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LA FALSIFICACIÓN DE LA REALIDAD

La Argentina en el espacio geopolitico del terrorismo judio

1998

Noberto Ceresole

 

CAPÍTULO 5

LOS JUDÍOS EN LA ARGENTINA

 

EL factor histórico: España y los judíos

Mucho tiempo ha transcurrido desde los comienzos de la formación de la Gran
España Americana-Mediterránea (o Atlántico-Árabe) que es diseñada por los
Reyes Católicos -en especial por Isabel, cabeza del Estado del Reino de
Castilla-, hasta la Pequeña España post-OTAN, hasta esta España desgarrada
de nuestros días. Sin embargo, existe una posibilidad y una necesidad cada
vez más imperiosa de relacionar ambas etapas históricas, porque la crisis
contemporánea es cada vez más intensa, y la búsqueda de identidad, es decir,
de ubicación en el mundo, cada vez más acuciante.

Abarcar un tan largo período de tiempo en una exposición forzosamente
limitada nos obligará a realizar síntesis drásticas en el análisis histórico
y en la exposición de teorías políticas. Hubiese querido, por ejemplo,
explorar y explotar con mayor dedicación los excelentes dos volúmenes del
eminente antropólogo español Don Julio Caro Baroja, Los Judíos en la España
Moderna y Contemporánea. O sacar más provecho al magnífico trabajo del
investigador argentino Federico Rivanera Carlés: Los conversos ¿Víctimas o
victimarios de España? Esos cortes involuntarios provocarán en la mayoría de
los casos deformaciones parecidas a las que impone la geometría a la
cartografía: las proyecciones de una esfera sobre un plano produce siempre
alteraciones en la representación de los espacios.

No pretendo ocultar que muchas de mis ideas están orientadas a los lectores
católicos que ven con creciente preocupación como el catolicismo
institucional se subordina progresivamente a la confluencia judío-evangélica
(protestante), que es la ideología imperial de la potencia hegemónica. Hasta
ahora en Europa y en Iberoamérica se ha subestimado a ese mundo católico, o
se ha presupuesto, según las orientaciones ideológicas de la postmodernidad,
que el mismo forma parte automática de lo que el iluminismo llamó
"reacción".

Sin embargo el católico no institucional es un "revolucionario natural",
porque su conciencia es una conciencia desgarrada. "Desde esa conciencia
desgarrada, desde ese mundo pre-revolucionario puede surgir ahora una
cultura resistente ante esta victoria provisional del neoliberalismo. La
Teología y la Profecía católicas visionaron la nueva forma que hoy adopta,
provisionalmente, la historia: su forma homogénea universal. Es el tiempo
del Anticristo: 'El Anticristo usurpará simplemente este ideal de unidad del
género humano en la institución perversa del Imperio Universal...'"(1).

Bajo esta perspectiva establecimos una relación entre la Inquisición de 1478
(entendida como continuidad lógica e institucional de la expulsión de 1492)
y el "Holocausto" (Alemania, 1941-45), entendido este último como una
verdadera expulsión.

La relación entre Inquisición y expulsión fue incluida, una vez más,
recientemente, en la historia negra de España. La Inquisición fue definida y
aceptada como el antecedente "ideológico" del "Holocausto", es decir de un
Mito. De allí la necesidad de relacionar este Capítulo 5 con el 7, referido
específicamente al "mito del Holocausto".

Nuestra definición es muy otra: una falsa imagen -la historia negra de
España- es la apoyatura de un Mito cinco siglos después. Estamos pues no
ante la historia, sino ante una teología de la historia. Las imágenes ocupan
el lugar de los procesos reales, y la ciencia es reemplazada por la
mitología. Imagen negra y Mito están en el subsuelo cultural de la
destrucción de Europa. De una destrucción aceptada con tal de producir
reconocimiento de cara a la perversa institución del Imperio Universal que
se pretende edificar en base a la "ideología" judeo-cristiana.

Este libro no pretende, por supuesto, justificar ni mucho menos glorificar
dos hechos moralmente reprobables, como lo son la expulsión de un grupo
humano (España, 1492), y un genocidio de los tantos ocurridos en la historia
de los hombres (Alemania, 1941-45). Pretende ser una réplica racional y una
crítica radical a dos mitos construidos a posteriori de los hechos, y que en
ambos casos son deformadores (constituyen interpretaciones deformadas) de
esos hechos. Hablaremos, por lo tanto, de ideologías, y no de realidades.
Esos mitos fueron construidos a partir de intereses políticos, mucho después
de haber ocurrido los hechos a los que se refieren, y por lo tanto
constituyen deformaciones específicas de la realidad. Son interpretaciones
ideológicas de ambos procesos históricos, y no el proceso histórico
propiamente dicho. En todo caso ello es lo que trataremos de demostrar en
este trabajo.

Tanto la "Historia Negra de España" como el "Mito del Holocausto" tienen muy
poco que ver, en tanto construcciones ideológicas ex post factum, con las
respectivas realidades que intentan representar o expresar en términos
simbólicos ambas interpretaciones historiográficas. Estamos hablando de
mitos y no de realidades. Ambos mitos constituyen, en un sentido estricto
del concepto, sacralizaciones, esto es, situaciones reales sacadas de
contexto y llevadas al absoluto. Los hechos reales que ambos mitos pretenden
representar, son moralmente condenables, pero dado que ocurrieron en un
tiempo histórico y no sobrenatural, son explicables a partir de la
utilización de los elementos elaborados por las ciencias sociales y, más
específicamente, por la ciencia histórica. Son explicables, y no
"justificables", a partir del análisis histórico racional.

Rechazamos la Historia Negra de España en tanto y en cuanto constituye la
sacralización negativa de la historia de España. Rechazamos el Mito del
Holocausto en tanto y en cuanto constituye la sacralización negativa de la
historia contemporánea de Alemania. "Negamos" las sacralizaciones
construidas para satisfacer fines eminentemente políticos generados mucho
después de producidos los hechos.

Como sostiene el historiador alemán profesor Ernst Nolte, el pensamiento
científico no puede callar por más tiempo. No existe el "crimen único" ni el
"mal absoluto", como pretenden los mitófilos de cualquier signo. El
principio más elemental de la ciencia sostiene que todos los fenómenos
humanos guardan relación con otros fenómenos humanos. Todos ellos deben
comprenderse a partir de esas relaciones. El principio más elemental de la
ciencia sostiene que en el estudio de esas relaciones deben excluirse todas
las reacciones emocionales, incluidas las religiosas, por muy legítimas o
poderosas que ellas sean. "El pensamiento científico sostiene que el acto
más inhumano es siempre 'humano' en el sentido antropológico; que el
'absoluto' de postulados y máximas morales, como por ejemplo: 'no matarás',
no es tocado por la determinación histórica, en el sentido que desde los
principios de la historia hasta el presente la matanza de hombres por
hombres, la explotación de hombres por hombres, han sido realidades
permanentes; que el historiador no debe ser un mero moralista... El
absoluto, o sencillamente lo singular en la historia sería un 'numinosum',
al que sólo debería uno acercarse en actitud religiosa, pero no con
criterios científicos" (Sobre Ernst Nolte: ver pags. 360 y ss.).

La tarea del pensador es analizar las conexiones de los procesos históricos
y sociales. Debe preservarse de las críticas de los que quieren confrontar
el "mal absoluto" en nombre del "bien absoluto". "Sólo el análisis mismo y
no profesiones de fe y aserciones prematuras logrará acercamientos
progresivos a la realidad histórica" (Nolte).

Desde posiciones de poder en otros tiempos inimaginables, algunos hoy
proceden de forma inmoral, y creen poder colocarse, sin más ni más, en la
antítesis de la ciencia, ya sólo quieren admitir a determinados grupos
humanos entre un sinnúmero de víctimas. Ello es así porque están convencidos
de la existencia de una desigualdad esencial entre los seres humanos, a
pesar de que ellos -"los elegidos"- son tan culpables como aquellos a los
que acusan. "Se sobreentiende que no deben negarse las diferencias, porque
en ella radica la esencia de la realidad. Sin embargo, el pensamiento
histórico debe oponerse a la tendencia del pensamiento puramente ideológico
y emocional, orientado a afianzar esas diferencias... La pretendida
neutralidad del pensamiento histórico no puede ser de carácter divino y por
ende estar a salvo de cualquier error... El pensamiento histórico debe estar
dispuesto a revisarse, siempre y cuando se presenten buenas razones y no
sólo voces de indignación renuentes a aceptar que es preciso explicarlo todo
en la medida de lo posible, pero que no todo lo explicado es comprensible y
no todo lo comprensible se justifica. Por otra parte es imposible renunciar
a la propia existencia, y sólo de ella resulta una toma de partido directa y
concreta" (Nolte).

Nuestro análisis sobre dos procesos concretos de expulsión de grupos humanos
(España, Siglo XV; Alemania, Siglo XX) se fundamenta en el hecho
absolutamente verificable de que el grupo social expulsador, plenamente
mayoritario, era consciente de que a partir de la expulsión estaba
preservando su "propia existencia". Esa mayoría social percibía al grupo
expulsado como a un peligro muy grande para la continuidad de su propia
existencia.

Esta es nuestra explicación relacional entre grupos humanos antagónicos, que
trataremos de hacer comprensible, pero en ningún caso "justificadora". Es
curioso que los mismos grupos humanos que pretenden negar por decreto lo que
es un derecho natural de la vida misma, y no sólo del pensamiento
científico, esto es, el ejercicio de la capacidad humana para revisar su
propia historia, asumiendo la libertad y la responsabilidad de afirmar o de
negar interpretaciones históricas controvertidas (situaciones humanas y no
divinas, siempre relativas y nunca absolutas); es curioso que esos mismos
grupos humanos ejerzan el poder político, en este mismo tiempo histórico
contemporáneo, negando a "los otros" el derecho a la existencia. Eliminando
a "los otros", torturándolos y masacrándolos. Como es el caso del simbólico
y sacrosanto Estado de Israel, en cuyo nombre se construyeron los mitos
criticados en este trabajo.

Contra la "distorsión de nuestro ser histórico" (Heidegger)

La grandeza de España nace con toda precisión en el año 1492. Con la misma
exactitud es posible determinar las causas de esta grandeza. El Estado logra
consolidar, en términos reales, es decir, en los niveles de la política
práctica, y por primera vez en la historia europea, el concepto de
homogeneidad nacional.

 En 1492 España emerge como un Estado-nación central -en el sentido
contemporáneo del concepto- ya que logra superar las principales
discontinuidades que habrían prevalecido hasta ese momento, que fueron
básicamente tres:

 

*Las discontinuidades político-geográficas;

*Las discontinuidades sociales y,

*Las discontinuidades culturales.

 

Discontinuidades geopolíticas

 Las discontinuidades político-geográficas estaban constituidas por la
existencia de Estados soberanos independientes: el reino de Granada, que fue
la expresión última de la antigua y poderosa cultura política de la España
Musulmana, Navarra y Vizcaya, Galicia y Valencia, entre otros fueros no
totalmente homogeneizados.

Respecto al Reino de Granada hay que destacar la voluntad integradora
prevaleciente en la Gran España de 1492. "La minoría musulmana fue
incrementada con la conquista del reino de Granada con todos los vencidos
que no quisieron emigrar. La capitulación otorgada a los granadinos era muy
generosa: podían seguir practicando libre y públicamente su religión, como
también sus costumbres tradicionales, y el primer arzobispo de Granada, fray
Hernando de Talavera, confesor y hombre de confianza de la reina Isabel,
puso en práctica un programa de atracción y de evangelización por métodos
suaves. Estimaba muy alto la calidad moral de los vencidos y se le atribuye
la frase: 'Hermanos, tomad de nuestra fe y dadnos de vuestras costumbres'"
(2).

 Discontinuidades sociales

 Las discontinuidades sociales amenazaban la homogeneidad del nuevo Estado
Central emergente con tanta intensidad como las discontinuidades
político-geográficas. Esas discontinuidades sociales emergían de los
conflictos sociales realmente existentes hacia 1492. El principal de ellos
estaba representado por las sublevaciones populares cíclicas -y
acumulativas- que eclosionan por lo menos durante los siglos XIII, XIV y XV,
contra la "burguesía" judía.

Es Marcel Bataillon quien señala no sólo la naturaleza burguesa del judaísmo
y del criptojudaísmo español ("Son familias -las conversas- que a menudo se
han especializado en el manejo del dinero, y que constituyen el elemento más
activo de la burguesía española"), sino también la relación estrecha que
mantiene esa específica burguesía con la nobleza española ("Cuando se
estudian las genealogías de los conversos en los procesos de la Inquisición,
se queda uno asombrado de ver a tantos miembros de esas familias marranas al
servicio de los grandes, especialmente en calidad de administradores,
mayordomos y secretarios. Es como una simbiosis que une a los manejadores
hereditarios del dinero y a los detentadores hereditarios de la fortuna
territorial") (3).

Las cúpulas financieras judías en España -estrechamente relacionadas con
sectores de la aristocracia y de las distintas "monarquías" regionales- eran
percibidas, por el "pueblo bajo" (en un sentido estricto del término: por
las clases populares y especialmente en los ciclos de restricciones y de
crisis económica), como las causantes directas de esas crisis y de esas
penurias económicas.

En España puede hablarse de movimientos populares antijudíos y darle a esa
expresión el mismo significado "comunista" que tuvieron las insurrecciones
campesinas de Thomas Münzer en Alemania (1524-1525, Turingia), realizadas
bajo una "ideología" de naturaleza cristiano-mesiánica. Esos conflictos
sociales representaban discontinuidades (fracturas de la nueva homogeneidad
nacional) imposibles de soportar por el Estado "moderno" central cuya
estructura emerge en 1492.

Son innumerables los autores, aun los judíos y los filojudíos, que subrayan
la naturaleza popular (la furia de los campesinos y de los artesanos) de las
insurrecciones antijudías en España, que eclosionan a lo largo de los siglos
XIII, XIV y XV.

"El origen de estas persecuciones (antijudías) fue estrictamente popular. El
pueblo humilde, agobiado por una situación económica insostenible,
necesitaba recobrar por cualquier medio, incluso mediante la barbarie (4),
las cartas judiegas de deudas, que tanto le preocupaban. La Iglesia, en
cuanto institución, no provocó los desmanes, aunque algunos clérigos
exaltados incitaron a los descontrolados cristianos" (5).

"Enrique II estaba comenzando a pulsar las consecuencias de su actitud
antijudía que, apenas había sido favorecida por él, rápidamente había sido
acogida con entusiasmo por las masas populares... los asaltos a las aljamas
(ghetos) judaicas fueron protagonizados por el pueblo menudo de las ciudades
de Castilla, así en Segovia, Ávila o Valladolid" (6).

 

Discontinuidades culturales

("La lengua siempre fue compañera del Imperio")

Las discontinuidades culturales fueron enfrentadas por la Reina Isabel desde
un ángulo poco conocido: consolidando el idioma castellano en el interior de
un espacio nacional crecientemente homogeneizado (7).

