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Paul Rassinier

LA VERDAD SOBRE EL PROCESO ElCHMANN


1962


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APENDICES DOCUMENTALES A LA PRIMERA PARTE



Ap. 1. - Demanda colectiva presentada por la defensa de los acusados al iniciarse el Proceso de Nuremberg, el 19 de noviembre de 1945.

Ap. 2.- Documento Gerstein.

Ap 3.- Documento Kasztner sobre la deportación de los judíos húngaros. Fotocopia: a) de una carta original de 6 israelitas internados en Theresienstadt; b) de un párrafo del documento y de la falsificación que ha sido hecha pública.

Ap. 4. -El plan Kaufman de exterminio de 48 millones de alemanes.

Ap. 5. - Intercambio de correspondencia con el editor Julliard acerca del testimonio del comunista húngaro Dr. Nyiszli Miklos, «Médico en Auschwitz».


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APENDICE 1

 

DEMANDA COLECTIVA PRESENTADA POR LA DEFENSA EL 19 DE NOVIEMBRE DE 1945. 1

 

Las dos espantosas guerras mundiales, esos conflictos gigantescos que han violado la paz entre Estados y sublevado al mundo, han tenido como consecuencia la conciencia, en los pueblos torturados, de que la realización de un orden real entre Estados no es posible mientras uno de ellos, en virtud de su soberanía,tiene derecho a desencadenar una guerra en cualquier momento y bajo cualquier pretexto. Durante los últimos diez años, la opinión pública mundial ha rechazado con creciente energía la idea según la cual la decisión de desencadenar una guerra sobrepasa el concepto de bien y de mal. La opinión pública ha establecido una distinción entre las guerras justas e injustas, y exige que la cemunidad de los Estados pida cuentas al que emprenda una guerra injusta, y le niegue, si resulta victorioso, los frutos de su ofensa. Además de la condena del Estado culpable y de la demostración de su responsabilidad, se reclama también que los hombres responsables del desencadenamiento de una guerra injusta sean juzgados y condenados por un Tribunal Internacional. En lo que respecta a esas consideraciones, llegamos, en nuestros días, mucho más lejos de lo que nunca llegaron los juristas más severos de comienzos de la Edad Media. Aquella idea es la base del primero de los tres puntos del Acta de acusación planteados en este Pro-

[238] ceso, que se refiere concretamente a la acusación principal de crímenes contra la Paz. La humanidad insiste para que aquella idea sea, en el futuro, algo más que una exigencia: una norma válida del Derecho Internacional.

Sin embargo, en nuestros días no es aún una norma viva del Derecho Internacional.

Aquella idea no ha sido realizada, ni en el estatuto de la Sociedad de Naciones, organización mundial contra la guerra, ni en el Pacto Briand-Kellog, ni en ninguno de los tratados concluidos después de 1918, en el curso de aquella primera ola de esfuerzos encaminados a desterrar la guerra de agresión. Pero, hasta el último instante, la conducta de la Sociedad de Naciones ha sido inequívoca a ese respecto. En varias ocasiones, la Sociedad de Naciones ha tenido que decidir acerca de la legalidad o ilegalidad del empleo de la fuerza por uno de sus miembros. Pero, si bien ha condenado siempre el recurso a la fuerza como una falta del Estado contra el Derecho Internacional, nunca se le ocurrió extender la responsabilidad de la falta hasta los estadistas, generales e industriales del Estado que había recurrido a la fuerza, y mucho menos hacerlos comparecer ante una jurisdicción represiva internacional. Y cuando el pasado verano, en San Francisco, se estableció la nueva organización para la paz mundial, no se elaboró ningún principio jurídico en virtud del cual un tribunal internacional infligiría, en el futuro, un castigo a los hombres responsables del desencadenamiento de una guerra injusta.

El Proceso no puede, en consecuencia, y tanto como puedan ser castigados los crímenes contra la Paz, invocar un derecho internacional en vigor: se trata más bien de un procedimiento basado en un nuevo derecho penal, en una norma represiva establecida después del crimen. Esto repugna al principio de jurisprudencia sagrado a los ojos del mundo civilizado, y cuya violación parcial por la Alemania hitleriana ha sido fuertemente censurada, lo mismo en el interior que en el exterior del Reich. Se trata de esto: sólo puede ser castigado el que viola una ley preexistente con el acto. Esta máxima pertenece a los grandes principios fundamentales del sistema político de los Signatarios del Estatauto de este Tribunal: Inglaterra, desde la Edad Media, los Estados Unidos desde su creación, Francia desde su gran Revolución, y la Unión Soviética. Y cuando, recientemente, la Comisión de Control para Alemania tomó la decisión de garantizar el retorno a una justa aplicación del derecho penal en Alemania, decretó en primer lugar la restauración de la máxima: «Nadie será castigado sin

[239] una norma penal en vigor en el momento de realizar el acto». Esta máxima no es precisamente una norma de circunstancias, sino que deriva del reconocimiento del hecho de que todo acusado puede considerarse injustamente tratado si es castigado por un Derecho posterior a la comisión de sus actos.

Los abogados de todos los acusados presentes descuidarían su deber si aceptaran en silencio el abandono del Derecho Internacional en vigor y el retracto de un principio universalmente reconocido por la jurisprudencia criminal moderna, y ahogaran los escrúpulos abiertamente expresados hoy, incluso más allá de las fronteras de Alemania. Mucho más por cuanto la Defensa está unánimemente convencida de que el Proceso podrá prestar un alto servicio al progreso del Orden mundial, a condición de que no se aparte del Derecho Internacional en vigor. Cuando se trate de hechos que al ser cometidos no eran punibles, el Tribunal debería limitarse a enumerarlos y a demostrar después los que realmente habían sido cometidos: la Defensa, convertida en verdadero auxiliar del Tribunal, está dispuesta a aportar su total colaboración. Basándose en las declaraciones del Tribunal, los Estados de la comunidad internacional, de común acuerdo, establecerían entonces un nuevo Derecho, de acuerdo con el cual, quienes en el futuro se hicieran culpables del desencadenamiento de una guerra injusta, serían amenazados con ser castigados por el Tribunal internacional.

