al GATT,
para instaurar un libre mercado a escala mundial. Igualmente la
Organización de Estados Africanos (OUA) y lla de Estados
Americanos (OEA) elevaron sus protestas.
Al mismo tiempo, en el puerto de Auckland y en todos los otros
puertos de Nueva Zelandia, rechazaron a los buques norteamericanos
y se les prohibió hacer escala porque se sospechaba que
llevaban a bordo armas nucleares.
En otro plano jurídico, la Corte Internacional de Justicia
de La Haya, en su Fallo del 27 de febrero de 1998 referente al
caso del avión derribado en Lockerbie, denunció
13 votos contra 2, de los cuales uno es Estados Unidos "las
violaciones, por parte de Estados Unidos de sus obligaciones jurídicas
para con Libia estipulada en los artículos 5, 7, 8 y 11
de la Convención de Montreal en 1971."
Estados Unidos negó la competencia de la Corte; ésta
rechazó su argumentación y da la razón a
Libia.
Esta protesta casi universal contra las pretensiones hegemónicas
de Estados Unidos, testimonió la decadencia de la autoridad
norteamericana y de su dominio en el mundo.
Unos de los signos más significativos de esta decadencia
fue el reciente fracaso de Estados Unidos en su intento de imponer
el Acuerdo Multilateral sobre las Inversiones (AMI), negociado
en secreto en el seno de la Organización para el Desarrollo
y la Cooperación Económica (OCDE), que agrupa a
los 29 países más ricos del planeta. Bajo el pretexto
del liberalismo económico, se intentó un verdadero
cambio de civilización (lo que Fukuyama llamó "el
Fin de la historia"), donde trataron de modificar los derechos
que tienen los pueblos de disponer de sí mismos para otorgarles
el derecho a los inversionistas de disponer de los pueblos. Se
preveía "la constitución de una economía
mundial unificada", en la cual se les concede todos los derechos
a los inversionistas y se les impone todas las obligaciones a
los Estados.
El proyecto contemplaba, en efecto, concederles a los inversores
extranjeros, en cada país, los mismos privilegios que a
los inversores nacionales, e inplicaba la privatización
integral de todas las empresas y servicios públicos que
aceptasen una participación extranjera en las mismas.
Este tipo de libertad concedida a las finanzas, dentro de la lógica
del liberalismo totalitario, desembocó en una situación
tal que como lo definió un economista en 1998 ¡el
agua potable habría que comprarla a precio de oro si, a
causa del efecto de la concentración en curso, una sola
multinacional poseyera la totalidad de las capas acuíferas!
Pasa lo mismo en el plano de la cultura. La Sociedad de Directores
de Cine, la Unión de Productores Cinematográficos
y el Sindicato Francés de Artistas firmaron, en febrero
de 1998, un comunicado dando la alarma sobre el hecho de que "es
toda la independencia de nuestra elección en el campo de
la educación, de la información, de la promoción
de nuestra lengua, lo que está en juego."
La ratificación de un acuerdo como este fue rechazado al
fin gracias a la reunión internacional del 28 de abril
de 1998.
Por más que sea un victoria parcial y provisoria, lo anterior
es la prueba de que es posible una resistencia a las exigencias
norteamericanas de imponer un monoteísmo de mercado.
"Tales procedimientos son inaceptables y nosotros no los
aceptaremos", declaró Klaus Van Der Pas, portavoz
de la Comisión Europea, después de que el gobierno
de Washington prohibiese a cinco dirigentes del grupo de telecomunicaciones
mexicanas DOMOS, la entrada en el territorio de Estados Unidos.
"En el plano del derecho prosiguió M. Van Der Pas
la extraterritorialidad y el unilateralismo de la decisión
norteamericana muestran hasta qué punto la ley Hems-Burton
es perversa. Estados Unidos decidió, sin consultar a nadie,
que las disposiciones de la ley que habían votado se aplicarán
a los ciudadanos de otros países acerca de negocios situados
fuera de su territorio. Y todo esto en el momento mismo en que
la gran mayoría de los países busca a través
de la OMC (Organización Mundial de Comercio) establecer
reglas multilaterales para regir el comercio internacional. Es
por eso que los países europeos incluida Gran Bretaña
tuvieron la reacción unánime de rechazar la ley
Helms-Burton."
CONCLUSIÓN: ¿Cómo
terminar con las cruzadas?
Este primer análisis de la cruzada de los asesinos trata
de ayudar a tomar conciencia sobre las tendencias que pesan en
nuestra época, además de incitar la reflexión
sobre los medios a implementar para evitar el suicidio planetario
hacia el cual actualmente nos conducen.
Esto implica que cada uno se sienta personalmente responsable
y que colabore con su reflexión, su trabajo de difusión,
su contribución material a la creación y desarrollo
de esta red de resistencia al absurdo, al sin sentido.
En este primer número de A CONTRANOCHE hemos querido impulsar,
a través de algunas reflexiones y documentos, una toma
de conciencia sobre el peligro mortal que acecha a nuestros hijos.
El sistema político de restauración del capitalismo
y del colonialismo (hoy en día, unificados) crea y acentúa
las desigualdades entre el Norte y el Sur, y por lo tanto, entre
los que tienen y los que no tienen, afectando todas las dimensiones
de la vida en la repartición cada vez más injusta
de las riquezas del planeta y en la represión a la libertad
de expresión. En su lugar proponemos la libertad en el
desarrollo de las culturas de cada pueblo y el desarrollo universal
de una contra-cultura de la violencia que se extienda a todo el
campo de la cultura, desde la educación hasta las artes
y la fe.