No es casual que en tiempos inmediatos posteriores el idioma castellano haya
sido la "ideología", esto es, la forma de expresión del catolicismo que, a
partir de la consolidación de una institución fundamental llamada
Inquisición (8), logra producir la Contrarreforma. La Contrarreforma es un
movimiento cultural extremadamente vigoroso, que logra sostener -podríamos
decir, "milagrosamente"- un movimiento de expansión imperial realizado por
una demografía escasa y en su mayoría sustentada en actividades económicas
primarias.

El lenguaje fue asumido como instrumento de expansión política, tal como lo
expresó Antonio de Nebrija, el humanista y filólogo más importante del siglo
XV español. Es elocuente y nos habla de una época luminosa el prólogo de su
Gramática Castellana, dedicado a la reina Isabel. Nebrija sostiene con
convicción que "...la lengua siempre fue compañera del Imperio" (9).

La España desgarrada o el retorno de los "Estados visigodos" hacia finales
del Siglo XX. La nueva "barbarie" política

En 1997 las discontinuidades y las fracturas vuelven a constituir el hecho
dominante, que se impone por encima de la crisis de la homogeneidad nacional
española fundada en 1492.

Para definir este período utilizaremos el concepto "desgarro", que expone
Samuel Huntington (10), quien lo define como un fenómeno que afecta a
sociedades y Estados en los cuales el proyecto de la élite no coincide -en
el largo plazo- con los intereses de las mayorías sociales. Ese proyecto de
la clase dirigente -la "modernización" turca es el caso prototípico- está
orientado a re-definir la identidad cultural de la sociedad, para lo cual es
necesario alterar los espacios estratégicos dentro de los cuales se
desenvolvió hasta ese momento ese Estado.

Antes de 1492 no existían espacios estratégicos españoles (11) por la
sencilla razón de que aún no existía un Estado nacional español homogéneo. A
partir de 1492 ese espacio estratégico se construye bajo el signo de la
universalidad dada la proximidad que se manifiesta entre una estrategia
política -sobre todo la castellana- y un catolicismo reforzado que es
"romano" sólo en ocasiones. Durante los años inmediatamente posteriores a
1492, la estrategia castellana explora y explota esa universalidad
utilizando los dos ejes geoestratégicos que ella consideraba esenciales: el
atlántico-americano y el mediterráneo-norafricano y oriental.

El tercer eje geoestratégico, el europeo, fue introducido inicialmente por
los compromisos dinásticos del Reino de Navarra -por "los catalanes", como
se decía en la época- que eran importantes sobre todo en Italia. Esos
compromisos definieron, en primer lugar, la política hacia Francia del nuevo
Estado homogéneo nacional. Los dos Austrias, Carlos I-V y Felipe II,
subsidiarizan los desarrollos atlántico y mediterráneo al eje estrictamente
europeo. Durante un siglo de aparente esplendor España es un Estado central
en un sistema internacional dolorosamente unipolar (12).

El espacio estratégico que abarca esta política universal tri-dimensional
hace que la época de la unipolaridad española constituya un sistema político
internacional inestable, dado que los desarrollos de esos tres grandes ejes
geopolíticos no se retroalimentaban entre sí, sino que dos de ellos estaban
subordinados al tercero: a la política europea de los Austrias. El oro de
América ingresaba a un circuito financiero que finalizaba en Amsterdam; esas
riquezas que eran enviadas por conversos o marranos instalados en América,
terminaban en manos de los sefardíes expulsados de España, en los Países
Bajos.

En estos momentos en los cuales ya son manifiestos los signos del
"crepúsculo de Occidente" (Huntington) es absolutamente lícito volver los
ojos, con vigor y rigurosidad, hacia el punto de inflexión a partir del cual
España se homogeiniza nacionalmente y se expande universalmente. Esas dos
grandes operaciones estratégicas sucesivas se realizan en 1492 y se
estructuran a partir de grandes decisiones no sólo legítimas sino, además,
fundacionales, que son las eliminaciones prácticamente simultáneas de las
discontinuidades inviabilizadoras antes señaladas.

A partir de 1492, España se convierte en la dueña del Atlántico y sienta las
bases de una hegemonía mediterránea de cara a un Oriente continental y tan
musulmán como lo había sido ella misma, en el esplendor de al-Andalus. Ambos
desarrollos geoestratégicos se frustran por la entropía creciente que genera
su política europea. Cinco siglos más tarde de ser la dueña del Atlántico,
España pasa a ser un país atlantista, dependiente y desgarrado, con una
cultura propia y una identidad cada vez más débiles.

Es por esa posición subalterna en Occidente y en Europa (13) que España es
obligada a justificar hechos que en su momento fueron legítimos y
fundacionales, y a pedir perdón por una expulsión, ocurrida 500 años antes,
de una comunidad que vivió permanentemente escindida de la sociedad española
-y que había sido opresora y conspirativa. No se puede vivir como país
atlantista y desgarrado sin ese previo acto de contrición, que está
exactamente en las antípodas de la grandeza de la homogeneización y de la
universalización comenzada en 1492.

Hay un mundo de distancia entre dominar el Atlántico y ser un país
atlantista con una disponibilidad de poder de tercer nivel. Es la misma
enorme distancia que existe entre ser un país europeo y estar europeizado al
estilo Maastricht.

Estas distancias diferenciales entre distintos momentos históricos y
distintas configuraciones geoestratégicas se agudizan aún más en estos
momentos crepusculares que vive Occidente (Abendland, para utilizar un
concepto de Oswald Spengler). Esa decadencia se manifiesta en una progresiva
indiferenciación cultural, a través de la cual la identidad católica
original (14) se integra a la cultura judío-cristiana actual.

A partir de esta indiferenciación-integración se "legaliza" y legitima la
revisión judía de la historia de una España que ha devenido
occidental-atlantista. Esta revisión ya se está realizando y tiene por
objeto invertir los hechos, en la misma relación en que ya se han invertido
las ubicaciones geopolíticas. Las situaciones que fueron legítimas y
fundacionales de un determinado espacio geopolítico se convierten en
ilegítimas dentro de otro espacio estratégico, fundamentado en otros
presupuestos "ideológicos".

Así, las magníficas cosmovisiones y las realizaciones racionales de los
Reyes Católicos españoles hacia fines del siglo XV, se convierten, para la
práctica totalidad de la bibliografía producida por los hispanistas judíos o
judaizantes, en antecedentes inexorables del nazismo y/o del fascismo de
mediados del siglo XX. Y, correlativamente, la Inquisición en el prólogo de
la Gestapo, y la Contrarreforma aparece como la justificación ideológica de
lo que los judíos llaman "Holocausto". Se establece así una "línea directa"
entre Fernando e Isabel y el Tercer Reich, línea que debe ser aceptada por
los dirigentes atlantistas de la España desgarrada de fines del siglo XX.

Aceptar la metodología perversa propuesta por la historiografía judía y/o
judaizante en relación a la historia de Sefarad significa otorgar plena
validez a la leyenda negra construida para falsificar la historia y
justificar la "integración de España en el mundo occidental". En rigor de
verdad, uno de los objetivos de esa Leyenda, la Inquisición, comparada con
las acciones de terrorismo de Estado que realiza y legisla el poder político
israelí, se nos aparece hoy como una verdadera institución de caridad.
Bastaría comparar los procesos de la Inquisión con las denuncias de Amnesty
International sobre casos de torturas en Israel. Ese Estado, como se sabe,
es el único en el mundo entero donde existe una "tortura legal", llevada a
límites -cuantitativos y cualitativos- jamás imaginados por ninguno de los
responsables inquisitoriales.

Un documento que fue calificado de "capital, luminoso y decisivo" (15) para
el estudio objetivo y científico del proceso histórico de la Inquisición, en
este caso, en la América española, es el Memorial de Remedios para las
Indias, redactado en 1516 por una figura estelar de la historia americana,
el ilustre defensor de los indios fray Bartolomé de las Casas (16).
Bartolomé de las Casas le hace al inquisidor general Cardenal Cisneros una
petición casi desesperada: le urge a la instalación de la "Santa
Inquisición" en las Indias, dada la situación de vandalismo que allí ya se
vivía.

"Y asimismo suplico a Vuestra Reverendísima Señoría... que mande enviar a
aquellas islas de Indias la Santa Inquisición, de la cual creo yo que hay
muy grande necesidad, porque donde nuevamente se ha de implantar la fe, como
en aquellas tierras, no haya quizá quien siembre alguna pésima cizaña de
herejía, pues ya allá se han hallado y se han quemado dos herejes, y por
ventura quedan más de catorce; y aquellos indios, como son gente simple y
que luego creen, pudiera ser que alguna maligna y diabólica persona los
trajese a su dañada doctrina y herética pravedad (17). Porque puede ser que
muchos herejes se hayan huido de estos reinos y, pensando en salvarse, se
hubieran pasado allá."

No queda la menor duda de que fray Bartolomé de las Casas pretende proteger
a los indios americanos amparándose en la única institución eficaz existente
en la época: la Inquisición.

Fray Bartolomé de las Casas señala con absoluta claridad a una "burguesía"
criptojudía que acumula riquezas en base a las tres formas de explotación de
la mano de obra indígena, la encomienda, el repartimiento y el peonaje. Esas
formas económicas son tan crueles, que se produce un brusco descenso de las
poblaciones indígenas. Es asimismo esa "brecha" demográfica la que promueve
la "introducción" de mano de obra negra esclava procedente de África (en su
mayor parte de las colonias portuguesas del África Occidental, cuestión que
analizaremos un poco más adelante.

Fray Bartolomé de las Casas termina su súplica al Cardenal Cisneros con
estas reveladoras palabras:

"Y la persona a quien tal cargo Vuestra Reverendísima Señoría diere, sea muy
cristiana y celosa de nuestra fe y a quien allá no puedan con barras de oro
cegar".

Una de las formas específicas que asume la acumulación capitalista era la
explotación inmisericorde de la mano de obra indígena.

"El régimen de encomiendas quedó institucionalizado a partir del
repartimiento de indios realizado en La Española en el año 1514 por el
converso Rodrigo de Alburquerque, conjuntamente con su hermano de raza
pasamonte. Los beneficiarios del reparto fueron, como es fácil imaginar, los
integrantes del clan Marrano de la península y del Nuevo " (18). A partir de
la promulgación de las Leyes de Burgos de 1512, "... los conversos, que no
pudieron legalizar la esclavitud y trata de los indios y vieron amenazados
los repartimientos de éstos... lograron salvar el principio esencial: la
explotación del trabajo indígena. De hecho, el sistema convirtió la
servidumbre en esclavitud. No puede sorprender, entonces, que uno de los
autores de la legislación que creó las encomiendas, el representante de los
esclavistas, haya sido un judío converso y que también poseyeran esa
condición los funcionarios reales que realizaron el repartimiento que las
puso en práctica" (19).

En este punto volvemos a Fray Bartolomé de las Casas y al cardenal Cisneros.
El autor antes citado es preciso y certero en su juicio: "El omnímodo
reinado de estos saqueadores llegó a su término cuando asumió la regencia el
cardenal Cisneros" (op. cit., p.111).

En base al mito sangriento de la Inquisición, la historiografía judía
intenta establecer una relación entre la España negra y el
nacionalsocialismo alemán. La España negra es una imagen destinada a
culpabilizar eternamente a los españoles todos, generación tras generación,
por el hecho de que los Reyes Católicos ganaron la partida política contra
un judaísmo y un criptojudaísmo que pretendía transformar a España, a través
del control financiero (usura) y de sucesivas conspiraciones con
complicidades profundas en sectores de la aristocracia, en una
pre-Palestina, en una Nueva Jerusalén sometida al control del "pueblo
elegido". El llamado "Holocausto", supuestamente cometido por el Tercer
Reich, es asimismo otra imagen estructurada con un fin muy preciso:
justificar la forma sangrienta a través de la cual fue construido, en la
inmediata posguerra, el Estado de Israel en una Palestina cuya antigüedad
histórico-cultural real puede fecharse con muchísima anterioridad a la
posterior ocupación de las tribus hebreas (20).

Es rigurosamente cierto que existe una relación no entre ambas imágenes,
sino entre ambos hechos históricos cuya naturaleza real ellas ocultan y
pervierten. La destrucción de ambas imágenes, a partir de una metodología
historiográfica no sólo rigurosa, sino también comprometida con los hechos
contemporáneos, será una tarea imprescindible para el alumbramiento de una
nueva época en la historia del mundo.

 
Breve historia de la España Atlántica

 En el siglo XVII, y como consecuencia directa de su "política europea" se
producen los primeros síntomas evidentes del desplome de la España
"tridimensional" o de la España "imperial". La etapa posterior, hasta el
advenimiento de la República en la primera mitad del siglo XX podría ser
denominada -de manera quizás excesivamente genérica- la etapa borbónica, que
fue una época de pura decadencia.

Durante esa etapa, en el transcurso de la segunda mitad del siglo XVIII, se
experimentó el "despotismo ilustrado", que hoy puede ser analizado como la
antítesis de los movimientos identitarios contemporáneos, que buscan en las
tradiciones populares la fuente del conocimiento político y las alternativas
de transformación y de cambio. La figura prototípica de este movimiento fue
Gaspar Melchor de Jovellanos, el miembro más eminente de un pequeño grupo de
ilustrados que se había propuesto cambiar a España desde la filosofía de la
modernidad, haciendo tábula rasa con una experiencia histórica típicamente
española. Américo Castro fue uno de los grandes críticos de esa fracasada
experiencia civilizatoria implementada contra la barbarie de la masa:
"España es una realidad vitalmente singular y continua, imposible de ser
estratificada o escindida en capas separadas unas de otras (como lo
pretenden)... los racionalistas franceses... las categorías forjadas por los
racionalistas franceses son inaplicables a la masa española" (España en su
historia). La historia y el fracaso de los "ilustrados" españoles de finales
del XVIII es una sorprendente anticipación de la misma suerte corrida por la
"inteligentzia" rusa del siglo XIX.

Un antecedente estrictamente español de los "ilustrados" del siglo XVIII son
los "iluminados" del siglo XVI. Como dice Marcel Bataillon, el Iluminismo
español nació antes que el protestantismo de Lutero, y como movimiento
independiente respecto de las "noventa y cinco tesis" del sacerdote alemán.
En el movimiento de los "iluminados" españoles tienen una participación
decisiva los "cristianos nuevos" o criptojudíos: "No es ciertamente mera
casualidad el que todos los alumbrados cuyos orígenes familiares nos son
conocidos pertenezcan a familias de cristianos nuevos" (Bataillon, Erasmo y
España, p.180) (21).

Luego, España deambuló sin inserción internacional de ninguna clase. Fue un
largo período de decadencia producido por la ausencia absoluta de proyectos.
Es necesario esperar hasta el fin de la guerra civil (1939) para que
aparezca la primera propuesta coherente de inserción internacional: estamos
en los inicios del atlantismo limitado. Antes de 1936, los sucesivos
gobiernos republicanos buscan también una relación aceptable con los
principales países de Europa Occidental. Pero la fragilidad francesa y la
todavía no aparición en el escenario mundial de los Estados Unidos
imposibilitan esa maniobra.