Los abogados estiman también que otros principios de carácter penal cometidos en el Estatuto están en contradicción con la máxima Nulla pena sine lege.

Finalmente, los abogados consideran deber suyo señalar otra particularidad de este Proceso que se aparta de los principios comúnmente reconocidos por la jurisprudencia penal moderna: los jueces han sido exclusivamente nombrados por los Estados que formaban uno de los bandos beligerantes. Esto les convierte en todo en uno: creador del Estatuto del Tribunal y de las normas de derecho, fiscal y juez. La convicción jurídica común quisiera que no fuera así. Los propios Estados Unidos de América, como adalides del establecimiento de una jurisdicción y de un arbitraje internacionales, han reclamado siempre que el sitial de los jueces fuese ocupado por neutrales, asistidos por representantes de las partes en litigio. Ese principio ha sido realizado de un modo ejemplar por el Tribunal permanente de Justicia Internacional de La Haya.

Considerando las dificultades planteadas por la complejidad de esas cuestiones de derecho, la Defensa presenta la demanda:

[240]
Que el Tribunal podría recabar la opinión de especialistas universalmente reputados en materia de Derecho Internacional para sentar las bases jurídicas de este Proceso en el Estatuto del Tribunal.

En nombre de los abogados de todos los acusados presentes:

Firmado: Dr. Stahmer


[241]

APENDICE II

EL DOCUMENTO GERSTEIN

 

(P. S. 1553 - R. F. 350) Rechazado en Nuremberg

 

En los primeros días de mayo de 1945 (que yo sepa, la fecha exacta no ha sido dada nunca), las tropas francesas ocuparon Rottweil (Wurtemberg), donde hicieron prisionero a un tal Kurt Gerstein: llevaba el uniforme de las SS con la calavera y, en el uniforme, la hombrera de Obersturmführer (comandante). Sin duda este fue el motivo (aunque afirmarlo sería temerario) por el cual, en vez de tratarle como a los otros oficiales, se le trasladó a París, donde fue encerrado «a cal y canto» en la prisión de Cherche-Midi.

[242] Una mañana del siguiente mes de julio se le encontró muerto en su celda: se había suicidado durante la noche. ¿Qué mañana? Nunca se ha dicho (siempre que yo sepa), ni tampoco el medio de que se valió para suicidarse.

En aquellos momentos, por otra parte, el hecho no parece que saliera a la luz pública.

Sólo en enero de 1946 algunos indiscretos de nota empezaron a hablar de él. El primero y más notorio de esos indiscretos fue M. Dubost, fiscal francés en el Tribunal de Nuremberg: en los archivos de la delegación norteamericana, había descubierto cierto número de facturas de Cyclon B suministrado a los campos de concentración de Auschwitz y de Orianenburg por la Degesch Gesellschaft de Frankfut/M., unidas a un relato en francés firmado por Kurt Gerstein y fechado en Rottweil el 4 de mayo de 1945.

De lo cual se infiere que los franceses, que habían encontrado al hombre, si bien se habían olido que se trataba de un personaje importante, no habían encontrado los documentos, es decir, que en contra de una costumbre bastante corriente, el uno no llevaba los otros. Cómo los encontraron los norteamericanos es cosa que nunca se supo y que ahora, verosímilmente, no se sabrá ya. Los norteamericanos, por otra parte, no se habían dado cuenta de la importancia de los documentos y no los habían juzgado dignos de ser presentados como prueba contra los acusados ante el Tribunal.

Afortunadamente, allí estaba M. Dubost: el 30 de enero de 1946, los sacó de su cartera de mano y los presentó bajo la referencia P.S. 1553 - R.F. 350.

Y he aquí lo que pasó...

* * *

Pero, ante todo, ¿quién era Kurt Gerstein?

La lectura de los 42 volúmenes del Informe del Proceso de Nuremberg no permite contestar a esta primera pregunta: por motivos que el lector no tardará en comprender, el Tribunal, en efecto, no quiso oír hablar ni de Kurt Gerstein, ni de su relato: del montón de documentos presentados por M. Dubost sólo conservó dos facturas con fecha del 30 de abril de 1944, cada una de ellas de 555 Kg. de Cyclon B, una para Auschwitz, otra para Orianenburg.

El día siguiente, 31 de enero de 1946, sin embargo, los periódicos del mundo entero reproducían sin pestañear y cada uno a su manera el relato de Kurt Gerstein, cuya lectura había sido re-

[243] chazada por la Sala, en una forma tal que nadie podía dudar de su autenticidad y de su admisión como prueba por el Tribunal.

De aquella «ofensiva de prensa», procede la explotación que se ha venido haciendo desde hace quince años de aquel documento -- cada uno se gana la vida como puede --, por parte de les eminentes historiadores salidos de la Escuela Normal Superior de la Rue de la Libération -- sic -- (Fundador: el Padre Loriquet) tales como M. M. Poliakov (El Breviario del Odio. ¡Qué hermoso título!) y algunos otros como los alemanes (¡bien teñidos, desde luego!) H. Krauschnik (Documentación sobre el exterminio por los gases), J. J. Heydecker y J. Leeb (El Proceso de Nuremberg), Gerhardt Schoenberner (La estrella amarilla), etc. (Debe disculpárseme el que no haya leído más que esos libros: no pueden leerse todos, especialmente tratándose de esa clase de literatura... ), todos los cuales se aprovechan ahora ricamente del Proceso Eichmann. Después de un año de publicidad alrededor de este último proceso se les ve, en efecto, unos junto a otros, remontarse al primer plano de la actualidad como la hez en los fondos de los toneles... con dificultades, es cierto, ya que no estamos en 1946 y la opinión pública es, afortunadamente, un poco más exigente...