Las soluciones propuestas hasta este momento por los políticos
involucrados este juego nefasto, son incapaces de frenar esta
carrera hacia el abismo. Como es el caso de la lucha contra el
desempleo, la exclusión y el hambre, producto de la cruzada
económica de Occidente; asimismo la pretendida creación
de un bloque europeo autónomo, que desde el inicio del
Tratado de Maastrich anunciaba que esta Europa no podría
ser otra cosa que "el pilar europeo de la Alianza Atlántica",
es decir, una dependencia de Estados Unidos, que puso su énfasis
en la economía: el mercado común, la moneda única,
la anulación de los Estados bajo la dominación de
los mercados, tal como lo demuestra la tentativa del AMI (Acuerdo
Multinacional sobre la Inversión) que asegura el control
absoluto de las riquezas del mundo a las multinacionales, en detrimento
de los pueblos y de sus Estados, o los acuerdos de Amsterdam para
agravar el servilismo de Maastrich, exigir a los pueblos la modificación
de su Constitución, con el fin de no dejar ningún
obstáculo vigente que se interponga a la abdicación
de su soberanía nacional.
Los dirigentes de la ONU constataron que sería suficiente
deducir un mínimo porcentaje de los gastos militares de
todas las naciones para acabar con la miseria del mundo. Esta
constatación es verdaderamente útil para desenmascarar
los sofismas y pretextos de los dirigentes políticos, pero
esta repartición sería una solución provisoria
si el sistema continuara funcionando como hasta ahora, en los
demás niveles.
Nuestra idea es que la verdadera solución es posible si
se reúnen, al menos, dos condiciones:
1.- Ningún problema será resuelto si no se construye
una unidad del mundo no imperial como lo exige la llamada mundialización
sino sinfónica, es decir, un desarrollo solidario donde
todos los pueblos, sin excepción, puedan aportar a la unidad
mundial, la contribución de su propia cultura, la experiencia
milenaria de su relación con la naturaleza y los otros
hombres y su concepción del futuro.
2.- La destrucción del sistema actual, fundado en el monoteísmo
del mercado, es decir, un sistema en el cual el mercado (la competencia,
la rivalidad, los enfrentamientos e incluso la destrucción
mutua) sea el regulador de las relaciones entre los hombres (individuos
o naciones).
Quizás solamente estas dos condiciones sean las que permitan
alcanzar los objetivos finales: dar a cada niño, a cada
mujer y a cada hombre fuese cual fuese su origen étnico,
social o religioso al que pertenece todos los medios económicos,
sociales, políticos, culturales y espirituales para que
desarrolle plenamente todas las posibilidades humanas que lleva
consigo.
¿Por dónde comenzar?
- Por la lucha contra los dos mayores obstáculos:
La resistencia contra la hegemonía imperial israelonorteamericana,
no por los medios violentos de un terrorismo artesanal contra
el terrorismo de Estado, que hacen de un Clinton o un Kissinger,
de un Netayahou o de un Ariel Sharon y de sus cómplices,
los más grandes terroristas del mundo y los primeros susceptibles
de ser condenados por crímenes contra la humanidad. (Damos
estos nombres a título simbólico puesto que sus
fechorías son más recientes que las de sus predecesores,
desde la caza de los indios hasta la masacre de Hiroshima.)
Kissinger es el heredero del eugenismo al estilo nazi, del cual
fue el propagador a través de su informe al presidente
Carter, en la Conferencia de El Cairo.
Los dos israelíes tienen a Theodore Herzel como padre espiritual
en la Cruzada nacionalista y colonialista atea, por lo tanto ellos
perpetúan el colonialismo y son los herederos colaboracionistas
de Hitler, Itzac Shamir y los que realizaron la invasión
y las masacres de Líbano (de los bombardeos de Beyrouth
hasta Sabra y Chatila). Su autor Ariel Sharon es el personaje
clave de la política actual de colonialismo y la represión
armada contra un pueblo desarmado.
Esto no es un grito de venganza para perpetuar los horrores, es
todo lo contrario, un llamado a romper la cadena de la violencia
a través de métodos pacíficos: devolver contra
ellos el método de embargos, practicando un boicot sistemático
contra los que son hoy en día los amos responsables del
caos; no comprar ni vender nada a Estados Unidos, a Israel y a
sus satélites, puesto que, por muchas ínfulas que
se den sus presidentes, la economía norteamericana fundada
sobre la especulación y la rapiña, se hundirá
en caso de una pérdida de 1 o 2 mil millones de clientes.
Esto es posible porque, lo que denominan el Tercer Mundo posee
el 75 % de los recursos naturales del mundo y puede, por lo tanto,
a través del trueque cubrir todas sus necesidades y, por
otra parte, como Occidente no constituye un bloque homogéneo,
es posible procurarse, entre los países industrializados
de Europa o de Extremo Oriente, toda la tecnología necesaria.
Esto supone primeramente que cada uno tome sus responsabilidades
personales para rechazar el consumo de productos provenientes
de los países boicoteados, desde las películas hollywoodienses
hasta la Coca-Cola, y también para reaccionar contra su
propio gobierno para que éste no se someta a la monarquía
del dólar. Por ejemplo, si los escuadrones norteamericanos
pueden violar las aguas territoriales del Golfo y hacer funcionar
sus bases militares y enriquecerse con el tráfico de armas,
que no sirven para otra cosa más que para guerras intestinas,
sólo es posible porque hay gobiernos que ofrecen a los
imperialistas petróleo e incluso ayuda financiera (150
mil millones de dólares solamente durante la Guerra del
Golfo contra un país hermano), traicionando a sus pueblos
y a su fe.
Seguente
A CONTRA
NOCHE , n. 1, febrero de 1999 : La cruzada de los asesinos
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