Durante los años de la guerra civil el factor judío aparece en la España
republicana bajo la forma de "brigadas internacionales". Más de la mitad de
los brigadistas y prácticamente todos sus jefes eran judíos de obediencia
soviética. Eran los últimos restos de los judíos marginales que nacieron con
la socialdemocracia rusa (mencheviques y bolcheviques) y asumieron el poder
político a partir de la revolución de octubre, hasta la rusificación
(desjudaización) soviética impulsada por Stalin. De hecho, la casi totalidad
de los generales y otros altos oficiales soviéticos que actuaron en España
fueron fusilados por Stalin apenas regresaron a la URSS. (Sobre la
participación de los judíos en el bando republicano de la guerra civil
española ver: Arno Lustiger, Schalom-Libertad!: Juden im spanischen
Bürgerkrieg, Athenäum, Frankfurt am Main, 1989).

Del "atlantismo limitado" del general Franco a la nulificación total del
espacio estratégico español

Hacia 1939, el régimen español triunfante en la guerra civil se consolida,
nacional e internacionalmente, gracias al apoyo británico. El franquismo de
1939 es una de las más grandes creaciones de la diplomacia inglesa en el
continente europeo.

Esta afirmación puede parecer temeraria y distorsionada dadas las ligazones
que en la época existieron entre "algunas" de las "fuerzas nacionales" (22)
y los regímenes alemán e italiano. Pero tanto la actitud británica durante
la guerra civil como la evolución del franquismo durante la segunda guerra
mundial y aun más allá de ella, permiten apreciar un nivel profundo en las
relaciones británico-franquistas que, de cara al futuro, fue mucho más
importante que la coyuntural y circunstancial convergencia de España con las
potencias del Eje, apoyada casi en exclusiva por la Falange.

Franco apuesta definitivamente por algo que tuvo claro desde un principio:
la victoria de Occidente contra las "potencias centrales"; es decir,
inaugura una estrategia que podríamos definir como de "atlantismo limitado".
Esa decisión ya había sido tomada con prolongada anterioridad a la
Conferencia de Hendaya, que tuvo lugar el 23 de octubre de 1940.

 

El centro decisional más importante sobre el que se sustentó tal política
occidentalista era el Ejército, que siempre mantuvo una lucha por el poder,
muchas veces violenta, contra la Falange. Antes de viajar a Hendaya Franco
mantuvo una reunión con seis generales a los que pidió su opinión sobre la
línea a seguir en el encuentro de Hendaya. Esos generales eran parte de un
grupo mayor de oficiales que mantenían una relación estrecha con la embajada
británica. "Para entonces los británicos habían captado a diversos generales
españoles, opuestos al predominio que estaba adquiriendo la Falange, y en
particular Serrano Suñer, que acababa de desplazar en el ministerio de
Asuntos Exteriores al coronel Beigbeder Los generales más antiguos habían
formado una Junta Militar con el apoyo económico del Reino Unido, para
impedir que la Falange fuera más allá de lo que estaban dispuestos a
consentir. La Junta llegaría a contar en 1943 con cerca de treinta
generales. Las ideas antiintervencionistas se fortalecieron con la entrega
de fuertes sumas de dinero y un depósito adicional de diez millones de
dólares, cantidad que los británicos depositaron en el Swiss Bank
Corporation de Nueva York, y que sería hecha efectiva a medida que esos
generales cumpliesen los acuerdos convenidos. La Junta Militar tuvo como
cabezas de fila a Aranda, Kindelan, Orgaz y Queipo del Llano" (Antonio
Marquina Barrio, España en la Política de Seguridad Occidental, 1939-1986,
Ediciones Ejército, Madrid, 1986, p.38 y ss.)

Otro hecho decisivo que diferencia desde un comienzo al franquismo del
nacionalsocialismo es la "cuestión judía". Franco no sólo es enormemente
benevolente con los judíos desde el comienzo de la guerra civil. Su gobierno
logra además proteger a numerosos judíos durante la segunda guerra mundial,
otorgándoles la ciudadanía española sobre la base de que simplemente
declararan, aunque fuese de manera muy oscura, su origen sefardí (Ver: Haim
Avni, España, Franco y los judíos, Altalena, Madrid, 1982).

La comparación entre el "atlantismo limitado" de la etapa franquista y el
"atlantismo dependiente" de la etapa "democrática", en especial en lo
referente al mundo árabe e Iberoamérica, no deja lugar a dudas sobre las
diferencias entre una y otra.

La política española del Foreign Office se inicia como un aspecto de la
"política de apaciguamiento" de Chamberlain. En el orden interno británico,
esa política tuvo su origen en un fuerte movimiento anticomunista
protagonizado por importantes grupos muy ligados a la estructura del poder,
que profesaban una ideología muy afín a la que posteriormente adoptarían las
"fuerzas nacionales" en España.

Montado sobre el llamado "caso Campbell" y otro escándalo, la supuesta
"carta de Zinoviev", Londres rompe relaciones comerciales con la URSS en
1924 (el F.O. sólo reconocía de iure a la URSS) y en las elecciones de
octubre de 1924 se produce la victoria electoral conservadora. En 1927 Gran
Bretaña rompe relaciones diplomáticas con la URSS con motivo de un supuesto
apoyo soviético a una huelga de mineros en Inglaterra.

La no intervención británica en la guerra civil significó de hecho una
actitud de apoyo al gobierno de Burgos, ya liderado por el general Franco.
Ese apoyo se consolida económicamente con la "caída de Bilbao" y la
reanudación de una fuerte actividad de intercambio económico entre el
gobierno nacional e Inglaterra. Esta apertura comercial inglesa sería de la
máxima importancia para el general Franco durante la guerra civil, pero lo
sería aun más al finalizar ésta. Paralelamente, los servicios secretos
británicos realizan un concienzudo trabajo entre grupos importantes de
oficiales republicanos. Uno de los resultados más brillantes de este trabajo
se materializaría luego, en 1939, en la actitud del coronel Casado,
entregador de Madrid, que moriría en Londres, de viejo, en la década de los
70.

A partir de 1939, la estructura del comercio exterior español tiene un
partner muy importante, la Gran Bretaña y los Estados Unidos: es decir, el
núcleo del poder del Mundo Marítimo Occidental (23). Esta situación de mutua
oxigenación no se interrumpe durante la IIGM. Franco resiste todas las
presiones alemanas, que eran increíblemente fuertes por razones obvias, y
finalmente triunfa en su negativa a poner en práctica la "Operación Fénix",
que era un diseño militar alemán para realizar una acción conjunta
germano-española destinada a la invasión de Gibraltar (24), que está a "tiro
de piedra" del continente peninsular.

El Foreign Office es el gran escudo protector del franquismo en la
posguerra. Churchill tenía muy claro quién era el enemigo principal en esa
época. El último gran servicio que rinde la diplomacia británica al
franquismo es el de actuar de puente entre España y los Estados Unidos en la
década de los años 50. El general Eisenhower llega a Madrid de la mano del
Foreign Office. Lo que sigue es historia conocida.

Los acontecimientos que comienzan con Chamberlain y sus pactos de
apaciguamiento con Italia y Alemania, basados en el profundo anticomunismo
del conservadurismo británico, tendrán una larga e importante consecuencia
geopolítica y geoestratégica para España. La atlantización de España
(primero bajo una forma limitada -franquismo- y luego bajo una forma total
-democracia-) es una realidad estratégica -en ambos casos- muy alejada del
espacio geopolítico que construye la España de finales del siglo XV. Aunque
parezca paradójico, la atlantización absoluta y la rejudaización de España,
es una de las grandes improntas históricas que impone la herencia del
franquismo. La otra es de orden interior y tiene relación con la "revolución
blanca" que encauza el pasaje de un país agrario a una sociedad industrial
con excedentes de producción. Sin esa "revolución blanca" realizada por el
franquismo, la posterior "transición democrática" hubiese sido imposible.

La restauración del régimen democrático, y dentro de él la actuación de la
socialdemocracia española, no representa ni el reencuentro de España con las
grandes expectativas populares de transformación de 1936, ni la continuidad
del nacionalismo populista que acompaña a Franco sólo durante sus primeros
tiempos de gobierno.

Sin embargo, la socialdemocracia española viene a racionalizar e
institucionalizar dentro de un Estado de derecho, los logros de la "España
nacional" que emergen a partir del "desarrollismo" franquista del Opus Dei.
Sólo por eso accede al poder con un mínimo de resistencias externas e
internas, pero con la obligación expresa de integrar a España en la OTAN y,
consecuentemente, de reconocer al Estado de Israel (25).

La socialdemocracia española llega al poder dentro de un sistema de
comunicación total con Washington, actual capital del Corazón del Mundo
Marítimo. Durante los últimos días del agónico gobierno de la UCD, el
entonces presidente del gobierno español Calvo Sotelo, concreta de facto la
participación española en la OTAN. Tal decisión política es ratificada
democráticamente dos años después por la socialdemocracia .

La restauración democrática es un tema que está absolutamente imbricado con
la reinserción atlántica de España en situación de dependencia absoluta. Y
con ella viene inexorablemente el reconocimiento del Estado de Israel. Es
decir, implica y presupone la ruptura total con la tradicional política
árabe-mediterránea de España, política de la que no se apartó el general
Franco, a pesar de haber sido el generador del "atlantismo limitado" (26).
No se nos escapa que estamos señalando un hecho que tiene una gravedad
inusitada. El atlantismo "automático" y la democracia son las dos
situaciones básicas a partir de la cuales se inicia un proceso que
posibilita el retorno judío a Sefarad.

Hay que señalar que la presencia judía en España, durante un larguísimo
período histórico que probablemente se inicie con las primeras colonias
fenicias en las costas peninsulares, tuvo características especiales. Esa
instalación demográfica fue percibida por los mismos judíos como algo
definitivo. En ningún momento España fue percibida como "tierra de paso",
sino como todo lo contrario. Fue vivida como una "pre-Palestina", como una
segunda Jerusalén. Como una patria definitiva. Ello fue así tanto en la
España musulmana como en la España cristiana.

Maimónides expresa y sintetiza su profunda vinculación con la España
musulmana a lo largo de todo su exilio. "La vida de Moisés b. Rabbí Issac
Maymun, conocido como Maimónides, fue dura y esforzada, como la de muchos
hombres de ciencia y saber ... pero la tradición judía y él mismo la dieron
un sentido sapiencial que comienza con el apego a su condición andalusí y en
cierto gusto por recordarla; y ello cuando sólo vivió en al-Ándalus veinte o
veintitrés años" (27).

Ya hemos señalado algunos entrelazamientos entre judíos prominentes y
sectores importantes de la aristocracia y de la propia Iglesia
cristiano-católica española. Esa convergencia de intereses coloca a la
burguesía judío-española y a grandes sectores del "marranismo" en una
situación de poder. En una posición desde la cual existían enormes
posibilidades de imaginar la alternativa de una toma del poder. La
posibilidad de que hayan existido, en ese sentido, numerosas conspiraciones
-tal como lo sugieren algunos autores- torna aún más intelegible, en
términos políticos, tanto la expulsión como la posterior Inquisición. Ambos
fueron dos instrumentos, exitosos desde el punto de vista de la España
cristiana, de una lucha política entre dos "clases" antagónicas dentro de
una misma nación: la monarquía aliada con el pueblo, por un lado, y la
"burguesía" judía aliada con sectores de la aristocracia y de la Iglesia,
por otro. Son muchos los procesos de la Inquisición que pueden ser
analizados desde ese ángulo.

El punto límite de la lucha por el poder, encubierta por un discurso
teológico, entre judíos y cristianos en la España no musulmana lo contituyen
las declaraciones del rabino Moise Ben Nacham, realizadas en Barcelona en
1263, en presencia del propio Jaime I, rey de Aragón:

"... es sabido que la doctrina en que creéis y los dogmas de vuestra fe son
inaceptables a la razón. Son contrarios a la naturaleza; jamás han dicho
nada los profetas que los pueda apoyar. Que el Creador de los cielos y la
tierra se recluyese en las entrañas de una judía determinada y creciera en
ella durante nueve meses, viniera al mundo como recién nacido, y una vez
convertido en adulto fuese entregado en manos de sus peores enemigos que lo
condenaron a muerte y ejecutaron, tras lo cual, tal como decís, resucitaría
y volvería a la tierra son cosas que no pueden concebir el espíritu de un
judío ni el de ninguna persona humana... Desde los tiempos de Jerusalén
hasta nuestros días, el Mundo ha estado lleno de violencia y de rapiñas, y
los cristianos han derramado todavía más sangre que los demás pueblos ¡Y lo
difícil que iba a seros a vos, Majestad, y a vuestros caballeros, el
sustraeros a emprender más guerras!" (28).

Pero es la España musulmana donde más evidencias conspirativas existen,
todas ellas desarrolladas al calor de las numerosas "guerras civiles
interárabes o árabes-bereberes" que en ese sector de la península se
produjeron a lo largo de varios siglos. Esta actividad fue un acto de
profunda deslealtad, ya que la España musulmana significó para los judíos
una "... situación del todo nueva, excepcionalmente favorable, debido a que,
a medida que iban avanzando, los conquistadores confiaban a los judíos la
custodia de las ciudades que caían en su poder. Más adelante, en los siglos
X y XI, dos de ellos, Hasdai Ibn Shaprut y Samuel Ibn Nagrila, recibieron de
los califas el encargo de administrar sus relaciones internacionales como
ministros de asuntos extranjeros..." (29).

Sobre esta cuestión Thomas F. Glick subraya: "Los aristócratas judíos, como
Hasdai ibn Shaprut, sirvieron a los Omeyas en diversas funciones, muy
frecuentemente como embajadores y médicos. Un caso especial de preferencia
por los judíos surgió en la Granada del siglo XI cuando dos miembros de la
familia Ibn Nagrila, José y Samuel, sirvieron como visires a los gobernantes
bereberes ziríes. El poder que llegaron a adquirir esos hombres se basó en
el precario equilibrio de fuerzas entre gobernantes bereberes y la élite
árabe del reino. Los judíos representaban el poder económico de las clases
medias de Granada... La España cristiana seguía un modelo similar. Los
judíos servían a cada gobernante, en especial como cobradores de impuestos,
a pesar de las protestas de los zelotes religiosos..." (30).

En las "dos Españas" los judíos aspiraron a construir la patria elegida,
aprovechando los tres niveles de conflictos que se desarrollaron a lo largo
de unos siete siglos: entre cristianos y musulmanes, entre los cristianos
entre sí, y entre los musulmanes entre sí. "En la errante singladura del
pueblo de la Biblia, Sefarad representa la edad de oro de la civilización de
la diáspora..." (31).

 

La literatura producida actualmente por hispanistas judíos plantea con
absoluta claridad la alternativa del Estado judío en Sefarad. Refiriéndose
específicamente a al-Andalus, la ya citada Evelyne Kenig señala: "En el área
sociocultural andaluza, los judíos edificaron una condición coherente y
positiva, semejante a la de sus hermanos de Alejandría, diez siglos antes, o
de Nueva York, diez siglos después... Hasta pensaron que era posible
apoderarse de Andalucía en la coyuntura del conflicto permanente entre los
árabes y los bereberes" (32).