Por lo que puede deducirse de los escritos de esos brillantes historiadores, Kurt Gerstein era un ingeniero-químico. En 1938, tuvo dificultades con la Gestapo y fue internado en el campo de concentración de Welzheim. Cómo consiguió salir de él es cosa que no se sabe. El caso es que en 1941 aparece en las SS -- a las que se había alistado, dijo, para sabotear desde el interior la obra de exterminio (!) --, y en 1942, en las Waffen SS, con el grado de Obersturmführer, en la «sección higiene» (Abt. der Entwesung un der Entseuchung) del servicio sanitario central (Hauptampt des Sanitätdienste). En concepto de tal, estaba encargado de recibir los pedidos de Cyclon B utilizado por la Reichswehr como desinfectante desde 1924, y luego por la Wehrmacht, ya que ésta no tenía la suerte de conocer el D.D.T. Esos pedidos los transmitia, con la orden de entrega, a la Degesch Gesellschaft de Frankfurt/M. o a su filial, la Testa de Hamburgo. Y, naturalmente, Gerstein recibía las facturas...

Los hechos que cuenta -- sería más exacto decir que se encuentran en el relato que se le atribuye -- se sitúan en 1942 3..

[244]
El 8 de junio de aquel año, pues, Gerstein recibió en su oficina al SS Sturmführer Günther, el cual le dijo que necesitaba urgentemente 100 kilogramos de Cyclon B para llevarlos a un lugar que sólo debía conocer el chófer del camión.

Unas semanas después, el chófer del camión en cuestión se presentó acompañado por Günther: se cargaron los 100 kilogramos de Cyclon B, Gerstein subió al camión y éste se dirigió primeramente a Praga y luego a Lublin, donde llegaron el 17 de agosto. El mismo día se entrevistaron con el Gruppenführer (general) Globocknick, encargado del exterminio de los judíos en el Warthegau, el cual no había encontrado aún otro medio para llevar a cabo su tarea más que... los gases de escape de los motores Diesel (!), los cuales hacía llegar a cámaras especialmente díspuestas al efecto.

Naturalmente, el Gruppenführer, que tenía el sentido de la lógica, empezó por contarlo todo. En su región, existían tres instalaciones para extermiriar a los judíos con los gases Diesel: Belzec, en primer lugar (en la carretera de Lublin a Lwow), con una capacidad de 15.000 personas por día; Sobidor (¡el Gruppenführer no sabía exactamente donde se encontraba!), con una capacidad de 20.000 personas por día; Treblinka (a 120 km. al N.N.E. de Varsovia, sin indicación de capacidad en M. Poliakov, aunque Heydecker y Leeb concretan: 20.000 personas por día, ya que aquel singular documento no hablaba el mismo idioma para unos y para otros... ). Una cuarta instalación, Maïdanek, se hallaba en período de preparación, pero nadie ha dado ninguna indicación acerca de su emplazamiento ni de su capacidad prevista. Para decirlo todo acerca de este punto, hay que añadir que, en La estrella amarilla (edición alemana) de M. Gerhardt Schoenberner, esa parte del documento no aparece reproducida: se trata, sin duda, de otro método histórico (!). Sin embargo, citando aquellas cuatro localidades, M. Gerhardt Schoenberner pone en pluma de Gerstein una capacidad total de 9.000 personas por día para las cuatro instalaciones (!).

Del Breviario del odio, de M. Poliakov, y de la Documentación sobre el exterminio por los gases, de M. Krauschnick, se deduce también que el Führer estuvo en Lublin la antevíspera, 15 de agosto, en compañía de Himmler, y que ambos habían ordenado

[245] «acelerar toda la acción». Pero esta parte del documento no está reproducida, ni en La estrella amarilla de Schoenberner, ni en El Proceso de Nuremberg de Heydecker y Leeb.

Finalmente, Globocknick -- siempre de acuerdo solamente con aquellos dos autores -- puso a Kurt Gerstein al corriente de su misión: mejorar el servicio de las cámaras de gas, especialmente mediante la utilización de un gas más tóxico y de manejo menos complicado.

Luego se separaron, después de haber decidido verse al día siguiente sobre el terreno, en Belzec.

Y, después de haber dicho lo que le han contado, Gerstein cuenta lo que ha visto...

* * *

Al llegar a Belzec el 18 de agosto, M. Kurt Gerstein empezó por visitar el campo acompañado por una persona que Globocknick puso a su disposición. M. Poliakov no ha podido leer el nombre de esa persona. Pero, esforzándose un poco, ha creído deletrear «Wirth»: más afortunado que él, M. Schoenberner ha podido leer claramente «SS. Hauptsturmführer Obermeyer de Pirmasens». Lo malo es que cuando habla del SS Wirth, que es otra persona distinta a la citada por M. Poliakov, M. Schoenberner le coloca el grado de «Hauptmann»... el cual no ha existido nunca en las SS...

Sea como sea, el caso es que en el curso de aquella visita Gerstein vió las cámaras de gas, operando con los gases de escape de los Diesel y las midió: 5 x 5=25 m2 de superficie, 1,90 m. de altura=45 m3, según sus cálculos: pasaremos por alto los 2,5 m3 de error. Krauschnick, Heydecker, Leeb y Schoenberner, por otra parte, tampoco han dicho nada. Más cuidadoso de la verosimilitud, M. Poliakov ha corregido el documento: 92 m2 de superficie, ha calculado él (Breviario del odio, pág. 223, segunda edición -- no he leído la primera --), sin otras indicaciones, lo cual resulta mucho más prudente.

Pero, ¡cuánta razón tenía al corregir el documento! A continuación, Kurt Gerstein cuenta, en efecto, que el 19 de agosto vio las cámaras de gas -- cuatro, dicen unos, diez, protestan los otros -- en acción.