 
Judíos, conversos, negros e indígenas en América

 Una serie de investigaciones que se realizaron desde muy distintos ángulos,
desde lugares geográficos absolutamente diferentes y desde posiciones
ideológicas y/o religiosas antagónicas entre sí, convergen todas en sostener
dos hechos capitales que originaron el mundo moderno en Occidente. Tanto en
el proceso de la esclavitud negra (un Mega-genocidio en el cual perecieron
100 millones de africanos) como en las distintas formas de servidumbre a que
son sometidos los indígenas de América del Norte, Central y del Sur,
participan decisivamente el criptojudaísmo español en América junto a
importantes grupos de judíos, en su mayoría sefardíes expulsados de España y
Portugal que encuentran refugio en Inglaterra, Holanda, ciudades de Africa
del Norte, etc.

En el caso específico de la servidumbre y posterior aniquilación física de
grandes masas de indígenas americanos, la documentación existente en la
actualidad no deja lugar a dudas de que los principales "ejecutivos" de esas
empresas eran conversos (es decir, "marranos") españoles y portugueses que
llegaron a ocupar cargos muy altos dentro de la Corona y de la propia
Iglesia católica española.

"Una de las originalidades étnicas de la España moderna es la de ser la gran
nación occidental que ha asimilado más elementos semíticos... A finales del
siglo XV el hecho cargado de consecuencias es la reciente cristianización de
un gran número de elementos judíos que ocupaban un lugar de primer orden en
la burguesía comerciante y que tenía lazos con la aristocracia" (33).

Bataillon subraya en repetidas oportunidades el enorme "peso social y
cultural de los judíos conversos" dentro de la sociedad y el poder español
de la época. "Pues bien -y en esto no se ha puesto hasta hoy la atención
debida-, los cristianos nuevos venidos del judaísmo constituyen un terreno
de elección para las nuevas tendencias morales y místicas que la revolución
espiritual del siglo XVI oponía al formalismo ceremonial, y que se
encadenaban, pasando por encima de la Edad Media, por encima también de los
orígenes cristianos, con la tradición de los salmos y del profetismo hebreo"
(34).

Seguidamente, Marcel Bataillon señala que la inquisición ponía un gran celo
sobre el comportamiento de oscuras familias de "cristianos nuevos" que "se
abstenían de comer carne de cerdo o de mudar de ropa los sábados", pero no
ejercía casi ningún control sobre "...toda una porción selecta de clérigos
de origen judío (que) estaban luchando ardientemente, con Erasmo (35) en
contra del 'judaísmo' de las ceremonias, y predicando la libertad cristiana
y el 'dejamiento' a la inspiración divina" (36).

Además, en la costa sur-atlántica de la América del Sur (Brasil, Uruguay y
Argentina), los "marranos" son los principales organizadores del contrabando
que fue la actividad económica por excelencia que finalmente lleva a las
distintas guerras de independencia y a la formación de distintas oligarquías
nativas profundamente emparentadas con esos "conversos contrabandistas". Los
"marranos" portugueses residentes en Brasil, primero establecen una alianza
militar con Holanda contra Portugal (cuando la corte de Lisboa integraba la
Corona española), y luego encabezan a los "bandeirantes" -cuando Portugal se
convierte definitivamente en apéndice de Inglaterra- que expanden el
territorio lusitano en el sur de América en detrimento no sólo de España -el
gran enemigo de judíos, conversos y judaizantes- sino especialmente de las
tierras administradas por las misiones jesuíticas.

En ambos casos -esclavitud negra y servidumbre indígena en América- son
aplicables los conceptos expresados en el libro The Secret Relationship
between Blacks and Jews, editado en 1991 por el Departamento de
Investigaciones Históricas del movimiento negro norteamericano Nación del
Islam (37). "Los judíos han estado ligados en forma innegable a la mayor
operación criminal jamás emprendida contra toda una raza: el Holocausto de
los negros de África (y habría que agregar, de los indígenas en la América
bajo control de la Corona de España -Nota del autor-). Han participado en la
captura y en la exportación forzada de millones de ciudadanos del África
negra a una vida de servidumbre inhumana y degradante, y esto para el
beneficio financiero de los judíos".

Fue también para beneficio exclusivo de los judíos sefarditas expulsados de
España residentes en los Países Bajos e islas británicas, que sus hermanos
de raza y sus socios comerciales, los conversos y marranos españoles y
portugueses, explotan hasta su destrucción física a los indígenas
(monopolizando al mismo tiempo la trata de negros) del norte, centro, y sur
América, provocando la muerte de millones de ellos para exportar metales
preciosos y otros bienes que finalmente llegaban - a través de una España en
creciente decadencia- a la Europa del Norte cuya economía precapitalista ya
estaba dominada por judíos y protestantes (38). "En el transcurso de los
siglos XVI y XVII, conversos y sefarditas exiliados se encuentran ligados
por redes económicas basadas en la mutua confianza, un factor que habría de
contribuir poderosamente al amplio desarrollo de los intercambios
internacionales, característico de aquella época" (39).

Henry Méchoulan, en el libro citado Los judíos de España, insiste en la
importancia de los marranos en América, quienes "...salieron de España como
cristianos nuevos hacia lejanas tierras, a la espera de una coyuntura
favorable que les permitiera practicar, con mayor seguridad, el judaísmo que
jamás habían abandonado" (Pag.16). Es curioso que en un libro tan
fuertemente favorable a los judíos se filtre información sobre la verdadera
naturaleza de la llamada "expulsión" de los judíos españoles en 1492. Existe
un retorno, que se puede percibir con toda claridad, a la vieja tesis de
Américo Castro, por la cual la "expulsión" de los judíos fue el resultado no
tanto de una decisión de la Corona y de la Inquisición, cuanto de un
conflicto de intereses entre cristianos nuevos -rápidamente instalados en
los espacios de poder económico y político de los cristianos viejos- y los
"judíos viejos" establecidos.

La importancia de los judíos en América -a excepción de los EUA, que merece
un análisis particularizado- cobra ribetes a la vez espectaculares y
sombríos en un país como la Argentina, donde sobre una importante corriente
marrana convertida en clase dirigente desde mediados del siglo XIX, se
ubica, posteriormente, una de las más grandes inmigraciones judías askenazis
(fines del siglo XIX, mediados del XX) (40).

 
Judenland (41)

 Werner Sombart, en su clásico estudio sobre la historia del capitalismo, Der
Bourgeois, (El Burgués, contribución a la historia espiritual del hombre
económico moderno) (42), publicado por primera vez en 1911, llamó Judenland
(tierra de los judíos) al continente descubierto por Cristóbal Colón. Empleó
ese concepto en un sentido eminente técnico-descriptivo, entre otras cosas
porque en aquellos años del Segundo Reich, aún no había comenzado siquiera
la primera guerra civil europea. Además define a Cristóbal Colón como un
Geschäftsführer, un gerente de empresa o principal agente comercial del
judaísmo español. Investigaciones mucho más recientes confirman a plenitud
esa afirmación de Sombart.

Es muy difícil que el sabio alemán haya conocido el opúsculo Esperança de
Israel, publicado en idioma castellano en Amsterdam, en 1650, por el místico
mesiánico judío Menasseh ben Israel (43). Menasseh ben Israel era un miembro
de la alta burguesía judeo-portuguesa de origen español quien, junto con
otros muchos miembros de su comunidad, se instala finalmente en Amsterdam,
capital de una República, las Provincias Unidas, que conoce su "Siglo de
Oro" en la inmediata posterioridad de la decadencia española (el 30 de enero
de 1648 Felipe IV firma el Tratado de Münster, por el que España reconoce la
independencia de sus territorios heredados por la Casa de Borgoña y de
Austria).

Sólo dos años después del Tratado de Münster, Menasseh ben Israel publica su
opúsculo, en el que sostiene, llevado por su delirio mesiánico, que los
orígenes de los indígenas americanos están en las tribus perdidas de Israel.
Recordemos que en la mística mesiánica judía el "retorno" de las "tribus
perdidas de Israel" represanta el prólogo de la llegada del Mesías; lo que
en el lenguaje político de aquellos años significaba la venganza celestial
contra la maldita España expulsadora. Y esa venganza judía sería doblemente
dolorosa, ya que provendría de un descubrimiento y de una conquista hecha
por los españoles mismos: América o Judenland.

En el señalamiento que hace Menasseh ben Israel, relativo al origen hebreo
de los indígenas americanos, no deja de percibirse un deseo oculto de
posesionamiento del enorme espacio geográfico abierto a la rapiña
occidental.

Ese deseo oculto se convierte en realidad económica por obra de las empresas
delictivas de los marranos americanos. Además serán esas empresas delictivas
las que conformarán el capital inicial sin el cual el despegue del
capitalismo europeo y, luego, del "mercado mundial", vía Amsterdam, primero,
y Londres después, hubiese sido imposible. El origen del capitalismo como
sistema económico originado en el "dinero barato" americano (de inmediato
veremos por qué ese dinero era "barato") sigue una trayectoria geográfica
europeo-americana y africana perfectamente diseñable en el mapa. Ese
desarrollo básico era el siguiente:

1. Partida de falsos conversos y sefardíes españoles y portugueses de Europa
rumbo a América. Ver: Martin Gilbert, Atlas of Jewish history, JMDENT,
Londres, 1993, p 48.

2. Instalación de esclavos negros africanos en América a través de
"empresas" controladas por criptojudíos americanos (la "nación portuguesa"),
gran parte de ellos provenientes de las colonias africanas de Portugal. Ver:
Okon Edet Uya, Historia de la esclavitud negra en las Américas y el Caribe
(African diaspora and the black experience in New World slavery), Claridad,
Buenos Aires, 1989, p. 121.

El reembolso de los beneficios, a través de un contrabando de capitales o
-en términos contemporáneos- "evasión de divisas", directamente a los
sefardíes de Amsterdam (de allí proviene el "Siglo de Oro" holandés y el
origen financiero del sistema capitalista). Esta fase de la operación dejaba
de ser meramente inmoral para convertirse en francamente ilegal, ya que todo
ese ciclo económico se realizaba lógicamente fuera de las normas comerciales
establecidas por la monarquía española.

Contra esos empresarios criptojudíos estaba específicamente orientada la
Inquisición en América (44). En ese sentido muy exacto y preciso
recomendamos a los lectores la lectura de las actas del Tribunal de la
Inquisición de Cartagena de Indias. Existen copias disponibles en varias
bibliotecas de España y América (yo lo he consultado en la Biblioteca
Nacional de Madrid, donde la bibliografía existente sobre la Inquisición es
tan grande que resulta materialmente imposible transcribirla en un ensayo de
las dimensiones del presente).

Sobre el puerto de Cartagena de Indias, los esclavos negros y las
actividades de los judíos "portugueses", escribe una de las principales
especialistas españolas (45).

"Desde 1595 a 1640 unos 135.000 esclavos fueron desembarcados en Cartagena y
otra cantidad similar arribaron a otros puertos del Caribe -Veracruz, La
Habana, Santo Domingo, Puerto Rico, Santa María, costa de Venezuela- y
Buenos Aires, desde donde se distribuyeron por todo el continente...
Cartagena era en aquellos años una ciudad abierta y comercial, al ser su
magnífica bahía el puerto de invernada de los galeones de España. Era
también un enclave perfecto para la conexión con el interior del nuevo reino
de Granada y con Portobelo, puerto de reunión de comerciantes peruanos y
sevillanos durante los días de sus famosas ferias... A principios del siglo
XVII, Cartagena fue un hervidero social donde los extranjeros, en su mayoría
portugueses judaizantes, jugaban un destacado papel. No fue por capricho que
se instituyó en ella un tribunal del Santo Oficio... Los navíos negreros
llegaban a su puerto desde Guinea, Cabo Verde o Angola llevando sus bodegas
abarrotadas de hombres de color, maltrechos y desamparados, en pésimas
condiciones..."

Los criptojudíos en América eran miembros de la "clase dirigente",
aristócratas y/o encomenderos (46). Veamos los orígenes sociales de Pedro
Arias Dávila, sobrino del obispo Juan Arias Dávila, uno de los tantos
criptojudíos americanos:

"Don Juan Antonio Dávila era hijo de Diego Arias Dávila, judío que,
habiéndose bautizado en virtud de la predicación de S. Vicente Ferrer, había
sido contador mayor de hacienda de los reyes Juan II y Enrique IV. Este
último lo había hecho noble, y donado el señorío del castillo de
Puñonrostro, cerca del lugar de Seseña... con grandeza de España, poseído
por sus descendientes desde Pedro Arias Dávila, primer conde, hermano del
obispo y contador mayor que también fue de los reyes Enrique IV y Fernando
V, y marido de doña Marina Mendoza hermana del duque del Infantado" (47).

 Del negocio de la esclavitud negra en América y de la explotación salvaje de
los indígenas americanos (no olvidemos que los esclavos negros venían como
mano de obra de reemplazo) nace el capitalismo europeo.

Otro investigador judío residente en la Argentina, perteneciente a la
escuela fundamentalista Jabad-Luvabitch (48) sostiene textualmente: "La
ganancia de todos los habitantes que se dedicaban al comercio en el Río de
la Plata no surgió del comercio dentro del Imperio Español, sino dentro del
sistema antimonopólico de los judíos portugueses... Por lo tanto, además de
ser los primeros judíos (en América), los portugueses, fueron el factor de
impulso inicial de la Revolución Industrial (en Europa). Los capitales que
ya se habían reciclado varias veces entre Amsterdam y Potosí ahora se
trasladaban a Londres, y así Inglaterra desplazaba a Holanda en el dominio
económico-político de Europa Occidental. La diáspora hebreo-portuguesa fue
una consecuencia directa de la expulsión de los judíos de España en 1492, y
esos judíos portugueses expulsados fueron en parte los directos artífices de
la futura Revolución Industrial".

No se puede ser más claro: de la explotación de negros africanos arrancados
de las colonias portuguesas de África por parte de empresarios criptojudíos
de la llamada "nación portuguesa" (en realidad sefardíes españoles que se
instalan en Portugal entre 1492 y 1497, autodefinidos como la "nación
portuguesa" de la diáspora), junto con otros "negocios" paralelos entre los
que estaban la explotación de mano de obra indígena en un trabajo de semi
esclavitud en las minas de oro y plata, se originaba una importante masa
financiera que era contrabandeada hacia la colonia sefardita de Amsterdam.
Se inicia así un ciclo económico que culminó en la Revolución Industrial.

La Inquisición en América tenía por objetivo principal combatir esas
actividades ilegales, y no lo que los historiadores judíos contemporáneos
llaman la persecución religiosa contra los criptojudíos. El hecho es que en
la mayoría de los casos esos "empresarios" eran criptojudíos, y por lo tanto
la tarea de policía fiscal realizada por los tribunales inquisitoriales
estuvo revestida, como otras tantas veces en la historia, a lo largo y lo
ancho del mundo, de una ideología religiosa.

Sólo basta leer las actas del Tribunal de la Inquisición de Cartagena de
Indias (actual Colombia), que fue uno de los grandes centros esclavistas
americanos, para confirmar con toda precisión las tareas de policía fiscal
de esos Tribunales.

Un modelo de empresario criptojudío esclavista y contrabandista que operó
desde lo que es hoy territorio argentino, fue nada menos que el obispo de
San Miguel de Tucumán, fray Francisco de Vitoria. Sus actividades
extra-religiosas establecen un "caso" que demuestra asimismo cuán profunda
era la penetración criptojudía en la Iglesia Católica española de la época.

A continuación reproduciremos textualmente un párrafo de una carta enviada
desde el puerto de Buenos Aires al Rey de España, firmada por un tal
Licenciado Ruano Tellez, y fechada el 12 de marzo de 1588:

"... cada día vienen navíos (al puerto de Buenos Aires) de portugueses con
negros y mercancías; vienen de Flandes, Francia e Inglaterra... (vienen) del
Brasil, y de allí se dirigen a este puerto de Buenos Aires. El inglés que
pasó por el Estrecho de Magallanes el año pasado tomó dos navíos del obispo
de Tucumán cargados de negros y mercancías que trata de vender en el Perú, y
que yo tengo denunciado en esta Real Audiencia, y he continuado la denuncia
(contra el obispo) por haber sacado catorce o quince mil pesos en oro y
plata para Portugal, sin orden ni licencia de quien se la pudiese dar..."
(49).

Para la "investigación académica" judaizante el obispo de Tucumán, fray
Francisco de Vitoria, negrero, contrabandista y criptojudío, es el "... más
interesante y también pintoresco personaje portugués de la segunda mitad del
siglo XVI... Contra la fortuna y la conducta de Vitoria llovieron las
denuncias de las autoridades civiles de la metrópoli y de la Inquisición de
Lima. El obispo de origen portugués fue denunciado por ser hijo de judíos
quemados en Lisboa..." (50).

 
De los "edictos de expulsión" a Auschwitz

Es evidente que la expulsión de España fue vivida por el judaísmo de toda la
diáspora como una verdadera catástrofe. Era tan fuerte el arraigo de los
judíos en España, su deseo de convertirla en Estado judío que el sentimiento
de tragedia -en la judería mundial- perdura hasta el día de hoy.

En este punto no hay que olvidar que el llamado "Holocausto", del cual sería
responsable, según los "representantes" de la civilización judeo-cristiana,
la totalidad del pueblo alemán, fue en esencia una expulsión de judíos del
"espacio vital" germánico o ario. El diseño original fue el de establecer un
gueto mundial, primero en Madagascar, más tarde en Polonia. Los avatares de
la guerra impidieron ambas operaciones. Esta idea de expulsión que está en
la base del "Holocausto"

"... consistía en imponer la caracterización de los judíos como pueblo en
lugar de comunidad religiosa. Esa tendencia no era exclusiva del
nacionalsocialismo, sino que había cobrado mucha fuerza incluso entre los
propios judíos, y a fin de cuentas derivaba de la propia imagen judía,
incapaz de aceptar sin más la posibilidad de que su comunidad milenaria
quedara reducida a una simple fe dentro de un Estado neutral en lo referente
a las cuestiones religiosas. En ese sentido los sionistas eran los judíos
más auténticos y su aspiración a crear un Estado judío de ningún modo se
debió sólo al deseo de escapar de persecuciones antisemitas..." (51).

Hoy tenemos los suficientes conocimientos sobre el comportamiento de los
judíos, a la luz de las acciones criminales del Estado de Israel -y de casi
todas las ramas contemporáneas de la diáspora-, para entender hasta qué
punto la construcción de un Estado judío en España hubiese sido una
calamidad para los no judíos españoles. Hubiese sido una premonición de la
actual tragedia palestina.

Es evidente que la actitud del judaísmo respecto de España está preñada de
resentimiento, hasta el punto de lograr que el jefe del Estado español
reiterara el pedido de perdón (ya adelantado en la Gran Sinagoga de Madrid,
en 1992) en Nueva York, ante el lobby judío más poderoso del mundo (52). Se
utiliza una metodología ya experimentada, exitosamente, con la Alemania de
posguerra: producir un enorme y profundo sentimiento de culpa en la
totalidad de la sociedad (en este caso, española), con proyecciones
temporalmente infinitas.

Lograr la "culpa" de Alemania fue algo absolutamente necesario para poder
construir y legitimar al Estado de Israel. Siempre tiene que haber un crimen
más terrible que los propios crímenes cotidianos del Estado judío.

Lograr que la "culpa" de España se convierta en algo aceptado por la
sociedad española tiene asimismo un claro objetivo político: convertir al
Estado español en un sólido Alcázar del "occidentalismo" y del "europeísmo"
al estilo Maastricht. Ello es absolutamente vital para el racismo
expansionista del Estado judío. Contribuye de manera significativa al
mantenimiento de una Europa intrascendente, eterna segundona de Washington y
cómplice consciente del nacional-judaísmo.

La ecuación que plantean los estrategas judíos en la actualidad es que la
expulsión de la tierra prometida sustituta -Sefarad- es el antecedente
inexorable del "Holocausto". La ecuación que nosotros planteamos es que si
la expulsión española de 1492 constituye un hecho en verdad ilegítimo y
condenable, el "Holocausto" es, también, en verdad, una realidad histórica
verificable y dotada del sentido que le adjudica el judaísmo contemporáneo .

Ambas coyunturas históricas deben ser aceptadas o rechazadas sin pretender
aislar una de la otra. En el primer caso estaríamos legitimando la
existencia del Estado de Israel, afirmando: el sufrimiento actual de árabes
y palestinos es necesario -o justificable, que es lo mismo- dado el enorme
sufrimiento anterior del pueblo judío (elementos base: expulsión española +
"Holocausto" alemán).

En el segundo caso fracturaríamos la estructura de justificación que actúa
de cobertura a una de las acciones "civilizatorias" jamás implementadas por
Imperio alguno en la Historia. Los actos de la alianza Israel-Estados Unidos
no tienen otra justificación que la naturaleza económica del globalismo y la
voluntad de poder del judaísmo, sistemáticamente reiterada a lo largo de la
historia. Ambas realidades tienen el denominador común de la exclusión: la
exclusión económica del globalismo enlaza armónicamente con la exclusión
racial del judaísmo.

Ha sido esa voluntad de poder fundamentada en la exclusión racial lo que ha
generado todas las versiones históricas y nacionales del fenómeno que los
judíos definen como "antisemitismo". En la gran mayoría de los casos todas
las formas conocidas de "antisemitismo" no fueron sino reacciones defensivas
ante la avasallante búsqueda de poder del judaísmo, que se ve a sí mismo
como raza o clase superior, es decir, como "pueblo elegido".

Muchos analistas críticos -y hasta muy críticos- del Estado de Israel caen
en la trampa de aceptar como válido el "gran sufrimiento anterior" del
"pueblo elegido". Es decir, fingen ignorar que la política actual del Estado
de Israel es una expresión concreta de la cultura permanente del "pueblo
elegido", de la raza superior.

Afortunadamente ya existe el conocimiento histórico necesario que socava de
manera concluyente la versión judía del llamado "Holocausto".

Ernst Nolte propone estudiar la enorme fuerza que tuvo el
nacional-socialismo en su conjunto, como producto del contexto histórico
nacional e internacional de la época. Sobre esa fuerza, durante años,
incidieron numerosos factores, que deben ser analizados uno a uno, día por
día, y todos relacionados con su contexto. Respecto de lo que él mismo
califica de "antisemitismo popular", Nolte cita al gran sociólogo judío Max
Horkheimer, cofundador de la "Escuela de Frankfurt" (53), quien en 1939
sustuvo, en una de sus célebres investigaciones, que "... los ejércitos de
desocupados y de pequeñoburgueses de todo el mundo amaban a Hitler en razón
de su antisemitismo" (54).

En los comienzos de la invasión alemana a Rusia, los comandos especiales de
la Wehrmacht y de las Waffen-SS encargados de combatir (eliminar) a los
grupos guerrilleros que operaban detrás de la línea del frente, y donde se
suponía que existía un gran número de judíos, encontraron apoyo efectivo en
amplios sectores de la población rusa, ya que los grupos judíos locales
anteriores de la guerra "... vivían rodeados por una población rural
extremadamente hostil" (55).

 
España, el nacional-judaísmo y la nueva situación estratégica global

 Llegados a este punto, el interrogante central que se plantea, y al que será
necesario responder, es: ¿cuál será el marco estratégico dentro del que se
desarollarán en el futuro los diferentes conflictos locales, nacionales y
regionales?

No se trata en absoluto de una cuestión académica, sino de un problema de
política práctica de primera magnitud, al cual se deberán enfrentar Estados
y movimientos "contestatarios" a lo largo y a lo ancho de todo el mundo en
los próximos tiempos. Según cómo se configure la estructura de la política
mundial, las alternativas de cambio se incrementarán o disminuirán.

Esas alternativas alcanzarán cotas máximas en un mundo completamente apolar,
es decir, carente de una policía global respaldada por una ideología
legitimante a escala planetaria elaborada y manipulada a partir de
decisiones centralizadas. Inversamente, las posibilidades de cambio
disminuirán en una relación directamente proporcional, en un mundo
estrictamente unipolar, en el cual un mismo centro de poder centralice una
política global unificada, en los planos económico, político, militar,
cultural y religioso.

Los hechos que se suceden en la esfera de la política mundial de los últimos
años señalan que una nueva situación estratégica está surgiendo de los
escombros acumulados en el corto período de la pos-guerra fría. Existen los
primeros indicios de que estamos entrando en un nuevo período histórico, de
que ya hemos cruzado la frontera determinada por los efectos de la implosión
del viejo mundo bipolar (56).

Sobre el nacimiento de esta nueva situación estratégica -que podríamos
definir como tendencialmente apolar- ha influido decisivamente la naturaleza
entrópica del sistema unipolar, es decir, la definitiva carencia de
liderazgo de los Estados Unidos de Norteamérica, por un lado, y la
naturaleza excluyente de un sistema económico globalizado, fundamentado en
decisiones de empresas monopólicas transnacionales, que sólo puede funcionar
a partir de la hegemonía impuesta por una fracción crecientemente
minoritaria de la población mundial. La población incluida ya no está
separada por las "fronteras" que durante la etapa bipolar dividieron a los
distintos "mundos" (primero, segundo, tercero y cuarto). Hoy esa población,
desperdigada en el norte, sur, este y oeste del planeta Tierra, pertenece
toda a un mismo mundo, a una misma cultura: a la de los incluidos. El resto
-la mayoría creciente- de la población mundial pertenece a "otro" mundo, el
de los excluidos, cada vez más distante del mundo de los incluidos.

Esta nueva realidad social-global -originada en la economía de la pos-guerra
fría- tiende a producir dos tipos de conflictos simultáneos. Por un lado,
una guerra social global -un nuevo tipo de "lucha de clases a escala
planetaria"- entre poseedores y desposeídos (entre "orgullosos" y
"humillados" (57)); por otro lado, la emergencia del factor nacional: la
lucha de los humillados es, en primer lugar, una lucha por la recuperación
de los espacios nacionales agredidos por la expansión de la globalidad.

En todos los puntos del Planeta donde esa lucha existe (y ello incluye a la
totalidad del mundo + Europa Occidental y los Estados Unidos de América) las
aspiraciones de los oprimidos (humillados) se manifiestan, en primer lugar,
bajo la forma de una lucha nacional. La recuperación de los espacios
nacionales no es sólo una exigencia económica insoslayable (hacer que los
bienes que son propios produzcan hacia el interior y no hacia el exterior).
Pero esa lucha económica es inseparable de la voluntad por adquirir
dignidad.

En la base de los espacios nacionales por recuperar suele haber una cultura
diferenciadora y resistente. Las exclusiones de la globalidad no son sólo de
naturaleza económica. Son exclusiones de naturaleza estratégica. El
neoliberalismo salvaje en Rusia y en Iberoamérica, las pretensiones del
nacional-judaísmo en Oriente Medio y otras regiones del mundo (como por
ejemplo, Argentina), tienen manifestaciones sociales y nacionales
inequívocas: se trata de que determinados marcos nacionales, que son
entendidos como barreras a la expansión de la globalidad, desaparezcan y,
con ellos, grandes masas de la población mundial queden reducidas a la
condición de esclavitud: de humillación perpetua.

Tres ejemplos inequívocos de este proyecto se manifiestan en:

a) la relación Rusia/Occidente;

b) la relación mundo musulmán/Estado de Israel;

c) la relación centro/periferia en otras vastas regiones del mundo excluido.

La lucha mundial de los oprimidos (desposeídos, humillados) no adopta la
forma de lucha de clases con solidaridades horizontales ("proletariado
internacional") porque cada grupo de oprimidos está diferenciado entre sí
por una cultura (diferente). Las diferenciaciones culturales son las que
priorizan -en el plano de la política- la lucha por la recuperación de los
espacios nacionales invadidos por los representantes locales del mundo
incluido. Cada combate social es nacionalmente distinto, porque distintas
son las culturas que los impulsan.

La lucha política culturalmente diferenciada es lo que resume y sintetiza,
es lo que expresa con mayor contundencia todas las reivindicaciones
económicas de los humillados contra la globalidad (sistema unipolar). Las
reacciones de la población rusa empobrecida hasta el paroxismo por esa
exigencia económica del globalismo que es el liberalismo salvaje, pasan
inexorablemente por la reivindicación de un espacio estratégico propio
eliminado por el sistema unipolar. Las reinvindicaciones de los humillados
del mundo árabe-musulmán pasan por una lucha sin cuartel contra el Estado
judío, es decir, pivotan sobre la construcción y/o reconstrucción de módulos
nacionales también propios.

Los módulos nacionales a construir o a re-construir forman parte de una
cultura, de un espacio cultural, pero no se reducen a él. Como lo demuestra
la cotidianeidad del mundo árabe musulmán, una cultura -el Islam- de hecho
abarca diversos módulos nacionales, como lo demuestra la reconstrucción del
Líbano, hecha en base a una guerra nacional contra un agresor "extraño", el
israelí. No es una guerra que puedan hacer -en representación de los
libaneses- otros árabes u otros musulmanes. La recuperación del marco
nacional es un hecho personalizado y personalizador en la escala
internacional (58).

Existe una cultura genérica de la clase de los incluidos o amos del mundo
(Herrenvölker) -que mantienen entre sí un sistema de solidaridades
horizontales. Esa cultura está siendo elaborada por los intelectuales
orgánicos de esa clase global, representados por los restos de las
izquierdas centrales y urbanas. Desde ese viejo pensamiento iluminista
pretenden imponer a los excluidos una convicción principal: toda revolución
-es decir, toda diferenciación- es imposible en tiempos de globalidad. Sin
embargo, nunca como hoy la revolución -esto es, la diferenciación o
identidad- es tan necesaria y urgente.

 

Pero no estamos hablando desde el punto de vista ciego y descerebrado de una
izquierda reconvertida al neo-liberalismo cuyos fragmentos aún pretenden
opinar sobre las cuestiones del mundo. Los estallidos revolucionarios que
hoy sacuden e impactan en y sobre todos los puntos del planeta no tienen su
referencia ni en el racionalismo filosófico ni en las eclosiones
norteamericana y francesa del siglo XVIII. La continuidad del iluminismo
francés estuvo representada por el posterior fracaso del marxismo a escala
planetaria. Pero el fracaso del marxismo y la debacle de la "izquierda"
-racionalista y, ahora, "humanista" (59)- no significa el fracaso de la
revolución misma.