A primera hora de la mañana, un tren de judíos con 6.700 personas -- M. Poliakov ha leído 6.000 --, hombres, mujeres y niños, contenidos en 45 vagones (de 148 a 150 personas por vagón pues, y para los que conocen los vagones polacos de mercancías la carga

[246] exacta), llegó de Lemberg a la estación de Belzec, situada al borde mismo del campo...

200 ucranianos, látigo en mano, se lanzan contra las portezuelas, las arrancan (!) y obligan a descender a todo el mundo bajo la protección de otros ucranianos, fusil en mano... El «Hauptmann de las SS» Wirth dirige la maniobra, ayudado de algunos de sus SS... Desnudarse enteramente, dejarse cortar los cabellos después de haber entregado todas las pertenencias de valor, y en marcha hacia las cámaras de gas.

«Las cámaras se llenan. «¡Apretarse bien!», ha ordenado el «Hauptmann» Wirth. Los judíos se ponen de puntillas: de 700 a 800 en 25 m2 y 45 m3. El SS no cesa de refunfuñar. Las puertas se cierran», dice M. Schoenberner en La estrella amarilla; pero, con un estilo parecido, los otros dicen lo mismo, a excepción de M. Poliakov, que se mantiene en sus 93 m2 de superficie.

En lo que todo el mundo está de acuerdo, en cambio, es en la duración de la operación, medida por Gerstein, cronómetro en mano: primeramente, las 700 u 800 personas prensadas en las cámaras de gas han tenido que esperar 2 horas y 49 minutos que el motor Diesel consintiera en ponerse en marcha, tras lo cual ha habido que esperar aún 32 minutos para que todo el mundo estuviera muerto. Cronómetro en mano, repito...

Esa es la historia macabramente rocambolesca que M. Dubost -- no un cualquiera: un fiscal, y sin duda prestigioso, puesto que fue escogido para representar a Francia en Nuremberg -- quiso que admitiera el Tribunal Internacional el 30 de enero de 1946.

El Tribunal no la admitió: demos al César... Pero apresurémonos a añadir que, para que no la admitiera, su exageración tenía que ser descomunal, ya que, en otros casos, se tragó, sin esfuerzo aparente, otros muchos relatos de la misma «categoría».

Ello no impidió que, al día siguiente, 31 de enero de 1946, la prensa mundial presentara la historia del tal Kurt Gerstein como un documento auténtico e indiscutible.

Hoy, todavia -- ¡quince años después! --, hombres que aspiran al título de historiador se atreven aún a presentarla como auténtica e indiscutible en sus libros, y no pierden por ello la estima y el favor de la prensa mundial.

Y se ha hablado también de esa historia en el Proceso de Elchmann.

Es cierto que no hay que asombrarse de nada. En ese mismo proceso los jueces han aceptado como verdaderos, día tras día, relatos de personas que han visto -- con sus propios ojos -- en acción las cámaras de gas de Bergen-Belsen, las cuales, como todo

[247] el mundo ha reconocido -- incluso el Institut für Zeitgeschichte de Munich, modelo del resistencialismo mundial --, no han existido nunca.

Como si no hubiera bastante con lo que realmente sucedió para abrumar al nazismo.

Todos los días, con trémolos en la pluma, la gran prensa se asombra del renacimeinto del nazismo, del racismo y del antisemitismo... entre los cuales, por otra parte, no establece ninguna diferencia. Lo que a mí me asombra es que las tergiversaciones de textos de Poliakov y compañía no hayan conseguido, hasta ahora, conferir más virulencia aún, al menos al racismo y al antisemitismo anti-judíos. 4.

Ya que no han omitido nada para hacerlo posible.


[249]

APENDICE III

EL DOCUMENTO KASZTNER

 

En el parágrafo, D del capitulo II de esta obra (Crimenes contra la humanidad) se ha hablado del documento Kasztner (Informe del Dr. Rezso Kasztner, Presidente del Comité para la Salvación de los judíos de Budapest desde 1942 a 1945), el cual cuenta en sus menores detalles la deportación de los judíos húngaros (1944) y que fue utilizado por el abogado del Standartenführer (coronel), Kurt Becher para su defensa en uno de los trece procesos de Nuremberg. Gracias a ese informe, que le libraba de culpa, ese tal Kurt Becher -- que parece haber sido el superior inmediato de Eichmann (el cual no era más que teniente coronel), el gran responsable ante Himmler de las operaciones de deportación en Hungria -- fue absuelto.

Sionista convencido, el Dr. Kasztner se instaló en Israel inmediatamente después de la guerra y alli se convirtió rápidamente en un miembro influyente del Mapaï, el partido de Ben Gurion. En 1954, en calidad de Presidente del Comité de Budapest bajo la ocupación alemana, fue acusado por otro húngaro, que también se habla establecido en Israel, donde ejercía la profesión de periodista al servicio del partido religioso conservador (al que todas las demás formaciones politicas de Israel acusan de fascistas y de tener concomitancias con los partidos neofascistas), de haberse vendido al nazismo para salvar a su familia gracias al convoy de Bergen-Belsen (¿Se salvaba uno después de haber sido enviado a Bergen-Belsen? ¿Y las càmaras de gas?), de haberse hecho proveedor de la Gestapo con la cual, además, se repartía los bienes de los judíos detenidos antes de que fueran deportados, etc. Y, dado que su informe acerca de la actividad del Comité de Budapest habia sido presentado como prueba de descargo en favor de

[250] Becher y habia determinado su absolución, el periodista en cuestión acusaba además a Kasztner de haber sido el artífice de la desnazificación de un «criminal de guerra con el cual había tenido negocios».

Kasztner demandó a su acusador por difamación. El proceso se celebró en Jerusalén, en 1955, y alcanzó unas inesperadas dimensiones: 73 sesiones, 2.000 pàginas de debates... todo el país en tensión, los partidos enzarzados en una lucha a muerte, la conmoción alcanzando a los cimientos mismos del Estado. El tribunal reconoció que todas las acusaciones del periodista eran ciertas, a excepción de una sola (asociación con los nazis para repartirse con ellos los bienes de las víctimas), y le absolvió. Era la condena de Kasztner, y el partido de Ben Gurion, al cual pertenecía, recibió con ello un rudo golpe: en las elecciones legislativas siguientes perdió una cantidad apreciable de votos y de escaños, aunque conservó la mayoria absoluta.