Lo que ha quedado eliminado del horizonte es la revolución como pura
desestructuración social. Lo que hoy se plantea como necesidad urgente es la
revolución como reestructuración social. Una revolución mucho más ligada a
la dignidad de los humillados que a la indignidad de los humilladores. Una
revolución como construcción de lo nacional y popular y no sólo como
destrucción de la dominación "burguesa". Una recuperación de culturas
antiguas y propias. Una relación entre la dignidad y la trascendencia. Una
conservación de las identidades como base de la acción política.

El altísimo nivel de depredación económica que introduce la globalidad
señala lo obvio: que la dominación económica se manifiesta a través de la
dominación política de un Estado sobre otros (Israel/Mundo árabe). Y que por
lo tanto la liberación -en términos de futuro- se está sustentando, cada día
con mayor claridad, en la recuperación de las capacidades estatales
agredidas. No hay hoy en el mundo, ni lo habrá en el futuro, ningún grupo
social emergente que no plantee la recuperación del Estado nacional. ¿Cómo
habría de existir una política revolucionaria fuera de un Estado y de una
cultura recuperados? Sólo la izquierda liberal en el mundo contemporáneo
plantea lo contrario: el cambio social y, aun, internacional, en base a una
disolución progresiva del poder. Ello indica que esos grupos hoy carecen de
cualquier tipo de sustentación social y que, por lo tanto, son expresiones
camufladas de la verdadera contrarrevolución. Es decir, manifestaciones
ideológicas de los grupos dominantes y de los Estados hegemónicos. Todas las
políticas "humanitarias" se proclaman "democráticas", y la mayoría de ellas,
al menos en Occidente, están controladas por agentes del poder judío (60),
es decir, por miembros de una cultura autodesignada "superior" y, por ello
mismo, represiva por naturaleza.

 

El nacional-judaísmo como fenómeno global

El presente trabajo pretende ubicarse en torno a la legitimidad del hecho
político de la expulsión. También se señala que el mismo hecho no fue
solamente legítimo, sino además fundacional, y que toda pretensión de
invertir o pervertir su sigificado conduce inexorablemente a incrementar la
crisis de una España "atlantista" y "democrática", es decir, la pervivencia
de una España desgarrada, en una Europa "europeísta" y "europeizada"
(vigencia del "proyecto Maastricht") en pleno proceso de la decadencia de
Occidente (61).

La totalidad de los temas que integran este breve trabajo han sido sólo
señalados, es decir, indicados: ninguno de ellos fue analizado en
profundidad, ni siquiera someramente. Su objetivo inmediato es diseñar un
sistema de relaciones existente entre la historia, la geografía y la
situación actual de la política internacional. Por lo tanto este texto debe
ser visto sólo como un proyecto de investigación aún pendiente de realizar,
como una tarea futura a desarrollar en los próximos tiempos. Con todos los
riesgos que ello lleva implícito.

Obviamente el nacional-judaísmo es un fenómeno global. En mi último libro
desarrollo el concepto de nacional-judaísmo en tanto ideología justificadora
de las operaciones depredadoras tanto del Estado de Israel como de la
judería internacional, aliada incondicional del "globalismo" y del
"atlantismo" (que constituyen el núcleo de la ideología nacional de los
Estados Unidos de Norteamérica, hoy, cuyo gobierno demócrata incluye a
cuatro ministros judíos en puestos de extrema relevancia -Defensa,
Relaciones Internacionales, Economía y Seguridad Nacional, nada menos).

En febrero de 1997 año, en una conferencia que pronuncié en Damasco, en la
Unión de Escritores Árabes (UEA), señalé el hecho por el cual el
nacional-judaísmo es hoy un fenómeno global, y por lo tanto, profundamente
imbricado con las tendencias globalistas de la economía internacional. Lo
que a su vez significa la total hegemonía de los Estados Unidos de América
sobre el resto del mundo.

En rigor de verdad, el nacional-judaísmo pretende convertirse en la
ideología de ese proceso económico globalizador. Es decir, que aspira a ser
el hecho cultural hegemónico en el "mundo occidental", en la llamada
"civilización judeo-cristiana". El nacional-judaísmo es un fenómeno global,
instalado en la totalidad del "mundo occidental", y no sólo en el espacio
geopolítico árabe-persa-musulmán.

En cada uno de los Estados y regiones culturales de "Occidente" se
manifiesta de manera específica. Los sucesos que conmueven al mundo
árabe-persa-musulmán (Oriente Medio+Asia Central) no son los únicos que
protagonizan los judíos (Estado de Israel+Organizaciones judías
internacionales) contra sociedades y pueblos no judíos, musulmanes y/o
cristianos.

Esas acciones del nacional-judaísmo están interrelacionadas en la escala
global (aunque son predominantes en el mundo Occidental), lo que significa
que no están limitadas a una región específica del planeta. Por lo tanto el
combate contra las ambiciones hegemónicas e imperialistas del judaísmo
contemporáneo debe ser concebido también a escala planetaria, y se debe
adecuar, en cada caso, a las características específicas -políticas y
culturales- de cada Estado concreto, de cada región allí donde ese combate
se verifique. Tal cual lo estamos intentando hacer en el "caso español", que
desde el punto de vista histórico y geopolítico representa un escenario de
la máxima importancia dentro de esta dialéctica de alcance planetario.

No es posible mantener ninguna esperanza razonable de vencer a las
manifestaciones militares más violentas que protagoniza el nacional-judaísmo
en el mundo árabe-musulmán sin antes fracturar la ideología global del
nacional-judaísmo, que se está convirtiendo en el núcleo de lo que hoy es el
"mundo occidental" o la cultura "judeo-cristiana".

El verdadero centro de gravedad cultural del frente de combate de esta
guerra global contra el nacional-judaísmo está en enfrentar esa ideología
dentro del propio "Occidente", desnudando sus mitos y falsedades, y creando
y desarrollando una contra-cultura capaz de separar a Occidente del
"occidentalismo", es decir, de la concepción del mundo nacional-judía.

Día a día aumentan las contradicciones entre distintos Estados y culturas
nacionales dentro de Occidente y los objetivos hegemónicos de la ideología
nacional-judía (como es el caso de Francia y Alemania). La tarea que nos
hemos propuesto es la de profundizar esa brecha. Estamos en condiciones de
crear esa contracultura, esa contraideología que nos libere del
nacional-judaísmo dentro del propio "frente occidental". Ello nos introduce
necesariamente en el área de la Inteligencia, entendida como Información y
Contrainformación.

 Inteligencia nacional versus comunidad informativa occidental

Se ha dicho que la Inteligencia es la forma más alta y perfecta que puede
adquirir la política y el pensamiento político, y de hecho ha sido así en
las etapas de esplendor de las grandes civilizaciones. Naturalmente no es
este el caso de las sociedades y Estados secundarios, dependientes o
excluidos.

Definiremos "Inteligencia" como la capacidad que tienen los Estados u otros
actores sociales (étnico-sociales) para comprender al mundo que los contiene
y comprenderse a sí mismos en la constante interacción que exige la vida
internacional contemporánea. No es una tarea que necesariamente exija
alinearse con el mundo. Por el contrario, puede presuponer enfrentarse con
él. La mayoría de las veces relacionarse con él, significa no esclavizarse
ni siquiera plegarse a él.

De allí se desprende como algo lógico que no puede existir "la" Inteligencia
sino "las" Inteligencias. La capacidad de conocimiento, entendida como
prólogo a la capacidad de actuar (conocer el hecho no para adaptarse
miserablemente a él sino para enfrentarlo y transformarlo), no puede ser
independiente ni del tiempo ni del espacio. En especial no puede ser
independiente de la cultura específica (antropológica) que expresa.

Los principales Estados, aquellos que tienen algún grado de hegemonía,
modifican permanentemente la metodología empleada en la captación de
informaciones, al mismo ritmo en que se modifica la naturaleza del objeto a
ser comprendido. Para nuestro aquí y ahora, las modificaciones en la
naturaleza de las relaciones internacionales son, o deberían ser, el gran
regulador metodológico de la organización de la actividad informativa, esto
es, de la metodología utilizada por los servicios centrales de inteligencia
para captar información auténtica y de primera mano.

Cada país hace Inteligencia según cómo se percibe a sí mismo en relación con
los demás. La actividad de Inteligencia es un instrumento preciso y complejo
que mide el concepto que cada país tiene de sí mismo. Es su miseria o es su
grandeza.

La Inteligencia es el reflejo de la capacidad cultural de que dispone una
comunidad. Es, o debería ser, la expresión más refinada de su "filosofía
nacional". Naturalmente la inteligencia debería ser una actividad reservada
a sujetos inteligentes. Debería ser el producto de cerebros independientes,
creativos y audaces en áreas relevantes, tanto dentro como fuera del
gobierno. Ello suele ser así en los países con vocación hegemónica, o en
aquellos que se encuentran en un ciclo de esplendor histórico (crecimiento
político). Suele suceder lo contrario con los países con vocación de
pequeñez.

En relación a estos últimos se observa un fenómeno permamente, ya que todos
ellos se encuentran en definitiva en regiones periféricas, aunque su
ubicación geográfica parezca indicar lo contrario. Es precisamente en la
vital actividad de Inteligencia donde con más claridad se manifiesta no la
ubicación central de esos Estados -tanto desde el punto de vista
histórico-cultural como geográfico- sino la profunda vocación atlantista de
una cantidad peligrosamente numerosa de sus grupos dirigentes.

Su actividad de inteligencia en áreas vitales para su seguridad nacional
-como por ejemplo el Oriente Medio- está absolutamente alineada -y alienada-
a una visión occidentalista extrema, al punto que los servicios de
inteligencia norteamericanos y, en este área específica, los israelíes,
seleccionan previamente el tipo de información que esos Estados adquieren
sobre el conjunto del mundo árabe-musulmán.

La mecánica a través de la cual funciona ese control supranacional y
anticonstitucional sobre la inteligencia es muy simple. Los grupos israelíes
y norteamericanos manipulan a los estamentos intermedios del servicio; es
decir, a los expertos en Oriente Medio, en este caso, e impiden que existan
otros accesos de flujo informativo que contradigan la estrategia
norteamericano-israelí sobre la región. Esos estamentos, y a través de ellos
la completa actividad de una inteligencia que debiera ser nacional, se
niegan a recibir información directa y fidedigna de los actores del proceso
regional que ya fueron previamente "excomulgados" por Jerusalén y
Washington. A partir de allí la Nación desaparece de la escena, se convierte
en un apéndice de tercer nivel dentro del bloque al cual pretende
adscribirse.

La Inteligencia es causa y efecto de un pensamiento nacional. La
Inteligencia es la consecuencia del conocimiento (en ningún caso su causa),
y la calidad de ambos definirá con toda precisión quién es cada país y quién
es quién dentro de cada país. La Inteligencia tiene por función máxima
generar poder a través de una preparación adecuada del conocimiento exacto
que se necesita en el aquí y ahora nacionales.

La Inteligencia debe ser el sistema superior de conocimiento que se
estructure a nivel de Estado. La Inteligencia es el máximo grado de
complejidad que puede alcanzar la institucionalización de un pensamiento
científico interdisciplinario con vocación nacional, es decir, orientado a
la diferenciación, es decir, a la supervivencia. Debe ser un pensamiento
complejo no sólo para entender a un mundo complejo. Debe ser un pensamiento
concebido para diferenciar y complejizar al espacio nacional respecto de
otros.

El Estado-nación (o la tribu, o el imperio o el área cultural diferenciada,
o cualquiera sea el parámetro que nos defina) es un "sistema" cuya
supervivencia depende de las evoluciones de un "entorno" (resto del mundo).
Las constantes modificaciones que sufre el "entorno" exigen diferentes
respuestas por parte del "sistema". Cuando el "sistema" no está en
condiciones de responder a los cambios que se operan en su entorno, en ese
momento el sistema (la comunidad nacional o el Estado-nación, o la tribu)
desaparece, se "gasifica", se licúa en el entorno. A partir de allí crecen
en su interior los factores centrifugantes de su "unidad nacional". En este
caso, se afianza la "barbarie" que representa el retorno de los "Estados
visigodos".

En definitiva, lo que diferencia a un Estado central de otro periférico es
la calidad de la información que elabora su servicio central de
inteligencia. Los primeros abren todos los canales "de entrada" (input)
posibles, en especial aquellos que contradicen las estrategias dominantes.
Ello es vital para lograr diferenciación internacional, esto es,
supervivencia nacional. Los Estados periféricos, en cambio, cierran los
canales de entrada, al ritmo exacto de las estrategias dominantes. Esa
actitud es el prólogo inequívoco de una desintegración nacional inminente y
evidente.

No olvidemos que la Inteligencia israelí no sólo opera preferentemente sobre
los servicios de informaciones occidentales: la Inteligencia israelí es la
principal proveedora de informaciones de los servicios de Inteligencia de
los Estados "secundarios" del "mundo occidental".

Sin el trabajo de interposición a realizar entre las culturas occidentales
(aun las ubicadas en la Periferia de Occidente, como es el caso argentino) y
el mesianismo judío, la lucha del mundo árabe-musulmán contra el
colonialismo del Estado de Israel será siempre una enorme frustración.
Mientras no se fracture la hegemonía ideológica y cultural que el
nacional-judaísmo mantiene hoy sobre Occidente, la lucha del mundo árabe
musulmán será una guerra sin fin, una frustración sin límite, un sacrificio
permanente. Ello es así porque hoy el nacional-judaísmo -como ayer el
sionismo- hunde sus raíces y se nutre de la potencia de un Occidente sobre
el cual ha sabido crear una enorme "conciencia de culpa", desde Rusia hasta
Argentina (62).