Había que poner remedio a aquella situación: Kasztner apeló al Tribunal Supremo y el recurso se vio el 20 de enero de 1957. Fue una repetición, en peor, del primer proceso... Influido o no por el gobierno de Ben Gurion, contra el cual se concretaba y agigantaba una corriente de opinión hostil alimentada por los debates, el Tribunal Supremo dio a entender súbitamente su convicción de que era necesario condenar al periodista para evitar el peligro de que Ben Gurion perdiese la mayoria, y la opinión pública se conmovió aún más ante tal actitud. El 5 de marzo de 1957, dos meses después de la apertura del proceso -- os debates amenazaban con prolongarse indefinidamente y con sumir al Estado en un desorden anunciador de catástrofes --, al salir de la 44 sesión, en la misma escalinata de acceso al Palacio de Justicia, Kasztner fue gravemente herido por un terrorista cuya mano había sido armada por las violencias de lenguaje -- y quizà también la ayuda material -- de la extrema derecha y de la extrema izquierda, tácitamente asociadas contra Ben Gurion. Kasztner murió unos días después.

Así acabó el proceso, con gran alivio de todo el mundo: el asesino de Kasztner no fue encontrado. En agosto de 1958, Kasztner fue rehabilitado por un tribunal que no condenó a su acusador. Y en una atmósfera, si no de unidad nacional recobrada, al menos liberada por aquel «juicio de Salomón» de sus miasmas más emponzoñadas, no se habló más del asunto. A fin de no resucitar la discordia, una y otra parte se mostraron de acuerdo en la necesidad de no hacer público, en interés del Estado, el Informe Kasztner, es decir, no dejar que se editara en forma de libro.

[251]
Llegó el Proceso Eichmann: para exculpar a Becher, Kasztner había hecho recaer sobre Eichmann todas las responsabilidades de la deportación y de sus horrores en Hungria. Por lo tanto, se convertía en un testigo principal: de acuerdo con el gobierno israelí, sus derechohabientes publicaron su informe -- Editorial Kindler, de Munich --, con un prólogo del profesor Carlo Schmid, diputado socialista del Bundesrat. No había que omitir nada para justificar ante la opinión pública mundial la condena de Eichmann. Pero, en su estado original, el Informe Kasztner podía ser utilizado por un abogado hábil para exculpar a Eichmann, por cuanto sembraba la duda acerca de la versión oficial relativa al trato que se daba a los judíos en los campos de concentración y, de un modo especial, acerca de la materialidad de los exterminios en las cámaras de gas atribuidos al campo de Auschwitz. Había, pues, que introducir algunas modificaciones en el Informe: no se retrocedió ante el procedimiento a emplear.

Comparando la edición Kindler con el original -- que he podido hojear empleando astucias de indio sioux --, he comparado la existencia de numerosas falsificaciones o supresiones de textos, de las cuales cito dos a titulo de ejemplo:

1. - La supresión de una carta escrita el 23 de mayo de 1944 por 6 judíos deportados en el campo de Theresienstadt, y cuyas afirmaciones relativas al trato que se daba a los internados no coinciden, ni con todo lo que se ha venido diciendo hasta ahora por los que regresaron de aquel campo, ni con lo que ciertos «testigos» de cargo declararon ante el Tribunal de Jerusalén, en el curso del Proceso Eichmann.

2. - La falsificación de un párrafo relativo a las cámaras de gas de Auschwitz, cuyas dos versiones -la original y la que se hizo pública- reproduzco a continuación en sus fotocopias.

Los dos documentos originales están redactados, naturalmente, en alemán, por lo que acompaño las correspondientes traducciones.

[252]

Documento in aleman

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I.- Texto de la carta que figura en el documento Kasztner y que no aparece en el libro publicado por Kindler, de Munich.


Theresienstadt, 23 de mayo de 1944

Querido Javet:

Con las más expresivas gracias acusamos recibo de su carta del 8 del corriente. Con gran alegría, aprovechamos la ocasión que nos brinda el escribirle para rogarle que salude y dé las gracias a todos los amigos que se preocupan de nosotros. Tomamos nota de que, tal como nos dice usted en su carta, los envíos procedentes de Lisboa y Estambul son también obra de nuestros amigos. De los mismos lugares, los amigos de Viena que viven con nosotros han recibido también algunos envios. Si bien es cierto que nuestra situación está bien organizada y no nos da motivo de queja, no lo es menos que esos envíos nos producen una gran alegría, ya que son para nosotros un símbolo de vuestra amistad.

En el campo de Theresianstadt ha sido creada una verdadera ciudad judía, en la cual todas las tareas son Ilevadas a cabo por judíos, desde la limpieza de las calles hasta la puesta en marcha de un servicio sanitario moderno con clínicas y dispensarios perfectamente organizados, al cuidado de importante personal médico; desde los trabajos técnicos más diversos, hasta la preparación de las comidas en las cocinas de la comunidad; desde una policía y unos obreros particulares, hasta unos servicios especiales judiciales, postales y de circulación; desde un Banco con una moneda especial de la colonia y tiendas de comestibles, de ropas y de enseres domésticos, hasta la organización de las horas de esparcimiento, a base de conferencias, sesiones teatrales y conciertos. Los niños, de los cuales nos ocupamos de un modo especial, viven en hogares infantiles y juveniles, y los ancianos imposibilitados para el trabajo en asilos confiados al cuidado y a la vigilancia de médicos. Los que pueden trabajar son adscritos al servico interior. En todos los sectores de la vida hemos reunido a notables profesionales, no sólo desde el punto de vista técnico, higiénico y administrativo, sino también desde el de la vida cultural,

[255] tan rica desde el punto de vista judío, como desde el de los demás. Una biblioteca de casi 50.000 volúmenes con varias salas de lectura, un café con música permanente para los más ancianos. Un baño central y un lavadero urbano responden a las necesidades de la higiene general, a la cual concedemos una gran importancia. En el encabezamiento de esta carta puede usted ver una vista de la ciudad.