__________________________________________

1.- Leonardo Castellani, el Apokalipsis de San Juan, Buenos Aires, 1959. Al
texto

2.- Antonio Domínguez Ortiz, El Antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los
Austrias, Ed. Alianza, Madrid, 1973. Al texto

3.-  Marcel Bataillon, Erasmo y España, FCE, México, 1950. Al texto

4.-  "Barbarie" es una expresión típica de la cultura judía incorporada
tardíamente al iluminismo, a la modernidad y al positivismo. La evolución de
los procesos históricos se realizaría a partir de la contradicción básica
"civilización" versus "barbarie". Fue la cobertura ideológica de todo el
proceso de colonización sostenido por Occidente a partir del siglo XVIII.
Fue el núcleo del nacionalismo europeo y, por lo tanto, del sionismo.
Existe, por ejemplo, una similitud histórica extraordinaria entre la matanza
de indígenas (y de otros grupos sociales autóctonos, como los gauchos
argentinos) en América y la crueldad de los israelíes respecto de los
palestinos: la "civilización" está obligada a barrer con la "barbarie".
Véase mi libro: El Nacional-judaísmo, un mesianismo pos-sionista, con
prólogo de Roger Garaudy, Libertarias/Prodhufi, Madrid, 1997. Al texto

5.-  Carlos Carrete Parrondo, El judaísmo español antes del destierro, en
"Los judíos de España", Ed. Trotta, Quinto Centenario, Fundación amigos de
Sefarad. Madrid, 1993. Al texto

6.-  Julio Valdeón Baruque, Los conflictos sociales en el reino de Castilla
en los siglos XIV y XV, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1975. Al texto

7.-  John Lynch, España bajo los Austrias, Vol 1, p. 10. Ediciones
Península, Madrid, 1970. Al texto

 8.-  La Inquisición no fue una institución creada contra los judíos, sino
contra los falsos conversos, los criptojudíos o marranos (y otros delitos,
como crímenes sexuales, brujería, etc.) cuyas actividades representaron un
problema político de gran magnitud a todo lo largo y lo ancho del Imperio
español. En este punto es necesario señalar la estrecha relación existente
entre los falsos conversos y la conquista y colonización de América, tema
sobre el cual estoy preparando una investigación específica. Al texto

9.-  Es decir, del Estado Homogéneo Central. Al texto

10.-  Samuel Huntington, El choque de civilizaciones y la reconfiguración
del orden mundial, Paidós, Barcelona 1997. Por lo demás, se trata de un
libro alevoso, por una ausencia casi total de rigurosidad científica. En
efecto, no es difícil advertir que la finalidad político-ideológica del
libro es señalar la naturaleza "esencialmente perversa de la civilización
musulmana" o "Las sangrientas fronteras del Islam" (p. 305), o la
"propensión musulmana al conflicto violento" (p.309), o la evidencia de que
"la belicosidad y violencia musulmanas son hechos de finales del siglo XX
que ni musulmanes ni no musulmanes pueden negar" (p. 310). En ningún pasaje
de su libro Huntington hace la menor referencia a la política del Estado de
Israel. Al texto

11.- F. Fernando de Bordejé y Morencos, El escenario estratégico español en
el siglo XVI (1492-1556), Editorial Naval, Madrid, 1990. Al texto

12.-  El mantenimiento de la unipolaridad tuvo su punto más vulnerable en
los costos insoportables de la política europea española. Ver: Geoffrey
Parker, El Ejército de Flandes y el Camino Español 1567, 1659, Revista de
Occidente, Madrid, 1976. Antonio Bombín Pérez, Los caminos del Imperio
Español, Colegio Universitario de Alava, Universidad de Valladolid, Vitoria,
1974. I.A.A. Thompson, Guerra y decadencia, gobierno y administración en la
España de los Austrias -1560, 1620, Crítica, Barcelona, 1981. Al texto

13.- La Europa destruida -antes que construida- según el "Modelo Maastricht"
se está desmoronando: "Se ha prendido la llama del incendio social en los
cuatro rincones del continente y el problema económico se ha convertido en
político... cualquiera puede preguntarse por el precio de la globalización
económica para Europa" (L'Express del 16 de marzo de 1997). Al texto

14.- No nos referimos, por supuesto, a una supuesta identidad católica que
se derivaría de la cúpula vaticana. El actual Papa, que obviamente responde
a los intereses de una oligarquía global en la cual la participación judía
es por cierto muy importante, no dijo hasta al día de hoy una sola palabra
sobre la violenta judeización, acelerada y forzada por la coalición Likud,
de la Ciudad Santa de Jerusalén. Ese silencio es la conclusión lógica de un
largo camino que comienza en el Concilio Vaticano II y encuentra su punto de
inflexión en el reconocimiento del judaísmo como "religión madre" o "hermano
mayor" del catolicismo-cristianismo. Al texto

15.- A. Huerga, La pre-Inquisición en Hispanoamérica (1516-1568), en
Historia de la Inquisición en España y América, p.662. Esta obra monumental
(1487 páginas) fue dirigida por Joaquín Pérez Villanueva y Bartolomé
Escandell Bonet, y participaron en su redacción 26 investigadores del Centro
de Estudios Inquisitoriales. Fue editada por la Biblioteca de Autores
Cristianos en Madrid, 1984. Al texto

16.- Fray Bartolomé de las Casas, Memorial de remedios para las Indias
(1516), en "Obras Escogidas", vol.5, ed. J. Pérez de Tudela, Madrid, 1958,
p.15. Al texto

17.- Iniquidad, perversidad, corrupción de costumbres (Diccionario de la
Real Academia de la Lengua Española). Al texto

18.- Federico Rivanera Carlés, Los conversos, ¿Víctimas o victimarios de
España?, Centro de Estudios Históricos Cardenal Juan Matínez Silíceo, Buenos
Aires, 1992, p.109. Al texto

19.- Rivanera Carlés, op. cit., p.109. Al texto

20.-  La región Sirio-Palestina es "...la cuna de las civilizaciones del
mundo". Esa región tiene "...una importancia excepcional en el dominio de la
Historia y de la arqueología... (asume) un rol vital en el nacimiento y en
el desarrollo de la civilización humana en el curso de los siglos. Ese rol
particular se materializa en documentos arqueológicos e históricos únicos en
el mundo... las primeras herramientas y las primeras armas de piedra, el
esqueleto del Neandertal mejor conservado, el más antiguo testimonio
disponible sobre cultura de cereales, la domesticación de los animales, la
construcción de ciudades, el trabajo de la cerámica, de los metales y del
vidrio, la práctica de las artes, las creencias religiosas, la invención de
la escritura y del alfabeto, sin hablar de la aparición de los primeros
reinos y de los primeros Estados históricos conocidos". Doctora Najah
al-Attar, Ministra de Cultura de la República Árabe Siria, en la
Introducción a: Syrian-European archaeology exhibition, Damasco, 1996.

Véase también mi conferencia en la Unión de Escritores Árabes (Damasco,
febrero de 1997): "Las tribus hebreas sobre las que prácticamente no existen
testimonios arqueológicos, contrariamente a la ideología judía oficial,
representaron la barbarie contra una civilización ya instalada" (Existe una
versión de esta conferencia editada en Damasco, en idioma árabe).

El orientalista italiano Mario Liverani es contundente en esta cuestión: Si
no fuese por los textos bíblicos, es decir, por la existencia de un
pensamiento mitológico, sería imposible, arqueológicamente, reconstruir la
historia de Israel".

La revolución que en estos momentos tiene lugar en el campo de los estudios
sobre el Oriente Antiguo nos ofrece, entre otras revelaciones, una visión de
Egipto (Estado, cultura y sociedad de las diferentes dinastías) radicalmente
distinta a la tradicional "dictadura estática faraónica", lo que echa por
tierra la mitología del Éxodo. Y, también, la artificial diconomía Occidente
versus Oriente (falsa contradicción entre democracia y dictadura).

Respecto a la "continuidad" entre la herencia griega-democrática y el
"renacimiento humanista" del capitalismo europeo, Roger Garaudy señala que
la educación occidental olvida recordar que en Atenas, "la madre de las
democracias", en los tiempos de Pericles, "...había 20.000 ciudadanos libres
y 110.000 esclavos sin derechos" (La crisis del "nuevo orden mundial",
conferencia pronunciada en el "Ateneo de Madrid" el 24 de enero de 1997).
Pero existe algo mucho más grave aún, que perdura hasta nuestros días: la
escisión aristotélica entre el nosotros y el ellos. Occidente nace escindido
entre civilización y barbarie, entre la "cultura de la ciudad" y el mundo
"asiático", entre colonizador y colonizado, entre opresores y oprimidos,
entre orgullosos y humillados. Al texto

21.- "... los alumbrados del reino de Toledo son conversos en su mayor
parte... Son familias que a menudo se han especializado en el manejo del
dinero, y que constituyen el elemento más activo de la burguesía española".
Es a causa de ese poderío económico que esas familias "... proporcionan al
clero .... un contingente desproporcionado con su importancia numérica en el
seno de la sociedad española." Al texto

22.- "Entre los enemigos de una participación de España en la guerra...
estaban los funcionarios del ministerio español de Asuntos Exteriores, los
militares y los grandes industriales. Todos ellos eran anglófilos, situados
en posición crítica frente al nacionalsocialismo". Klaus-Jörg Ruhl, Franco,
Falange y III Reich, España durante la II Guerra Mundial, Ed. Akal, Madrid.
1986. Al texto

23.- "Comercio exterior español, 1934-1943", en Klaus-Jörg Ruhl, op. cit.,
pag, 38. Al texto

24.- Esto provocó en la dirigencia alemana de la época lo que algunos
historiadores llaman el "complejo de Hendaya", que fue una de las grandes
frustraciones de la estrategia mediterránea propuesta por la Kriegsmarine.
De haberse realizado esa estrategia mediteránea muy probablemente hubiese
cambiado el curso de la guerra. Sobre la "Operación Fénix" existe una
abundante bibliografía, entre otras: Merlin G. Kime, The contest for Spain
during World War II: Anglo-American planning to retain control over the
Straits of Gibraltar, Graduate College, University of Nebraska, 1987. Al
texto

25.- Dentro de ese vasto proyecto de institucionalizar y racionalizar al
mismo tiempo, está la necesidad de asumir el atlantismo dependiente, la
portugalización de la totalidad de la península, una impronta estratégica
que queda establecida a partir de la gran alianza que el Foreign Office
propone y el general Franco acepta (de hecho) en los primeros días de la
guerra civil, en aquel verano de 1936.Al texto

26.- Implicó también una ruptura simultánea con Iberoamérica, como lo
demostró el "test" de la Guerra de Malvinas. Para Calvo Sotelo, en sus
prisas otánicas, el problema de las Malvinas era un tema "distinto y
distante" de la situación colonial que vive Gibraltar. Para los
socialdemócratas, también. (Estos plantean una especie de "no intervención"
netamente favorable al colonialismo británico). Al texto

27.- Miguel Cruz Hernández, Historia del pensamiento en el mundo islámico,
vol. 2: El pensamiento de al-Ándalus (siglos IX-XIV), Alianza, Madrid, 1996,
pags. 469-470. Al texto

28.- Citado por Léon Poliákov, en el Prefacio del libro de Evelyne Kenig,
Historia de los judíos españoles hasta 1492, Paidós, Barcelona, 1995. Lo que
se percibe en este texto, como en tantos otros textos judíos que no es
posible citar aquí, es una profunda lucha ideológica y, aun, por el poder
político, del judaísmo contra el cristianismo. Todo ese vasto conjunto
doctrinario anticristiano desmiente de manera rotunda y terminante la puesta
en escena, en el teatro de la posmodernidad, de la versión progresista del
catolicismo contemporáneo. Dicha versión consiste en afirmar que una de las
causas del "antisemitismo" y del "nazifascismo" del siglo XX fue la actitud
"antijudía" que supuestamente mantuvo desde sus orígenes la Iglesia
católica. Uno de los más sistemáticos expositores de esa opinión es el
teólogo Hans Küng -que tan destacada actuación tuvo en el Concilio Vaticano
II (Ver: Hans Küng, El judaísmo, Trotta, Madrid, 1993). Ya que estamos en
al-Ándalus convendría recordar la opinión del gran Maimónides sobre Cristo y
el cristianismo:

"Bien sabéis que los cristianos atribuyen a Jesús de Nazaret, ¡que sus
huesos sean triturados!, cantidad de hechos (portentosos), desde la
resurrección de los muertos, como personas, hasta los milagros con que se
engañan, y que nosotros podemos conceder y reconocer dialécticamente. Pero,
a pesar de todo esto, no pueden convencernos de que Jesús fuese el mesías,
en tanto podemos encontrar en los versículos bíblicos mil pruebas,
aproximadamente, que Jesús (no es tal mesías)...(Guía de Perplejos, citado
por Miguel Cruz Hernández, op. cit, pag. 480). Al texto

29.- Evelyne Kenig, op. cit, pag.36 Al texto

30.- Thomas F. Glick, Cristianos y musulmanes en la España medieval
(711-1250), Alianza Universidad, Madrid, 1991, pgs. 226 y 227. Al texto

31.- Léon Poliákov, op.cit. Al texto

32.- Evelyne Kenig, op.cit. Al texto

33.- Marcel Bataillon, Erasmo y España, ed. FCE, México, 1950. Al texto

34.- Bataillon, op.cit., pg. 803 y ss. Al texto

35.- Ibidem. Al texto

36.- Edgar Morin, Prólogo al libro Los judíos de España, editado por Henry
Méchoulan, con la financiación de la Fundación Amigos de Sefarad, cuyo
dirigente es el judío argentino-español Mauricio Hatchwell Toledano. Ed.
Trotta, Madrid, 1993. Se trata de una recopilación de trabajos muy
interesantes que demuestran, entre otras cosas e involuntariamente, la
veracidad de la -en otros tiempos tan subestimada- teoría de Werner Sombart,
respecto de los itinerarios de los judíos de la "diáspora española", que
estaban determinados por los centros de mayor actividad económica del norte
de Europa; es decir, por los núcleos originales del capitalismo moderno. Al
texto

37.- El humanismo predicado por Erasmo de Rotterdam se convierte en un
vehículo impulsor de la posición de los judíos conversos españoles y
portugueses. La adopción de ese humanismo fue en verdad la "ideología" de
los judíos conversos en América, como lo señala el propio Bataillon en el
Apéndice del libro que estamos citando: Erasmo y el Nuevo Mundo (Diego
Méndez El de la Canoa, y Proceso de Francisco de Sayavedra). Al texto

38.- Ver Gilles Kepel, Al Oeste de Alá, la penetración del Islam en
Occidente, Paidós, Barcelona, 1995. Al texto

39.- Bataillon, op.cit. Al texto

40.- Sobre el tema de la participación de los conversos y marranos en los
salvajes sistemas de explotación de la mano de obra indígena y la "trata de
negros" existe una extensa bibliografía, en su mayoría redactada por autores
judíos, entre ellos el judío polaco residente en la Argentina ya fallecido
Boleslao Lewin.

Están también las Historias de la Inquisición en Lima, Cartagena de Indias y
México. Y una muy extensa lista de libros, artículos periodísticos e
investigaciones monográficas que puede ser consultada en la Biblioteca
Nacional de Madrid.

El propio Marcel Bataillon señala, en una nota al pie en la página 803 de su
libro ya citado: "La importancia de los judíos y conversos en la formación
de lo más típicamente hispano es la idea básica de Américo Castro, España en
su historia, Cristianos, moros y judíos, Buenos Aires, 1948. En el terreno
puramente religioso, hay que añadir a las figuras neocristianas estudiadas
en el presente libro algunas adalides de la mal llamada Contrarreforma
española: nada menos que el Beato Juan de Ávila, Apóstol de Andalucía,
máximo imitador de San Pablo, el Padre Laínez, segundo general de la
Compañía de Jesús. Cristianos nuevos fueron los principales discípulos de
Juan de Ávila, como el Maestro. La proyectada fusión de sus Colegios con la
Compañía fracasó por no poder cargar ésta con tal herencia, arrostrando el
prejuicio adverso a los marranos, en el momento preciso en que Silíceo
quería imponer a los jesuitas un estatuto de limpieza (de sangre) para
admitirlos en su diócesis". Al texto

41.- Los siguientes párrafos expresan, en una síntesis muy apretada, algunos
lineamientos de un libro que en la actualidad estoy elaborando, y que se
titulará, precisamente, Judenland. Como ese trabajo pivota sobre los judíos
en la Argentina, llevará como subtítulo: Argentina Ha-Aretz Ha- Yeuda, que
en Hebreo significa: Argentina, la tierra prometida. Al texto

42.- Versión española en Alianza, Madrid, 1972. Al texto

43.- Menasseh ben Joseph ben Israel, Esperanza de Israel, con introducción y
notas de Henry Méchoulan y Gérard Nahon, Hiperión, Madrid, 1987. Al texto

44.- Luiz María Montiel, Negros en América, Mapfre, Madrid, 1992. Quinto
encuentro de antropología y Misión, Mundo Negro, Madrid, 1992. Darién J.
Davies (Ed.), Slavery and beyond: the African impact of Latin America and
the Caribbean, Scholary Resources, Delaware, 1995. Al texto

45.- Enriqueta Vila Vilar, Hispanoamérica y el comercio de esclavos. Los
asientos portugueses, Sevilla, 1977. Introducción a Alonso de Sandoval
(1576-1652 De instauranda Aethiopum salute), Alianza, Madrid, 1987.
Extranjeros en Cartagena en el siglo XVII, en Jahrbuch für Geschichte und
Staat, Wirtschaft und Gesellschaft in Lateinamerika, vol. 16 pp.147-184. Al
texto

46.- La "encomienda" era una de las formas que adoptaba el trabajo esclavo
indígena en la América española. Ver: Manuel Olmedo Giménez, Jerónimo de
Loaysa, O.P., pacificador de españoles y protector de indios, Universidad,
Granada, 1990. Al texto

47.- Citado por Boleslao Lewin, Mártires y Conquistadores Judíos en la
América Hispánica, Candelabro, Buenos Aires, 1958, p. 8. Lewin utiliza como
fuente al canónigo español Juan Antonio Llorente, quien fuera uno de los
Secretarios de la Inquisición. La opinión actual de la crítica seria
española sobre Boleslao Lewin, quien quiso poner en los criptojudíos nada
menos que los orígenes de América, es sumamente dura. Ballestero Gaibrois lo
llama "... obseso anti-discriminador hebreo radicado en la Argentina" (En
Historia de la Inquisición...etc. Op. cit). Todos los trabajos posteriores
de los historiadores judíos radicados en la Argentina siguen la huella del
"maestro" panfletario, aunque esa tendencia se intensifica en los trabajos
de los "historiadores" judíos fundamentalistas. Al texto

48.- Mario Javier Saban, Los hebreos, nuestros hermanos mayores, judíos
conversos II, Distal, Buenos Aires, 1993, p. 27 y 28. En este libro el autor
desarrolla estudios genealógicos -es decir, raciales- tendentes a ubicar a
gran parte de la "clase patricia argentina" dentro de la evolución del
criptojudaísmo en el Río de la Plata. Vale decir que el "principio
fundacional" de la Argentina -la clase terrateniente- sería el
criptojudaísmo. De allí a considerar a ese país como "tierra prometida", hay
un paso muy corto. Pero afortunadamente el principio fundacional de la
Argentina ya está muy lejos de esa clase social. Al texto

49.- Mario Javier Saban, op. cit, pgs. 51-52. Al texto

50.- Boleslao Lewin, Los judíos bajo la Inquisición en Hispanoamérica,
Dédalo, Buenos Aires, 1960, pgs. 52-53. Lewin, a quien conocí en mis tiempos
de estudiante, pasa por ser el decano de los investigadores sobre los judíos
en la América española. Como todos los otros, invierte absolutamente los
términos del problema y sostiene que Vitoria fue denunciado por ser hijo de
judíos, cuando en realidad fue denunciado, concretamente, por
contrabandista, por "exportar" ilegalmente valores muy grandes en oro y
plata producto de su empresa negrera; es decir, por transgredir el
ordenamiento legal español en América. Siguiendo un impulso irresistible de
etnopatriotismo, el "argentino" Lewin dedica el libro que estamos citando "A
don Itzjak Ben Levi, digno presidente del Estado de Israel y eminente
colega..." Al texto

51.-Ernst Nolte, La guerra civil europea, Nacionalsocialismo y Bolchevismo,
1917-1945, FCE, México, 1994. En este libro Nolte cita las declaraciones del
"...más famoso de los generales de unidades blindadas (alemanas) aparte de
Rommel, Guderian, quien sostuvo con evidente y sincera convicción, ante
representantes de la prensa, que había peleado en el Este durante mucho
tiempo, pero que nunca vio ni 'hornos infernales' ni cámaras de gas ni nada
semejante, producto de una imaginación morbosa, aprovechados por el mariscal
(soviético) Shukov para tratar de exitar 'los sentimientos de odio de los
primitivos soldados soviéticos'" (Nolte, op. cit., p. 464). Al texto

52.- "La más prestigiosa Universidad judía de Estados Unidos homenajea a Don
Juan Carlos como 'Rey de los sefardíes'" (ABC, 9-4-97, p. 49). Es el propio
Rey quien traza, una vez más, la parábola que relaciona la expulsión con el
Holocausto. "No sin orgullo puedo recordar hoy que mi abuelo el Rey Alfonso
XIII firmó en 1924 una ley que ortorgaba la nacionalidad española y
proporcionaba protección diplomática a todos los judíos sefardíes que
acreditasen, siquiera fuese vagamente, origen español. Gracias a ella
pudieron actuar con mayor desenvoltura aquel puñado de diplomáticos
españoles que ... pudieron contribuir en pleno Holocausto a salvar del
infierno terrenal algunos miles de judíos de los territorios invadidos" (El
País, 9-4-97, p. 17). Al texto

53.- La llamada "Escuela de Frankfurt" (Institut für Sozialforschung) tuvo
una enorme influencia política en la historia contemporánea de Alemania,
desde la República de Weimar hasta nuestros días. En su momento de máxima
actividad, llegó a albergar a más de 200 investigadores. Todos,
absolutamente todos ellos, eran judíos. El "pensamiento crítico",
eminentemente "progresista", elaborado por el Institut, especialmente en su
época de exilio en Nueva York y California, tuvo y tiene una gran influencia
en el pensamiento contemporáneo, pero además fue la base ideológica sobre la
cual se elabora la espantosa cultura de la Alemania de posguerra. Sobre la
República de Weimar ver: Ernst Nolte, Heidegger, Politik und Geschichte im
Leben und Denken, Propyläen, Frankfurt, 1992, en especial la sección
titulada: Deutschland am Ende der Weimarer Republik, p. 106 y ss. Al texto

54.- Ernst Nolte, Lehrstück oder Tragödie?, op. cit. El trabajo citado de
Max Horkheimer es: Die Juden und Europa. Dentro del Institut tuvo lugar una
importante polémica sobre la naturaleza social del "antisemitismo". Mientras
que para Franz Neumann (Behemoth. Pensamiento y acción en el
nacionalsocialismo, FCE, México, 1943) el "antisemitismo" constituía, en lo
fundamental, un femómeno profundamente enraizado en las masas populares;
para Emil Lederer, por el contrario, el "antisemitismo" expresaba sólo el
pensamiento de las élites. Max Horkheimer (Dämmerung, Zurich, 1934) aprueba
el pensamiento de Neumann, quien en la obra antes mencionada, definió al
pueblo alemán "como el menos antisemita de todos los pueblos". Era esta una
opinión compartida por otros miembros del Institut. Sobre la cuestión de la
autodiscriminación judía en Alemania véase: Gershom Scholem, Walter
Benjamin, historia de una amistad, Península, Barcelona, 1987. Al texto

55.- Ernst Nolte, Der Europäische Bürgerkrieg 1917-1945, op. cit. pag. 461.
Al texto

56.- El sistema internacional bipolar que comienza a funcionar a partir del
final de la Segunda Guerra Mundial se mantuvo estable durante un
relativamente largo período de tiempo, toda la duración de la guerra fría
(1945-1989). A partir de esa fecha el mundo comienza a funcionar bajo la
forma de la unipolaridad. Ha sido en los últimos tiempos la multiplicación
de conflictos lo que ha tornado ingobernable la unipolaridad. Al texto

57.- Existe una permanente y apasionada discusión dentro de los movimientos
islamistas sobre la dicotomía nación-cultura, o Estados musulmanes y
movimientos musulmanes. En mi opinión personal esa anterior dicotomía se ha
ido decantando hacia una forma pragmática de coexistencia entre ambas
posiciones. No sucedía lo mismo hace una década, como muy bien lo señaló en
su momento Bruno Étienne (L'islamisme radical, Hachette, París, 1987). Al
texto

58.- Además no existe ninguna posibilidad de coexistencia, como lo están
demostrando, por enésima vez, los acontecimientos pos-rejudaización de
Jerusalén, y la negativa del Estado de Israel a desarrollar una Paz
verdadera. Hay que expulsar a los judíos de Oriente Medio. Cualquier otra
alternativa es algo peor que un engaño, es un autoengaño.

Esto ha sido finalmente percibido por muchos de los árabes que en los
últimos años esperaron, ingenuamente, alcanzar un status de coexistencia
pacífica con el Estado judío en la región. Para ellos y para el mundo entero
el gran poeta Nizar Qabbani escribió en mayo de 1997: "Estoy con el
terrorismo".    Al texto

59.- En el sentido de ser, los intelectuales de la izquierda liberal y
social-demócrata, los más lúcidos expositores de la "teología de la
globalidad", que está condensada en tres conceptos básicos sobre los que se
sustenta el Nuevo Orden Mundial (NOM): la soberanía limitada, el derecho a
la ingerencia y las intervenciones humanitarias.

* La soberanía limitada. Los Estados periféricos transfieren sus
responsabilidades estratégicas al "gobierno mundial". La realización
práctica de este concepto exige la no transferencia de tecnología del
"centro" hacia la "periferia" y la destrucción de los desarrollos
tecnológicos endógenos en la propia periferia. En el límite, la "soberanía
limitada" lleva a un Estado a liquidar su capacidad militar nacional y a
convertirse en mero receptor de fuerzas transnacionales.

* El derecho a la ingerencia. Se fundamenta en el principio de la
"universalidad de los derechos humanos" (Viena, junio de 1993). El
"gobierno" transnacional se autoadjudica el derecho de intervenir en los
asuntos internos de cualquier Estado "nacional" cuando los derechos humanos
"universales" se encuentren en peligro, desde la óptica del Iluminismo
europeo. Tal concepción de los derechos humanos es claramente complementaria
con la idea de "soberanía limitada". El derecho de ingerencia es ampliable
hacia la "protección del medio ambiente". Los recursos naturales de la
periferia, en esta fase del "imperialismo global", deberían estar
fiscalizados por organismos supranacionales.

* Intervenciones humanitarias. Se la pretende fundamentar a partir de la
rama del derecho internacional conocida como Derechos de Ginebra. Ella trata
de obligaciones hacia prisioneros de guerra, víctimas del hambre, epidemias
y conflictos étnicos. Hasta el fin de la bipolaridad esas intervenciones se
realizaban a través de la Cruz Roja. Ahora, el gobierno mundial envía
fuerzas militares en "misiones humanitarias". Esas fuerzas llevan el mandato
de involucrarse en operaciones de "pacificación" (peace making) que
conllevan acciones contra poblaciones nativas ("La inmundicia de las gentes
de la tierra", como son definidas en el Libro de Esdras).

La soberanía limitada, el derecho a la ingerencia y las intervenciones
humanitarias constituyen la trilogía de una teología imperial laica,
racional y universal. En conjunto se ofertan como sustituto de una
infalibilidad ideológica absolutamente necesaria para legitimar un imperio
mundial que se pretende construir, y que incluye acciones militares
unilaterales (como p.e. Serbia). Al texto

60.- Como es el caso del nombramiento de David Scheffer como embajador
norteamericano itinerante para los "asuntos de crímenes de guerra", quien
tiene como función hacer tábula rasa con las soberanías nacionales en el
campo de la justicia, un complemento indispensable de la globalización
económica. Al texto

61.- La idea de legitimidad expuesta en este trabajo, lanzada sobre el
continuo de situaciones Expulsión-Inquisición-Contrarreforma, se basa,
ciertamente, en una filosofía de la historia, en una visión del mundo
distinta al progresismo (iluminismo- racionalismo- positivismo- marxismo)
que se implantó en la cultura occidental a partir del siglo XVIII. Esta
evolución filosófica -y sus tremendas repercusiones en el campo de la
economía, de la política y de la guerra- podría muy bien denominarse "la
intelectualización del mundo", representada por una evolución cuasi mecánica
de la historia, que en última instancia elimina "... la posible existencia
de una causa humana concreta en dicho proceso" (Nolte, La guerra civil...,
etc, op.cit.).

Es necesario dar el paso hacia una radical inversión de esa Weltanschauung
"progresista", "... porque de hecho los judíos... (tienen) una relación
sobresaliente con aquella intelectualización (del mundo), en primer lugar,
como 'pueblo de la escritura' y luego por constituir un grupo...
especialmente favorecido por la emancipación..." (Nolte, op. cit.).

El núcleo de la crisis del mundo cristiano-occidental está localizado en su
secularización, es decir, en un avance ya casi irreversible de la "erosión
de la Fe". El mundo cristiano-occidental ha perdido la Fe, y a partir de
allí surgen las políticas sin el hombre (o a partir de un hombre des-almado
o des-espiritualizado, que es lo mismo): surge el "crecimiento económico" al
margen de las necesidades humanas, surge un "mundo virtual" que promete
goces sin límites al margen de los sufrimientos reales del mundo real.
Surge, en definitiva, lo que es hoy la cultura occidental: un hecho
aberrante que se mantiene en base a una posición de fuerza material,
exclusivamente. Al texto

62.- Al igual que en los casos de Alemania y España existe también una
"leyenda negra" elaborada sobre Argentina, que coloca a un gran movimiento
de masas como el peronismo en el centro de gravedad ficticio de una enorme
conspiración sobre el conjunto de Iberoamérica. Esta específica "leyenda
negra" se origina en una campaña de la inteligencia británica realizada
durante los primeros tiempos de la segunda guerra mundial, orientada a
provocar, en unos Estados Unidos aún neutrales, la convicción de que existía
en la Argentina una infiltración nazi de una envergadura colosal, capaz de
desestabilizar el control de Washington sobre "las Américas", es decir,
sobre la totalidad del Hemisferio Occidental. Al día de hoy está
absolutamente demostrada la existencia de esta operación destinada a
salvaguardar los intereses de Londres en América del Sur, zona tradicional
de influencia británica, acelerando la declaración de guerra de los EUA a la
Alemania nacional-socialista (Ver: Ronald C. Newton, El cuarto lado del
triángulo, la "amenaza nazi" en la Argentina, 1931-1947, Ed. Sudamericana,
Buenos Aires, 1996). Al texto


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EDICIONES TERCERA POSICION - Ediciones Libertarias-Prodhufi S.A., Bravo Murillo 37, 28015 Madrid, España. 1998
ISBN 84-7954-421-X



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