El estado de salud general es completamente satisfactorio, lo cual debemos agradecer en primer lugar, y al margen de las condiciones climatológicas de Theresienstadt, al desvelo de nuestros médicos que no se desaniman por nada y que aseguran de un modo perfecto nuestro aprovisionamiento en géneros alimenticios y en medicamentos. Con los envíos que recibimos de nuestros amigos y lo que es puesto a disposición de la dirección autónoma judía del campo, nos encontramos perfectamente atendidos desde el punto de vista alimenticio, y sanitario. Al acusar recibo de su envio le damos las gracias, a usted y a todos los amigos, de todo corazón.

Nos haría muy dichosos el recibir noticias suyas con más frecuencia. Nos acordamos mucho de los amigos que, por mediación de usted, nos demuestran que se acuerdan de nosotros. Nuestras plegarias, muy a menudo, tienen por objeto, la posibilidad de un Alijah. Con especial interés nos hemos enterado de que sus esfuerzos tienden también hacia una solución, por modesta que sea, de esa problema.

Agradecemos sus amistosos saludos y nos sentimos dichosos al ver que nuestras relaciones han podido ser restablecidas. Esperamos sus prontas noticias.

Con un cordial saludo,

suyos

Dr. Franz Kahn- Dr. Erich Munk

D. Paul Eppstein - Ing. Otto Zucker

Dr. Erick Oesterreicher, Gert Körbel

 

[256]

II - El documento falsificado

a) Fotocopia del párrafo relativo a las cámaras de gas, tal como figura en el original, página 30:

b) Fotocopia del mismo párrafo, tal como ha sido hecho público. Página 82 del documento Kasztner publicado por Kindler, de Munich, con un prólogo del profesor Carlo Schmid, diputado socialista del Bundesrat.

[257]

II. - El documento, falsificado

a) Traducción del párrafo relativo a las cámaras de gas, tal como figura en el original (Fotocopia de la página de la izquierda).

«Noticias llegadas de Bratislava confirmaron también nuestros temores. Nuestro comité de allí 5

sigue transmitiéndonos las informaciones de su servicio de noticias. De acuerdo con ellas, las SS vuelven a poner a punto, perfeccionándolas, las cámaras de gas y los hornos crematorios de Auschwitz, que estaban fuera de servicio desde el otoño de 1943. Han aumentado el número de guardianes, etc ... »

b) Traducción de la versión Kindler (Fotocopia de la página de la izquierda)

«Noticias llegadas de Presburgo (Bratislava) confirmaron nuestros temores. Nuestro comité de allí sigue transmitiéndonos las informaciones de su servicio de noticias. De acuerdo con ellas,las SS vuelven a poner a punto, perfeccionándolos, las cámaras de gas y los hornos crematorios de Auschwitz. Han aumentado el número de guardianes, etc ... »

La frase subrayada en la traducción del original («que estaban fuera de servicio desde el otoño de 1941») ,pág. 235, ha sido suprimida: conservarla hubiera sido confesar ocho meses de inactividad de las cámaras de gas de Auschwitz, lo cual se aparta muchísimo de la tesis del Centro de Documentación Judía y le habría propinado un golpe muy rudo, si no mortal.



[259]

APENDICE IV

GERMANY MUST PERISH!

de Theodore N. Kaufman

 

De ese libro, del cual se ha hablado ya en la página 112, bastará con que ofrezcamos el mapa de Europa tal como su autor, un judío norteamericano, lo concebía, una vez vencida Alemania, y, en las páginas siguientes, los párrafos más significativos (fotocopias del original de la tesis cuyos aspectos esenciales encontrará el lector en la página más arriba citada de este libro, y la traducción de las fotocopias), para que el lector comprenda hasta qué punto, puestos en conocimiento del pueblo alemán a través de la radio y la prensa del Dr. Goebbels, pudo excitarles contra los judíos.

Hay que señalar, también, que el citado Theodore N. Kaufman no compareció ante el Tribunal de Nuremberg.

[261]

ALEMANIA DEBE PERECER

La esterilización no debe se confundida con la castración. Es una operación muy sencilla y que no reviste el menor peligro, anodina e indolora, sin mutilación ni asexuación del paciente. No es más dolorosa que una vacunación, ni más grave que la extracción de un diente. Además, es sumamente rápida, no exigiendo más de diez minutos para ser Ilevada a cabo. El paciente puede reintegrarse al trabajo inmediatamente después. Incluso en el caso de las mujeres, aunque un poco más larga, la operación sencillísima. En millares de operaciones no se ha registrado un solo caso de complicación o de muerte. Si tenemos en cuenta que las medidas sanitarias tales como la vacunación y la sueroterapia son consideradas como beneficios directos para la población, la esterilización del pueblo alemán, favorecida por la misma población a fin de inmunizarse a sí misma a perpetuidad contra el virus del germanismo no puede ser considerada sino como una medida sanitaria.

[262]

La poblaciôn de Alemania, con exclusión de los territorios conquistados o anexionados, es de unos 70.000.000 de habitantes, repartidos a partes casi iguales entre machos y hembras. Para Ilevar a término el proyecto de eliminación total de la raza germánica sólo habría que esterilizar a unos 48.000.000 de personas, cifra que excluye, en virtud de su limitado poder de procreación, a los hombres de más de 60 años y a las mujeres de más de 45.

En lo que respecta a la esterilización de los hombres, las formaciones militares organizadas en unidades se ocuparían de ello del modo más sencillo y más expeditivo. Si se emplean, por ejemplo, 20.000 médicos, y suponiendo que cada uno de ellos efectúe solamente 25 operaciones diarias, la cosa podría quedar lista en el plazo máximo de un mes. Naturalmente, pueden movilizarse muchos más médicos de los 20.000 mencionados si todas las naciones quieren participar en la operación, y el tiempo requerido sería mucho menos. El resto de la población masculina podría ser tratada en 3 meses. Teniendo en cuenta que la esterilización de las mujeres exigiría algo más de tiempo, puede calcularse que todas lasmujeres alemanas podrían ser esterilizadas en tres meses, y quizás en menos tiempo. La esterilización completa de los dos sexos, y no de uno solo, debe ser considerada como necesaria en virtud de la actual doctrina germánica, según la cual una sola gota de sangre alemana es un alemán en potencia.

Desde luego, después de la esterilización completa, el índice de los nacimientos en Alemania sería nulo. Con un índice de mortalidad del 2 % la población alemana disminuiría 1.500.000 habitantes por año. En consecuencia, en el espacio de dos generaciones, que podrían costar al mundo millones de vidas y siglos de esesfuerzos, la eliminación del Germanismo y de sus partidarios sería un hecho conmado. De un modo inmediato, a causa de la imposibilidad de perpetuarse, la voluntad germánica quedaría atrofiada y la potencia alemana reducida a casi cero.


[265]

APÉNDICE V

MÉDICO EN AUSCHWITZ

por el Dr. Miklos Nyiszli

 

A propósito de «Médico en Auschwitz», publicado por la revista Quick de Munich en enero de 1961 y que acaba de editar en Francia M. René Julliard, el cual lo había publicado ya en 1951 en la revista Les Temps Modernes de M. Jean-Paul Sartre, me he permitido escribir una carta al editor Julliard.

A continuación reproduzco mi carta y su respuesta.

* * *

16 de noviembre d e 1961

Señor René Julliard, Director de las Ediciones Julliard, 30, rue de l'Université.-Paris (7).

Señor Director:

Acabo de terminar la lectura de «Médico en Auschwitz», del Dr. Miklos Nyiszli, salido de sus prensas el pasado mes de octubre, y del cual, bajo el título, de «SS- Dr. Obersturmführer Mengele», había leído ya amplios fragmentos en los números de marzo y abril de 1951 de la revista «Les Temps Modernes».

A su debido tiempo, en mi calidad de historiador y de deportado, y en la creencia de que publicar relatos que estaban en evidente contradicción con la materialidad de los hechos, en lo que

[266] respecta a la conducta política del nazismo, sólo podía conducir a sembrar la duda en la opinión pública y a convencerla paulatinamente de que el nazismo era una fábula, me sublevé contra la tendencia de los editores a publicar cualquier relato de cualquier persona acerca de los campos de concentración. El relato del Dr. Nyiszli estaba, según lo que «Les Temps Modernes» habían publicado de él, lleno de inverosimilitudes y de contradicciones, a las cuales se añadían las contenidas en la introducción de M. Tibère Kremer. En consecuencia, escribí al Dr. Nyiszli a través de «Les Temps Modernes». Por mediación de M. Tibère Kremer, 11 rue des Moulins, de Toulouse, recibí una carta que tengo a su disposición y que está en contradicción con el texto que acaba usted de publicar. Por ejemplo: M. Tibère Kremer, en su introducción de 1951, hablaba de 6.000.000 de judíos, de modo que toda la prensa reprodujo la información cargándolos a la cuenta de las cámaras de gas de Auschwitz. El Dr Nyiszli, por su parte, habló de 2.500.000, y esta fue la cifra aceptada por el Tribunal de Cracovia que condenó a Hoess, director del campo, a morir en la horca, el 4 de abril de 1947. Otro ejemplo: llegado a finales de mayo a Auschwitz y hablando de 20.000 judíos exterminados cada dia en las cámaras de gas, más 5.000 en los «foyers de plein vent», Nyiszli afirmaba que esto se venía produciendo desde hacía CUATRO años, y tal afirmación aparece también en la página 50 del libro publicado por usted. Sin embargo, si hubo cámaras de gas en Auschwitz, los documentos presentados en Nuremberg demuestran:

-- que fueron encargadas a la casa Topf, de Erfurt, el 8 de agosto de 1942, pero bajo la denominación «Leichenkeller» y «Badeanstalt»;

-- que fueron intaladas en el campo en febrero- marzo de 1943.

Y el informe del Dr. Kasztner demuestra, por su parte -- dicho informe ha sido retenido en Nuremberg --, que las cámaras no funcionaron «desde el otoño de l943 hasta mayo de 1944».

Etcétera. Podría alargar la lista, pero dado el tiempo que ello me exigiría no lo haré, a menos que usted tenga interés en que lo haga.

En cambio, sí deseo llamar su atención acerca de la versión alemana de «Médico en Auschwitz», publicada en forma de folletín en la revista ilustrada muniquesa «Quick», a partir del 15 de enero de 1961. Dicha versión está en flagrante contradicción, en casi todas sus partes, con la traducción de M. Tibère Kremer. He descubierto 31 contradicciones, sin contar las que proceden de una sintaxis deficiente, ni las que se encuentran en el propio texto.

[267] Ejemplo de contradicción absoluta: en el texto alemán, los crematorios incineran diariamente 10.000 personas, y en el texto francés, 20.000. Ejemplo de contradicción de autor: en una página se dice que se cortaba el pelo a los muertos, pero veinte páginas más adelante se afirma que la recuperación del pelo se hacía antes del envio a la cámara de gas. Además, M. Tibère Kremer ha efectuado numerosas correcciones a su primera versión: un tirador de pistola que en la primera versión hacía blanco a 40/50 metros de distancia, en la segunda versión no hace blanco más que a 20/30 metros. Un instituto que es el más famoso del III Reich en la primera, es el más famoso del mundo en la segunda, etc. Una de dos: o se trata de un documento que se hace público y debe ser el mismo en 1951 y en 1961, o se trata de un documento apócrifo. ¿Cómo quiere usted que nosotros, historiadores, salgamos honrosamente de este asunto, si somos inducidos a hablar de él? Automáticamente, se nos dirà que se trata de un documento apócrifo. Y, como la descripción de los lugares no coincide, ni en alemán ni en francés, con la descripción oficial derivada de los documentos presentados en Nuremberg, si se nos dice que ese tal Nyiszli no ha puesto nunca los pies en Auschwitz, existirán motivos más que sobrados para decirlo.

Un ejemplo: las cámaras de gas, nos dice Miklos Nyiszli, tienen 200 metros de longitud, y el documento presentado en Nuremberg nos dice que tienen 210 m.2, 400 m2 o 580 m2 de superficie; esto significa unas anchuras de 1,05, 2 ó 2,90 metros, respectivamente, cosa que resulta inconcebible. Mucho más si se tiene en cuenta que 3.000 personas entran y circulan fácilmente por ellas, que tienen columnas en el centro y bancos a cada lado. Otro ejemplo: en la versión francesa hay 500 metros de un punto a otro, en la versión alemana 3 kilómetros, o viceversa. Etcétera.

Cuando la versión alemana fue publicada en Quick quise escribir a M. Tibère Kremer: la carta me fue devuelta con la indicación: «No habita ya en estas señas». Escribí a Quick: me respondieron que no podían ponerme en contacto con el Dr. Nyiszli, porque estaba muerto (!).

Tal vez pueda usted transmitir estas observaciones a M. Tibère Kremer, del cual debe usted tener las señas, ya que obra en poder de su Editorial la traducción que acaba de publicar.

Sólo me resta rogarle que no interprete torcidamente las observaciones que me he permitido hacerle. Los documentos históricos tienen derecho a ser respetados, y no deben publicarse a la ligera versiones que no puedan garantizarse. Desde hace quince años, y debido al interés que tiene para mis trabajos, he esta-

[268] do buscando el original del documento del Dr. Nyiszli, sin que nadie haya podido indicarme el lugar donde podría consultarlo. Los historiadores más notables del mundo no saben una palabra de él. Las versiones que han sido hechas públicas son divergentes y se contradicen de una página a la otra. El autor habla de lugares que evidentemente no ha visitado nunca, ya que de no ser así no asignaría 200 metros de longitud a una sala que sólo tendría, si fuese cierto, 1,05 o, como máximo, 2,90 metros de anchura... Detalles que llevan a la conclusión de que se trata de un documento apócrifo.

En consecuencia, si le fuera a usted posible darme pruebas suficientes que me permitieran incluir la anotación «Documento auténtico» en la ficha del Dr. Nyiszli, le quedaría particularmente agradecido.

Reciba, señor Director, la expresión de mis más distinguidos sentimientos.

Paul RASSINIER

* * *

LA RESPUESTA DE JULLIARD

 

8 de diciembre de 1961

Señor Paul RASSINIER

36, rue Bapst, ASNIERES (Seine)

Muy señor mio:

Le agradezco, vivamente que me haya hecho llegar la copia mecanografiada de su carta del 16 de noviembre.

Hoy mismo se la transmito a M. Tibère Kremer, traductor del libro del Dr. Miklos Nyiszli «Médico en Auschwitz», a fin de que pueda contestarla personalmente.

Sin embargo, puedo decirle que es cierto que el Dr. Nyiszli está muerto, aunque su esposa está viva. Y, por otra parte, he mostrado su libro a varios deportados, los cuales me han garantizado su autenticidad.

Le ruego que acepte la expresión de mis más distinguidos sentimientos.

Pierre JAVET

[269]

Sigo esperando la respuesta de M. Tibère Kremer.

Lo más probable es que no la reciba nunca. En primer lugar, con fecha del 24 de octubre de 1951, M. Tibère Kremer me transmitió una respuesta del Dr. Nyiszli a mi carta, a la cual aludo en la que escribí a M. Julliard. Después, en el curso de las investigaciones que seguí efectuando acerca de tan singular testigo, recibí una información de Nueva York, donde, en 1951, se había publicado el libro, traducido por M. Richard Seaver y con una introducción del Profesor Bruno Bettelheim; de acuerdo con aquella información, el Dr. Nyiszli había fallecido mucho antes de que su testimonio fuera publicado por primera vez.

Si era verdad, aquel testigo muerto -- uno más -- tenía la particularidad de que me había escrito una carta después de faIlecer.

Y esto explicaría el silencio de M. Tibère Kremer.

Sobra todo comentario.


NOTAS

1 El Tribunal rechazó esta demanda el 21 de noviembre de 1945, basándose en que negaba la competencia del Tribunal y, por lo tanto, se hallaba en contradicción con el artículo 3 del Estatuto.


2 Error del periodista acerca del grado.


3 El relato no fue encontrado por M. Dubost, en las circunstancias que ya he dicho, más que DESPUES de la muerte de Gerstein. Y, lo que resulta aún más sorprendente, está escrito en francés en Rottweil (Alemania), por un alemán: que lo hubiera escrito en francés en la prisión de Cherche-Midi, sería admisible. Pero, en Alemania... Aquel Obersturmführer de las SS, con su calavera y todo, debió ser un redomado francófilo...


4 Hay que concretar, en efecto, cuando se habla de racismo y de antisemitismo, ya que existe también el anti-árabe, el anti-negro y el anti-blanco. Cosa que generalmente ignoran -- o fingen ignorar -- los plumíferos que hablan de estos asuntos.


5Cuyo nombre era «Waadah» .

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EDICIONES ACERVO, Apartado 5319, Barcelona.

Versión española de José Ma. AROCA y BERNARDO GIL MUGARZA

Título de la obra original: LE VÉRITABLE PROCÈS EICHMANN

ou Les Vainqueurs incorrigibles, 1962

PRIMERA EDICIóN: Noviembre, 1962

Depósito Legal; B.27720 -1962 N· de Registro: B. 5649- 62.


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